Me he repasado últimamente
las trece grabaciones -cinco de ellas en vídeo- que tengo de mi ópera favorita
de Richard Strauss y aprovecho para anotar, brevemente, mis impresiones sobre
ellas. La mejor forma de establecer comparaciones entre diferentes versiones es
escucharlas (y verlas) bastante seguidas, porque a distancia no se logra tanta
seguridad en las apreciaciones. Pero, claro, han sido unas cuarenta horas de
música. Digo mi favorita porque, a
pesar de mi enorme admiración por Salome,
Elektra y Die Frau ohne Schatten,
y un poco menos por Ariadne auf Naxos,
Arabella y Capriccio, creo que Der Rosenkavalier añade a todas esas un
plus de sensibilidad y de emoción. Hay que reconocer, lo creo firmemente, que
ningún otro compositor del siglo XX nos ha legado un conjunto operístico tan
sobresaliente.
(Salvo indicación en contra,
los intérpretes principales serán citados en cada versión en el siguiente
orden: Mariscala, Octavio, Sofía, Barón Ochs, Faninal y el Cantante italiano). La
grabación más antigua de que dispongo es la de Erich Kleiber (Decca, publ. 1954), con la orquesta que, de lejos,
es la que domina en esta obra, la Filarmónica de Viena. Llama la atención lo
bien -es decir, lo poco- que ha envejecido
la dirección del director alemán (1890-1956), que ahonda en la partitura con
enorme clarividencia y abre el camino a las más lúcidas batutas posteriores.
Sensibilidad sin sentimentalismo y un notable equilibrio entre los diferentes
aspectos presentes en la música y en el prodigioso libreto de Hofmannsthal.
Buena parte de sus cantantes, en cambio, nos resultan hoy un tanto o incluso muy
anticuados, algo de lo que no se libra casi nadie: Maria Reining (algo
demasiado señora y de voz un poco
tambaleante), Sena Jurinac -buena cantante, de voz sopranil que no contrasta
debidamente con la anterior-, Hilde Gueden -de una cursilería intolerable hoy-,
Ludwig Weber -de emisión pastosa, engolada y pasado de rosca-. Mejor Alfred
Poell y Anton Dermota, poco adecuado este por lo demás: suena poco italiano. La grabación, monoaural, está
al mejor nivel de la época; lástima, porque solo un par de años después los primeros
registros estereofónicos mejorarían la técnica apreciablemente.
Esto ya se aprecia en la
primera versión de Herbert von Karajan,
con la Philharmonia (EMI 1957), que muchos siguen considerando la versión de
referencia. En su época lo fue, pero hoy me parece que esta opinión resulta
insostenible, ante todo por la propia versión de Karajan de 1984. Pero sí,
suena bastante mejor que la de Kleiber padre: EMI la ha editado en mono y
estéreo (¡pero no son exactamente iguales! Yo comento la primera). Cuenta con
un activo importantísimo: Elisabeth Schwarzkopf, toda vía hoy la Mariscala más
extraordinaria, por su distinción, elegancia y sensibilidad extremas. La joven
Christa Ludwig (28 años) le da réplica casi a su altura: sigue siendo una de
las Octavian más convincentes desde cualquier punto de vista. Muy bien también
Teresa Stich-Randall, con algún sonido fijo. Para mí es insufrible Otto
Edelmann (el también insufrible Leporello de Furtwängler), voz tronante y
desagradable, cantante muy limitado e intérprete caricaturesco de Ochs.
Excelentes Eberhard Waechter y Nicolai Gedda. Soberbio el trabajo del director
salzburgués, nuevamente muy sensible y equilibrado y que obtiene una admirable
respuesta de la Philharmonia -quizá ya entonces tan formidable orquesta como la
de Viena, pero sin su pátina straussiana y en particular para esta ópera-.
En 1959 fue editada por DG la
primera grabación de Karl Böhm,
hecha en estudio con la Staatskapelle Dresden. Esta es la única que no he
podido volver a escuchar, pero según las notas que conservo de hace tiempo
(pido, por tanto, que no se me tome en este caso demasiado al pie de la letra)
la batuta es acertada pero sin despertar especial entusiasmo -salvo en el tramo
final de la ópera, con los maravillosos trío y dúo-. Los cantantes muestran
importantes altibajos: frente a una soprano demasiado dramática y algo dura como Marianne Schech, otra soprano
pero lírica, Irmgard Seefried, en uno de sus desempeños más logrados, y una tercera
hiperligera, Rita Streich, tal vez algo pizpireta. Sin embargo, el Faninal de
Dietrich Fischer-Dieskau sería fácilmente el más sobresaliente de la historia
del disco. Nada anoté del Cantante italiano de un tenor para mí desconocido:
Rudolf Francl.
