Tristán e Isolda
Decca acaba de editar un álbum de 3 CDs con grabaciones (realizadas, es de suponer, para el sello Philips) nunca publicadas de la formidable soprano Jessye Norman (1945-2019). El primer CD, de unos 66 minutos, contiene fragmentos del que iba a ser un Tristán e Isolda completo, registrado en 1998. Al CD con esta extraña selección no le dio el visto bueno la cantante, que contaba al ser registrado 53 años cumplidos y que nunca había encarnado ese papel, al que ella misma dijo considerar “fruta prohibida”. Por supuesto, nos encontramos con momentos de canto muy hermoso, sobre todo de ella y de la Brangania de la mezzo Hanna Schwarz, como también del demasiado lírico Thomas Moser como Tristán. Pero ciertamente aparecen algunos sobreagudos algo gritados por la soprano de Augusta (Georgia), y hasta alguna nota no bien afinada. Pero lo más grave de la versión es que ni Tristán ni Isolda están muy en su sitio: cantan, pero no aciertan en la interpretación de sus personajes, cuyas pasiones les resbalan bastante. Culpa, en primer término, de un apático, aburrido, plano Kurt Masur al frente de una orquesta espléndida -la Gewandhaus de Leipzig- a la que no espolea en momento alguno; tampoco parece haber guiado, dirigido a los cantantes. En el famoso dúo de los amantes en el acto II hay momentos demasiado azucarados. Como curiosidad, el canto del Marinero tras el Preludio I está encomendado a un entonces poco conocido Ian Bostridge, que ya deja ver su arte melifluo, al borde del amaneramiento. El programa termina con una Muerte de Isolda muy inferior a la que grabase Norman con Herbert von Karajan diez años antes. Un fiasco, el de este disco, por culpa ante todo de una desacertada elección de la batuta.
Lástima que no llegase a concretarse una segunda grabación de este genial drama musical bajo la batuta de Sir Georg Solti, como había sido planeada por Decca, con Norman junto a Plácido Domingo; el extraordinario director wagneriano no estaba -con razón- del todo satisfecho de su antigua grabación, con la eminente Birgit Nilsson y el gris Fritz Uhl, y soñaba con ese proyecto.
Wagner y Strauss
El segundo CD posee más interés: los Wesendonck-Lieder de Wagner sí habían sido aprobados por Norman, pero no los Cuatro Últimos Lieder de Richard Strauss (1989, 1992), ambos junto a James Levine y la Orquesta Filarmónica de Berlín. Pues bien, el ciclo de Wagner está, en mi opinión, entre los mejores de la discografía, y del de Strauss solo molesta un tanto el volumen excesivo de voz que despliega la gran cantante, sólo contenido en la última de las canciones, dirigida ésta con más primor que emoción.
Haydn, Berlioz y Britten
Muy interesante era el programa del tercer disco, muy corto, de 1994, relacionando a tres famosas reinas de la antigüedad: Berenice -la cantata de Haydn Berenice, che fai? sobre la hija de Herodes Agripa I-, Cleopatra (La muerte de Cleopatra) de Berlioz y la princesa Fedra, hija de Minos y Pasifae (Phaedra de Britten). Seiji Ozawa al frente de la Sinfónica de Boston no se siente muy cómodo en Haydn -sí la voz-, mientras que la cantata profana de Berlioz había sido muy superada por parte de cantante y batuta en la anterior grabación de Norman, con Barenboim (DG 1982). La más lograda de estas tres escenas vocales es, seguramente, la de Britten (casi a la altura de Janet Baker/Steuart Bedford, Decca 1978).
Nota: algunos datos los he extraído del artículo dedicado a este álbum, “Jessye Norman. The unreleased masters”, escrito por Pablo L. Rodríguez y publicado por “El País” el pasado 25 de marzo.
En fin, que se puede decir que los Wesendonck Lieder de Wagner es el único elemento de esta colección que, de verdad, nos hemos perdido. Y aunque los Cuatro últimos lieder de Strauss o La muerte de Cleopatra de Berlioz no estén mal, tenían que “competir” con versiones superiores por la propia Norman, (recordemos la grabación del ciclo straussiano con Kurt Masur), y por una vez, parece que el general el criterio de Norman no estaba muy desacertado… Lo digo porque en más de una ocasión ha afirmado que pocas veces los artistas saben valorar de manera exacta la calidad relativa de sus propias grabaciones…
ResponderEliminarPor lo que he podido leer estas grabaciones también estarán incluidas en la caja con todos los recitales de la Norman que Decca lanzará al mercado en Junio. Obviamente seré uno de los que se la compren porque amo la voz de la Norman.
ResponderEliminarPues los Wesendonck-Lieder que tiene con Sir Colin para Philips no son precisamente desdeñables, habrá que escuchar estos. Eso sí, su mejor Liebestod coincido en que es la que hizo con Karajan; ni la de ese mismo disco con Colin Davis ni la de Tennstedt alcanzan ese nivel.
ResponderEliminarY sí, posiblemente debido a esa autocrítica es que, a mi parecer, no tuvo tantos ni severos tropiezos en su carrera discográfica.
No estoy del todo de acuerdo contigo en lo que dices de pocos tropiezos discográficos. Desde el punto de vista puramente vocal es cierto, pero algunas de sus interpretaciones (encarnaciones de los personajes) en disco creo que no fueron aciertos: Carmen o Salomé, que recuerde ahora.
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