jueves, 11 de noviembre de 2021

Beethoven, Schubert, Schumann y Brahms con Barenboim

 

Daniel Barenboim y la Staatskapelle Berlin en Ibermúsica

Barenboim acaba de revisitar Madrid, Ibermúsica, con “su” Staatskapelle, al frente de la cual lleva 29 años, y a la que ha convertido en una de las mejores formaciones orquestales de Europa. Todo el mundo acepta ya que este es mérito suyo: mucho, muchísimo para un “pianista metido a director”, en expresión de un conocido crítico español al que le ha costado décadas apearse -y no lo ha hecho del todo- de una “profecía” suya delirante… (junto a algunas más, también truncadas, con las que nos “obsequió”). Es una orquesta en principio de ópera (la Staatsoper Berlin, Unter den Linden) muy trillada en conciertos sinfónicos, de características muy alemanas: se puede parecer bastante a la Filarmónica de la capital germana, pero su sonido es seguramente más cálido. Y, por lo general, más transparente.

Barenboim ha traído para los dos programas cuatro sinfonías del XIX con las que lleva conviviendo un montón de años; tres de ellas son obras no ya maestras sino capitales, y la otra (la Primera, la “Primavera” de Schumann), una partitura juvenil muy hermosa de un compositor romántico que llegaría a ser un sinfonista muy sólido, sin dejar de ser muy personal.

Schubert y Beethoven

El primer concierto (lunes, 8) ha sido uno de los mejores de toda mi vida (y he escuchado en directo a Bernstein -solo, ay, una vez-, a Böhm, Karajan, Giulini, Solti, Celibidache y tantos otros más recientes). La Sinfonía “Inacabada” de Schubert (la 8ª, a veces numerada como 7ª) se la he escuchado varias veces a Barenboim y nunca me había satisfecho plenamente (tampoco en sus grabaciones). Esta vez, sí, rotundamente: acertó a equilibrar y armonizar el dramatismo, la tragedia, el dolor (sin recurrir al grito: algo frecuente y muy propio de Schubert) con la suprema belleza consoladora, de modo milagroso (así es la obra: un milagro), como muy pocos directores, ni siquiera todos los más grandes, han logrado. Una sabiduría, una sensibilidad y una espiritualidad llevadas al límite de lo humano.

Sí han sido gloriosas todas las “Heroicas” que le había escuchado, en concierto y en disco; pero la de esta vez ha sido acaso la más admirable de todas, gracias quizá al movimiento final más extraordinario que recuerdo. Por cierto, la peroración de las trompas en la sección fugada de la Marcha Fúnebre a que me refería en la entrada precedente (texto escrito antes de este concierto) fue de una potencia expresiva y de una elevación sobrehumana que alcanzaron en intensidad a la versión de Otto Klemperer, que yo ponía como ejemplo supremo. La aplastante lógica de todas las decisiones adoptadas por Barenboim en su construcción y su discurso son solo posibles gracias a un conocimiento profundo, único, de esta música soberana. Ni por asomo existe en nuestros días un director capaz de semejante proeza. Es de justicia resaltar la maravillosa intervención en ambas sinfonías de la joven oboísta de Linares Cristina Gómez Godoy (a la que, el día siguiente, en los camerinos, presencié cómo Barenboim le decía algo así: “siempre tocas maravillosamente, pero ayer fue algo muy especial”). ¡Vaya si lo fue!

Hace poco, un amigo muy melómano al que le dije que me desplazaba a Madrid para -entre otras cosas- asistir a estos conciertos me comentaba que no le atraía demasiado este programa, pues ya le había escuchado esas obras en más de una ocasión a este director. Muy al contrario, para mí, el placer estético y la experiencia emocional de escuchar dos de las creaciones que más admiro de toda la historia de la música, en interpretaciones tan excelsas, no tienen precio, no las puedo comparar a ningún otro disfrute.

Schumann y Brahms

La Primera Sinfonía de Schumann (día 9) me llamó la atención, entre otros muchos aciertos, por la nitidez polifónica, reveladora, que extrajo la batuta de una escritura de orquestación no tan sabia como las de Beethoven, Schubert o Brahms. El “mágico” comienzo de la Cuarta Sinfonía de este último, surgiendo muy poco a poco como de la nada (como Furtwängler ha sabido hacer) hacía augurar un “Allegro non troppo” magistral; sin embargo, algo hubo (que no acierto a explicar) que no terminó de redondear, en mi opinión. La magníficamente planteada coda del mismo se desvaneció un tanto en el último acorde, en un regulador dinámico levemente descendente. 

