lunes, 23 de julio de 2012

“El asunto Makropulos” en Blu-Ray, con Denoke, Salonen y Marthaler





El sello C Major ha publicado en DVD y Blu-Ray una de las óperas más misteriosas y fascinantes de Janácek, Vec Makropulos. La única versión con imágenes ya existente a tener en cuenta era la de Warner/NVC del Festival de Glyndebourne 1995, protagonizada por Anja Silja y dirigida por Andrew Davis y Nikolaus Lehnhoff. Su calidad técnica es de aprobado que no llega a notable, mientras la del Blu-Ray actual es magnífica: algo de entrada muy a tener en cuenta. Ambas ¡milagro! tienen subtítulos en español.
No es una obra que me conozca al dedillo, pero mis impresiones creo que pueden orientar un poco a posibles compradores interesados. La batuta de Andrew Davis (al frente de una algo plana Filarmónica de Londres) es un poco gris, tirando a sosa y a descomprometida, y además tiende a romantizar y a limar las asperezas de una música que, en mi opinión, debe tenerlas; aun así, está quizá mejor que su Jenufa, la ópera cimera de Janácek. Por el contrario, Esa-Pekka Salonen resalta los elementos expresionistas de la partitura, con una versión dramática, incisiva, bastante intensa. La Filarmónica de Viena está particularmente gloriosa, más aún que en la justamente célebre grabación audio de Decca (1979) dirigida por Sir Charles Mackerras (del que Salonen se halla más cerca que de A. Davis, sin duda).
La escena de Lehnhoff, bastante literal, me parece espléndida y difícilmente objetable. La de Christoph Marthaler, mucho menos literal y más imaginativa, es sin duda más discutible, pero creo que está lejos de tratarse de una de las extravagancias carentes de justificación tan al uso. Cada uno de los actos tiene un interesante prólogo silencioso (de entre 2 y 4 minutos y pico) que da que pensar...
Anja Silja es, como se sabe, una cantante-actriz eximia. Pero aquí contaba ya 60 años, con una voz ya gastada desde mucho antes, y el papel de Emilia Marty no es precisamente fácil en lo vocal, y además es una mujer que sigue atrayendo (sexualmente) de forma irresistible a muchos hombres. Así que, con todos mis respetos, Silja no es a esas alturas una opción ideal (como sí era, en el CD Decca, Elisabeth Söderström). Angel Denoke, en cambio, firma aquí uno de los mejores trabajos que le haya escuchado (y que, por lo que se lee en la carpetilla, despertó el entusiasmo de la crítica). Es verdad que no acierta a colorear su voz con la suficiente variedad, pero logra su particular expresividad quizá por otros caminos, muy personales.
El resto del reparto de Salonen es también superior a los de Mackerras y A. Davis. El tenor Raymond Very (Albert Gregor), de voz no precisamente atractiva, lo hace muy bien; Peter Hoare, tenor lírico de carácter, es también un convincente Vitek; la mezzo Jurgita Adamonyté una ajustada Krista; el barítono Jochen Schmeckenbecher un espléndido Doctor Kolenaty, y Johan Reuter un sencillamente magnífico Jaroslav Prus. Este último me parece que posee una de las voces más bellas de barítono-bajo de la actualidad, y es además un cantante admirable. No comprendo cómo no es mucho más conocido.
En resumen: en imágenes, esta interpretación de Denoke/Salonen/Marthaler creo que es ahora misma la opción más recomendable para Vec Makropulos. Y constato que las óperas de Janácek están teniendo bastante suerte en DVD (y Blu-Ray). Mucho más que, por ejemplo, las de Verdi, en términos generales.

jueves, 19 de julio de 2012

Dos raros Massenet en DVD: el acierto de “Cendrillon” y el fiasco de “Don Quichotte”

