Clausura de la temporada de la Fundación March: Tabea
Zimmermann y Javier Perianes
El 30 de mayo tuvo lugar el
último concierto de la temporada 2014-2015 de la Fundación March y,
probablemente, el punto más alto de toda ella. Se convocó nada menos que al
intérprete de viola más grande de nuestro tiempo (y, en mi opinión, de
cualquier tiempo desde que hay discos): Tabea Zimmermann. Si esta mujer tocase
el violín, o incluso el cello, sería bien conocida de la mayor parte de los
melómanos y estaría sin duda en lo más alto de cualquiera de esos instrumentos.
Pero la viola, ya se sabe, es un instrumento menor, mucho menos lucido, y para
colmo posee un repertorio mucho más reducido que sus dos hermanos contiguos.
Pero la alemana (n. 1966, hermana del violinista Frank-Peter, no tan grande,
pero pese a ello más conocido) es una música como la copa de un pino, de un nivel
muy, muy poco frecuente.
El sábado lo dejó bien
patente: posee un sonido glorioso, pleno, profundo y timbrado en el grave y
precioso en el agudo (¡sin parecer un violín!), y es capaz de matizar con
increíble perfección la dinámica, en infinidad de grados. Ni qué decir tiene
que la afinación es de una exactitud pasmosa. Pero lo más importante aún no lo
he dicho: posee un sentido musical diríamos que infalible y una comprensión a
fondo de la música, convirtiendo en oro cuanto toca. Su Sonata Arpeggione de Schubert fue de ensueño, siendo preciso
remontarse a la mítica grabación (en cello) de Rostropovich y Britten para
hallar algo similar. Desde la primera frase, Javier Perianes dejó bien clara su
afinidad con el autor de Rosamunda.
En una comunión estrecha entre ambos músicos, desentrañaron de tal modo las
bellezas y la expresión de la obra que habría que afirmar que el alma de
Schubert se hizo presente. La Segunda
Sonata para viola (o clarinete), op.120/2
de Brahms, conoció una recreación igualmente admirable. Apasionada y también
madura, honda, crepuscular.
En las tres Fantasiestücke op.73 de Schumann no sólo
nos arrastró la sensibilidad, la imaginación, la ternura y hasta el fuego que
encierran, sino que nos admiró por igual la adecuación que ambos
instrumentistas poseen hacia los tres compositores escuchados hasta el momento:
la personalidad de cada uno quedó bien reflejada. Tres mundos, aun no muy
lejanos, es decir con conexiones entre ellos.
Tabea tocó en solitario tres
de las piezas de la colección Sings,
Games and Messages de György Kurtág, el gran compositor húngaro nacido en
1926. La violista hizo que sonasen fáciles, directas; incluso la más hermética
de las tres, "...eine Blume für Tabea..." (Una flor para Tabea).
El programa se cerró con una
obra que habían preparado para tocarla solo en esta ocasión (ya habían actuado
antes juntos en Alemania): las Siete
canciones populares españolas de Falla, transcritas por Emilio Mateu, que
fue viola solista de la Orquesta de la RTVE. El piano fue, por supuesto,
ejemplar, pero la Zimmermann, impulsada quizá por su ardoroso temperamento, se
adelantó al piano en más de un momento. Sin embargo, la pasión y la dulzura de
su lectura fueron, de nuevo, conmovedoras, y sorprendente su asunción de tan
particular estilo (que, por ejemplo, se les escapa a varias de las cantantes
extranjeras que las han interpretado). No entendí por qué se cambió el orden de
las canciones, pues el Polo debe, en
pura lógica, cerrar la serie (¿será decisión del autor de la adaptación?) Me
quedé con un deseo: que Perianes grabe al menos un disco monográfico de Brahms
y otro de Schumann (de Falla ya lo tiene, y de Schubert también, además de
hallarse otro en capilla...)
Tabea Zimmermann NO es hermana de Frank-Peter. Mi error procede probablemente de que la primera vez que les escuché fue tocando juntos la Sinfonía concertante de Mozart, con Colin Davis (ella mucho mejor que él, insisto).
ResponderEliminarPor otra parte, Javier Perianes me comunica que el orden en que tocaron las canciones de Falla fue fijado así por el autor de la transcripción.