De 1960 es la versión
videográfica de Karajan también con
la Schwarzkopf, editada en blu-ray por el sello Park Circus. Su imagen conserva
una sorprendente nitidez, pero el sonido es decepcionante, con empalmes burdos
y altibajos en el nivel. El play-back,
que han intentado disimular (Karajan sale a saludar cada vez y como recibiendo
aplausos), es un serio inconveniente. La escena, de Paul Czinner, es antigua y
rancia, por los decorados y las exageraciones actorales, pero hasta esto puede tener
un cierto encanto démodé. Schwarzkopf
vuelve a tocar el cielo -también como actriz-, hasta el punto de cualquier otra
Mariscala ha de medirse con ella. La notable Jurinac no hace olvidar a Ludwig;
sin embargo, quizá Anneliese Rothenberger me guste aún más que Stich-Randall.
Nada nuevo sobre Edelmann: además de escucharlo, hay que soportar verlo. Bien
Erich Kunz -no tanto como Waechter- y, ¡sorpresa! muy bien y muy en su sitio
Giuseppe Zampieri. Curiosamente, la Filarmónica de Viena no mejora aquí a la
Philharmonia, pues Karajan lleva endemoniadamente rápidos los tres preludios
hasta el punto de que la formación vienesa pasa verdaderos apuros para
seguirlo. Subtítulos solo en inglés.
La función de 1969 en la
Ópera Estatal de Viena dirigida por Böhm
y publicada por DG suena bastante bien. La labor del maestro de Graz, uno de
los mayores intérpretes straussianos del siglo XX, es magistral, con algunos
momentos de una intensidad e incandescencia arrebatadores. Christa Ludwig dio
aquí el salto a un papel tan goloso como el de la Mariscala; pese a su talento,
no llega a hacerlo tan bien como el de Octavio, que aquí recae en una estupenda
mezzo, Tatiana Troyanos, cuya voz por suerte suena más grave y oscura que la
suya. Excelente Edith Mathis. Aunque no es un bajo, sino un barítono-bajo, el
espléndido cantante que es Theo Adam me parece preferible a los Ochs
anteriores. Correctos Otto Wiener y Anton de Ridder.
De ese mismo año 1969 es la
grabación de estudio de Sir Georg Solti
(Decca), con la Filarmónica de Viena. Al reescucharla me he llevado una
gratísima satisfacción: la dirección del húngaro me ha entusiasmado, hasta el
punto de que solo cede, en mi opinión, ante el Karajan de 1984. El tratamiento
de la orquesta es de un virtuosismo y una minuciosidad extremas, pero además ahonda
por igual, a fondo, en los aspectos más cómicos y en la melancolía y la dulzura
de muchas otras situaciones; en el acto III se supera incluso. Y la toma de
sonido es extraordinaria para la época. El reparto vocal, en cambio, no alcanza
al de las tres o cuatro versiones más punteras. Aun así, Régine Crespin es tan
musical como atinada en lo psicológico, Yvonne Minton canta admirablemente y
posee un timbre bellísimo, y Helen Donath es una pura delicia. Es Manfred
Jungwirth quien no sobrepasa la corrección. Bien Otto Wiener y brillantísimo,
muy en su papel, Luciano Pavarotti.
De 1971 es una versión
desconcertante, la de Leonard Bernstein
(Sony), con, de nuevo, la Filarmónica de Viena. Concepción experimental,
lentísima a lo Celibidache (la duración media está en unos 190 minutos y esta
se extiende hasta los 214) y bastante agresiva y furibunda, como si fuese en
ocasiones una prolongación de Elektra.
Creo que es una excentricidad en toda regla, creo que no muy convincente. Luego
resulta que las dos protagonistas -Christa Ludwig, bastante menos bien que con
Böhm, y Gwyneth Jones- parecen haberse intercambiado sus papeles, no
convenciéndome ninguna de ellas en los que aquí abordan. Lucia Popp sí es una
Sophie a pedir de boca, mientras Walter Berry aporta su clase a Ochs, con
considerable contención. Más bien gris Ernst Gutstein y muy atinado, aunque
algo apurado Plácido Domingo. La grabación es algo menos buena de lo esperable.
