Verdi por Tézier
El sello Sony acaba de lanzar un recital de arias de Verdi por Tézier y un álbum titulado “Rebirth” de la soprano Yoncheva, dos de los cantantes más destacados de la actualidad. Ludovic Tézier (Marsella, 1968) es para mí, dentro del repertorio italiano, el mayor barítono actual, por detrás de Carlos Álvarez. Creo que el francés es un intérprete un poco menos sutil que el malagueño, quien posee además una voz algo más llena en el centro y el grave y, quizá, posee una técnica de canto un poco más acabada que el marsellés. En todo caso, este delinea bien en este recital el carácter de los diferentes personajes. Mejor, desde luego, que la mayor parte de los barítonos de hace medio siglo, tan cacareados por ciertos críticos. Ya lo he señalado muchas veces: en general, hoy se afina más en este aspecto -esencial- que hace algunas décadas. La materia prima de Tézier es robusta, sólida y de color baritonal no estrictamente lírico, sino un tanto oscuro y broncíneo. Es una de esas voces que ponen a muchos aficionados, a quienes en ocasiones les basta con ello para admirar a ciertos cantantes poco finos. Son esos a los que he escuchado varias veces decir que Fischer-Dieskau no parece estar cantando Rigoletto, sino La Pasión según San Mateo, ni Iago, sino Viaje de invierno. Ya ven: si apianan, si modulan el sonido, el color de la voz y otras capacidades vocales, es que están fuera de tiesto cantando ópera italiana. En fin…
Bueno, Tézier me ha gustado en todas las catorce piezas que contiene el disco (que rebasa los 82’ de duración), entre las cuales se hallan las escenas de la muerte del Marqués de Posa en las versiones francesa e italiana de Don Carlos y Don Carlo, respectivamente. Aborda también La forza del destino, Ernani, Falstaff (Ford), Il Trovatore, La Traviata, Macbeth, Nabucco, Otello, Rigoletto y Un ballo in maschera. Confirmada consagración de un genuino barítono verdiano. Al frente de una muy eficiente Orquesta del Teatro Comunal de Bolonia se halla un muy verdiano, dotado de garra y sentido dramático, Frédéric Chaslin, batuta -a juzgar por este disco- claramente infravalorado.
Yoncheva con la Cappella Mediterranea
En el recital que nos ocupa de Sonya Yoncheva (Plovdiv, Bulgaria 1981) también, como en el anterior, me sorprende un tanto el orden en que han acomodado las piezas, que dan saltos en el tiempo hacia delante y hacia atrás sin que yo le encuentre justificación. Pero bueno, esto tiene poca importancia, ya que se puede reproducir en el orden que escojamos. Encontramos arias de óperas, de cantatas, oratorios y canciones en italiano (Stradella, Monteverdi, Cavalli, Strozzi), inglés (Gibbons, Dowland, Ferrabosco II), español (José Marín, García Alarcón, Simón Díaz, Torrejón y Velazco) y hasta búlgaro (una preciosa canción popular). Yoncheva canta divinamente y transita con plena comodidad por estos repertorios del siglo XVII; estilísticamente me parece que es impecable. No sé a qué viene incluir una canción del director del grupo, pese a ser deliberadamente arcaizante (y eso que no me parece fea, no) y, sobre todo, terminar el disco con una canción de Abba, esta sí muy poco afortunada -empalagosa- para mi gusto.
Las cuatro piezas instrumentales, de Monteverdi, Cavalli y Santiago de Murcia/Diego Fernández de Huete, están, aparte de ser muy bellas, tocadas con gusto exquisito. La de Simón Díaz (1928-2014), igualmente a la antigua, también parece un poco fuera de lugar. La Cappella Mediterranea, de instrumentos originales, fundada en 2005, me ha parecido a las órdenes de su impulsor y director, Leonardo García Alarcón (La Plata, Argentina, 1976), un conjunto más que notable y que en general se desempeña sin fundamentalismos.
La Novena de Bruckner al órgano
La curiosidad a que me refería es la primera grabación mundial de la Novena Sinfonía de Bruckner, con cuarto movimiento… tocada al órgano. El intérprete, Gerd Schaller (Bamberg, 1965) es director de orquesta y autor de la transcripción. Ya había grabado, siempre para el sello Hänssler, las 11 Sinfonías de Bruckner, al frente de una orquesta llamada Philharmonie Festiva. Y en la Novena orquestal no sigue las versiones ya conocidas del finale, sino una reconstrucción también suya. Esta versión para órgano me parece una transcripción muy meritoria -en la que apenas se pierde nada de la versión original-, pero la interpretación organística la encuentro demasiado estática, e incluso bastante impasible. Puede ser que en el órgano sea particularmente difícil insuflarle de su tremenda tensión -que poco tiene que ver con el volumen, que el “instrumento rey” sí puede lograr-. He aquí las duraciones de las versiones orquestal, de 2016 (25’54+10’58+23’00+24’40) y organística (25’20+11’35+24’25+23’59) de este intérprete. Pero descubro a continuación que la versión orquestal de Schaller es de características muy similares a la de órgano: muy correcta, de certero sonido y estilo bruckneriano, pero carente casi por completo de drama. Con todo, en el tercer movimiento cobra algo más de pulso.
