martes, 1 de enero de 2019

Precrítica del Concierto de Año Nuevo de 2019


Hay un colaborador de Radio Clásica (¿o es un invitado?) al que le he oído decir en las ondas, ya desde octubre y en un montón de ocasiones (siempre en torno a las 9 de la mañana) que el Concierto de Año Nuevo de 2019 iba a ser antológico, insuperable. "Ya verán... hará historia", y cosas por el estilo. Me parece fuera de lugar que se hagan esas profecías en una radio pública, pero es que además esas afirmaciones son temerarias. De Christian Thielemann -al que ese señor debe de tener en un altar- poco se sabía de cómo podría desensolverse en este repertorio, y lo único que se le conocía con cierto parentesco eran unas arias y otras piezas de Franz Lehár, no precisamente muy atinadas estilísticamente. Así que, tras escuchar el concierto, me queda claro que ese señor ha desbarrado a base de bien. Porque puede que haya sido el concierto del primero de enero en Viena más flojo de los últimos tiempos. No puedo afirmarlo, porque los de su principal competidor por abajo, Franz Welser-Möst, no llegué a escucharlos enteros. Pero mientras que el director austríaco era soso, insípido y algo aburrido, aunque correcto,Thielemann ha sido, para mi gusto, algo peor que eso. 
 
Advierto que no lo he visto, pues estaba todo el rato conduciendo, solo lo he podido escuchar (en la más que buena radio de mi coche), y que tras una segunda escucha -a ser posible con imágenes- podré matizar más. Pero ya puedo adelantar, para entrar de lleno en las polémicas que ya circulan, que me gustaron bastante las piezas más marciales: la Marcha Schönfeld de Ziehrer y la Radetzky de Strauss padre son lo que más me ha gustado (se ve que al simpatizante de la extrema derecha alemana que es Thielemann le va lo militarista); en cuanto a la otra Marcha, la Egipcia de Johann hijo, no me ha parecido mal, pero para mi gusto le ha faltado algo de retranca. Es que se veía venir que este director no sobresale precisamente por su ironía, gracejo o chispa, cualidades que reclaman varias de estas piezas. Tampoco la elegancia es uno de sus fuertes. Por otro lado, ocurre que últimamente tienen a gala el alto número de novedades se ofrecen: seis en esta ocasión. El problema es que rara vez alguna de estas merece la pena ser recordada. Preferible sería acercarse al modelo del concierto dirigido (1987) por Karajan: todo el programa fueron páginas admirables. Bueno, puede incluirse alguna novedad... ¡pero seis! Esta vez, en mi opinión, ni una sola ha merecido la pena, musicalmente hablando. Bueno, ha habido algunos grandes maestros que han podido sacar petróleo de estas insulsas páginas, pero no ha sido el caso del alemán, bastante escaso de imaginación y de talento para salvar lo que es muy difícil de salvar. 

El estilo de los Strauss y compañía no se le da ni se le ha dado bien, ni mucho menos, a todos los directores importantes: Giulini, Bernstein o Solti, entre muchos otros, se abstuvieron de cultivarlo. Thielemann no parece ser tan autocrítico. Por ejemplo, el empleo del necesario rubato ha sido casi siempre un poco impostado, poco fluido y natural; ha abusado mucho, exagerado las oscilaciones del tempo -muy convenientes si se hacen con arte y sutileza-, ha tendido a la brocha gorda -sin olvidarse del otro extremo: algún instante próximo a la cursilería- y al efectismo un poco barato; en las piezas que seguramente le gustaban menos ha caído bastante en la banalidad, incluso en la vulgaridad -que también ha aparecido en momentos de páginas excelentes-. Señalaré finalmente un claro dislate cometido en un pasaje de la mejor obra del programa (Danubio azul incluido), el genial vals de Josef Armonía de las esferas: por dos veces, un instante de clarísimo clímax lo ha convertido en anticlímax, con un ilógico piano subito que ha echado por tierra la tensión que la propia música iba acumulando. Al Danubio azul, muy cuidado aunque con rubatos una vez más exagerados, forzados, le ha faltado claramente fuego y entusiasmo. Tras escucharlo, me he puesto en el coche la versión de Willi Boskovsky en el concierto de 1979 y, la verdad, deja al teutón muy atrás. Y eso que esa versión del largo tiempo concertino de la Filarmónica de Viena (¡que le suena bastante mejor!) no es que sea del otro mundo, ni siquiera la que más me gusta de las suyas. Es decir, que los resultados han estado mucho más cerca de lo que muchos nos imáginabamos (nos temíamos) -que a Thielemann no le pegaba mucho este repertorio- que de las profecías delirantes de quien prometía que iba a ser la revelación de las revelaciones. 