Carlos Kleiber
ha filmado Der Rosenkavalier en dos
ocasiones, ambas para DG, la primera el año 1979 en la Ópera Estatal de
Baviera. Es una versión centelleante, velocísima -la única que no llega a los
175'- y electrizante, que incide mucho más en la comicidad y en la acción
trepidante que en los aspectos más intimistas, sensibles y emotivos. Más que
Gwyneth Jones (¡qué poco duró en plenitud la soprano galesa: entonces tenía
solo 43 años!) sobresalen Brigitte Fassbaender y Lucia Popp, dos de las más
destacadas intérpretes de sus papeles. De Manfred Jungwirth puede decirse lo
que con Solti diez años, aunque como actor resulta más convincente. Algo
bufonesco Benno Kusche y bastante bien Francisco Araiza. Kleiber hijo saca
chispas de la orquesta muniquesa, si bien no el pulimento de quince años
después con la vienesa.
En 1984 llega, de la mano de
DG y con un sonido esplendoroso, una de las grabaciones operísticas más
extraordinarias de la historia. Herbert
von Karajan en su plenitud artística arrasa frente a sus demás colegas con
una interpretación de enorme intensidad y brillo, de un refinamiento bien
entendido y una sutileza extremas, dominada por una sensibilidad excepcional
para la expresión de los sentimientos y para la tímbrica orquestal. Para mí es
la cima absoluta de su trayectoria fonográfica y uno de los discos más
fascinantes de la Filarmónica de Viena en toda su gloriosa historia. Por suerte
acertó de pleno en el elenco vocal: la suntuosa en lo vocal y envolvente en lo
interpretativo Anna Tomowa-Sintow, una juvenil, apasionada y extravertida Agnes
Baltsa y una impoluta Janet Perry en el mejor registro de su carrera. Para la
labor de Kurt Moll es difícil hallar elogios: es el Barón Ochs, del mismo modo que es Osmin. Tanto desde el punto de vista vocal como interpretativo,
e incluso actoral, Moll hace olvidar de plano en este largo y dificilísimo
papel a cualquiera de sus colegas; aunque sea una lástima, se comprende que tan
pocos bajos quieran hincarle el diente
a Ochs. Espléndido Gottfried Hornik y bastante bien, pese a su dudosa italianità, Vinson Cole. Los mismos
intérpretes, casi uno por uno, aparecen en la filmación de Sony (publicada en
1992), pero esta, por desgracia, es un poco inferior al CD (los milagros no es
fácil repetirlos) y posee un nivel técnico bastante deficiente. Karajan vuelve
a convencernos de que como director de escena era bastante anticuado, insulso,
bastante incapaz (y menos mal que varios de los cantantes son buenos
actores...). No hay subtítulos en español.
Apenas un año posterior es la
versión videográfica publicada por NVC (Warner) del Covent Garden, con Solti dirigiendo apreciablemente por
debajo del nivel de su registro en audio -aun así más que bien- debido en parte
a una orquesta abiertamente inferior. La escena de John Schlesinger, muy
tradicional, es algo rancia. El mayor aliciente de la interpretación es la
presencia de una artista tan grande, y tan idónea, como Kiri Te Kanawa, que
encandila en los aspectos vocales y convence a más no poder por su vivencia de
la Mariscala. En el emotivo final del primer acto no puede contener las
lágrimas. Muy en su sitio, francamente bien, tanto Anne Howells como Barbara
Bonney, y no poco rudo con su voz resonante hasta lo desagradable Aage
Haugland. Correcto Jonathan Summers e irrelevante Dennis O'Neill. La calidad
técnica es tirando a pobre, pero tiene subtítulos en español.
Bernard Haitink no deja un legado operístico en disco a la altura de sus
interpretaciones sinfónicas; sin embargo, Der
Rosenkavalier (EMI 1991) es una excepción, pues conecta muy bien con el
universo straussiano (desde joven acertó de lleno en este compositor) y da
realmente lo mejor de sí, en una visión muy atenta a las diferentes vertientes
de la ópera. Cuenta, además, con una excelente Staatskapelle Dresden y con un
reparto muy importante: Te Kanawa, Von Otter y Barbara Hendricks. Kurt Rydl no
está entre los Ochs menos logrados, y tanto Franz Grundheber como Richard Leech
son elecciones muy acertadas. La toma de sonido es, finalmente, espléndida.
