Las Sinfonías 5ª y 7ª por Manfred Honeck
En crítica de música clásica, "El País" -el
periódico del que soy suscriptor- no levanta cabeza. Ahora Pablo L. Rodríguez
(a quien no tengo el gusto de conocer), que había escrito con variable acierto
sobre conciertos, empieza a escribir de discos. Y debuta con la crítica a un CD
que contiene las Sinfonías 5 y 7 de Beethoven a cargo de Manfred Honeck
dirigiendo la Sinfónica de Pittsburgh. Adelanto: no he escuchado este disco, y
tampoco tengo mayor interés, pues Honeck es uno de los directores que menos me
han gustado de los muchos que he escuchado en Ibermúsica a lo largo de los
últimos años. Pero bueno, aun suponiendo que el disco fuese bueno, voy a
comentar aquí algunas de las afirmaciones que hace Pablo L. R. en esta
columnita: "Se dice -empieza escribiendo- que hay tres Beethoven
sinfónicos en disco. [¡Ah! ¿Sí? ¿Solo
tres? ¿Quién lo dice?] Uno expresivo y telúrico de Furtwängler; otro
preciso y dramático de Toscanini, aunque especialmente representado por Karajan
o Carlos Kleiber; y el tercero historicista y retórico de Harnoncourt". [¿Dramático el de Toscanini?¿Por qué lo
dirá, porque era italiano y dirigía mucha ópera? De dramático, bien poco, y más inflexible y cuadriculado
que preciso. Podría citar 20 o 30 directores que han legado en disco un
Beethoven mucho más valioso que el de Toscanini. Otra cosa: ¿qué tienen que ver
el Beethoven de Toscanini y el de Karajan? Poquísimo, para quien conozca ambos.
Y, por cierto, tampoco el Beethoven de Karajan es de los grandes, por mucho
maketing que hiciese con él la Deutsche Grammophon. ¿Y Carlos Kleiber? ¡Qué
bien quedan muchos citándolo! Pero ¿cuál es el legado beethoveniano de Kleiber
hijo? Una espléndida Cuarta, una
magnífica Quinta, una horrenda Sexta
(sí, de las peores de la historia del
disco), una destacada Séptima y...
¡para de contar! Nada de la Primera,
de la Segunda, de la "Heroica", nada de la Octava ni de la Novena. ¡Vaya un
eminente director beethoveniano! En cuanto al de Harnoncourt, es -o mejor,
quiere ser- historicista, esa palabra
que queda tan bien, signo inequívoco de autenticidad (los que no son historicistas yerran), pero ¿qué tiene de retórico? No
lo entiendo].
Pues resulta que,
según Pablo L. R., "Honeck, consolida ahora un cuarto acercamiento por
combinación de los tres anteriores. No es el primero que lo intenta (Rattle,
Thielemann...), pero sí el que lo consigue". [Bueno, ya no hay tres Beethoven, sino cuatro. ¡Qué bien! Pero veamos:
Rattle no ha aportado absolutamente nada de interés a Beethoven, teniendo en su
haber algunos de los mayores fiascos de los últimos tiempos. ¿Y Thielemann, qué
ha aportado? Sigue exactamente la línea más ortodoxa, pero salpicando al genial
compositor con, aquí y allá, algún hallazgo que consiste en un detallito
que suena generalmente forzado, cursilón, frivolón, es decir,
antibeethoveniano]. Y ¿qué ha sido de los grandes directores beethovenianos
de los que se olvida? La lista
es abrumadora: Walter, Böhm, Fricsay, Szell, Sanderling, Cluytens, Jochum, Solti,
Giulini, Kempe, Wand, Schmidt-Isserstedt, Kubelik, Bernstein... Y,
curiosamente, no cita (se ve que según él no aportan nada especial) a los dos
más grandes beethovenianos desde Furtwängler hasta hoy: Otto Klemperer y Daniel
Barenboim.
"Honeck -afirma Pablo- es uno de los directores más
interesantes del momento", tan, tan lúcido que, en las notas del
libretillo, "propone mirar detrás de las notas". [¡Qué enorme descubrimiento! ¡A nadie se le había ocurrido nunca, hasta
que ha llegado Manfred Honeck, que hay que mirar detrás de las notas! Pablo: exactamente todos los grandes intérpretes lo hacen; además,
no basta con decirlo, ¡hay que hacerlo! Y muchos de los que lo dicen no saben cómo
hacerlo].
