Algunas reflexiones de Luca Chiantore extraídas de su libro Historia de la técnica pianística*
“Movimientos bruscos, una
inaudita y a menudo desenfrenada fuerza expresiva, la búsqueda de un elevado
volumen sonoro y un frecuente descuido de los detalles: los testimonios de
quienes vieron tocar a Beethoven inciden con sorprendente asiduidad en estas
características”.
Guiado por su maestro Christian Gottlob Neefe, “Beethoven creció, desde el principio, más como músico completo que como pianista”. Ya el 2 de marzo de 1783 (Beethoven tenía 12 años), el Cramers magazine “destacaba que su habilidad y su energía como intérprete se habían formado esencialmente estudiando los Preludios y Fugas de El clave bien temperado. Madurar con la música de J. S. Bach encima del atril no era algo muy usual” por entonces. “Que Bach fuera el pilar de la educación de un niño era un hecho excepcional, que permitía entrar en contacto desde el principio con la tradición contrapuntística”.
“Beethoven entabló relaciones didácticas con Haydn, Albrechtsberger y Salieri, pero en ningún momento se mostró interesado en recibir clases de piano. Sin embargo, si el joven alemán no tardó en afirmarse en el difícil ambiente musical vienés fue precisamente debido a su habilidad como pianista e improvisador: una actividad bien documentada y que que causaba gran impresión”. Ya en 1791, Carl Ludwig Junger, “relacionó el altísimo nivel del pianismo de Beethoven (que tenía 20 años) con el descubrimiento de ‘una manera de tratar el instrumento totalmente diferente de cualquier otra’”.
Antes de componer sus primeras Sonatas (Op. 2), “el genio de Beethoven se daba a conocer con sus improvisaciones: un universo sonoro irrepetible, perdido para siempre y que ninguna partitura será capaz jamás de devolvernos”. “Beethoven improvisaba y, mientras tanto, experimentaba, sondeando los límites y las posibilidades del teclado de entonces, […] como una verdadera aventura técnica; […] amaba ponerse a prueba y transformarse en una especie de ‘conejillo de Indias’ de sus propios experimentos pianísticos”.
En varios textos de
aquellos años “destaca, en primer lugar, la voluntad de profundizar en los
movimientos que más se alejaban de la técnica digital que Beethoven había
heredado de la tradición clavicordística y organística alemana”. “Resulta
sorprendente que ya entonces [en 1793] Beethoven buscara en un instrumento de
tipo mozartiano las prestaciones de un piano tardorromántico”.
“Su constante duelo con el teclado demuestra hasta qué punto Beethoven, desde el principio, se reveló como uno de los grandes protagonistas de la historia de la ejecución”. “Parece fuera de toda discusión que la técnica de Beethoven no encontraba una adecuada respuesta en los instrumentos de su tiempo”.
“Al igual que en su modo de componer, su manera de tocar se adelantaba a su época, y los pianos extremadamente secos e imperfectos de entonces [antes de 1810] no aguantaban su gigantesco estilo de ejecución. Es por este motivo por lo que el estilo puro y brillante de Hummel -perfectamente calculado para la moda de la época- resultaba más comprensible y más placentero para el gran público. No obstante, en los pasajes lentos y sostenidos la ejecución de Beethoven producía un efecto casi mágico en cada oyente, y por lo que sé, no ha sido jamás mejorada”. “Todo lo que Beethoven exigía al piano solo podía realizarse mediante una postura muscular nueva, que permitiera alcanzar su característica ejecución expresiva”. (Carl Czerny**).
“Ese día recibí casi dos horas clase. Cuando yo omitía alguna nota en algún pasaje, o tocaba alguna tecla equivocada, Beethoven rara vez me decía algo; sin embargo, cuando me equivocaba en la expresión -en los crescendi o en cosas de este tipo- o en el carácter de la pieza, podía llegar a enfadarse mucho. ‘Errores de otro tipo -decía- son producto de la casualidad; estos últimos, en cambio, se deben a una falta de comprensión, de sensibilidad y de atención’. Él mismo cometía errores del primer tipo, incluso cuando tocaba en público” (Ferdinand Ries).
“Entre todas las preocupaciones de Beethoven sobresale un asunto decisivo: el legato. Legato que él realizaba de manera verdaderamente inalcanzable, y que los pianistas de aquella época consideraban inejecutable en el piano” (Czerny)
En su sentido del legato, el objetivo es “tocar como si se estuviera pasando el arco, para que no se llegue a notar en absoluto el ataque de los dedos” (anotación del propio Beethoven, citada por Theodor Frimmel).
“Beethoven no dudaba en presentar la técnica de su veneradísimo Mozart como una etapa arcaica en el camino hacia el moderno modo de tocar. Beethoven había escuchado a Mozart tocando; dijo que su sonido era limpio y claro, pero bastante vacío [leer], apagado [zahm] y anticuado [altmodisch]. El legato y el cantabile en el piano, tal y como los hacía Beethoven, eran entonces desconocidos, y Beethoven ha sido el primero en revelar efectos totalmente nuevos y grandiosos, con una técnica compleja y, al mismo tiempo, un estilo muy sonoro y lleno de cantabilidad” (Czerny)
Existía una clara “incompatibilidad entre la elegancia apolínea de la ejecución de Johann Nepomuk Hummel y el dionisíaco ciclón expresivo de Beethoven. Hummel era un hombre rico, concertista famoso y pedagogo de moda, mientras que Beethoven se abrió camino con mucha dificultad” (Czerny).
