Tropecientos conciertos para ver y escuchar

 

Barenboim, el músico más abundantemente filmado

Sí, Daniel Barenboim es, a distancia, el músico clásico del que existen más actuaciones filmadas. Ya lo ha sido hasta hace poco, y con diferencia, en soportes físicos -DVDs y Blu-rays-, pero es que recientemente -sobre todo desde primeros de 2020- las filmaciones suyas a las que se ha podido acceder en diferentes televisiones o directamente desde streamings proporcionados sobre todo por la Staatsoper de Berlín se han multiplicado en un número enorme. Por supuesto que no me voy a acordar de todas, pero será suficiente para dar una idea con las que voy a citar:

-En Buenos Aires las 4 Sinfonías de Brahms que hizo con la Staatskapelle Berlin (Centro Cultural Kirchner) y más de un concierto con la West-Eastern Divan Orchestra (Teatro Colón).

-En la Sala Pierre Boulez de Berlín todas las Sonatas completadas de Schubert, las Variaciones Diabelli y las 32 Sonatas de Beethoven, los Tríos completos del mismo autor con su hijo Michael y el cellista Kian Soltani, un programa camerístico Debussy (mélodies incluidas, con Marianne Crebassa), minirrecitales Chopin y Schumann, el Quinteto con piano de este último y Sonatas y Variaciones de Mozart con su hijo.

-En la Philharmonie de Berlín los dos Conciertos de Brahms con la Staatskapelle Berlin dirigida por Gustavo Dudamel y el concierto de la Filarmónica de Berlín a base de Haydn (Sinfonía 95), Beethoven (Concierto 4, Maria Joao Pires en sustitución de un enfermo Radu Lupu) y Schumann (Cuarta Sinfonía).

-En Bonn nada menos que el concierto “oficial” del 250º aniversario del nacimiento de Beethoven con la Orquesta del Diván (Tercer Concierto y Quinta Sinfonía).

-Desde la Catedral de Notre Dame de París el Te Deum de Berlioz con David Rendall, Coros y la Orquesta de París (1981).

-Desde la Gran Sala Pierre Boulez de la Nueva Philharmonie de París las Sinfonías 1, 2 y 3 de Bruckner (Staatskapelle).

-Del Carnegie Hall de Nueva York Don Quijote de Strauss con Soltani y la Novena Sinfonía de Bruckner (Diván).

-Desde la Musikverein de Viena, el ciclo completo Mi País de Smetana con la Filarmónica de Viena y el primer concierto de esa Orquesta tras el (primer) confinamiento, en el que hicieron el Concierto 27 de Mozart y la Quinta Sinfonía de Beethoven.

-En el Grosses Festspielhaus de Salzburgo la Polonesa de Oneguin y el Concierto para violín de Tchaikovsky (Lisa Batiashvili), La Mer de Debussy y el Poema del éxtasis de Scriabin (Diván), un recital con la Sonata 31 y las Diabelli, y un concierto con Idilio de Sigfrido, la Primera Sinfonía de cámara de Schoenberg, Mémoriale de Boulez y la Gran Fuga de Beethoven (Diván).

-Desde la Sala Grande del Mozarteum de Salzburgo la Historia del soldado de Stravinsky con solistas del Diván y Patrice Chéreau como narrador (un concierto en cuya primera parte, también divulgada hace poco, se oyeron la Sinfonía concertante para viento de Mozart, Talismane de Schumann y los Wesendonck-Lieder de Wagner con Waltraud Meier más el Concierto op. 24 de Webern), un programa mozartiano a cuatro manos y dos pianos con Martha Argerich ya en enero de 2021, Y, muy recientemente, el concierto con la Filarmónica de Viena y Cecilia Bartoli que he comentado aquí hace pocos días. 

-Desde la Ópera Estatal de Berlín óperas completas como Medée de Cherubini (con Sonya Yoncheva), Macbeth (Domingo y Netrebko) y Falstaff (Volle, Frittoli, Barcellona) y conciertos: la Serenata Nocturna K 525 y el Idilio de Sigfrido, el Carnaval de los animales con solistas de la orquesta de la casa, así como las Sinfonías 4, 5, 6 y 8 de Beethoven más otra velada con el Cuarto Concierto (András Schiff) y la Sinfonía “Heroica” (Staatskapelle).

-En la Bebelplatz de Berlín, al aire libre, un programa solo Beethoven: la Obertura Egmont, las 2 Romanzas (Anne-Sophie Mutter) y la Novena Sinfonía (Kleiter, Meier, Schager, Pape, Coro y Orquesta de la Ópera Estatal)

-Desde la Ópera de Marsella preludios y oberturas de Verdi y la Sinfonía Fantástica de Berlioz, más la propina de cuatro piezas orquestales de Carmen. Una actividad audiovisual frenética, como se ve. 

 

Liszt y Mahler, y entre ambos, una miniatura de Bizet

-El último concierto del que he tenido noticia ha sido también desde la Musikverein, con la Filarmónica de Viena, y el siguiente programa: Primer Concierto de Liszt con Argerich (tras el que compartió propina tocando a cuatro manos el Dúo de Juegos de niños de Bizet) y la Séptima Sinfonía de Mahler. El Concierto de Liszt lo tienen filmado en Londres con la Orquesta del Diván (Blu-ray EuroArts de 2018), si bien en esta ocasión la pianista, por encima de todas su enormes virtudes, no estuvo tan infalible como suele (¡también es humana! Ahora bien, Beckmesser: toma la pizarra y haz con la tiza unos cuantos trazos…). La 7ª de Mahler es uno de los discos menos logrados de Barenboim en años (Staatskapelle, Teldec 2006), pero esta versión vienesa de 2017 constituye toda una rectificación, pues los movimientos extremos han mejorado ostensiblemente (fíjense en las duraciones respectivas de los cinco movimientos: I: 21’15 y 23’35; II: 16’08 y 16’57; III: 8’20 y 8’55  ; IV: 11’25 y 11’52; V: 17’29 y 18’44). 

La interpretación de 2017, de una claridad extrema en la pavorosa complejidad de la escritura, fue dirigida con partitura (rarísimo en él) y una aplastante demostración del dominio técnico de Barenboim como director (que algunos miopes le escamotean). Puede situarse entre las mejores de la segunda línea, estando en mi opinión solo la de Klemperer en la primera. Asombrosa la Orquesta como conjunto y sus numerosos solistas, pero en cuanto a la concepción de esta obra relativamente fallida, sigo pensando que solo Klemperer (EMI 1969) ha llegado al fondo de ella y ha logrado conferirle coherencia, hasta el punto de rehabilitarla lo inimaginable. Es una versión, por lo atípica, que algunos discuten, pero la considero absolutamente genial, uno de los logros más extraordinarios de todo el legado fonográfico de Klemperer, quien, gracias a su técnica directorial y a una toma de sonido asombrosa para su época*, sigue siendo en disco la realización más diáfana que conozco.

*Director artístico: Peter Andry. Ingeniero de sonido: Robert Gooch