El mismo día, el 2 de enero, Pablo L. Rodríguez publicaba en
"El País" el artículo titulado "Los Strauss, con el mejor
sabor", sobre el Concierto de Año Nuevo en Viena de 2016, en el que
elogiaba sin tasa a Mariss Jansons, que no es precisamente uno de los más
acertados intérpretes de este famosísimo concierto: sólido sin duda, pero irregular,
algo plano y aburrido, y solo mediano conocedor del tan esquivo estilo
straussiano. Dice Pablo, entre otras cosas, que ha sido "infinitamente
superior a los escuchados en 2015 con Zubin Mehta o en 2013 con Franz
Welser-Möst". Bueno, me parece que ha sido superior al de 2013, pero es claro
que el de 2015 ha sido bastante mejor que el de 2016. Además, Mehta ha ido
mejorando ostensiblemente su sintonía con los Strauss desde su debut vienés,
mientras que Jansons sigue sin moverse ni avanzar en esa sintonía, en ese
conocimiento.
En consecuencia: pobres lectores de "El País" no
muy versados en música clásica: ¡vaya orientador que les ha salido!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs que Pablo Rodríguez no explica sus afirmaciones, que son contradictorias. Los Beethoven de Rattle no valen un pimiento. No sé si usted o Pablo conocen el Beethoven de Barenboim, es posible que no; les bastaría escuchar las Clases Magistrales que acompañan a sus 32 Sonatas de 2006 en DVD Emi: no hay ningún intérprete que tenga un conocimiento de Beethoven tan extenso y tan profundo. Juan G.
Eliminar¡Vivan las afirmaciones categóricas! Ya puestos, haré yo las mías: el mejor Beethoven posible a día de hoy, lo hacen Rattle y Harnoncourt. Y en las clases magistrales de Chicago sobre las sonatas, señor Juan G., Barenboim sólo habla de música, en ningún momento de estilo. Cierto que apunta cosas de enorme interés, porque es un gran músico. Pero lo que dice, bien podría aplicarse a Schubert sin problemas. Barenboim tiene un conocimiento muy profundo de cómo la tradición ha interpretado a Beethoven. Pero Beethoven es otra cosa, siguiendo con las afirmaciones categóricas. Como mínimo, Beethoven es lo que hay de él en las fuentes y lo que dicen los tratados de interpretación de la época. Lo demás, son fotografías desenfocadas. Saludos,
ResponderEliminarManuel.
Yo coincido totalmente con Carrascosa. El artículo es muy endeble. Los lectores del país se merecen un texto de más calidad. Otra cosa es que los criterios del crítico sean discutibles, en lo que toca a gustos, faltaría más. Pero no es ese el tema al que apunta el autor de este blog.
ResponderEliminarKlemperer en Beethoven? En mi opinión, sin rivales. Además de sus grabaciones "oficiales" para la EMI, recomiendo encarecidamente su maratón en 10 días de todas las sinfonías con la Philharmonia en el Festival de Primavera de Viena de 1960.
ResponderEliminarY las que desde hace días circulan por la red con diversas orquestas europeas y americanas (radiofónicas, calidad de sonido solo pasable). Hace un rato he escuchado la 7ª y 6ª con la O. del Concertgebow en 1956, y aún estoy recuperándome.
Pues vale....... no ha escuchado el disco "porque no le interesa", y sin embargo carga tintas contra Rodríguez. ¿No es acaso un poco de arrogancia?
ResponderEliminarNota para otros lectores (no para Carrascosa, porque no le interesa):
Rodríguez hace una personalización de los tipos de interpretación que se han perfilado dentro de los llamados 'Performance Studies', que a su vez recogen lo que se sabe de las aproximaciones de los intérpretes y directores desde finales del S. XVIII. A finales del XIX se había definido claramente el 'espressivo' (Furtwängler fue uno de los últimos), en los años 20 del XX se había aclarado el término 'neo-objetivo' (Toscanini) y en los 50/60 se instauró la interpretación 'historicista' con Harnoncourt y demás. Son líneas generales de estilo, no solo visiones personales.