viernes, 1 de septiembre de 2023

El Concierto para oboe de Richard Strauss

 

RICHARD STRAUSS: Concierto para oboe en Re mayor, AV144 (1945, rev. 1948)

 

Las últimas composiciones orquestales de Richard Strauss, las de entre 1935 y 1946, fueron en una ocasión descritas irónicamente por el propio músico como “ejercicios para la muñeca de mi mano […], trabajos de taller para que mi muñeca derecha, que ya apenas dirige orquestas, no se anquilose definitivamente”. Sin embargo, se inscriben entre esas composiciones títulos como Metamorfosis, el Segundo Concierto para trompa, el Dúo-Concertino para clarinete y fagot y este Concierto para oboe, no muy conocidos por el público melómano, pero de enorme valor musical: todos ellos tienen en común la aparente sencillez y economía de medios o, en cualquier caso, la renuncia expresa a toda opulencia orquestal -en un compositor que había llegado más lejos que nadie en esa característica-. En esos años finales se repliega a un conjunto siempre reducido, renunciando a las amplitudes, a todo rastro de retórica, de grandilocuencia o de pretensiones. Lo primero que Strauss compuso en su retiro o exilio suizo en Baden, el año 1945, fue el Concierto de oboe, a sugerencia del entonces joven primer oboe de la Orquesta de Filadelfia, John de Lancie (1921-2002), que se hallaba movilizado en Centroeuropa. Este distinguido instrumentista californiano lo ha contado así: “Durante una de mis visitas a Strauss, le pregunté si, en vista de los numerosos y bellos solos para oboe presentes en casi todas sus obras, nunca había considerado la posibilidad de escribir un concierto para oboe. Contestó que no, y no volvió a haber más conversaciones sobre este asunto. Luego Strauss le diría a un músico amigo mío que que la idea le había prendido tras aquella observación mía”.

La obra se articula en los tres movimientos habituales, pero como están encadenados y aparecen en ellos temas y motivos comunes, la forma se aproxima a la del Konzertstück (pieza de concierto), aunque de duración -unos 25 minutos- algo mayor de la habitual en este tipo de composiciones. El Concierto comienza, casi imperceptiblemente, con una especie de mordente de cuatro notas en la cuerda grave: motivo del que se extraerá buena parte del material de toda la partitura. La primera frase del oboe consta de 56 compases sin pausa: un anticipo de las dificultades con las que se habrá de enfrentar el instrumentista, al que sin embargo apenas se le pone a prueba en escalas veloces. Este “Allegro moderato” inicial, en forma de sonata, es pródigo en diálogos, de intimismo camerístico, del oboe con la flauta y el clarinete, haciendo pensar en un Mozart un siglo y medio posterior. Se insiste a menudo en lo que de retorno a Mozart, su compositor predilecto, tienen estas últimas partituras concertantes de Strauss, lo que es verdad solo en cierto sentido, pues esta sencillez esconde pero revela una anterior complejidad sin la cual ella no habría sido posible.

Casi inadvertidamente empieza el movimiento lento, un “Andante” a modo de larga aria cantada sin respiros por el oboe, del que Strauss sabe extraer multitud de posibilidades tímbricas y melódicas: es como una elegía de carácter otoñal y cuyo material procede, más o menos encubiertamente, casi por completo del movimiento anterior. Contiene alguna reminiscencia de su ópera postrera, Capriccio (1942) y tiene puntos en común con los maravillosos Cuatro Últimos Lieder (1948). Tras una breve cadenza, irrumpe el final, más o menos un rondó, que mira aún más abiertamente al Clasicismo; se abre con un tema de profunda y luminosa alegría, fresca, sincera y a primera vista sorprendente en un compositor octogenario. A esta sección, “Vivace”, y tras una cadencia que hace pensar que se llega a la coda, sigue inesperadamente otro episodio, “Allegro”, de un aire que transfigura el recuerdo del Barroco, que enlaza, ahora sí, con la coda, en un aire de animado y brillante vals, concluyendo la obra con el motivo inicial invertido.

El estreno tuvo lugar en Zúrich el 26 de febrero de 1946 por Marcel Saillet y la Orquesta Tonhalle dirigida por Volkmar Andreae. La orquestación no incluye oboe, sino corno inglés, así como parejas de flautas, clarinetes, fagotes y trompas, además de la cuerda. El Concierto, de ambiente predominantemente otoñal y melancólico pese a su alegre conclusión, debió de ser muy entrañable para el compositor, que incluyó en él, muy sutilmente disimuladas, citas de algunas de sus obras más queridas: Till Eulenspiegel, Don Quijote, la Sinfonía Doméstica y Ariadne auf Naxos. No solo es probablemente el más bello de los conciertos de Strauss, sino además el mejor concierto de oboe del siglo XX, o tal vez de cualquier siglo. 


