Disponía ya en mi videoteca
musical de cuatro versiones de Tannhäuser,
ninguna de las cuales me satisfacía de veras. Son éstas:
-DG 1983: Cassily, Marton, Troyanos, Weikl, Macurdy/Met/Levine/Schenk
-Arthaus 1995: Kollo, Secunde, W.Meier, Weikl,
Rootering/ÓperaBaviera/Mehta/Alden
-EMI 2003: Seiffert, Kringelborn, Kabatu, Trekel,
Muff/ÓperaZúrich/Welser-Möst/J.D.Herzog
-Arthaus 2008: Gambill, Nylund, W.Meier, Trekel,
Milling/OSinfAlemanaBerlín/P.Jordan/ Lehnhoff (Blu-ray)
Todas ellas adolecen de
elementos bastante mejorables, por decirlo finamente. La de 1983, casi todo; la
de 1995, el vetusto Kollo, la algo agria Secunde y la pseudomoderna y
trasnochada escena; y la de 2008 un Gambill muy insuficiente.
La que ahora publica BelAir
(Blu-ray de extraordinaria calidad de imagen y sonido: ¡benditos Estudios
Teldex de Berlín!) es, a distancia, la más satisfactoria. Ahora bien, advierto
antes de nada: es posible que a muchos melómanos les tire para atrás la escena,
con multitud de episodios danzados. La directora escénica es la reconocida
coreógrafa Sasha Waltz (Karlsruhe 1963; estaba predestinada: su apellido
significa "vals"), que ya había escenificado, por ejemplo, Dido y Eneas de Purcell (Berlín, 2005), Romeo y Julieta de Berlioz (París,
2007), Medea de Pascal Dusapin
(Luxemburgo, 2007) y Jagden und Formen de Wolfgang Rihm,
(Frankfurt, 2008). Disto de ser un experto
en coreografías, pero sí puedo decir dos cosas: primera, que salvo en algunos
pasajes en los que creo que sobra o estorba el baile, me ha parecido acertado
que lo haya y cómo es (sobre todo en la Entrada de los invitados y toda la escena del Concurso de canto). Y segunda:
que la problemática escena del Venusberg es la primera vez que no me parece
bochornosa o ridícula. Además, Waltz demuestra ser mucho más que una
coreógrafa: creo que es también una muy lúcida directora de escena; la escenografía y la iluminación, como la dirección de actores, me han gustado mucho.
En el lado musical, esta
versión -que sigue la de París-, filmada en el Teatro Schiller de Berlín en
abril de 2014, da sopas con honda a las cuatro anteriores. Por lo pronto, la
dirección de Barenboim está a años luz de las demás (pese al empuje y al
talento de Mehta y Jordan hijo), lo que a nadie sorprenderá (bueno, sí, a los
-cada vez menos- irreductibles). La clarividencia wagneriana es absoluta, y el
fuego y el entusiasmo que surgen de la batuta galvanizan a todos los
intérpretes. Espléndido el coro y sensacional la orquesta.
A cargo del endemoniado papel
de Tannhäuser está un Peter Seiffert algo mayor, lo que se le nota en las notas
altas prolongadas, en las que asoma el casi inevitable trémolo de quien tiene
60 años cumplidos y ha cantado incluso Tristán. Pero las virtudes del tenor que
ha sido esposo de dos sopranos (primero Lucia Popp y ahora Petra Maria Schnitzer)
son muy potentes, pues es un gran cantante, extremadamente musical, y un gran
intérprete, muy creíble en su personaje (físico aparte: ¿cómo Venus queda
prendada de un señor tan corpulento?). No está, lógicamente, tan pletórico y
restallante como en su grabación de audio, con el mismo director (Teldec 2001:
han pasado trece años), o como en Zúrich dos años después, pero me resulta
preferible a cualquiera de los otros tannhäuseres escuchados en las últimas dos
décadas.
No conocía a la soprano
danesa Ann Petersen, pero ha sido para mí un agradable encuentro: es una lírica
ancha muy centrada en Wagner y en particular en el papel de Elisabeth, que
evidentemente conoce a fondo y domina sin problemas vocales. El timbre es más
bello y cálido que espectacular, y su encarnación de la sufrida y valiente
enamorada del protagonista es muy intensa, soñadora y ardiente, desterrando
toda traza del sentimentalismo o la dulzonería en los que caen algunas de sus
colegas. Me encantaría escucharla en otros papeles.
Los tres siguientes
personajes de este reparto son simplemente sensacionales: la mezzosoprano
Marina Prudenskaya, de hermosísimo color lírico, pero de volumen nada
desdeñable, es una Venus particularmente voluptuosa, maravillosamente cantada.
Queda, para mi gusto, muy cerca de la sensacional Waltraud Meier. El
barítono-bajo sueco Peter Mattei es, por este Wolfram o por su Don Giovanni,
uno de los mejores cantantes de nuestros días. Dotado de una voz muy bella y de
una técnica asombrosa -qué emisión, que legato-
es para mí el mejor Wolfram que he escuchado desde Fischer-Dieskau (Weikl,
Andreas Schmidt, Hampson y Trekel incluidos). Y René Pape vuelve a repetir, sin
el menor desgaste vocal, su incomparable proeza de la grabación audio con
Barenboim: es, de lejos, el Margrave más convincente que he escuchado, tanto
por el canto como por la interpretación. A destacar dos breves papeles que me
han llamado la atención: el más que impecable (¡milagro!) Pastorcillo de la
portuguesa Sónia Grané y el Walther de un tenor lírico de libro: Peter Sonn. Me
imagino que ella puede ser una extraordinaria Pamina y él un estupendo Tamino.
Una deficiencia de esta
publicación: ¿sabe usted alemán, inglés o francés?... Pues ya puede ir aprendiendo,
porque con esto de tantas descargas ilegales cada vez menos óperas se publican con
subtítulos en español.
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