Hace unos días hablábamos en este blog de directores
jóvenes con, aparentemente, un futuro más que halagüeño. Haciendo memoria, he
recordado los nombres de algunos de ellos. Considero jóvenes a quienes
no hayan cumplido los 50 años de edad, ya que no es como los instrumentistas,
que solo lo serían si tuvieran no más de 35, poco más o menos. Pues los
directores suelen necesitar más tiempo para hacerse con la difícil técnica de
la batuta y una madurez interpretativa*. He aquí mi lista provisional, por
orden decreciente de edad. Que me gustaría que completáseis los lectores que lo
consideréis conveniente, porque seguro que no me he acordado de algunos que
merecen también estar. Por supuesto, hay entre ellos algunos nombres
ya completamente consagrados:
Daniel Harding (1975), Alain Altinoglu (1975), Yannick Nézet-Séguin (1975),
Juraj Valcuha (1976), Pablo Heras-Casado (1977), Andrés Orozco Estrada (1977), Andris
Nelsons (1978), Rafael Payare (1980), Gustavo Dudamel (1981), Jakub Hrusa (1981), Krzysztof Urbansky (1982), Giacomo
Sagripanti (1982), Robin Ticciati (1983), Santtu Matias Rouvali (1985), Joshua
Weilerstein (1987), Lahav Shani (1989), Lorenzo Viotti (1990), Thomas Guggeis
(1993), Klaus Mäkelä (1996), Talmo Peltokoski (2000).
Y también directoras: Shi-Yeon Sung (1975), Alondra de
la Parra (1980), Eun Sun Kim (1980), Nazanin Aghakhani (1980), Joana Mallwitz
(1986), Mirga Grazinyte-Tyla (1986).
Y, por cierto, ya que entre los directores de 35 años o menos hay, creo, solo uno -Klaus Mäkelä- que ha alcanzado ya hoy una gran reputación (basada, me parece, ante todo, en una eficaz campaña publicitaria de marketing), debo decir que, por lo que les he escuchado a este y a otro, Lahav Shani, me parece mayor el talento como intérprete de este último.
Lo digo con más rotundidad aún tras haberle visto y escuchado
el concierto que ofreció hace pocos días, el 21 de septiembre último, con la Orquesta
Filarmónica de Berlín. Dirigió la Sinfonía concertante para violonchelo y
orquesta de Prokofiev -con una arrolladora Alisa Weilerstein-
de modo impresionante (pese a saberme poco conocedor de esta Op. 125 del
autor de Pedro y el lobo, creo que resulta muy evidente lo de
impresionante). Pero es que la composición que completó el concierto, el
complejísimamente intrincado poema sinfónico Pelleas und Melisande de Schoenberg,
que conozco mejor, me ha parecido sencillamente asombroso: una apasionante
tercera vía que compagina de algún modo los enfoques de mis dos grabaciones
favoritas: la concepción hiper-post-romántica de Barbirolli (New
Philharmonia, EMI 1968) y la más visionaria y progresiva (que diría
Schoenberg) de Boulez (Sinfónica de Chicago, Erato 1992), logrando Shani
una fuerte carga dramática en una visión fuertemente expresionista. Por si
fuera poca hazaña, me ha dejado pasmado que la haya dirigido de memoria, sin
partitura. ¡Y Shani es, para colmo, un soberbio pianista! Verle tocar y dirigir
al mismo tiempo el Tercer Concierto de Prokofiev es toda un experiencia.
De todas maneras, el tiempo dirá… Puede que alguno de
ellos se desinfle, y que por el contrario otros entren de lleno en la
lista.
*Recuerdo la anécdota de Lorin Maazel al final de un
curso de dirección que impartió. Uno de los alumnos le preguntó: “Maestro,
¿tiene alguna recomendación especial que hacernos a los principiantes?”-“¡Sí:
nunca dirijáis una obra por primera vez!”
Tiene que tratarse de un olvido, porque hace poco hablaste de él, pero hecho en falta a Jakub Hrusa. Saludos.
ResponderEliminar¡Por supuesto! Gracias.
EliminarY a Dudamel y a Daniel Harding, este último por poco, tiene 49 años.
ResponderEliminarFalta uno de los más importantes: Gustavo Dudamel (1981)
ResponderEliminarAnónimo estúpido (y algo mucho peor que estúpido): creí que habías dejado de leer este blog. ¡Qué pérdida de tiempo! No te hagas ilusiones: no voy a publicarte nada.
ResponderEliminar