 
Recientemente se han publicado en DVD dos óperas infrecuentes de Massenet: Cendrillon (La Cenicienta) y Don Quichotte. La primera, editada por Virgin en dos DVDs, y la segunda por Naïve, en uno. Con resultados muy diversos, pese a tratarse del mismo director de escena: Laurent Pelly. ¡Quién lo diría, por cierto!
De entrada, hay que dejar claro que el nivel artístico es muy diferente en una ópera y en otra: mientas Cendrillon (1899) es casi desconocida pero notable, ya que no inspiradísima (bastante por debajo de Manon y de Werther), francamente bien escrita y con numerosos pasajes jugosos y graciosos (¡el mejor e infrecuente Massenet cómico!), Don Quichotte (1910) es una españolada (peor: ¡¡una andaluzada, no una manchegada!!) sin pies ni cabeza, que deja en una caricatura grotesca la obra cumbre de la literatura universal. No contiene un solo momento de gran música, y su enorme despiste geográfico y su vulgaridad seudofolklórica es particularmente inexcusable tres años después de haber sido compuesta, también en Francia, la Rapsodia española de Ravel.
Pero es que, además, la interpretación de la primera es estupenda, mientras que la de la segunda es muy endeble. Joyce DiDonato es una Cenicienta maravillosa, que no cae en la blandenguería tirando a sensiblera y a cursi de Frederica von Stade en la espléndida grabación en audio CBS soberbiamente dirigida por Julius Rudel, con una fantástica Philharmonia Orchestra (1979). El papel es más bien de soprano (lírica) que de mezzo, pero la DiDonato no tiene el menor problema de tesitura, y además borda de rabo a cabo su papel, en lo musical y en lo escénico: es, sin duda, una de las más grandes cantantes de nuestro tiempo. La idea de encomendar el papel del Príncipe Encantador a una mezzo, en lugar de a un tenor, no me parece acertada; pero hay que reconocer que Alice Coote lo canta y lo interpreta a pedir de boca. Sencillamente sensacional y en plena forma aún (59 años), Ewa Podles, la contralto actual por antonomasia, en el papel de Madame de la Haltière, en el que demuestra una arrolladora vis cómica. Mayor, con bastante trémolo, pero muy artista el bajo Jean-Philippe Lafont (Pandolfe), y muy notable el Hada de la soprano lírico-ligera Eglise Gutiérrez (pero la comparación con la maravillosa Ruth Welting de la grabación de Rudel la deja a un segundo nivel). Bastante bien el Coro, y sólo correcta la Orquesta del Covent Garden, dirigidos casi siempre con más oficio que entrega por Bertrand De Billy.
Lo que es una verdadera joya de esta versión es la labor de Laurent Pelly, tan sencilla como eficaz, que subraya los elementos cómicos de la ópera con gran imaginación y acierto permanente, incluso con hallazgos extraordinarios. ¡Chapeau!
¿Es el mismo director escénico del Don Quijote de La Monnaie de Bruselas? No lo parece, en absoluto. Es su trabajo, como la ópera misma, una andaluzada, con vestidos femeninos de volantes y toreros por doquier (y si tiene intenciones paródicas o grotescas, tampoco lo consigue, pues no tiene la menor gracia), en espacios escénicos inadecuados que más que nada molestan. La batuta de Marc Minkowski, nerviosa y superficial, no ayuda a mejorar el desaguisado. Sólo levanta el vuelo un poco en el breve cuadro final, la muerte del héroe. Discreto el Coro y endeble, muy endeble, la Orquesta del Teatro de La Moneda –unos conjuntos que otras veces han sonado mucho mejor, lo que una vez más dice poco a favor de este director–.
José Van Dam sigue siendo un gran artista, pero a los 70 años la voz aparece ya muy cansada, escasa de volumen y con un fiato muy limitado. Su Don Quijote es aquí una pálida sombra del de su grabación, con Plasson (EMI 1993). Muy bien Silvia Tro Santafé como Dulcinea: hermosa y bien timbrada voz de mezzosoprano que hace todo lo posible por salvar un personaje insalvable. Sancho Panza debe ser un bajo, pero aquí tenemos un barítono, y no más que correcto: Werner van Mechelen. Finalmente, ni la imagen ni el sonido están a la altura de los tiempos; en Cendrillon son bastante mejores. Y si ésa tenía subtítulos en castellano, Don Quichotte carece de ellos.

martes, 17 de julio de 2012

Rueda de prensa de Barenboim en Madrid

 