DISCOGRAFÍA

RICHARD STRAUSS: Concierto para oboe en Re mayor, AV144 (1945, rev. 1948)

1948 Testament  Leon Goossens/OPhilharmonia/A.Galliera  7’59+7’46+6’56   6/5

1953 Urania        Erich Ertel/OSinfRBerlín/Arthur Rother      9’16+7’45+7’06   6/4

1964 CCC            H.-W.Wätzig/OSinfRBerlín/Heinz Rögner  9’20+9’36+8’48   7/7

1971 Philips        Holliger/ONewPhilharmonia/De Waart        8’21+9’51+8’07   8,5/8

1974 DG              Lothar Koch/OFilBerlín/Karajan                  8’43+8’42+7’31  7,5/8

1976 EMI            Manfred Clement/StaatskDresde/Kempe     8’41+8’02+7’22   5/7

1977 Sony           Neil Black/EnglishChamberOrch/Barenboim      8’32+8’20+7’33   9,5/8

1984 MMG         Holliger/OSinfCincinnati/Gielen                  8’02+7’53+8’17   9/7

1987 Capriccio   Lajos Lencsés/OSinfRStuttgart/Marriner     8’33+8’41+8’00   6/8

1987 ASV            Douglas Boyd/OCámEuropa/Berglund        8’12+8’55+7’19   7/8

1989 Virgin         Ray Still/AcademyLondon/Richard Stamp  7’46+8’43+7’50   8,5/8

1989 DG              H.J.Schellenberger/OFilBerlín/Levine         8’36+9’46+7’54   7,5/8

1989 Claves        Ingo Goritzki/OCámLausana/Aeschbacher  8’24+8’09+7’41   7,5/8

1990 Bis              Alf Nilsson/SinfoniettaEstocolmo/N.Järvi   8’36+8’17+7’57   7/7

1991 RCA           John de Lancie/OSinfLondres/Max Wilcox 8’29+8’50+7’24   8/8

1992 ¿?                Robin Canter/OSinfLondres/James Judd      8’33+8’36+7’37   7/7

1993 Decca         Gordon Hunt/OSinfRBerlín/Ashkenazy       8’31+8’52+7’39   8/8,5     

1996 Philips        Holliger/OCámEuropa/Holliger                    8’29+9’26+7’44   10/9      

1996 EMI            Richard Woodhams/OFiladelfia/Sawallisch 8’40+8’25+7’34 8,5/9

1997 DG              Martin Gabriel/OFilViena/Previn                  8’12+8’30+7’13 8/9,5

2001 Teldec         Alex Klein/OSinfChicago/Barenboim          9’21+9’26+7’26 10/10

2002 ArteNova   Simon Fuchs/OTonhalleZúrich/Zinman       8’26+8’40+7’28   7,5/8

2009 Oehms        Stefan Schilli/OSinfRadioBávara/Jansons   8’18+8’25+7’40   8/8

2010 Sony           François Leleux/OSinfRadioSueca/Harding 8’28+8’52+7’30   7/8,5

2017 Bis              A.Ogrintchouk/OConcertgebouw/Nelsons   8’28+9’24+7’31   9/8

2019 DG              Albrecht Meyer/OSinfBamberg/J.Hrusa      9’04+8’38+8’08   9,5/9,5

2022 Warner       C.Gómez Godoy/OW-EDivan/Barenboim   8’58+8’46+8’06   10/10

 

5 comentarios:

  1. Schellenberger, al que tuve el placer de conocer veneraba a Holliger y decia que era un genio del Oboe. Comparto ese 10 con la camara de Europa y agradezco las dos ultimas reseñas que desconocia y ciertamente son magnificas. Sorprendente Hrusa. Y estupendo el Mozart que acompaña el Strauss de Rico Godoy/Barenboim

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    1. Cristina Gómez (no Rico) Godoy, la oboísta de Linares que asombró desde que era una cría en la Orquesta del Diván y que hoy está en la Staatskapelle Berlin.

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    2. Ah, y por supuesto que Heinz Holliger ha sido el mayor oboísta conocido desde que hay discos. Aparte de un interesante compositor y director.

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  2. Al cobarde anónimo que cada vez que puntúo muy alto a Barenboim me envía un mensaje de desprecio: le publicaré un comentario suyo en el que me razone por qué le parece excesiva mi calificación. (Pero claro, me temo que es pedirle mucho a su intenso odio y escasa inteligencia...)

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  3. Sin duda Schellenberger y Holliger son de lo mejorcito en el mundo del oboe, aunque con notables diferencias. Distintas escuelas ; Holliger proviene de la escuela francesa y Schellenberger de la alemana. Sus trayectorias están muy diferenciadas en tanto que uno fue concertista y el otro estuvo más integrado en grandes orquestas. Además poseen un sonido muy diferente. El sonido del oboe es muy personal, no existen dos oboistas con el mismo sonido. Decir que Holliger además de tocar con Maurice Bourgue lo hizo con Schellenberger. A finales de los setenta principios de los ochenta cuando nuestros protagonistas estaban en la cima de su carrera, otro oboista, Han de Vries, comenzó a grabar Bach, Telemann o Vivaldi utilizando oboe moderno y barroco, con orquestas modernas y con instrumentos originales. Precisamente en una época donde mostrar un oboe barroco en un conservatorio era poco más o menos que introducir el diablo en las aulas.

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