Otra curiosidad más: Schaller ha grabado también el 4º movimiento de esta Novena Sinfonía en otra reconstrucción: la del musicólogo William Carragan (Nueva York, 1937), dedicado en cuerpo y alma a la obra de Bruckner. Esta grabación, publicada igualmente por Hänssler en 2019 y a la que no tengo acceso, arroja estas otras duraciones: 25’16+11’38+24’35+22’12. Al margen de la calidad de estas interpretaciones, no deja de ser muy meritorio que un sello relativamente menor se embarque en proyectos tan ambiciosos y de tan dudosa rentabilidad comercial.
Gracias por la entrada. Un par de comentarios. Gerd Schaller no solo ha grabado para Hanssler todas las sinfonías en varias versiones sino también la obra para órgano, la misa 3 y el salmo 146 de Bruckner. Incluso tiene un disco con su transcripción para orquesta del Quinteto de cuerdas (una obra poco conocida pero fantástica). Vamos todo un estudioso de la obra del austriaco.
ResponderEliminarEn cuento a la 9ª Sinfonía, esta versión para órgano es la cuarta que graba (todas en versiones completas en 4 movimientos). A parte de la de William Carraghan, grabó también dos reconstrucciones suyas, una inicial y otra revisada.
En Qobuz puede localizar todas estas grabaciones.
Si le interesa la de William Carraghan aquí está el enlace (viene acoplada con las sinfonías 4 y 7):
https://play.qobuz.com/album/0881488110289
Un saludo
Muchas gracias por las informaciones. Intentaré escuchar el 4º mov. de la Novena en la reconstrucción de Carragan.
EliminarYa he escuchado la reconstrucción realizada por Carraghan. Me ha parecido muy meritoria, acaso más que la de Schaller. Tanto ambas como la de los cuatro musicólogos que llevaron a cabo la grabada por Rattle tienen ráfagas sumamente interesantes que suenan al Bruckner más visionario, pero me temo que todas ellas carecen de unidad y continuidad. Es comprensible: porque ¿quién sino Bruckner sería capaz de organizar todo ese material? Menos ambicioso pero más sensato es, seguramente, lo que grabó Harnoncourt: las cuatro "partes ejecutables" de lo que dejó escrito Bruckner, fragmentos a los que no se ha tratado de dar ilación. Otra cuestión es que la interpretación de Rattle es, en mi opinión, superior a la de Harnoncourt.
EliminarPero es comprensible que la mayoría de los grandes directores se limiten a tocar y grabar los tres movimientos terminados por Bruckner. Y no me parece ninguna tontería (ni ningún consuelo) afirmar que el final del Adagio puede sonar perfectamente a conclusión de la obra.
"De organizar y enlazar todo ese material", quería decir.
EliminarUn día de la semana pasada escuché en el extraño programa de Radio clásiva Longitud de onda tres piezas orquestales compuestas (es un decir) por ordenadores, que el invitado defendió. Pues bien, encontré que estaban bien hechas pero eran insípidas como ellas solas y pobremente convencionales. No sé qué pretende Radio clásica divulgando estupideces como esa.
ResponderEliminarLOZANO ANDALUZ.
¡También yo lo escuché, aunque no todo el programa! Y no puedo estar más de acuerdo contigo. En el "papanatas" ensalzamiento de todo lo relacionado con las maravillas de robots y ordenadores "hemos topado frontalmente con la iglesia". Por mucho que los ordenadores hayan procesado, como dijeron allí, millones y millones de algoritmos y procedimientos (y no sé qué más palabrejas salieron a relucir en aquella jerga), los resultados son absolutamente decepcionantes, porque la inventiva y la creatividad de los grandes compositores está visto que no las pueden sustituir máquinas que procesan fórmulas y procedimientos. El desarrollo de los temas y los procesos constructivos de lo que se oyó en aquel programa fueron, también para mí, académicos, muy previsibles: patateros, en definitiva. Me recordaron los "logros" de compositores ínfimos, con oficio, pero sin nada que decir. Así que, si en eso estuviese el futuro de la música, aviados estaríamos...
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