La rueda de prensa que ayer, 16 de julio, ofreció Barenboim en Madrid para presentar la grabación, Decca, de las 9 Sinfonías de Beethoven con la West-Eastern Divan Orchestra, estuvo concurrida pese a haber sido convocada ¡a las tres de la tarde!
Un buen número de cámaras y fotógrafos, y unos cuantos periodistas, en su mayoría jóvenes -que por cierto hicieron preguntas bastante más pertinentes que las que a veces plantean muchos veteranos- llenaban la sala del hotel AC Retiro.
Estábamos, además, tres periodistas específicamente musicales (Luis Suñén, Juan Antonio Llorente y yo; tal vez ninguno más).
Además de las habituales interpelaciones sobre los propósitos de la Fundación Barenboim-Said y de la propia Orquesta, del conflicto palestino-israelí, etc., sobre los que tantas veces ha hablado el gran músico, hubo un par de cosas que me gustaría señalar, por la novedad:
1) Una periodista le preguntó:
P-¿Por qué este año ha sido el primero en el que la Orquesta del Diván y usted no han actuado en la Plaza Mayor?
B-El Ayuntamiento de Madrid canceló el concierto unilateralmente.
P-¿No habrá sido por culpa de que no hay dinero, por la dichosa crisis?
B-Yo nunca he cobrado un euro por mis conciertos y por toda mi actividad con la Orquesta del Diván, ni aquí ni en ningún sitio [¡¡algo que finge ignorar la prensa derechista sevillana!!: esta acotación es mía, por descontado]. Así que menos no puedo cobrar. Y los gastos para traer y alojar a la Orquesta podríamos haberlos negociado a la baja, pero no han dado opción a negociación alguna. Ha sido una decisión poco inteligente y nada elegante.
2) Quien esto firma le formuló la última pregunta:
A-Cuando se publicó, el año 2000, su primera integral de las 9 Sinfonías de Beethoven, con la Staatskapelle Berlin (Teldec), usted me firmó en el libretillo un autógrafo (que guardo como oro en paño) en el que escribió: “Para Ángel. Espero que estas Sinfonías le gusten, y si no, las grabaré otra vez. Daniel”.
Pues bien, no es exactamente que no me gustaran, pero usted las ha grabado de nuevo. ¿Qué diferencias le parece que hay entre unas y otras?
B-Bueno, desde que las grabé no he vuelto a escuchar aquellos discos [¡!], pero le diré que las dos orquestas tienen un sonido muy parecido, porque la del Diván es como hija natural de la Staatskapelle, pues muchos de sus músicos instruyeron a los de la juvenil. El resto de las diferencias serán debidos a los doce años más que yo he vivido desde entonces.
Al final de la rueda de prensa, le llevé el libretillo de la nueva grabación, en el que me escribió: “¿¿¿Y ahora...??? Daniel.”

sábado, 14 de julio de 2012

Sobresaliente “Tannhäuser” de P. Jordan y Lehnhoff en Baden-Baden 2008 (Blu-Ray Arthaus)

