Programas de muy diversa índole
La escucho a
menudo solo 20 o 30 minutos al día, pero casi siempre me encuentro con
comentarios que me chirrían. He aquí algunos de los últimos:
“La oboísta XY:
valenciana, claro; si es oboísta tiene que ser valenciana”… Bien, ya sabemos que la región valenciana
aporta muchos, una gran mayoría de instrumentistas de viento, sobre todo de
viento madera. Pero yo le recordaría a la comentarista que decía eso que los dos
oboístas españoles actuales más reconocidos no son valencianos, sino andaluces:
Ramón Ortega Quero, primer oboe de la Sinfónica de la Radio Bávara, es
granadino, y Cristina Gómez Godoy, solista de la Staatskapelle Berlin,
es de Linares (Jaén).
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El programa de
Jesús Trujillo “La máquina del tiempo” me parece en líneas generales excelente
(pese al ruido mecánico desagradable con el que se castiga a los oyentes para
dar un salto en el tiempo: de Monteverdi a Ligeti, por ejemplo). Trujillo suele
elegir músicas admirables en interpretaciones casi siempre admirables (es de
los pocos de Radio Clásica que cuida este último aspecto). Pero… peca de mozartitis,
de la que ya he hablado aquí. Me sorprendió ya hace un par de meses cuando
habló de unas variaciones para piano de Mozart de primera época en
términos no ya elogiosos sino, como suele decirse ahora un poco tontamente, “lo
siguiente”. Por supuesto que Mozart tiene algunas maravillosas variaciones
pianísticas, pero me parece que al hablar de aquellas (K ciento y pico o
doscientos y pico, no recuerdo) exageraba una jartá (como dicen en el
lugar de nacimiento del comentarista).
Y más
recientemente, afirmaba con total contundencia que Mozart (Wolfgang Amadé suele
llamarle: parece que ahora es moda lo de Amadé en lugar de Amadeus) era el
mayor genio de la historia de la humanidad. Puesto, creo, muy difícil de
asignar. Pero es que además llegaba a esa conclusión porque el chaval de 14
años había copiado correctamente (con solo dos insignificantes errores), tras
escucharlo solo una vez, el famoso Miserere de Allegri. Entonces
sería, si acaso, una de las memorias más prodigiosas de las que tenemos noticia*.
Y es que su referido programa tiene un apartado que se dedica al jovencísimo
Mozart. Me parece bien, pero llegará un momento en que después de sacar a
colación los Bastián y Bastiana, Lucio Silla o los Mitridate
el filón se agotará. Le propongo que en ese momento establezca un apartado
similar dedicado, por ejemplo, al jovencísimo Schubert, que tampoco fue
manco ya en sus primeros años**. Otra cosa: se han programado en multitud de
ocasiones en un concierto las tres últimas Sinfonías de Mozart. Pero que yo
sepa, es la primera vez que se programan las tres últimas de Haydn: lo
va a hacer Muti con la Filarmónica de Viena (el 17 de mayo de 2026).
¡Bravo, Riccardo!
Cuando afirmaba
que Trujillo escogía con muy buen sentido sus interpretaciones, esto no ocurre siempre
con sus invitados, a los que les pide su disco favorito. El de una de esas
invitadas eran los Sextetos para cuerda de Brahms por el Cuarteto
Amadeus, versiones creo que nada excepcionales (gangosillas, lloronas:
anticuadas). Pero claro, esa persona escuchó en su juventud esa grabación y por
lo que quedó fascinada fue por la música. Pero es evidente que no conoce las interpretaciones
con Menuhin, Gendron y compañía…
En cuanto a
“Clásicos populares”, el programa de los concursos banales, es casi “clásicos
populacheros”. Una de las pruebas en las que consiste me parece demencial:
averiguar lo que suena reproducido a bastante velocidad y hacia atrás. Algunas
piezas que he escuchado (solo suenan, menos mal, 20 o 30 segundos) podía uno
imaginar qué eran, pero escuché hace poco una, original para piano, en la que,
sonando al revés, ni siquiera era reconocible el instrumento.
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El 17 de diciembre
pillé en el coche, recién comenzada, la Danza árabe (El café) del
Cascanueces de Tchaikovsky; enseguida me dije: ¡qué mala follá
(¡perdón!) tiene esta versión! Vino a continuación la Danza china (El
té), también sosa, horterilla y no muy bien tocada, que además fue
interrumpida a la mitad dos veces por aplausos. Supuse, como es lógico, que
sería una grabación bailada tomada en público. ¿Quién resultó ser el tan vulgar
director musical? Pues sí: era el gran protegido de Vladimir Putin: Valery
Gergiev, con su Orquesta del Kirov de San Petersburgo. No hay como escuchar
algo sin conocer sus intérpretes para confirmar los gustos que uno tiene. Y se
constata, una vez más, que Amaya Prieto escoge las versiones al tuntún. Sí, porque
a continuación emitió los dos movimientos finales del Concierto triple
de Beethoven por Mutter, Yo-Yo Ma y Barenboim, nada menos.
*¿Es menos meritorio saberse de memoria, para tocarlas o dirigirlas sin partitura, y desde hace un montón de años, las 32 Sonatas de Beethoven, sus 9 Sinfonías, las 4 de Schumann y de Brahms, las de Bruckner o Tristán e Isolda? Ya sabéis de quién os hablo…
**Pese a vivir cuatro años menos que Mozart, debemos a Schubert una serie de composiciones que -al margen de las cuatro grandes óperas del salzburgués- no son de importancia menor (no hace falta recordarlas aquí, espero).
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