La primacía de la segunda
versión videográfica (Ópera de Viena, 1994) de Carlos Kleiber sobre la primera es incontestable, y no solo por la
superioridad de la orquesta y de las tomas de sonido e imagen -ganancia que
tampoco es llamativa-, sino también por varios de sus cantantes. La batuta se
ha moderado un poco con el paso de los tres lustros y no es tan febrilmente
inquieta, atendiendo algo más a lo antes más pasado por alto: la expresividad
posromántica, la ternura, el desconsuelo. Aun sin contar con una materia prima
que encandile, Felicity Lott es una Mariscala absolutamente ejemplar. Sobre
todo como actriz. Formidable Anne Sofie von Otter, una de las más perfectas
Octavios, y de nuevo impecable Bonney, sin asomo de cursilería. Kurt Moll
repite su creación, y muy bien nuevamente Hornik, pero flojísimo -lástima-
Keith Ikaia-Purdy. Otto Schenk, con una puesta en escena que es básicamente la
misma, vuelve a convencer en una escena tradicional pero sensata y muy cuidada
en los detalles; las escenografías, creo que muy mejorables en ambos casos,
pueden tener su gracia. En la primera parece estar algo más cuidada la
dirección de actores. Las dos versiones de Kleiber hijo contienen subtítulos en
castellano; sin embargo eran de esperar unas tomas de imagen y sonido más
pulcras quince años después.
La propuesta videográfica en
Baden-Baden (Decca 2009) a cargo de Christian
Thielemann no carece de elementos sobresalientes, comenzando por la magnífica
y muy personal escena del llorado Herbert Wernicke (1946-2002), que se erige,
sin duda, en la más imaginativa e interesante que conozco. Cinco de los seis
cantantes principales son estupendos: Renée Fleming -maravillosa en lo vocal,
aunque quizá menos sincera y creíble que algunas de sus colegas-, Sophie Koch y
Diana Damrau -una lírica sin el menor apuro, sino todo lo contrario, para un
papel ligero-, más el Faninal del veterano Grundheber y el lujo de un brillante
Jonas Kaufmann. Pero estas cinco dianas no pueden ocultar el tremendo fiasco de
Franz Hawlata como el peor Ochs de todos los citados: canto primario -incluso
con afinación muy problemática-, extremos de la tesitura imposibles y
caracterización pasada de rosca. Lástima. La batuta está prácticamente todo el
tiempo a la altura -su afinidad con Strauss es bien conocida-, para pinchar claramente justo en el momento
más excelso de la obra: el trío que precede al dúo final. Allí la música,
incomprensiblemente, se hincha y se estira de un modo forzado, lo que arroja un
inesperado borrón. Muy bien la Filarmónica de Múnich, aunque, claro está, no es
la de Viena. Espléndida calidad técnica y subtítulos en español. La conclusión la
tengo clarísima: en CD, Karajan 1984, y en DVD, Carlos Kleiber 1994.
Hola, Ángel:
ResponderEliminarOtras dos versiones referenciales (por la complicidad de los directores con el autor) serían las tomas en vivo de Kempe (1950), con Lemnitz, y el gran Clemens Krauss, también con Reining. Ciertamente el audio es horrendo, pero las interpretaciones merecen el trago.
Un saludo.
No conozco ninguna de las dos, pero es probable que, como usted dice, sean muy buenas, pues tanto Krauss como Kempe fueron grandes intérpretes straussianos.
Eliminar¿Cómo es eso de Karajan 57 mono/estereo? No lo sabía, ¿se grabaron en diferentes momentos?
ResponderEliminarTambién digo, como curiosidad aunque desde la ignorancia, que he oído hablar muy bien de Knappertsbusch en esta ópera, a mí me gusta mucho este director pero no he escuchado su Rosenkavalier.
Saludos.
Sí, José María: en aquellos años del comienzo del stereo, que estaba aún "en pruebas", grabaron algunos discos en dos versiones, mono y stereo. Y por lo que dicen, en el montaje final de las diversas tomas del Rosenkavalier no coincidieron al 100% ambas versiones. Pero las diferencias deben de ser mínimas, casi inapreciables.
EliminarPerdón: me olvidaba. Por supuesto que "Kna" es un director muy importante, y también he oído hablar de su Caballero de la rosa. Pero lamento no haberlo escuchado. Tal vez algún lector que lo conozca nos pueda dar su opinión.
EliminarHace poco encontré en Madrid ese Caballero de la Rosa de Karajan del 84. Tras escucharlo no puedo sino pasarme por aquí y darle un millón de gracias por la recomendación. Una auténtica maravilla. He encargado en internet también la grabación de Bernstein, aunque me temo que va a ser casi imposible repetir el milagro de Karajan. Un saludo
EliminarÁngel, ¿conoce la versión de Josep Krips? La compré hace años en cd y a mi me gusta. La otra versión que poseo es la de Solti en vídeo con Te Kanawa, que me parece maravillosa...
ResponderEliminarTampoco conozco la grabación de Josef Krips, un director al que aprecio mucho, sobre todo como intérprete de Mozart.
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