Puestos a criticar, también lo haré del responsable de la presentación en la retransmisión para España (Radio Clásica y TVE1), Martín Llade, que además de su cargante entonación y su imitación descarada de José Luis Pérez de Arteaga, hace demasiados juicios de valor -que deberían estar proscritos en estos casos-, y algunos bastante disparatados: pocas veces he escuchado en estos conciertos una página tan endeble como el vals Estampas del Mar del Norte, de Johann hijo, que además en esta ocasión ha estado dirigido de forma ostensiblemente desacertada (y ni siquiera tocado limpiamente). Pues bien, al terminar la pieza, Martín Llade afirmó que había sido un "bellísimo vals"... Y al final del concierto, dijo que tras escucharle esta hora y tres cuartos de música, ¡Thielemann forma ya parte del Olimpo! En fin...

32 comentarios:

  1. Cuatro comentarios muy rápidos:
    1) Demasiadas novedades: yo creo que aparte del Danubio y la Marcha Radetzky, las piezas básicas que salen cada pocos años (el Vals del Delirio, Cuentos de los bosques de Viena, Polka Trisch-Trasch, Annepolka, Vals del Emperador etc...) deben aparecer -al menos alguna de ellas-; de otro modo el Concierto se desvirtúa;
    2) Por otra parte, ni Ziehrer ni Hellmesberger son tan interesantes como la Familia Strauss (que -por algo será- es la protagonista del Concierto); si no quiere tocar tanto Strauss, que dé Caballería Ligera, o La invitación al Vals de Weber, o los patinadores de Waldteufel (será que no hay piezas)
    3) Yo más bien creo que Thielemann no ha exhibido su estilo habitual; podríamos haber esperado mucho rubato, un poco a lo Knappertsbusch - a quien Thielemann dice admirar- pero yo diría que Thielemann ha estado muy poco "thielemannesco" más bien, y en cambio muy impersonal y aséptico, sin comprometerse
    4) Demasiado recrearse en dejar a la orquesta tocar sola, como diciendo "nos conocemos tanto los músicos y yo, que no necesito marcar el compás" - yo sí he visto las imágenes-; como diciendo "voy tan sobrado que hago como Bernstein, que dirigía la Sinfonía 88 de Haydn con los ojos", pero claro, era Bernstein dirigiendo Haydn, o sea, un monstruo....
    En fin, un Concierto correcto pero nada que ver con los ditirámbicos elogios del presentador -rendido de antemano-...

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  2. Estimado y admirado Ángel, nunca he pretendido imitar a José Luis, él era inimitable. ¿Juicios de valor? La gente ve ese concierto para pasarlo bien y comenzar el año sin estar con cara de perro. No es una función de "Parsifal" ante la que persignarse como en unos ejercicios espirituales sino un concierto de valses y polkas, el "pop" de la música del XIX. Y sí, Thielemann me ha parecido soberbio, por mucho que eso evidencie mi ignorancia, que no tengo por qué ocultar. Ahora bien, si resulto cargante, eso ya no lo puedo remediar. De todos modos, no se puede gustar a todo el mundo, es científicamente imposible. Tus trabajos, en cambio, me encantan. Un abrazo y feliz año.

