Patinazo de
Beatrice Rana: con Beethoven se ha topado
Tras algunos discos muy
logrados, en este último Beatrice Rana ha metido la pata: Chopin no muy
convincente, Beethoven fuera de tiesto. La Sonata nº 2 del
primero comienza algo crispada, mejora algo en el Scherzo, choca con una
Marcha fúnebre muy hacia adentro, sin apenas elocuencia y con tempo
tan lento que no logra la debida continuidad. El brevísimo Presto final
es curioso, como en oleadas (“el viento levanta las hojas sobre las tumbas”,
según Schumann) en un legato técnicamente muy conseguido.
Pero haber abordado sin
la debida madurez la grandiosa, gigantesca, monumental, dificilísima (no solo
ni principalmente en el aspecto técnico) Sonata nº 29 “Hammerklavier” me
ha parecido un error garrafal. El Allegro inicial bascula en manos de
Rana entre la crispación -que resta gran parte de su tremenda tensión y potencia
a esta música- y un preciosismo totalmente fuera de lugar. El sublime Adagio
sostenuto. Appassionato e con molto sentimento es lento e intimista, demasiado
delicado, careciendo de ansiedad y de pasión. En su descargo: en este,
el movimiento lento más extenso de todo Beethoven (unos 20’), se pueden contar
con los dedos de una mano los pianistas que han tocado fondo*. Rana no, ni
mucho menos. Y la fuga final (Allegro risoluto), endemoniadamente intrincada,
la toca con suficiencia -lo que no es poco-, pero demasiado deprisa y de un
modo muy mecánico.
*Solomon (1952), Arrau (1964), Barenboim (sobre todo en
1970), Gilels (1983) y Sokolov (2013).
Klaus
Mäkelä dirige Stravinsky y Debussy
Admirable el nuevo
disco Decca de Klaus Mäkelä con una soberbia Orquesta de París (¡qué
maravillosas e idóneas maderas, pero no solo ellas!). El programa me parece tan
precioso como acertado: Petruchka de Stravinsky en una versión (la
partitura modificada en 1947) que se sitúa para mi gusto entre las más
logradas, y más diáfanamente grabadas. De veras sensacional la lectura de Jeux
de Debussy, que clarifica como pocas veces este singular poema sinfónico hasta
hacerlo más entendible. Termina el disco con el Preludio a la siesta de un
fauno, irreprochable traducción a sonidos de este manifiesto del
Impresionismo, con las adecuadas dosis de sensualidad y de seducción sonora. Un
gran disco, en suma. (El sello Signum anuncia la inminente publicación de otro CD
con Petruchka, más una suite de El pájaro de fuego, por la
Philharmonia dirigida por Santtu-Matias Rouvali).
Lugansky
interpreta transcripciones de Wagner
Nikolai Lugansky no disimula su gran predilección por
Wagner: ya en 2002, en un recital ofrecido en La Roque d’Anthéron (DVD del
sello Naïve titulado “Les pianos de la nuit”) interpretó, junto a las 6
Piezas op. 118 de Brahms y a tres páginas de Rachmaninov, cuatro grandes
momentos de El ocaso de los dioses transcritos por el propio Lugansky (Preludio,
Viaje de Sigfrido por el Rin, Marcha fúnebre y El Valhalla en llamas).
Adaptaciones muy convincentes, y ejecuciones e interpretaciones sencillamante
impresionantes. Ahora vuelve a la carga en un disco de Harmonia Mundi,
maravillosamente grabado, con un programa Wagner más ampliado, hasta unos 60’*,
que sigue el siguiente orden: Entrada de los dioses en el Valhalla (final
de El oro del Rin) en transcripción de Louis Brassin y Lugansky, Música
del fuego mágico (final de La Walkiria) adaptada por nuestro
pianista, igual que tres escenas de El ocaso (Dúo de amor de Brunilda y
Sigfrido, Viaje por el Rin, Marcha fúnebre y final del monólogo
último de Brunilda), la Escena de la Transformación de Parsifal
(transcr. Felix Mottl, Zoltán Kocsis y Lugansky) y la Muerte de amor de
Isolda de Tristán en la memorable transcripción de Franz Liszt. Un
disco, todo él, apasionante, pues todas las adaptaciones logran que revivamos
los originales -pese a la dificultad de meter en el piano páginas tan
frondosas-, y que difícilmente podrán ser tocadas e interpretadas con mayor
tino.
*Dado que
la duración del CD lo habría permitido, es una pena que Lugansky no haya
incluido también la Marcha solemne del Grial, de Parsifal, que
Liszt magistralmente transcribió, y que figura en el CD de DG “Mi nuevo piano”
(2016) por Barenboim.
Tengo que escuchar la Hammerklavier de Beatrice Rana, pero sí que escuché hace algunos días la Sonata de Chopin, y lo cierto es que me llamó mucho la atención la marcha fúnebre, muy a contraestilo de lo que se lleva ahora en ese movimiento. En manos de Rana, quiere ser especialmente solemne y oscura, pero como dices tiende a arrastrar el tempo más que fluir de verdad. Al analizar el Concurso Chopin de 2021, el crítico Jed Distler distribuyó una supuesta distinción honorífica a quien según él tocó la “marcha fúnebre más mortal”, y no era ningún elogio, claro. Pues bien, esta versión de Rana presenta buena candidatura para ese supuesto “honor”.
ResponderEliminarY ya que hablamos de pianistas y de Chopin, parece que pronto vamos a poder escuchar los estudios por Yunchan Lim. Yo, personalmente, tengo muchas ganas…
Ángel, se rumorea que Klaus Mäkelä será el sucesor de Muti en la titularidad de la Sinfónica de Chicago. Saludos
ResponderEliminarMe parece un auténtico disparate, y no porque el cargo le pueda quedar grande o no, sino porque aún no ha empezado ni siquiera su titularidad con el Concertgebouw, además de estar comprometido con la Orquesta de París y la Filarmónica de Oslo.
EliminarSí, la verdad. Debe de ser por la gran campaña de marketing que le han montado. Talento no le falta, pero es algo desproporcionado; hay varios directores jóvenes que también poseen grandes dotes. De todos modos, puede que lo de Chicago sea solo un rumor.
EliminarEn cualquier caso, tengo la impresión de que ahora hay muchas más orquestas que directores de primer nivel .
Eso quería comentarte Angel, que makela esta últimamente hasta en la sopa. Lo que le he escuchado me gusta, pero es un crío de apenas 28 años, hay que darle tiempo.
ResponderEliminar