lunes, 8 de octubre de 2018

En la muerte de Montserrat Caballé


Muchas veces he escrito sobre Caballé para casi siempre elogiarla enormemente, así que nada tengo que añadir sobre esto. La considero, sin la menor duda, la mayor soprano de su tiempo. Sí quiero señalar que hay que buscar prácticamente solo en España para encontrar a quien la ponga a caer de un burro: una cualidad esta muy española, como bien sabemos. Aquí más de un crítico muy respetado -y sus seguidores- le niegan el pan y la sal. Yo he oído de sus bocas cosas como esta: "la suspenderían en una clase de canto", "es siempre (¡!) pura autocomplacencia vocal". Y alguna que otra grosería que no voy a repetir. 

Me he alegrado al leerle a Joan Matabosch cómo pone como ejemplo máximo del arte de Montserrat su Norma en Orange de 1974. Porque yo ya he escrito anteriormente algo muy parecido: esa representación es, por ella, el ejemplo supremo de lo que debe ser el bel canto, o sea la técnica canora más consumada (como Sutherland), la máxima belleza vocal (sin comparación posible), una musicalidad inconmensurable y, a la vez, inseparable, una expresividad de la más honda intensidad emocional, sincera hasta la médula y sin el menor histrionismo o exceso verista (Callas). La súplica final de la gran sacerdotisa a su padre para que tras su muerte se ocupe de sus hijos no soy capaz de escucharla sin que se me salten la lágrimas. 

En cuanto a su carácter y su sentido del humor, contaré para terminar una anécdota personal: cuando iba a cantar Norma en el Teatro de la Zarzuela le hice una entrevista para "Ritmo". Tras la primera representación, en la que soltó un grito en un comprometido agudo espetado en el dúo con Adalgisa "Oh, rimembranza... Ah! sì, fa core, abbracciami", fuimos muchos a saludarla y pedirle un autógrafo en su camerino, que tenía la puerta abierta de par en par. La cola era interminable. A mí me conocía solo de la entrevista de pocos días antes, pero cuando me vio en la cola, con 12 o 15 personas por delante, me hizo con la mano y guiñándome un ojo una pícara señal para que me acercase, saltándome la cola. Dudé, pero insistió y la obedecí, un poco avergonzado. Cuando me acerqué a ella, me cogió la mano, me acercó un oído a sus labios, y me dijo en voz baja: "¿Has visto cómo la he cagado en ese agudo? ¡¡¡Ja, ja, ja!!!" (los que hacían cola solo oyeron su conocida risa estruendosa, pero no, por supuesto, lo que me había susurrado. Y yo, claro -aunque alguien de la cola, curiosón, me lo preguntó- solo se lo revelé a los íntimos).

5 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo, Ángel. Es la soprano más importante desde que se inventó el disco. En mi opinión nadie ha cantado mejor Norma, Aída, Tosca, Mimí (Bohème), Leonora (Forza), Fiordiligi (Così) o Salomé, y no intento ser exhaustivo.

    En 1994 dos investigadores británicos, Robert Pullen y Stephen Jay-Taylor, publicaron una excelente biografía sobre Caballé, "Casta diva" junto al que RCA editó una recopilación de cuyo libretillo, escrito por los autores del libro, extraigo fragmentos del párrafo final:
    "Contemplando una carrera de casi 40 años (...) es asombroso que alguien que ha sido capaz de abarcar papeles tan arduos como Tosca, Aída y Salomé en sus primeros años (...) alcanzara luego fama internacional [en el] "bel canto", para acabar a finales de los 70 cantando papeles como Semiramide, Gioconda y Turandot (...). Pero se trata de una soprano que es capaz de cantar el momento culminante de "Vissi d'arte" - si bemol, la bemol, sol bemol agudos - como un diminuendo progresivo desde forte a pianissimo con notas extremadamente amplias, en una sola toma de aire. Esto es la absoluta maestría de un oficio y debemos reconocer que, por lo menos en lo que queda del siglo XX, no volveremos a ver (...) nada como ella".

    En mi opinión, en lo que llevamos de siglo XXI, tampoco.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Llevas toda la razón, Ignacio, en lo que dices y en la cita. ¡Cordiales saludos desde el Sur!

      Eliminar
  2. Hola, Ángel:

    Escuchando a la diva catalana en el "Mefistofele" de Boito, la mayor contribución italiana al mito de Fausto (Busoni es más bien un compositor germánico).

    Cómo la echaremos de menos.

    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De todos los papeles que he oído citar en todo lo que he leído sobre la muerte de la Caballé se han olvidado de algunos trascendentales: Elisabetta de Don Carlo, Violetta de La Traviata, Amelia de Un ballo in maschera, Gioconda, Imogene en Il Pirata, Adalgisa en Norma (con Sutherland), Liù y Turandot, Manon Lescaut, la Tosca con Sir Colin, Butterfly, La forza del destino de La Scala en dvd, su increíble Arabella pirata y varias piratadas belcantistas de Bellini o Donizetti. También está maravillosa en Poema del amor y del mar de Chausson. El recital en D.G. con Giovaninetti, el de EMI con Mackerras y los Dúos con Verrett en RCA son fabulosos. HUGO.

      Eliminar
  3. Su comentario se explica porque es un acérrimo fan suyo.
    No...no es la mejor y ella lo sabía, porque siempre decía eran Callas,Tebaldi y Sutherland, como se lo reconoció a Julia Otero en una entrevista.
    En el extranjero (EE UU u mundo anglosajón) no es que la pongan a caer de un burro, sencillamente es que consideran mejores o tan buenas a otras, como a Joan Sutherland, Leontyne Price o Sills.
    En Italia, la Scala recordó con mucho dolor la muerte de Gencer y Callas...de Caballé a penas nada...acabando su periodo scalífero mal, bruscamente, con su desastre de Bolena.
    Una soprano muy buena, buenísima si quieren, pero ya está.

    ResponderEliminar