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    1. Muchas gracias por tu elegantísima reacción; yo no le sido en absoluto; lo siento. Lo de que imites al llorado Arteaga -que también hacía en las retransmisiones juicios de valor sobre las interpretaciones, en mi opinión también inoportunamente- no ha sido tanto mi impresión personal como que varias personas me lo han señalado: "¡cómo imita a Arteaga!", me han dicho.

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    2. Martín: lo siento, he borrado sin querer tu mensaje que querías que no publicase, y no sé cómo recuperarlo. ¿Podrías mandármelo de nuevo? En todo caso, yo ya no vivo en Madrid, sino ahora a más de 600 kilómetros de allí. Ahora bien, voy a Madrid tres o cuatro días seguidos todos los meses. Gracias

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    3. Buenos días Sr. Llade:
      Efectivamente, Vd. resulta cargante. Su incontinencia ha provocado numerosas bajas en Radio Clásica. Seguro que se le ocurre un juego de palabras o alguna banalidad. David

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  4. Hola, Ángel:

    Por cierto a Wagner le encantaban los valses de Strauss.

    Podríamos afirmar que en las últimas décadas ha habido fundamentalmente dos líneas de dirección (johann)straussiana: una mórbida y delicuescente, encarnada por Maazel, otra apolínea y viril, encarnada por Harnoncourt, ¿estás de acuerdo? ¿Cuál prefieres?

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    1. No estoy muy seguro de que esas supuestas dos líneas (creo que hay más) estén bien descritas así. Yo a Harnoncourt le describiría más bien como hiperobjetivista, tratando de desligarse de la tradición, y casi siempre -no siempre- para mal: no me suele convencer. Por el contrario, Maazel me pareció casi siempre admirable, dentro del estilo johannstraussiano a más no poder, y con la imaginación y la creatividad necesarias. Otras líneas que no son exactamente las de uno ni del otro y que me han fascinado son las de Carlos Kleiber, Karajan, Prêtre y Barenboim. Incluso las de Mehta y Muti, aunque no en todas las ocasiones.

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    2. Los valses de Strauss encantaban al menos a tres de los más grandes compositores de su tiempo: Wagner, Brahms y Bruckner. Me gustaría si también los admiraban Verdi, Dvorák o Tchaikovsky.

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    3. Pues no lo puedo certificar, pero imagino que sí. Sí sé a ciencia cierta que les encantaban a Schumann, a Stravinsky y a Schoenberg.

      Feliz año, Ángel.

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    4. ¡A Schoenberg y también a sus mayores discípulos, Alban Berg y Webern! Algo que deben desconocer los pedantes que admiran a los componentes de la Segunda Escuela de Viena y miran por encima del hombro a los Strauss de la capital austríaca.

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  5. Totalmente de acuerdo contigo...el caso es que el Lohenengrin con Betzcala que le escuché este verano en la colina verde me pareció impecable, pero a Thielemann, cuando le sacas de Wagner, donde tampoco es que sea Barenboim (como muchos de RC como el propio Reverter se encargan de recordarnos, en este caso afirmando que es superior al bonaerense, lo que hay que escuchar) es una mediocridad...saludos...

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    1. Muy de acuerdo: hasta ahora Thielemann ha destacado sobre todo en Wagner y en Richard Strauss, aunque para mí lo mejor que le he escuchado es, curiosamente, el Pelleas de Schoenberg. Sería capaz de hacer un gran Bruckner, pero le pierde cierto empeño en mostrar algún tipo o atisbo de originalidad, casi siempre para mal. Teniendo en cuenta lo que a menudo se lee sobre él, creo que está bastante sobrevalorado: ¡es casi el único director alemán actual muy conocido, aunque hay algún otro muy destacado pero casi olvidado: Claus Peter Flor! Menudo panorama: hace décadas el predominio de los grandes directores alemanes (y austríacos) era abrumador.

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  6. Para algunos será el mejor y para otros el peor.Yo lo disfruté, quizás más que algunos de los últimos años.