El “Andante moderato” fue absolutamente sensacional, sin duda el mejor que le recuerdo a Barenboim. Nada de particular el “Allegro giocoso”, y formidable el “Allegro energico e passionato” conclusivo, expuesto y enhebrado con un derroche de sabiduría y alta temperatura expresiva. Conmovedor solo de flauta a cargo de Claudia Stein (justo es también citar al clarinetista Matthias Glander). La coda fue, como en mi opinión debe ser, furibunda y rabiosa, y no, como tantas veces, grandiosa y hasta grandilocuente. Al concluir ambos conciertos, el triunfo fue de los que solo se ven de tarde en tarde.  

8 comentarios:

  1. He leído varias críticas a los recientes conciertos de Barenboim en Madrid y parece que todo el mundo está, por fin, de acuerdo en la grandeza musical de este hombre.
    También me ha llamado la atención la unanimidad con la que se admite la enorme talla de la Orquesta.
    Lo que me ha "chocado" es lo que dice Luis Gago de que el primer movimiento de la Sinfonía "Eroica" no estuvo del todo bien. ¡Qué raro!...
    Pablo Ruiz P.

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    1. Yo estuve atentísimo sin cesar, y pondría la mano en el fuego en que no hubo pérdida de tensión en el primer mov. de la Heroica. La explicación más probable es que Gago no estuviese en el mejor momento o situación al escucharlo; son cosas que pueden pasar, y nos pasan a todos. Yo no descarto que mi leve reparo al primer mov. de la Cuarta de Brahms fuese culpa mía (¿?)

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  2. Ángel, sabe si dentro de la gira de Barenboim (leí en El País que se trataba de una gira, si no recuerdo mal) algún concierto podrá verse en streaming?

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    1. Sí, es una gira que continúa en varias ciudades. No me pega que se retransmita alguno de esos conciertos, pero podría ser... Mira, si te parece, en su página (Daniel Barenboim official site), a lo mejor da alguna pista.

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  3. Lo de Barenboim es para quitarse el sombrero; uno de los mejores pianistas de todos los tiempos y director notable. Una auténtica "rara Avis" del mundo musical que nos toca vivir. Muchos grandes instrumentistas metidos a director abandonan su instrumento, ( Bruggen, Harnoncourt,etc) para dedicarse en exclusiva a las prerrogativas de la dirección. Sin embargo, mantenerse durante tanto tiempo, con este nivel de excelencia en ambas disciplinas, está al alcance de muy pocos!. El tiempo acabará por poner en su sitio a este gran músico sino lo a hecho ya.

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    1. ¿Director notable? En los últimos años ha llegado a ser tan gran director como pianista, en mi opinión (y no solo en la mía, claro).

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  4. Discúlpeme Don Ángel, quería expresar notable; como notabilisimo y excelente director. Barenboim es posiblemente junto a Rattle el mejor director en activo actualmente. Ahora bien, colocarlo en la cima absoluta de la dirección orquestal de todos los tiempos junto a Furtwangler, Klemperer, kleiber o Bohm, me parece precipitado e incluso innecesario, teniendo en cuenta además que Daniel Barenboim no ha dicho su última palabra como director.

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    1. No tiene que pedir disculpas. Pero opino que hay cierto vértigo a equiparar a grandes artistas vivos con otros indiscutidos del pasado. A veces ha ocurrido que basta con que mueran para que suban un gran peldaño en la consideración general.
      De nadie vivo podemos asegurar que haya dicho su última palabra. Pero en el caso de Barenboim, cuya carrera procuro seguir de cerca (casi siempre en realidad "a distancia física") le puedo asegurar que es tal la cantidad de interpretaciones (palabra que él detesta, por cierto, en mi opinión indebidamente) verdaderamente extraordinarias dirigiendo, en repertorios muy diversos, realizadas por él desde que comenzó el siglo XXI, que no estoy muy seguro de que esté por debajo de nombres más indiscutidos del pasado.

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