El 26 de julio comentaba varios discos de Sir John
Barbirolli reprocesados ahora tras la publicación de la caja de 109 CDs
publicada por Warner. Ahora, y gracias a la gentileza de un lector de este blog
(al que desde aquí le doy mis más efusivas gracias), he podido volver a
escuchar muchas más de las maravillas legadas por este extraordinario director,
uno de los más grandes de su tiempo -opinión en la que me reafirmo
rotundamente- pese a no estar quizá entre los más conocidos.
Somera biografía de Sir John
Nació en Londres el 2 de diciembre de 1899 y estudió en su
ciudad natal, centrándose en el violonchelo. A los 16 años entró a formar parte
de la Orquesta del Queen’s Hall y al año siguiente dio su primer recital. Fue
el cellista del Cuarteto Kutcher y fundó su propia orquesta de cuerda. En 1925
obtuvo su primer puesto como director en Chelsea, dando un año más tarde el
salto a la British National Opera Company, de cuya “Covent Garden Touring
Company” fue primer director entre 1929 y 1933. A continuación y hasta 1936
tuvo a su cargo la Scottish Orchestra de Glasgow, a la vez que la Sinfónica de
Leeds. En 1936 dirigió en los Estados Unidos, con tal éxito que un año después
sustituía a Toscanini en la Filarmónica de Nueva York. En 1943 retornó a Gran
Bretaña, ocupándose de la Orquesta Hallé de Manchester. Esta agrupación, que
había sido liderada por su fundador Sir Charles Hallé (entre 1858-1895) y más
tarde por una lista de nombres eminentes -Hans Richter, Sir Thomas Beecham, Sir
Hamilton Harty o Sir Malcolm Sargent- alcanzó su culminación en el largo
mandato de Barbirolli, que se prolongó durante 27 años, hasta su muerte.
Gracias a esta labor, la ciudad de Manchester lo considera un verdadero héroe
cultural. Entre 1961 y 1967 fue también director de la Sinfónica de Houston.
Durante un ensayo con la New Philharmonia Orchestra, el 29 de julio de 1970, murió
súbitamente. Entre las obras que estrenó se encuentran la Segunda Suite de Façade
de Walton, la Sinfonia da Requiem de Britten, las Sinfonías Séptima
y Octava de Vaughan Williams o la Obertura Filarmónica de
Milhaud.
Elgar, Sibelius, Brahms... y óperas
Creo que todos los reprocesados o remasterizaciones que
acabo de escuchar han mejorado el sonido de anteriores ediciones, en algunos
casos con resultados de veras sorprendentes. Es curioso constatar que algunas
grabaciones que creíamos fallidas para su tiempo ahora descubrimos que no eran
tales, sino que habían sido maltratadas y mal tratadas en los diferentes
procesos de producción de los LPs o los CDs. Ahora son mucho más disfrutables.
Lo único que da rabia es que que en muchos casos hay que volverlos a comprar. Y
de algunas grabaciones (no me refiero ahora a las de Barbirolli) se han hecho
dos, tres y hasta más remasterizaciones. Casi siempre -pero no siempre- para
mejor, opino, aunque esto puede ir en gustos…
Entre los discos de Barbirolli vueltos a escuchar están
varios Elgar más: el Concierto para cello con Jacqueline Du Pré y la
London Symphony: con toda la razón, uno de los discos más celebrados de la
historia. Las dos Sinfonías (la 1ª con la Philharmonia, la 2ª con
la Hallé), Introducción y allegro, la Serenata, Cockaigne, las
restantes Marchas de Pompa y circunstancia y dos breves piezas hechas de
modo excelso: Sospiri y Elegy. Y, dentro del capítulo vocal, El
sueño de Geroncio con Richard Lewis, Janet Baker y Kim Borg (como
curiosidad: Barbirolli tocó el cello en este oratorio bajo la dirección del
autor) y las Sea Pictures con Baker, versión que me cuesta creer pueda
ser superada.
Sibelius: para mí, globalmente, Barbirolli y Bernstein han
sido sus mayores intérpretes. Han limpiado las 7 Sinfonías y multitud de
obras y piezas. Destacaría Pelleas y Melisande, La hija de Pohjola
o El cisne de Tuonela, pero también señalaré que Finlandia (una
de las páginas que, perdón, menos me gusta de su autor) no está muy lograda.
Lástima, por cierto, que no llegase a grabar Tapiola ni el Concierto
para violín. En todos estos Sibelius llama una vez más la atención el nivel
conseguido por la orquesta de Manchester.
Brahms: los dos Conciertos para piano, con Barenboim
y la New Philharmonia, desafían al tiempo y son rotundamente de 10. Hay unas
pocas versiones de la misma altura, pero creo que ninguna claramente superior.
