En 1959 llega la grabación de Rafael Kubelik con la Royal Philharmonic Orchestra para EMI. Versión de nivel variable en la que lo más logrado es el primer movimiento. La Orquesta londinense no estaba por entonces en su mejor momento, en particular el metal.
Dos versiones de altura siguen: la de Leonard Bernstein con la Filarmónica de Nueva York (CBS/Sony 1960), un tanto desequilibrada, y la correctísima pero algo descomprometida de Bernard Haitink con la Concertgebouw de Amsterdam (Philips 1961).
De 1963 son la notable versión de Antal Dorati con la Sinfónica de Londres para Mercury -un poco gritona, con una rabiosa Elegía- y la espléndida de Erich Leinsdorf con la Sinfónica de Boston (RCA), con una virtuosista respuesta orquestal, soberbiamente grabada y de gran brillantez. Precede en un año a la menos valiosa, más neutra, de Eugene Ormandy con la Orquesta de Filadelfia, para Sony.
Sir Georg Solti, que fue alumno en Budapest del propio Bartók, siempre ha sido un infatigable defensor del compositor y asiduo intérprete de la mayor parte de sus obras orquestales, así como de su única ópera, El castillo de Barbazul.
Además de dos filmaciones, una con la Filarmónica de Londres y otra con la Sinfónica de Chicago, Solti grabó en disco el Concierto para orquesta en 1965 con la Sinfónica de Londres y en 1981 con la de Chicago. Dos interpretaciones modélicas, que respiran autenticidad y sinceridad, de un estilo perfecto por partida doble (como conocedor de Bartók y de la música folklórica húngara, que también se filtra en la partitura, si bien no con la intensidad que en otras obras suyas), sin gangas, directas, sobrias e intensas, con una Elegía desgarradora, nada romántica. Versiones ásperas e incisivas, sin pulimento (lo que no significa, de ningún modo, descuidadas), sino de sonoridades en estado puro.
Tres grandes batutas protagonizan las tres principales interpretaciones que siguen a la primera de Solti: George Szell con la Orquesta de Cleveland (Sony 1966), Herbert von Karajan con la Filarmónica de Berlín (DG 1970) y Pierre Boulez con la Filarmónica de Nueva York (Sony 1973). La primera de estas, muy seca, resulta por debajo de las expectativas, y en la última la centuria neoyorkina está por debajo de su nivel habitual por esos años.
Sólo un año más tarde se lanza al mercado la de Rafael Kubelik con la Sinfónica de Boston (DG), versión desigual cuyo mayor acierto vuelve a ser el primer tiempo, de introducción sumamente misteriosa y casi siniestra, y que asombra por su excepcional claridad. Cualidad que se repite en el 2º mov. y en el finale, tras un tercer y un cuarto movimientos extrañamente light. Del mismo año 1974 es la grabación para EMI de Karajan con la Filarmónica de Berlín, interpretación -muy parecida a la suya cuatro años anterior- opulenta y refinada, de sonoridad y orientación -demasiado romántica en la Elegía- probablemente no muy bartokianas.
La importante interpretación de Lorin Maazel con la Filarmónica de Berlín, de finales de los setenta (al parecer no ha sido transferida a CD), contiene una impactante Elegía. Poco después llega la segunda de Solti, en Chicago: una de las más colosales ejecuciones, una de las mejores tomas de sonido y una de las concepciones más convincentes. En definitiva, versión ejemplar, modélica.
Irreprochable, algo impersonal la interpretación de André Previn con la Filarmónica de Los Angeles (Telarc 1989), que culmina en un magnífico finale. La toma de sonido es meridianamente clara.
En cuanto a la de Simon Rattle con la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham (EMI 1992), me resulta un tanto decepcionante, tratándose de uno de los mayores intérpretes de la música del siglo XX.
Como queriendo resarcirse de su pinchazo de veinte años antes, en 1993 volvió Pierre Boulez a llevar al disco el Concierto para orquesta de Bartók, ahora para DG y con la Sinfónica de Chicago (de la que entonces era principal director invitado). Ahora la unanimidad de la crítica ha sido casi completa: premiado con un Grammy, esta interpretación ha sido celebrada como una de las mejores de la historia del disco. La ejecución orquestal es prácticamente insuperable, y la grabación, deslumbrante. La enorme claridad, en la que se aprecian detalles “nuevos”, es mérito tanto del director musical como de los ingenieros de sonido. Diez años después, el logro interpretativo se repetía en la Iglesia del Monasterio de los Jerónimos de Lisboa -de acústica bastante reverberante- con Boulez al frente de la Filarmónica de Berlín (Blu-ray EuroArts).