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    1. Podría, haciendo un esfuerzo, comprender que a algunos les haya gustado. Pero si alguno de esos afirma que "ha sido el mejor", no me lo tomaré en serio, sino como producto de serios prejuicios.

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  7. Este concierto está demasiado encorsetado y quizá ha perdido ya la espontaneidad que se aprecia en los vídeos de Boskovsky en los que se ve toda una fiesta para celebrar el día de Año Nuevo. Ayer hasta vimos en una toma a una mujer que iba indicando al público cuando aplaudir y dejar de aplaudir.
    Acabo de comprar un cd del sello Opus Kura con el Concierto de Clemens Krauss de 1954 y al comenzar "Voces de Primavera" el público irrumpe en aplausos de forma espontánea. Con Boskovsky había un percusionista que montaba un espectáculo haciendo de Bandido en el Banditen-Galop, comiendo un bocadillo y bebiendo cerveza en Feurfest, etc. A Lorin Maazel en sus conciertos he visto que hacía ciertas bromas pero con menor punto de improvisación.
    Y con Karajan y Kleiber se llegó a la cima de elegancia musical y dominio de estas partituras, a la vez que se evidenció que se perdió la oportunidad de haber visto a grandes batutas de la historia de la dirección orquestal haciendo un concierto de año nuevo, como Bernstein, que no llegó a tiempo al fallecer según he leído.
    Esto ya no es una fiesta. El año pasado Muti parece que perdonaba la vida a la Filarmónica por dirigirlo (lo deduzco de unas entrevistas leídas en las fechas de celebración del concierto).
    ¿Os imagináis a George Szell, Klemperer, Reiner, Fricsay, Böhm...? Por lo menos hay registros fonográficos con piezas de los Strauss.

    Está claro que lo de las seis piezas nuevas cada año responde a que cada disco siempre tenga bastantes novedades, aunque al final lo pagan los nuevos directores, que ven como se pasa de la emocionante obertura de El barón gitano a piezas que hacer que la tensión se pierda y cueste volver a llegar a ella.

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    1. Estoy muy de acuerdo. Yo echo mucho de menos que no lo dirigiesen Fricsay y Böhm, que grabaron piezas magníficas. Otros grandes directores seguramente no se sentirían cómodos. Pero quizá alguno al que en principio no le pega podría haber dado una grata sorpresa... ¡quién sabe!

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    2. Tengo entendido que ud le tiene una manía declarada a Thielemann. ¿Es eso verdad, ha influido en su juicio tan negativo? J.A.C.

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    3. Vamos a ver: Thielemann no me cae bien, no solo por sus ideas políticas, sino por algo más: es -según testimonios fiables- un homosexual que no quiere salir del armario; quizá porque sus correligionarios podrían abominar de él. Ahora bien, yo hago lo posible porque mis opiniones musicales no se vean influidas por la opinión personal que me merezca el músico en cuestión. Por ejemplo, Wagner era un personaje detestable, y yo admiro enormemente su música. Así que lo que ocurre con el concierto de ayer es simplemente que me ha gustado poco; ya le digo, procuro no mezclar unas cosas con otras.

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    4. Jejeje, Ángel, parafraseando a Woody Allen, habría que decir que "los músicos (los dodecafónicos, en particular) son como la mafia, sólo se matan entre ellos." Quise entrevistar a Luis de Pablo a propósito de Paco Guerrero, y se negó en redondo. Mucho ego suelto, me parece a mí.

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    5. De modo que Thielemann le cae mal por sus ideas políticas y, por si fuera poco eso, por ser homosexual y no hacerlo público. Vaya tela. A lo mejor es moreno y se tiñe también. La estupidez del comentario que nos hace usted es morrocotuda.

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    6. O sea, que a usted le parece "estúpido" que algunos personajes puedan caer bien y otros mal a alguien. Por lo que veo, usted no será estúpido si le caen igual Hitler que Gandhi. ¡Qué cosas! Le repito que intento que mi opinión sobre el músico no se vea influida por si me cae bien o mal. ¿Qué más quiere usted pedirme? ¿Que todo el mundo me caiga igual de bien o de mal?