El ciclo de las 4 Sinfonías, con ¡qué maravilla! la Filarmónica de
Viena, es uno de los más grandes, pese a ser versiones algo atípicas: ni la Primera
ni la Cuarta son especialmente turbulentas, sino serenas y que podrían
hacer pensar en Celibidache. De la Segunda hace, contra lo quizá
esperado, una versión más dramática y no tan pastoral como otros
directores. Menos singular es quizá su hermosa Tercera. Soberbias Variaciones
Haydn y algo decepcionante la Obertura Trágica, mientras que la Académica
sigue siendo, a distancia, la mejor de la historia del disco.
En el ámbito vocal, sus ciclos de lieder de Mahler -Fahrenden,
Rückert, Kindertoten- con Janet Baker son antológicos. Estos últimos son
mis predilectos de toda la discografía, e igualmente extraordinarios son Las
noches de estío de Berlioz y Shéhérezade de Ravel, siempre con la
eximia mezzosoprano de Hatfield.
Dos Richard Strauss en mi opinión algo dispares: una Vida
de héroe (LSO) con la que, creo, no se entiende muy bien, y una Metamorfosis
(New Philharmonia) absolutamente excepcional. Memorable también el Concierto
para cello en Re mayor (No. 2) de Haydn con Du Pré, y excelente el
para mí hasta ahora ignoto y paladeadísimo Preludio I de Los maestros
cantores: ópera que tenía previsto grabar, pero la Parca lo impidió. Un
curioso disco con la Serenata para cuerda (sensacional) y Francesca
da Rimini (espléndida) de Tchaikovsky, completada con las Variaciones
sobre un tema de Tchaikovsky de Arensky. Dos Sinfonías de Vaughan
Williams en versiones del más alto nivel: la Segunda (“A London
Symphony”) y la Quinta, completadas por una bellísima Fantasía
sobre un tema de Thomas Tallis y por Greensleeves. También han
ganado considerablemente en sonido El Mar y los tres Nocturnos de
Debussy, en personales y muy sugerentes interpretaciones con la Orquesta de
París.
Quedan aún dos óperas italianas: Verdi y Puccini, con los
que se entiende a la perfección (tenga o no que ver su ascendencia italiana).
Este Otello es para mí el mejor dirigido que conozco, pese a Karajan o a
Solti, y la New Philharmonia me gusta más que la Filarmónica de Viena o la de
Berlín con el primero de esos maestros: demasiado brillante la versión de Decca
(Del Monaco, Tebaldi) y demasiado ampulosa la de EMI (Vickers, Freni). En
cuanto a Madama Butterfly, sin llegar a esa altura prodigiosa (aquí
Karajan, Sinopoli o Pappano comparten con él la cima), es una gloria. Durante
las sesiones de grabación en la Ópera de Roma, un cargo de la institución se
dirigió corriendo al intendente para decirle: “¡Venga a escuchar cómo puede llegar
a sonar nuestra orquesta!”. Este le ofreció a Barbirolli volver a dirigir lo
que quisiera y sin limitación de ensayos… pero no pudo ser. En estas óperas,
señalar que los cantantes se superaron a sí mismos, debido seguramente a las firmes
indicaciones de la batuta. Así, James McCracken (formidable intérprete, pese a
su extraña técnica de emisión), Gwyneth Jones y un alucinante Fischer-Dieskau
en Otello, y Renata Scotto y Carlo Bergonzi en Butterfly.
Estimado Ángel:
ResponderEliminarEs un gusto leer cada uno de sus comentarios y entradas sobre Barbirolli, uno de mis cinco o seis directores favoritos. Lástima que el costo de la caja con 109 CDs sea tan costosa, sobre todo en tiempos de pandemia.
Una anécdota: dentro de los proyectos inconclusos de Barbirolli se encontraba grabar la Séptima de Mahler con la Filarmónica de Berlín. Las sesiones, agendadas para 1971, quedaron en nada tras la muerte (digamos, prematura) de Sir John. Creo que es una lástima, porque en una de sus últimas entrevista señaló (parafraseando al maestro) que "al fin tenía claro cómo enfrentar esta sinfonía", tras un proceso de estudio similar al que efectuó con anterioridad a su insuperable lectura de la "Trágica" del mismo autor.
En resumen: ¡puta Parca!
Saludos,
Cristian.
Lástima, sí, lo mismo que Los Maestros cantores que quedaron en nada...
EliminarJanet Baker es tremenda cantante, gran voz, esos videos a blanco y negro que hay de ella en Youtube son una delicia para los oídos. Qué conocimientos musicales tienes, un lujo pasar por tu blog. Saludos desde El Blog de Boris Estebitan.
ResponderEliminarHay una grabación en vivo de la 7 de Mahler. Se puede obtener en la red, Orquesta Hallé, 1960.
ResponderEliminarSí, del mismo concierto de cuando dirigió la Quinta de Nielsen. Pero el proyecto con la Filarmónica de Berlín estaba agendado para el 71: quizás nos perdimos una Séptima equiparable a la de Klemperer.
EliminarPor eso he puesto la fecha de 1960
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