La MÚSICA, cada vez más descuidada en Radio Clásica

Poca música buena

Cada vez que sintonizo Radio Clásica me resulta más infrecuente encontrar música de primera calidad. Se ve que los conductores de los programas “están de vuelta de todo” y son poco conscientes del bajo nivel de conocimientos de la mayor parte de los oyentes de esa emisora pública, que no debería estar para el (supuesto) lucimiento de sus comentaristas, sino para la divulgación de la mejor música clásica, además de la étnica, el jazz o el flamenco. Dos o tres veces de cada diez, no más, la sintonizo -sea la hora que sea- y me encuentro con obras de gran valor. La pedantería -y también la ignorancia- se van adueñando cada vez más de la programación. Los comentarios deberían ser breves, concisos e inteligibles, para presentar músicas de primera línea, la mejor forma de aficionar y formar a los oyentes. Y así fidelizarlos mejor.

Dejo aparte “Música a la carta”, donde son los oyentes los que solicitan lo que quieren escuchar. Salvo raras excepciones, son piezas muy conocidas -no siempre gran música-, algunas de las cuales se repiten hasta el agobio. Este programa es un termómetro del en general bajo nivel de conocimientos de música de los oyentes, algo que desconocen -o no les importa- quienes programan cosas raras, músicas casi siempre endebles. Por cierto que Amaya Prieto, quien decide en este programa, es muy amiga de arreglos -casi siempre desarreglos- de las versiones originales: si una persona pide “La danza del fuego” de El amor brujo, ¿por qué castigarla con un arreglo que la vuelve casi irreconocible?

 

¿Y las interpretaciones?

Esto por una parte, pero por otra -también muy importante- es el escasísimo, por no decir nulo, interés por cuidar la calidad de las interpretaciones que seleccionan. ¿Qué ventajas tiene darle cancha a los mediocres? Los ejemplos que podría poner son cientos. Pero bastará con lo que anteayer, día 20, me encontré en dos franjas horarias diferentes. Hacia las cinco y pico de la tarde, volvían, tras no sé cuántas semanas, una tras otra, a ofrecernos más y más grabaciones de un pianista tan poco interesante como Valery Afanassiev. Debe de ser favorito del conductor del programa. Esta vez nos hizo soportar una Sonata K 310 de Mozart insufriblemente lenta y mecánica, desprovista de la menor lógica o tensión; unos minutos después insistía en otra más, y sonó la famosa “Marcha turca” de la K 331 más machacona y sin gracia que he escuchado en mi vida. Pues nada: los sufridos oyentes de este programa de los sábados a media tarde ¿cuánto tiempo llevan y tendrán que seguir soportando versiones tan planas o absurdas de este pianista?

Ya por la noche, hacia las 11, Luis Ángel de Benito explicó con bastante tino el Capricho español de Rimsky-Korsakov (aunque hubiese sido preferible que no intentase cantarlo), pero ¡Dios mío, qué versión escogió! No exagero si afirmo con rotundidad que nunca he escuchado otra tan zafia, vulgar, chabacana, chillona y mal tocada. Esperé hasta el final para saber (si se dignaban decirlo, algo que no siempre ocurre en Radio Clásica) quiénes eran los perpetradores de tal desaguisado: Christian Järvi (hijo de Neeme y hermano de Paavo) y la Orquesta Filarmónica del Mar Báltico. ¿¡Cómo es posible que De Benito no se dé cuenta del flaco favor que hace a los oyentes endosándoles una versión tan horrible, que no hace sino atentar contra la magistral escritura de Rimsky-Korsakov!? Y, por cierto, insisto una vez más en que deberían dar siempre los nombres de los intérpretes, antes y después de la emisión de cada pieza. ¿No tiene derecho, por poner un ejemplo, Javier Perianes a que se sepa que es él -y no otro pianista- quien toca las Cuatro Piezas Españolas de Falla que se van a emitir o acaban de serlo?