Pero la lista de grabaciones no se cierra con esta versión, sino que siguen otras bien destacadas: en 1994 la de Hugh Wolff con la Philharmonia de Londres (Teldec), excelente sobre todo en la Elegía, en 1995 la de Herbert Blomstedt con la Sinfónica de San Francisco (Decca), que es excepcional de principio a fin y tan bien grabada como la que más, y en 2001 la de Riccardo Chailly con la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam (Decca), toma de sonido e interpretación memorables que, lástima, flaquea en el último minuto, en una coda inexplicablemente ampulosa. En cuanto a la interpretación de Sergiu Celibidache con la Filarmónica de Múnich (EMI 1995), impresiona el implacable análisis que el genial maestro lleva a cabo de la partitura, pero esta quizá se resiente de unos tempi demasiado morosos, tal vez no muy naturales, sensación de la que se salvan en parte los dos movimientos finales. Esperaba más de la versión de Iván Fischer con la Orquesta del Festival de Budapest (Philips 1997), que me ha parecido un tanto despreocupada, hasta rozar en ocasiones lo banal.
La lista se completa con varias otras grabaciones recientes, entre ellas tres de notable mérito: las vibrantes de Gustavo Dudamel con la Orquesta Filarmónica de Los Angeles (DG 2007) y Yannick Nézet-Séguin con la Filarmónica de Rotterdam (DG 2016), así como la de Jakub Hrusa al frente de la Sinfónica de Radio Berlín (Pentatone 2018), destacable esta por la pulcra y lúcida disección de los movimientos extremos.
Grabaciones:
1944 Naxos Kussevitzky/OSinfBoston 09’52+6’00+06’28+3’44+09’09 7/4
1950 Dante Van Beinum/OConcertgebouw 09’31+6’43+06’36+4’22+08’57 7,5/5
1953 EMI Karajan/OPhilharmonia 09’52+6’50+07’55+4’23+09’07 8/7,5
1956 RCA Reiner/OSinfChicago 09’55+5’58+07’54+4’13+08’58 9/8
1957 DG Fricsay/OSinfRadioBerlín 09’40+6’29+07’09+4’49+08’55 9,5/7,5
1959 EMI Kubelik/ORoyalPhilharmonic 09’54+6’32+07’04+4’28+09’25 7,5/7
1959 Sony Bernstein/OFilNuevaYork 10’28+6’52+08’07+4’37+09’27 9/7
1961 Philips Haitink/ORoyalConcertgebouw 09’19+6’36+06’47+4’12+09’25 8/7,5
1962 RCA Leinsdorf/OSinfBoston 09’40+6’25+06’58+4’15+09’13 9,5/8
1963 Mercury Dorati/OSinfLondres 09’36+6’17+07’14+4’26+09’40 8/7,5
1965 Decca Solti/OSinfLondres 09’22+6’50+06’32+4’16+09’22 9/8
1965 Sony Szell/OdeCleveland 08’54+6’22+07’18+4’08+07’59 7/7,5
1970 DG Karajan/OFilBerlín 10’11+6’49+08’14+4’19+09’24 7,5/7
1970 EMI Ozawa/OSinfChicago 09’26+6’38+07’52+4’25+09’20 7/7
1973 Sony Boulez/OFilNuevaYork 09’58+6’42+07’27+4’20+08’39 7/7
1974 EMI Karajan/OFilBerlín 09’51+6’47+08’07+4’22+09’12 7,5/7,5
1974 DG Kubelik/OSinfBoston 10’12+6’38+07’19+4’30+09’42 8/7
1979 RCA Ormandy/OdeFiladelfia 10’00+7’03+07’31+4’40+09’59 9,5/8
1981 Decca Solti/OSinfChicago 09’03+6’09+06’33+4’04+09’35 10/9
1983 Philips Dorati/OConcertgebouw 09’53+6’33+06’50+4’33+09’40 7,5/7,5
*1989 Philips Solti/OFilLondres 09’15+5’50+06’10+4’05+09’28 9/8
1989 Telarc Previn/OFilLosAngeles 10’03+6’45+07’35+4’25+09’24 8,5/
1990 Decca Dohnányi/OCleveland 10’08+6’31+06’59+4’23+09’41 9/8,5
1992 EMI Rattle/OSinfCBirmingham 10’16+6’38+07’23+4’27+09’20 7/7,5
1993 DG Boulez/OSinfChicago 09’30+6’26+07’43+4’02+09’24 10/9,5
1994 Teldec Hugh Wolff/OPhilharmonia 10’21+6’32+07’59+4’22+09’37 8/9
1995 EMI Celibidache/OFilMúnich 12’38+8’23+11’00+4’43+11’08 8/8
1995 Decca Blomstedt/OSinfSanFrancisco 09’41+6’04+07’06+4’25+09’14 10/9,5
1997 Conifer Gatti/ORoyalPhilharmonic 10’21+6’16+08’10+4’34+10’19 8/8
1997 Philips Iván Fischer/OFestivalBudapest 09’44+6’01+07’09+4’16+09’14 7/8,5
