martes, 19 de septiembre de 2023

Nuevos discos: Elgar y Britten; Schumann y Brahms; Florence Price y William Dawson; Bach por Justin Taylor

 

Otro joven director con muy buenas trazas

Alessandro Crudele, director italiano bastante joven aún al que no conocía, firma al frente de una soberbia Orquesta Philharmonia una estupenda, sugerente y muy sentida versión de los maravillosos Cuatro interludios marinos de Peter Grimes de Britten, en curioso acoplamiento con el magno y tan comprometido Concierto para violín de Elgar, el más extenso de los importantes de su género. El solista es Michael Barenboim, el violinista de su generación (n. 1985) que más difíciles charcos ha pisado: Conciertos de Beethoven (sí, dificilísimo musicalmente hablando), Berg o Schoenberg, la Sonata para violín solo de Bartók, composiciones de estricta vanguardia (Berio, Boulez, Sciarrino, Widmann)… El enfoque con que abordan el Elgar, menos fulgurante que de ordinario (Chung/Solti; Perlman/Rohzdestvensky y Barenboim; Takezawa, Znaider o Hilary Hahn: los tres con Colin Davis), es sin embargo más intimista y doliente (más en la línea, así, de Menuhin/Boult, Ida Haendel/Boult o de Zukerman/Barenboim). Un disco del sello Linn estupendamente bien grabado.

Hélène Grimaud vuelve a dos de sus autores favoritos, Schumann y Brahms, en un CD de la etiqueta DG titulado “For Clara”. Espléndida interpretación de la Kreisleriana, con algún momento (No. 7, “Sehr rasch”) quizá casi descontrolado -cualidad, sin embargo, muy schumanniana, músico proclive a los excesos temperamentales-. Admirables de todo punto los 3 Intermedios op. 117 de Brahms (que ya había grabado en 1996 para Erato); si ya eran hace más de un cuarto de siglo ejemplares, ahora revelan mayor poso introspectivo aún. El programa se completa con los 9 Lieder und Gesänge op. 32 del mismo autor, con Grimaud como magnífica “acompañante” (mucho más que eso, claro) del barítono Konstantin Krimmel (Ulm, 1993), un cantante de irreprochable línea e impecable estilo, al que quizá sea pronto para pedirle la variedad de expresión que lograba Fischer-Dieskau.

Yannick Nézet-Séguin prosigue su labor en pro de música estadounidense prácticamente olvidada. Vuelve en este CD de DG a la compositora negra Florence Price con su Cuarta Sinfonía, una amplia composición (34’) de 1945 en cuatro movimientos muy injustamente postergada. Si acaso se le puede achacar una posible falta de unidad: el extenso primer movimiento posee un carácter sinfónico, mientras los tres restantes son más folklóricos o pintorescos (el 2º, “Andante cantabile”, comparte la melodía del “Largo” de la Sinfonía del Nuevo Mundo que ha acabado popularizándose en la canción Going home). Y comparte disco la Negro Folk Symphony (1934) del también negro William Dawson (1899-1990), estrenada en su día por Leopold Stokowski y aquí registrada en público. Este tan controvertido director, pero que tanto hizo por dar a conocer obras nuevas, la grabó por primera vez en 1963, tras una revisión realizada por el propio autor. La obra, en tres tiempos y que dura en total unos 35’, se basa al parecer en diversos espirituales negros. Es de vocación más popular, siendo quizá menos valiosa que la otra partitura del disco. En todo caso, las interpretaciones parecen (no conozco otras) de verdadero lujo, con una sensacional Orquesta de Filadelfia.

Otro interesante disco recién aparecido es el titulado “Bach & l’Italie”, del sello Alpha e interpretado por el joven clavecinista Justin Taylor. Contiene la Fantasía cromática (absurdamente sin la fuga), el Concierto italiano, BWV 971, la Toccata BWV 914, los Conciertos (sin orquesta) BWV 972, 974 y 978, así como pequeñas piezas, cadenzas, etc. Es un instrumentista técnicamente dotado, vehemente y apasionado que insufla a menudo a estas piezas un aire pocas veces asociado a este repertorio, pero que puede sentarle muy bien. También es capaz de cantar con delectación (“Andante” del BWV 971). Un músico a seguir. Encuentro la toma de sonido un poco descarnada. Para el clave solo, prefiero una cierta distancia de los micrófonos, y menos volumen en los discos.