 
He tardado en conocer la filmación del Tannhäuser wagneriano (DVD y Blu-Ray Arthaus) dirigido en lo musical por Philippe Jordan y en lo escénico por Nikolaus Lehnhoff. Lamento no haberlo hecho antes, pues, en conjunto, me parece bastante superior a los otros dos que más circulan: el de Levine (D.G.) y el de Welser-Möst (EMI). Ambos tienen en común direcciones musicales y escénicas muy endebles, además de repartos con serios altibajos.
El de Arthaus no se libra de un serio error: nada menos que el rol titular. Aun así, y dada la dificultad de encontrar una ópera filmada en la que todos los elementos principales estén a pedir de boca, es, globalmente, una versión bastante estimable. Robert Gambill, que empezó como tenor rossiniano di grazia (¡!) llegó en 2008 (fecha de la grabación) a ser un tenor dramático de voz no poco baritonal. Nunca fue un primera fila, pero vaya, en ocasiones aguantó el tipo (por ejemplo, cuando cantó en el Teatro Real, allá por 2001, este mismo papel dirigido por Barenboim). Aquí aparece bastante gastado, y como esta parte es terrorífica (ni siquiera Sigfrido o Tristán son más difíciles: podrán requerir algo más –no mucho– de esfuerzo, pero no tienen a un tiempo tantas exigencias líricas y dramáticas como Tannhäuser), en los momentos más líricos, con largas frases en la zona del paso, las pasa canutas y llega a producir sonidos muy desagradables (concertante final del Acto II). Lo asombroso es que en la demoledora escena que Wagner le reserva casi para el final, la famosa Narración de Roma, Gambill se sobreponga y, pese a sonidos nada ortodoxos, se impone por su fuerza y entrega. Eso le salva, supongo, de un abucheo al saludar, que se torna en fuertes aplausos.
Pero quien más ovaciones cosecha es, lógicamente, la máxima estrella del reparto: una sensacional Venus de Waltraud Meier, dominadora en lo vocal, cantante eximia (¡qué técnica!) e intérprete consumada (en lo musical y como actriz). Una acogida también muy cálida recibieron los restantes papeles principales: la soprano Camilla Nylund –espléndida Elisabeth desde cualquier ángulo–, el barítono Roman Trekel –soberbio Wolfram, también con Welser-Möst: uno de los mejores de los últimos tiempos – y el bajo Stephen Milling –como Hermann: lo mejor que le he escuchado hasta ahora–. O sea, que, de haberse contado con Peter Seiffert (con Welser-Möst en el DVD, además de con Barenboim en CD) para el rol titular, estaríamos seguramente ante un Tannhäuser de primer orden.
La escena de Nikolaus Lehnhoff, moderna o creativa, poco literal, me parece en conjunto sensata, cuadrando bastante bien con el libreto (se trata de la versión de París, 1861) y sin que resulten muy forzadas las necesarias adaptaciones. El espacio escénico, con una gran escalera de caracol, a la que se le saca mucho partido, me parece muy sugerente y acertado, como la iluminación de Duane Schuler (no así el vestuario, de Andrea Schmidt-Futterer). Sólo me ha disgustado la Bacanal en el Venusberg (coreógrafos: Amir Hosseinpour y Jonathan Lunn), tras un comienzo muy prometedor (las crisálidas que tratan de desprenderse de su envoltura).
Lo mejor –y es para mí lo más importante en una ópera de Wagner– es la dirección del joven y tremendamente talentoso Philippe Jordan, que obtiene todo el tiempo de la admirable Deutsches Symphonie-Orchester Berlin una sonoridad robusta, empastada y muy hermosa, wagneriana de pura cepa (o sea, lo que no logran Zubin Mehta o Riccardo Muti, por citar a dos astros de la batuta) y que tiene un sentido del drama de una pieza, sin fisuras (sólo algún aislado descontrol, como al final del Acto I), con fuego, tensión y dramatismo, con sensualidad y erotismo, con sentido épico en los momentos más grandiosos del coro (un más que notable Philharmonia Chor Wien).
La toma, efectuada en el Festival de Baden-Baden, es técnicamente magnífica en el Blu-Ray (uno solo frente a los dos DVDs: es decir que con calidad muy superior resulta ¡más barato!).

jueves, 5 de julio de 2012

El otro gran concierto de Nelsons con la Concertgebouw en Lucerna



El otro programa de Andris Nelsons dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw en Lucerna es un tanto extraño: la Obertura de Rienzi de Wagner, la Danza de los siete velos de Salomé de Strauss y la Octava Sinfonía de Shostakovich (4 de septiembre de 2011, un día antes del programa Beethoven/Rimsky comentado hace poco en este blog).
Pero bueno, lo principal del DVD/Blu-Ray de C Major (yo me he hecho con el soporte de mayor calidad) es que las interpretaciones son, las tres, magníficas. Por no hablar de la estupenda realización, nuevamente, de Ute Feudel, y de la sensacional imagen y el formidable sonido.
La Obertura de Rienzi está planificada, puesta en sonidos y cuidada con el mayor esmero imaginable; quizá la sonoridad que extrae no es la más wagneriana posible –parece inclinarse más hacia Weber, al que por cierto tanto debe esta página–, pero la energía, el esplendor y la elegancia de la música están preservadas en toda su magnitud. Algún cambio de tempo entre secciones me parece un poquito excesivo; en cualquier caso, es una interpretación entusiasta y muy comunicativa: de bandera.
La Danza de Salomé es de enorme voluptuosidad, está expuesta con una transparencia excepcional y con una riqueza de colorido suntuosa. Más bien lenta –con lo que no se pierde el menor detalle–, está entre las mejores que yo haya escuchado, dentro de una ópera completa o como pieza aislada de concierto.
Y la Octava de Shostakovich –una de las que más sobrellevo de este compositor, que no está entre mis favoritos– es una interpretación de una pieza, a base de movimientos tan unitariamente logrados como un gran poema sinfónico –el primero– o perfectamente bien enlazados, logrando dotar de una infrecuente lógica el devenir de la partitura. Nelsons acierta a acumular las fuertes tensiones que desembocan en tremendos clímax, y a relajarlas tras ellos. No comete excesos, sino que es más bien contenido en momentos en que otros directores sacan toda la artillería imaginable. La versión, una vez más tocada de fábula por la Orquesta holandesa, sea como bloque o solista a solista (¡qué trompeta!, entre otros) es, sin duda, magistral. Me recuerda más a Haitink (con esta orquesta) que a Solti (con la de Chicago), interpretación de la que echo en falta si acaso la fiereza del tercer movimiento (y no creo que pueda acusarse al director húngaro de pasarse de rosca: me parece que la música justifica ese tratamiento extremadamente fiero).
En resumen: otro gran disco de este joven director nacido en Riga no hace aún 34 años. Es, sin duda, un músico fuera de serie, con una técnica gestual muy personal y extremadamente gráfica y persuasiva.

