La publicación se completa con los Opp. 116-119
Del Brahms de Christian Thielemann ya sabíamos algo, y
no siempre muy bueno: un Requiem alemán destacado, un ciclo de Sinfonías
desigual y en conjunto decepcionante -hablamos de que algunos críticos lo
tienen por el más directo sucesor de Furtwängler (¡!) ¡y de Karajan al mismo
tiempo!-, un Primer Concierto con Pollini bastante flojo y uno de
violín -con Batiashvili- desastroso. Ahora estos dos Conciertos, con
la Filarmónica de Viena (Sony), dan abundantes paletadas de cal y no menos de
arena.
Recuerdo aquí las que para mí son las versiones grabadas
más importantes:
Concierto 1
1961 EMI Arrau/OPhilharmonia/Giulini 23’30+15’06+12’55
1968 EMI Barenboim/ONewPhilharmonia/Barbirolli 23’32+15’44+12’50
1972 DG Gilels/OFilBerlín/Jochum 24’15+14’49+12’39
1984 DG Zimerman/OFilViena/Bernstein 24’35+16’28+13’00
*1990 EuroA Barenboim/OFilMúnich/Celibidache 24’19+14’24+12’42
*2004 EuroA Barenboim/OFilBerlín/Rattle 23’33+14’57+12’31
2013 DG Grimaud/OSinfRadioBávara/Nelsons 23’51+14’23+11’55
2015 DG Barenboim/StaatskapelleBerlin/Dudamel 23’24+14’25+12’53
2024 Sony Igor Levit/OFilViena/Thielemann 21’52+13’47+12’05
Concierto 2
1968 EMI Barenboim/ONewPhilharmonia/Barbirolli 19’27+9’24+13’01+9’27
1972 DG Gilels/OFilBerlín/Jochum 18’22+9’31+14’04+9’47
1977 CSO Barenboim/OSinfChicago/Giulini 18’17+9’14+12’59+9’38
1984 DG Zimerman/OFilViena/Bernstein 18’14+9’15+14’30+9’02
*1990 EuroA Barenboim/OFilMúnich/Celibidache 19’31+9’43+12’18+9’57
2013 DG Grimaud/OFilViena/Nelsons 18’52+9’31+12’02+9’32
2015 DG Barenboim/StaatskapelleBerlin/Dudamel 18’41+9’46+12’31+9’33
2024 Sony Igor Levit/OFilViena/Thielemann 16’54+9’25+12’42+8’56
El Primer Concierto
es bastante más movidito, sobre todo en el primer movimiento (Maestoso),
que cualquiera de los “grandes”. El final del primer tutti introductorio
-en el que no siempre se perciben bien todas las voces orquestales- justo antes
de la entrada del piano, suena aquí casi jubiloso, lo cual es sumamente extraño
y, creo, inadecuado. A la entrada del piano le falta aplomo, introspección, en
un fraseo un poco lineal. Luego se dan momentos muy buenos, también en el
piano, aun sin llegar a la plena excelencia. Mejor el Adagio, también un
poco apresurado, si bien en la agitada sección central hay un cierto
emborronamiento en la ejecución del solista. Y el Allegro non troppo
final -música más distendida, por supuesto- se bordea ocasionalmente la
frivolidad. La pequeña fuga orquestal no me suena, ni mucho menos, a Brahms, y la
coda resulta un poco precipitada. También este movimiento es en conjunto algo
más rápido de lo habitual y conveniente.
Lo peor del álbum -junto
a las piezas Op. 116/1 y 7, 117/3 o 119/2- me ha parecido el
primer movimiento del Segundo Concierto, sobre todo por el solista:
desde el comienzo mismo se resta tensión a este episodio, que la atesora en
grado sumo. El apresuramiento, el pasar de largo por frases cargadas de
significado, e incluso el entregarse a un virtuosismo vacuo descafeinan en alto
grado esta página magnífica, que en ocasiones suena no ya distendida sino hasta
un tanto lúdica. También el Allegro appassionato, pieza de altísima
tensión, la ve bastante rebajada. Estoy completamente de acuerdo con el ilustre
musicógrafo que afirmaba que este segundo movimiento es una auténtica “danza
macabra”, negra, negra, no como la divertida de Saint-Saëns. Sin embargo, no
tengo el menor reproche que hacerle al Andante – Più adagio, con un
admirable violonchelo solista (anónimo). El Allegretto grazioso
conclusivo también bordea en algunos instantes lo banal.
En las maravillosas Piezas
para piano de última época (Opp. 116-119) también encuentro
considerables altibajos: de las espléndidas Op. 116/4 y 117/1 a
las decepcionantes citadas más arriba. En los discos con estas páginas es
normal que haya ciertas desigualdades en un mismo pianista (Katchen, Gilels,
Lupu, Biret, Achúcarro, Colom, Leonskaja…; Kissin en la Op. 116 y
Volodos en la 118 son de diez), pero creo que en este caso estos
altibajos se acentúan. En general, Levit no “suena” muy específicamente a
Brahms, ese compositor de sonido tan característico. Un detalle un tanto
extraño: entre las dos primeras piezas de la Op. 119 se ha insertado el
conocido Vals 15 de la Op. 39. Ahí queda muy raro, para mi gusto.
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