2001 Decca Chailly/ORoyalConcertgebouw 09’56+6’13+08’03+4’36+10’01 9/10
*2003 EuroA Boulez/OFilBerlín 09’39+6’27+07’53+4’24+08’47 9,5/8
2007 DG Dudamel/OFilLosAngeles 10’33+6’36+07’49+4’27+09’57 9/9
2009 Warner Oramo/OSinfRadioFinlandia 09’47+6’15+07’30+4’20+10’05 8/8
2016 DG Nézet-Séguin/OFilRotterdam 10’12+6’45+08’08+4’40+09’45 9/8
2017 Chandos Edward Gardner/OFilBergen 10’31+6’19+07’04+4’16+09’50 8/9,5
2018 HMundi Heras Casado/OFilMúnich 09’58+6’04+07’33+4’01+09’29 7/9
2018 Pentatone Jakub Hrusa/OSinfRadioBerlín 10’28+6’44+07’36+4’20+09’52 8/9
En Radio Clásica no han podido resistirse a la antigua, caduca costumbre de las inocentadas del 28 de diciembre. En “Sinfonía de la mañana” anunciaron que había localizado al “nieto español de Anton Bruckner”, y que lo iban a entrevistar enseguida. Como se sabe, Bruckner no tuvo hijos, pero, de haber tenido uno a los 50 años de edad habría nacido en 1874 y, si era varón, hubiera podido tener otro hijo a su vez a los 50 años, es decir en 1924: vamos, que el tal Pedro Bruckner al que hemos oído (no todas las tonterías que ha contado, lo admito) tendrá 98 años: la voz, familiar en RC, no aparentaba más de 50. Bueno, la gracieta está en que, como han reconocido en el programa, su conductor (Martín Llade, que hoy parece que no lo ha conducido) detesta a Bruckner. Lo mismo que su “nieto”, que dice gustar más del reaggeton y musiquillas por el estilo y que ha dicho pestes diversas de su “abuelo”. Para contrarrestar y desmentir tantas estupideces, han hecho sonar el Scherzo de la Séptima Sinfonía y un fragmento del Te Deum. Y no sé si algo más. Si a mí no me gustase un compositor de la talla de Bruckner yo, por vergüenza, me lo callaría. Presumir de ello, como hace, siempre que tiene oportunidad, Martín Llade, dice poco bueno de él.
ResponderEliminarSiamo canaglia, querido Ángel. Pero la inocentada de hoy no la guionicé yo. Hice el programa de la tarde, intercambiándolo con el mío, con otras bromas. Pero lo de Bruckner surgió un día que dije que no me emocionaba, no que no me gustase. ¡Y resultó que un montón de oyentes escribieron diciendo que estaban de acuerdo conmigo! Así empezó el cachondeo (implementado por el hecho de que entrevisté a García Asensio y me confesó que a él tampoco le emocionaba) y reconozco que al final se ha convertido en un leitmotiv travieso mío. Arturo Reverter me dice siempre que no haga más chacota de ello...Pero bueno, nunca he dicho que no sea un gran compositor y seguro que algún día llega a emocionarme...como lo han hecho muchos que no me entraban a los 18 años.Respecto a que eso diga poco bueno de mí, tendré que asumirlo. Prefiero no fingir que me gustan cosas que no siento. Pero si te ha indignado esa broma de mis compañeras, no sé lo que pensarías de los relatos surrealistas sobre compositores de mi libro"El horizonte quimérico"...Beethoven recupera el oído tras la audición de la Novena y descubre que oír es horrible y no lo necesita, Wagner descubre que en realidad es judío y escribe una ópera dodecafónica en secreto, Chopin no existe y es una invención de George Sand, Sibelius escribe una única obra a la que cambia sucesivamente el título y nadie se da cuenta nunca, Haydn hace viajes astrales, Cherubini es un vampiro que le chupa a la sangre a Arriaga y Berlioz quiere destruirlo, Stravinski forma una banda de pop para competir con los Beatles, Mozart no se muere porque Constanze quema el Réquiem, etc...Y lo que le pasa a Bruckner mejor no te lo digo.