“Beethoven hablaba con especial insistencia de la dimensión tímbrica que se esconde detrás de los diversos tipos de articulación”.
“Poned las manos sobre el teclado de forma que los dedos no necesiten levantarse más de lo estrictamente necesario. Este es el único método mediante el cual el ejecutante puede aprender a generar el sonido y, de este modo, hacer que el instrumento cante” (recomendación de Beethoven, citada por Anton Schindler).
“Detrás del modernísimo y sorprendente lenguaje de Beethoven se escondía una precisa idea de la ejecución: una idea basada en las reglas de la declamación y la retórica”. “Desarrollando sus experiencias juveniles y ayudado por la conformación de su mano carnosa y cuadrada, Beethoven es el primero en elaborar un lenguaje propiamente pianístico basado en los contrastes dinámicos y en la variedad en el tipo de ataque”.
*Alianza Editorial,
Alianza Música, 2001. 758 páginas.
**El principal discípulo
de Beethoven, maestro a su vez de Franz Liszt.
Salvo indicación en
contra, las citas entrecomilladas son del autor del libro, Luca Chiantore.
Realmente interesante. Gracias.
ResponderEliminarArtículo muy interesante, Ángel.
ResponderEliminarCreo que la importancia de Beethoven en la historia de la música se debe, sobre todo, a sus planteamientos revolucionarios, no solo en su escritura (partituras) sino, además, en la técnica de interpretación de sus obras. Debió ser un momento interesantísimo y desconcertante para los oyentes de la época percibir el cambio del estilo más amable, elegante, agradable… de los pianistas anteriores e incluso coetáneos (Johann Christian Bach, Mozart, Clementi, Hummel…) a la fuerza y expresividad de las interpretaciones para este instrumento de Beethoven. Y todo a pesar de que técnicamente los pianos aún no estaban “preparados” para esta nueva forma de pianismo. Es una lástima que no tengamos esa “ventanita mágica” por la que asomarnos y comprobarlo de primera mano.
A propósito de todo esto, como también explica Chiantore, Haydn no pudo experimentar con el fortepiano hasta la segunda mitad de los años 80 del siglo XVIII; todas sus Sonatas anteriores están pensadas para el clavecín, incluso al final para algunos clavecines muy evolucionados. En cuanto conoció el fortepiano, comenzó a exigir en las partituras efectos imposibles de realizar en el clave.
EliminarY yo me pregunto: ¿alguien considerará lícito aplicar también a Sonatas suyas anteriores algunos efectos, que seguramente habría escrito de haber conocido el nuevo instrumento, o sea, hacerlo con carácter retrospectivo? En definitiva, algunos pianistas ilustres -Richter, Gilels, Brendel y otros- ya lo han hecho, y con mucha cabeza y sentido común. De la misma manera que cuando se tocan Bach o Scarlatti al piano... Como decía Barenboim, tocar Bach en el piano limitándose a utilizar las mermadas posibilidades del clavecín no tendría sentido: para eso se tocan el clave.
Y concretamente en Bach y en Scarlatti son muchas las interpretaciones magistrales que se han servido de las mayores posibilidades -dinámica, legato- del piano. Ahora bien, hay que hacerlo, insisto, con mucha cabeza.
Alguien considerará ilícito, no lícito. Perdón.
EliminarD. Ángel, en ese sentido, y según los más puristas sería lógico interpretar al clave las sonatas correspondientes al mismo, y al fortepiano las posteriores. Y de la misma manera, interpretar en el piano las de Beethoven, pero ojo, en una copia exacta del instrumento. Ironías aparte, esto querría decir que no sería lícito interpretarlas en un Steinway actual... Un disparate a mi juicio, porque los instrumentos actuales suenan maravillosamente bien sobre todo cuando se interpretan esas obras como lo hacen Brendel, Richter, etc...
ResponderEliminarHombre, Ángel, depende a quién preguntes. Un pianista considerará lícito interpretar repertorio Barroco en el instrumento actual. Quizás un clavecinista adherido a la interpretación histórica lo considerará ilícito y podrá alegar que cada música debe interpretarse con su instrumental específico y dentro de su propio contexto. La dinámica escalonada para clave barroco es implementada mediante la superposición de texturas y acordes para producir el acento deseado. Otra cuestión esencial y determinante es la ornamentación. Bach agregó indicaciones precisas, dejando menos margen de improvisación, aún así, no se debe tomar al pie de la letra, ni mucho menos considerarla como algo superficial. Otros puntos a tener en cuenta son los tempi de hace trescientos años y la técnica de ejecución histórica ( el arte de tañer aquellos instrumentos). Otra cuestión no menor, a mí entender, es que los clavecines/clavicordios de la época, fueron mucho más perfectos que los primeros fortepianos. Cada instrumento dentro de su propio contexto; impensable parece realizar el continuo barroco con instrumentos actuales, o incluso abordar con garantías un repertorio tan idiomático como el barroco francés. Sin embargo, otros autores (Bach, Scarlatti) funcionan muy bien en el piano actual, quizás por tratarse de obras más neutras en las que las grandes aportaciones del intérprete más que sumar, restan.
ResponderEliminarTienes razón, en mi opinión. Pero es bastante lógico que los clavecinistas reaccionen mal contra las versiones en piano: son de algún modo juez y parte.
EliminarAhora bien, me parece que Bach y Scarlatti se adaptan mucho mejor al piano que Couperin u otros franceses.