Gustavo Dudamel lo dirige por vez primera
He leído algunas críticas bastante o muy duras al desempeño
de Gustavo Dudamel en Viena este primero de enero de 2017. Creo que son
bastante injustas. En primer lugar, hay que recordar que varios directores muy
importantes han tardado en cogerle el tranquillo a estas músicas, que son muy
especiales, de una idiosincrasia estilística mucho más esquiva de lo que puede
parecer: es el caso de Abbado, de Mehta y Muti, y tampoco es que ninguno de
ellos llegara con el tiempo siempre a la excelencia en este repertorio, pero al
menos mejoraron bastante. Así que ensañarse con una batuta mucho más joven (35
años) que la de esos tres cuando empezaron me parece duro e injusto. Por
supuesto que los ha habido que dieron toda la talla desde la primera vez:
Karajan, Kleiber, Maazel, Barenboim y Prêtre. El caso de al menos dos de estos
es curioso, pues ni Karajan ni Barenboim habían logrado la excelencia en sus
grabaciones anteriores de la Familia Strauss, y sin embargo la llegada al
concierto del primer día de año y su contacto con la Filarmónica de Viena
fueron extraordinariamente benéficos.
A la espera de, cuando salga a la venta, el blu-ray para
juzgar mejor (el sonido de la transmisión de TVE1 no fue estupendo y, por otra
parte, es mejor volver a ver y escuchar más de una vez estas piezas) parece que
Dudamel empezó el concierto tímido y algo envarado, pese a su entrega y
entusiasmo, tal vez un poco abrumado por su responsabilidad ante tantas decenas
de millones de espectadores... y, más tremendo aún, ante un puñado de críticos
que se las saben todas y no dejan pasar ni una (¡críticos, algunos, que han
laminado a Dudamel después de haber puesto por las nubes a Jansons!). Pero
justo es reconocer que desde la primera pieza de la segunda parte, la Obertura Pique Dame de Suppé, Dudamel se creció,
perdió los nervios o lo que fuese; lo cierto es que en esta preciosa página
alcanzó la estratosfera. Y después hubo, creo, bastantes piezas más que
logradas, entre ellas el apenas citado vals de Ziehrer -en el que empleó el rubato con verdadero acierto, nada
forzado-, así como varias polcas.
No entraré en más detalles hasta que vuelva a verlo y
escucharlo, pero sí quiero decir que algunas críticas han llegado a un grado de
exageración al señalar los defectos que me han dejado perplejo: un crítico muy
de fiar, pero a veces demasiado apasionado,
ha escrito que Dudamel llegó a hacer "sonar a la pobre Filarmónica de
Viena como una banda de pueblo". Yo vivo en un pueblo (Tres Cantos). Pues
bien: ¡¡me pido a la Orquesta Filarmónica de Viena como banda para mi pueblo!! Incluso
si sonase siempre tan rematadamente mal (¿?) como el 1-1-17. Otra cosa: me
parece inconveniente que el locutor encargado de la retransmisión (por Radio
Clásica y TVE1 a la vez) haga comentarios -por fuerza subjetivos y no siempre muy
compartibles- sobre las interpretaciones: creo que el hecho mismo está fuera de
lugar: bastan sobre la música, y sin necesidad, por cierto, de tantos datos eruditos.
Parte de la decepción de algunos críticos y no críticos
sobre este concierto se debe, me parece, a algo que no es culpa de las
interpretaciones, sino de la programación: los Strauss, y en particular Johann
hijo, compuso muchísimo, y muchas veces cayó en la rutina total, con piezas que
merecen ser olvidadas. Sin embargo, los programadores de los conciertos
vieneses de año nuevo se empeñan, últimamente cada vez más, en incluir un
número demasiado elevado de páginas nunca antes tocadas en ellos, con lo que
afloran muchas partituras insulsas. Está bien desempolvar algunas de las
olvidadas, pero no a costa de juntar tantas, tantas, en un solo concierto,
¡leñe!
Querido Ángel, te dejo la crítica de Arturo Reverter, melómano mucho menos "excesivamente apasionado" que un servidor. Por mi parte, no estoy de acuerdo con casi nada de lo que dice (uan vez más, y van...). Un abrazo.
ResponderEliminarhttp://www.scherzo.es/content/cr%C3%ADtica-sonriente-bautismo-concierto-de-a%C3%B1o-nuevo
¡Al fin leo, señor Carrascosa, algo sensato sobre el concierto de año nuevo último!. Unos se pasan tres pueblos poniéndolo verde y algún otro todo lo contrario. La verdad, creo que harían falta más críticos ponderados y equilibrados como lo es usted, en lo que le he leído, que ya es mucho, en Ritmo o en este blog. ¡Siga así!. E. E. Frutos.
EliminarCreo que a ese Concierto se va mas aprendido. Que se lo encargaran a Jansons, a Abbado o a Welser no justifica a Dudamel. El director debe de saber donde se mete y lo mucho que puede perder. Lo que me sorprende es que critiquen por ahí el sonido. Creo que es lo que más cuidó.
ResponderEliminarSe lo acabo de mencionar a su amigo. Una hipótesis para el descabellado programa era impedir comparaciones.
No puedo estar más de acuerdo con el punto de vista del artículo. ¿Por qué tanto enconamiento apresurado (muchas veces rozando lo extramusical)con Dudamel?
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