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    7. Toma usted el rábano por las hojas. Y no hace falta que me compare a Hitler con Gandhi, que no estoy en esa bulla. Ni discuto ni hago juicio alguno sobre sus preferencias y simpatías, que con las mías tengo bastante. Sí le afeo el comentario que hace sobre la supuesta o real homosexualidad vergonzante de Thielemann, que es puro chafardeo colado de tapadillo en un blog de crítica musical. No es relevante, según mi criterio, desde ningún punto de vista y sobra. De principio supongo que estas apreciaciones extramusicales suyas no entorpecen su juicio estético y por eso le sigo asiduamente. Ni le pido que todo el mundo le caiga igual ni que deje de hacer esos comentarios, usted es el autor y este es su blog. Pero puesto que estas páginas son públicas y los comentarios permanecen activados, interpreto que no será solo para decir amén.

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    8. No sé si ha dado cuenta de que yo no suelo hablar de cosas extramusicales en este blog (a diferencia de otros blogs que conozco, en las que incluso se habla de cuestiones no ya personales, sino incluso íntimas). Pero me pareció normal contestarle a quien me preguntaba si había vapuleado el concierto de año nuevo porque Thielemann me caía mal. Expliqué por qué, y estoy en mi derecho. Si le molesta, no tiene más que dejar de leer este blog, porque estoy seguro de que a la mayoría de sus lectores no les han molestado mis explicaciones.

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    9. La airada reacción de Amadeo parece propia de alguien de ideas como las de Thieleman (ultraderechistas) y/o homófobo. Espero que no sea ni lo uno ni lo otro. Domingo.

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  8. Hoy he recogido el cd del Concierto de Año Nuevo de Clemens Krauss de 1954 (fue su útlimo concierto, puesto que murió ese año), y escuchándolo con mi mujer (ella desde una habitación contigua) hemos llegado a varias conclusiones, coincidiendo con las notas del disco.

    La atmósfera que se aprecia en la grabación es especial, y como comenté antes, se interrumpe con aplausos atronadores la interpretación de Voces de Primavera, del vals del Danubio Azul, y de la Marcha Radetzky. Pero se siente que es por la emoción al descubrir la pieza que se acaba de atacar, de modo que Krauss debe parar la orquesta y volver después al inicio. Supongo que son los primeros años del evento y el público no tenía aseguradas las interpretaciones de las dos últimas.

    En segundo lugar, hay cinco repeticiones de piezas a lo largo del concierto, y como dicen las notas del disco, no hay un exceso de aplausos a la música que obliguen a su repetición, pero nos explica que puede ser como continuación de la tradición que venía del siglo XIX de repetir algunas piezas para así hacerlas más familiares al público. Ocurre en cinco de ellas: Auf Ferienreisen, Neue pizzicato-Polka, Eljen a Magyar, Plapermäulchen y Auf der jagd.

    Esta costumbre de repetir piezas no existía en los años de Boskovsky, como tampoco fijar en disco las grabaciones, pues se repetía el director cada año, hasta que se hizo en el 20 aniversario de Boskovsky (1975) y el último 1979, algunos años de Maazel (yo tengo de 1980 a 1983), y a partir de Karajan todos.

    En total unas 15 piezas, y las 5 repeticiones, más o menos el mismo número de las que se tocan hoy, aunque sin repetir hoy en día, como tampoco se repite la atmósfera que solo he captado en este disco, los de Boskovsky en cd y vídeos, así como en el disco de Maazel de 1994, que tiene algunas piezas excepcionales y momentos muy buenos también, más la aparición del grandísimo Karajan, el elegantísimo Kleiber, y los buenos momentos puntuales que se van viviendo, pero con la falta de espontaneidad de los tiempos actuales. Tambíen tengo un cd de Knappertbusch de marzo de 1955 en Munich con la Bayerisches Staatorchester que nos muestra también un público muy entusiasta y otro director perdido para el Concierto de Año Nuevo. Y no olvidemos a Kempe que tiene un disco con Dresde del SilvesterKonzert y Barbirolli que con la Orquesta Hallé hace un disco Strauss también muy interesante.