lunes, 2 de julio de 2012

Sensacional, insuperable “Scheherazade” de Nelsons y la Concertgebouw




Recientemente el sello Unitel/C Major ha publicado dos DVDs (y sus correspondientes Blu-Rays) que recogen sendos conciertos del joven director Andris Nelsons dirigiendo la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam en el Festival de Lucerna de 2011.
Comento el Blu-Ray de uno de ellos, con el siguiente programa: la Obertura Las ruinas de Atenas y el Concierto “Emperador” de Beethoven (con Yefim Bronfman) y Scheherazade de Rimsky-Korsakov.
Desde el primer momento queda uno seducido por la extraordinaria belleza sonora y la calidad, en todos los órdenes, de la ejecución de la orquesta holandesa, así como por la pericia de Nelsons para sacar oro de una partitura menor. ¡Chapeau!
El “Emperador”, aun siendo soberbio, es lo que menos me ha entusiasmado del disco. La dirección es irreprochable, atentísima a las menores indicaciones, a todos los detalles, y en ningún momento hace una frase que le haga a uno torcer el gesto. Aun así, no suena al Beethoven heroico que uno más desea. Algo así le ocurre a Bronfman –que me parece un pianista fenomenal, en conjunto infravalorado–, que toca de modo no ya impecable (¡qué claridad!), sino además muy hermoso. Pero su enfoque es quizá demasiado contenido: apenas hay momentos de gran fuerza e ímpetu, y prácticamente no se permite una sola frase personal, un rubato en pos de mayor tensión, etc.
De propina, Bronfman ofreció un admirable, y ahora sí personal, Estudio No. 8 de Chopin.
Bastaría la segunda parte del concierto para que recomiende muy vivamente este DVD/B-R. Juro no exagerar si afirmo que esta Scheherazade es la más fascinantemente bella y arrebatadora que he escuchado jamás. ¡Qué entrega a la música, qué forma de cantar las hermosas melodías, qué dedicación hasta el límite, qué imaginación –tímbrica y en el fraseo–, qué atención a todo, voces secundarias incluidas! No tengo palabras: es toda experiencia escuchar lo que este joven consigue de esta partitura tantas veces injustamente denostada. ¡Qué placer, que delicia escucharla así!
Pero puede que lo que más me asombra haya sido la ejecución de la Concertgebouw. Tampoco creo delirar afirmando que ninguna orquesta –ni las de Berlín, Viena, Londres, Chicago, Filadelfia o Nueva York– pueden mejorar la ejecución de esta obra tal y como se escucha aquí. Los músicos todos, el conjunto y los solistas, están como hipnotizados y dan lo mejor de sí, dicho sin exageración, ¡y vive dios que es mucho lo que pueden dar! El oboe o la flauta son un escándalo, pero no se quedan muy atrás el clarinete, el trompa, el trombón, el arpa... y, por supuesto, el violín solista (cuyo nombre, inexplicablemente, no figura en el libretillo). Para terminar de redondear la faena, la realización de Ute Feudel es ejemplar, y la toma de sonido, de ensueño. La imagen el en el Blu-Ray posee la máxima nitidez.
(Para terminar: no he podido evitar acordarme de que un listillo lector de este blog, que, cuando escribí que Nelsons había dirigido en Ibermúsica, el año pasado, un magnífico concierto, me respondió –iba de anónimo, por descontado, pero sé quién es– que, claro, como había grabado los Conciertos de Chopin –CD, DVD yBlu-Ray– con Barenboim, Nelsons tenía que ser bueno por fuerza. ¡Grandes dotes, sin duda, las suyas como profeta!)