ResponderEliminarGracias, Martín, por leerme (aunque sea porque alguien te ha comentado que "me metía contigo" a cuenta de Bruckner).
EliminarSí, está bien que no finjas que te guste, aunque tampoco es necesario que hagas apología de que no te gusta, animando así a otros oyentes. Por cierto, no me sorprende nada que un montón de ellos te dijeran que a ellos tampoco les gusta... Todos sabemos que es un compositor especialmente difícil. Algunos amigos y conocidos míos no lo entendían y yo les he "ayudado" a admirarlo: labor preferible a la de reafirmarlos en que no les guste. Como eres joven, estoy convencido de que con un poco de esfuerzo puede llegar a gustarte, y te aseguro que también somos muchos los que lo consideramos tan gran sinfonista como el que más.
No pienso perderme "El horizonte quimérico", y no solo por la curiosidad de saber qué dices de Bruckner: tiene muy buena pinta lo que adelantas.
Y para acabar: no me extraña que Beethoven quisiera volver a la sordera tras escuchar cómo destrozan su música muchos de los directores, pianistas, etc., que son ampliamente divulgados por Radio Clásica.
¡Feliz 2023!
Ángel, quería preguntarle respecto al ciclo "discografía comparada" que editó usted en Radio Clásica. Existe alguna posibilidad de acceder a dichos contenidos?. Al menos solicitar a Radio Clásica la posibilidad sacar a la luz este y otros magníficos programas que se emitieron en el pasado.
ResponderEliminarGracias por tu "piropo" y tu interés. Aquellos programas se llamaban "Versiones comparadas" y se emitieron entre el 4 de octubre de 2007 y el 26 de junio de 2008. Que yo sepa, nunca se han vuelto a dar:alguien de Radio Clásica me dijo que era por ser "muy poco comerciales".
EliminarSinceramente, no he hecho por ver si están colgados en los podcasts. Habría que buscarlos por el título.
Imposible Ángel, no encuentro sus "Versiones comparadas" por ninguna parte. Una lástima.
Eliminar¡Vaya! Una lástima...
EliminarÁngel, a ti te gusta poco Shostakovich, mientras que la música de John Williams te parece mala, y bien que lo escribes cuando somos decenas de miles los que adoramos a esos compositores. Y que conste que tengo la Novena de Bruckner como la sinfonía más grande de todos los tiempos. Saludos.
ResponderEliminarBien. Cada uno tiene derecho a decir lo que opina (por cierto, yo NUNCA he dicho que la música de John Williams sea mala). Pero si escucharas "Sinfonía de la mañana" comprobarías el permanente pitorreo que Martín Llade se trae con Bruckner. Yo nunca he hecho eso con compositores que no están entre mis predilectos, como Stravinsky o Shostakovich.
EliminarGracias Ángel, feliz 2023 también para ti!
ResponderEliminarEscrito por ti el 13 de septiembre de 2020 en este blog.
ResponderEliminar"Creo que debo dar mi opinión, breve y sintética, sobre la música para el cine de John Williams: no dudo que asociada a las imágenes pueda ser eficaz y hasta elocuente, pero desprovista de ellas me parece que pierde mucho: es poco original, efectista e inconsistente, incluso, a veces, banal. Ya sé que esta opinión muchos no la comparten, pero creo que tampoco debía ocultarla. Como curiosidad: el inefable Norman Lebrecht ha dicho pestes de esta publicación porque no le gusta un pelo su música; en todo caso, el hecho de que un tipo tan poco fiable la haya puesto verde no convierte en buenas estas partituras."
Si esto no es decir que la música de John Williams es mala, ya me dirás lo que es.
¡No, no lo es! Hay músicas de grandes compositores que sí que son muy flojas, y ello no los descalifica. Hace unos momentos sonaba en Radio Clásica el Capricho italiano de Tchaikovsky (por cierto, bastante mal interpretado por Marriner). Siempre me ha parecido una obra no solo insustancial, sino incluso banal. Y admiro muchísimo a su autor.
EliminarHay la tira de elementos a considerar para evaluar una obra musical. Forma, duración, contenido, originalidad, etc y cada uno de ellos se puede dividir por subfactores.
ResponderEliminarUn elemento es que cumpla su finalidad. Es eso Williams es el príncipe. Como se podría considerar a Little Richard.
No es fácil evaluar y mucho menos comparar a compositores y menos al conjunto de sus obras.
Dicho de otra manera, Bruckner nunca será popular. ¿Es eso un defecto?