lunes, 22 de febrero de 2016

Rigoletto con Carlos Álvarez, Olga Peretyatko y Juan Diego Flórez en Viena



A través de una retransmisión televisiva he visto y escuchado una reciente representación de Rigoletto en la Ópera Estatal de Viena la mar de interesante sobre el papel, por contar con tres extraordinarios cantantes en los tres roles principales, así como con la batuta de Evelino Pidò, director irregular (desde un nefasto Elisir d'amore en Decca a una magnífica Anna Bolena en blu-ray de DG). Aquí no estuvo ni tan mal como en aquella ni tan bien como en esta: en general me ha parecido correcto, bien encaminado (soberbio el Preludio I), con nervio y sentido dramático, pero los tempi han sido aquí y allá algo caprichosos y, en general, ha tendido a más bien ignorar a los cantantes, o bien tapándolos con excesos decibélicos o no adaptándose a sus posibilidades o (relativas) limitaciones, como ignorándolos olímpicamente o sintiéndose por encima de ellos. 

Ya había comprobado en más de una ocasión que, tras su largo retiro por enfermedad, Carlos Álvarez ha reaparecido en gran forma vocal. Así se manifiesta en el largo, agotador y tremendamente comprometido rol titular de la primera ópera genial compuesta por Verdi. No solo está casi pletórico a lo largo de la representación (salvo algún momento, solo eso, de cierta fatiga), sino que su legato y su capacidad de regular el volumen son espléndidos, mejor que nunca hasta ahora, y su vivencia del personaje es de una desarmante veracidad. Vamos, que dudo mucho que en los últimos diez años se haya podido escuchar una interpretación de este rol tan redonda y convincente (aprovecho para señalar que nada hay en él de la sobreactuación casi ridícula de Leo Nucci, que nunca ha sido un gran Rigoletto y ahora es casi esperpéntico: absurdo el premio que ha recibido del Teatro Real: que a cierto público le engañe, vaya, pero que también lo haga al jurado, realmente no tiene pase).
Olga Peretyatko, además de poseer una bellísima voz de lírica con ya solo reminiscencias de ligera, es musicalmente admirable y posee una técnica de primer orden. Me ha encantado su incorporación de Gilda, que nada tiene de ñoña y que va ganando en patetismo conforme avanza en conocimiento de lo que se cuece. En "Caro nome" tiene algún apuro en los sobreagudos, pero le doy poca importancia a esto; en "Tutte le feste al tempio" canta con tanta belleza como emoción. Realmente, a no ser Diana Damrau, no recuerdo una Gilda que me haya gustado tanto.

Juan Diego Flórez incorporó al Duque de Mantua hace ocho años en Dresde (hay DVD: con Lucic y Damrau, dirigiendo Luisi y Lehnhoff. Virgin) y a continuación canceló los siguientes Duques que tenía previstos, reconociendo que le venía grande. Como su voz ha evolucionado poquísimo, le sigue viniendo grande. Su materia prima suena inadecuada, lo mismo que el estilo, que sigue resultando demasiado puramente belcantista. Se ve obligado a forzar el volumen en numerosas ocasiones, con la consiguiente pérdida de pureza. Además, la cabaletta "Parmi veder de lagrime" la salpica de sobreagudos no escritos que encuentro muy, muy inconvenientes. Creo que debe seguir sin cantar este papel. 

Bien, pese a sus cambios de color, Nadia Krasteva como Maddalena, e imponente la voz, no demasiado bien gobernada, del bajo-bajo Ain Anger como Sparafucile. Entre los papeles menores hay un poco de todo: desde la espléndida Giovanna de Margaret Plummer y el destacado Borsa de Carlos Osuna a los flojos Alexandru Moisiuc (Monterone) y Mihail Dogotari (Marullo).
El director de escena Pierre Audi, estimable en otras ocasiones, no me ha convencido con su empeño en ser original a toda costa, aunque fuerce hasta lo absurdo y traspase abiertamente los límites de la lógica. ¡Vaya plaga la de los directores escena creativos! ¿Por qué diantres no harán algo convencional pero bien hecho cuando no se les ocurre nada renovador y sensato a la vez?

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