    Nos reseña las citadas y que no se dan palmas en la Marcha Radetzky, y enlaza a lo que se hace actualmente, opinando Kotaro Yamazaki (autor del texto), que tiene una sensación de manierismo en lo que se hace en estas dos piezas actualmente y que es refrescante revivir la experiencia de como la audiencia reaccionaba hace 50 años (cd del año 2004), como en el final de Die Libelle, cuyo final es cortado por los aplausos entusiastas del público, emocionados por la experiencia del momento, pero sin romper la pieza, pues el final se aprecia perfectamente.

    Quizá otro de los males de la situación actual está en el desconocimiento cada vez mayor del público respecto del arte musical, que como en los escritos de Harnoncourt comenta de forma recurrente, es uno de los males de la sociedad actual, que va hacia atrás en este aspecto.

    En definitiva, el ambiente que debe crear el oyente tampoco parece que actualmente invite a observar esas reacciones tan palpables en este disco.

    Aquí he encontrado el enlace para poder escuchar este concierto. No tiene desperdicio.


    https://open.spotify.com/album/6jfw25ajPsWSoT9psnSS8J?si=FMwwI0u-RrK1__Rq_7XFFw


    Un saludo, y a disfrutar de la música.

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    1. Muy interesante lo que cuentas: se agradece mucho tu información. Me sumo rotundamente a lo que dices de Hans Knappertsbusch: el disco que grabó para Decca con la Filarmónica de Viena en 1957 (publ. 1958) con el Bad'ner Madl'n de Komzak, el Wiener Burger de Ziehrer, Aceleraciones, Polca Tris-tras, Polca de Ana, Polca Alegre y Cuentos de los bosques de Viena de Strauss hijo y Marcha Radetzky de Strauss padre está entre lo mejor de lo mejor que le haya escuchado nunca a este director: a veces le digo a algún amigo que es lo mejor grabó en su día, más que sus Parsifales. Lo digo en broma, pero casi podría decirlo en serio (Ángel Mayo sonrió al oírmelo decir, ¡pero no lo desmintió!).

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  9. Angel, perdona...¿estás en tu tierra?..si es así...¿has ido al festival de Úbeda y Baeza?...debe estar bien, me gustaría ir..un saludo....

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  10. No, no estoy en mi tierra, sino bastante lejos. Habrá que mirar la programación. Pero al menos las dos ciudades merecen ¡muchísimo! la pena.

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  11. Hola de nuevo, Angel..mañana la dos emite the indian queen, la producción Sellars/Currentzis de el real...voy a grabarla, aunque supongo sabes que es un añadido y corta y pega con danzas y otras cosas....puede resultar curiosa, pero temo que no me va a gustar...¿tienes referencias?...te seguirán cayendo tortas por criticar a los fascistas, están muy crecidos..la cosa va más allá de lo musical..que dios nos coja confesados con estos descerebrados, ni envejecer tranquilos nos van a dejar...

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    1. El 9 de noviembre de 2017 comenté en este blog el blu-ray con esa versión de The Indian Queen de Purcell, que, sintetizando, me pareció maravillosa. Y en lo que dices al final, sí, llevas razón, lo sé y estoy dispuesto a defenderme.

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  12. Señor Carrascosa, a su "amigo" Martín LLade le he oido esta mañana decir que la sinfonía Italiana de Mendelssohn por Heras Casado, que me parece atroz, era una maravilla. Momentos más tarde ha diho que prefiere Arvo Pärt a la música de vanguardia, que ha ridiculizado diciendo que suena ñi-ñi-ñi. ¡Es un ignorante y un atrevido, no merece estar ahí!. Si no entiende de interpretaciones, que se calle, y que se calle esa opinión suya tan despreciativa. R. C.

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