6 comentarios:

  1. De Stokowski hay una anécdota curiosa.
    Siempre quiso quedarse en Nueva York, pero acabó dejando la orquesta en la primera mitad de los 50 cuando eligieron a Mitropoulos como titular. El caso es que Stokowski pasó a ser titular a mediados de los 50 de la Sinfónica de Houston. Supongo que había financiadores entusiastas allí. Programó un El Amor Brujo con Shirley Verrett, que era negra. Al parecer hubo protestas y los gerentes de la orquesta decidieron vetar a Verrett. Stokowski mandó a hacer puñetas a la orquesta y se fue con la música a otra parte. Al poco fue invitado a Filadelfia, donde programó El Amor Brujo, y por supuesto, con Shirley Verrett. Está grabada, creo recordar que por CBS (Verret pronuncia fatal y Stokowski va demasiado rápido, pero bueno). El sofisticado londinense cosmopolita no tragaba con el racismo y otras tonterías.

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    1. Sí, Stokowski era todo un personaje.
      Y la lista de estrenos que tuvo a su cargo es impresionante: Integrales, Américas y Arcana de Varèse, la Cuarta Sinfonía de Ives, el Cuarto Concierto, la Rapsodia Paganini y la Tercera Sinfonía de Rachmaninov, el Concierto para violín de Schoenberg, Cuatro Poemas de H.W.Henze, la Sinfonía Elegíaca de Panufnik...

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    2. Tiene una grabación tardía de la Tercera de Rachmaninov (EMI), que le dedicó una obra.
      Hay que entender un poco las circunstancias de la época. En Estados Unidos las orquestas son privadas, financiadas por las señoras de los millonarios, con un gusto muy conservador. Stokowski se las arreglaba muy bien seduciéndolas, parece. El caso es que era un músico muy curioso e inquieto. El desarrollo de las modernas técnicas de grabación, empezando por el estéreo, tienen mucho que ver con él. El tema de las obras musicales contemporáneas (le iba lo más novedoso y difícil), era difícil de tragar en orquestas sin la pericia de las actuales, y que debían financiarse con las entradas (el déficit lo cubrían las señoronas del Consejo de Administración). Con todo, se las arregló para estrenar obras que incluso hoy serían difíciles de programar. Asistió al estreno de la Octava de Mahler, y él mismo la estrenó en Estados Unidos, por ejemplo. Para hacer lo que le daba la gana se ayudó de la autopromoción y de un culto a la imagen que después copió Karajan.
      Trató de mantener la Orquesta de la NBC (Symphony of the Air), y fundó la American Symphony. No paró de moverse, y tenía un repertorio de lo más diverso, donde quizás la música contemporánea (de entonces) era la mayor parte, un caso muy poco frecuente. Salvo sus años en Filadelfia, sólo conoció la tranquilidad a su vuelta a Inglaterra. Celibidache o Klemperer tenían muy buena opinión de él como director, por cierto.

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    3. Recuerdo la frase de Celibidache en relación a Stokowski, Ormandy y la Orquesta de Filadelfia. Algo así "... Cómo han podido mantener a un subnormal durante 40 años con el genio que tenían antes dirigiendo la orquesta..".
      Celibidache, genio y figura.

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    4. Efectivamente, Celibidache lo consideraba un genio de la dirección. La anecdota tuvo lugar durante los (interminables) ensayos que exigió para preparar su mítico concierto con la orquesta de alumnos del Curtis Institute de Filadelfia.
      Hablando del sistema profesional-sindical del negocio musical en Estados Unidos -que despreciaba y consideraba corrupto- les ponía a los chavales el ejemplo de la orquesta de la ciudad, que había consentido en cambiar "a un genio (Stokowski) por un tonto (Ormandy)" y además mantenerlo durante 40 años.
      Celi era tremendo, y es bien sabido.
      Stokie era un genio, pero Ormandy, que no lo era, fue un director extraordinariamente capaz, y hay colección de anecdotas de su talento natural (ensayos de memoria, y corrigiendo errores sobre la marcha con una obra de estreno, en la que se disponía de las partes orquestales, pero no de la partitura general, por ejemplo).

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  2. Justin Taylor es un músico maravilloso. Esta temporada lo hemos tenido junto a otro enorme músico llamado Theotime Langlois de Swarte en la temporada de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria. Ambos fueron los fundadores de Le Consort.

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