Bolero
En 1928 la famosa bailarina Ida Rubinstein encargó a Maurice Ravel la composición de un ballet de inspiración española. El músico pensó enseguida en orquestar la Suite Iberia de Isaac Albéniz, pero se encontró con que los herederos del compositor de Camprodón habían cedido con carácter de exclusividad los derechos de autor a tal respecto al violinista, director y compositor Enrique Fernández Arbós (1863-1939), quien ya había orquestado parte de la Suite. De este modo nos hemos perdido lo que previsiblemente habría sido un trabajo magistral que hubiese dotado a la partitura pianística de una enorme proyección.
Pocas semanas después Ravel anunció por carta a un hermano del compositor Joaquín Nin que había compuesto “una obra bastante extraña: desprovista de forma propiamente dicha, sin modulación -o casi-, con un tema del género Padilla [José Padilla, 1889-1960, autor del pasodoble Valencia, de La violetera, El Relicario, etc.], exclusivamente a base ritmo y orquesta”.
Lo primero que llama la atención es que el Bolero, la obra a que Ravel se refería, no se ajusta ni al ritmo ni al tempo de la danza española tradicional de su nombre -cosa que, por lo demás, el compositor sabía perfectamente-. La obra se estrenó, danzada, el 22 de noviembre ese mismo año 1928 en la Ópera Nacional de París, y obtuvo un gran éxito, que no ha hecho sino aumentar desde entonces, aunque casi siempre en ejecuciones de concierto, sin coreografía. En esto se equivocó Ravel, al declarar: “Es una pieza que los grandes conciertos de los domingos no tendrán nunca el valor de incluir en sus programas” [¡!]
El enorme éxito del Bolero y su popularidad actual han provocado que algunos lo miren con recelo. Injustificadamente, porque estamos ante una pieza auténticamente maestra: una obra experimental, audaz, originalísima y perfectamente realizada. Fue definida por Ravel como “un crescendo para orquesta”, pero, como escribe André Boucourechliev, “el crescendo cuantitativo obtenido por acumulación progresiva de masa orquestal no sería nada sin la progresión cualitativa de los diversos colores sabiamente ordenados, sobre los cuales se estructura el efecto”.
Lo cierto es que el Bolero –“cuya escritura es en todo momento simple y directa, sin el menor intento de virtuosidad”, en palabras de su autor- es una pieza dificilísima que se ha convertido en un test para toda orquesta que se precie, y no mucho menos para las batutas. Y que, sobre todo cuando es interpretado con brillantez y correctamente graduada planificación, produce una singular fascinación, un efecto alucinante, intensamente hipnótico, paroxístico y de algún modo angustioso hasta que se alcanza el clímax con el que llega a su fin. Y esto les ocurre incluso a oyentes poco familiarizados con la llamada música clásica. Algo así sucedió ya el día del estreno, en que, según comentarios de la prensa, “hizo sobrecoger al auditorio y arrugar los programas de mano empapados de sudor”. Cuando Ravel oyó en el estreno que una señora gritó “¡Está loco!”, comentó que la señora había comprendido bien el sentido de la obra.
Como prácticamente no existe una sola composición musical
innovadora que no haya sido despellejada, cuatro años después de su estreno, un
reconocido musicógrafo neoyorkino, Edward Robinson, escribía que “el Bolero
de Ravel es la monstruosidad más insolente que se ha perpetrado en toda la
historia de la música. Desde el primero de sus 339 compases hasta el último,
consiste simple e increíblemente en la repetición del mismo ritmo, por encima
del cual suena, con una insistencia desvergonzada, una melodía de cabaret de
increíble vulgaridad que se asemeja, por su carácter, al lamento de un gato que
incordia en un oscuro callejón”.
Bolero (1928): Discografía (primera parte)
1930 Koch Piero
Coppola/OConservatorioParís 15’40 3/3
1932 Philips Ravel/OLamoureux 15’39 2/3
1940 Music&A Stokowski/AllAmericanYouthOrch
12’04 2/2
1948 Naxos Kussevitzky/OSinfBoston 13’41 6/4
1955 Sony Ormandy/OdeFiladelfia 14’08 6/5
1956 RCA Münch/OSinfBoston 13’49 5/7
1958 Mercury Paray/OSinfDetroit 13’18 6/8
1960 Melodiya Mravinsky/OFilLeningrado 14’50 7/5
1960 Sony Bernstein/OFilNuevaYork 14’19 7/7
1961 EMI Cluytens/OConservatorioParís 15’28 8/7,5
1963 Decca Ansermet/OSuisseRomande 14’21 8/8
1964 Philips Monteux/OSinfLondres 15’26 7,5/7,5
1967 Philips Markevitch/OSinfRTVEspañola 15’20 8/7,5
1967 RCA Martinon/OSinfChicago 13’45 8/8
1970? EMI Frühbeck/ONewPhilharmonia 17’04 8,5/8
1975 EMI Martinon/OdeParís 14’56 9,5/8
1975 DG Ozawa/OSinfBoston 15’05 7,5/8
1975 Sony Boulez/OFilNuevaYork 15’30 6,5/8
1977 Philips Haitink/OConcertgebouw 14’50 8/8
1980 EMI Previn/OSinfLondres 17’19 8,5/8,5
1981 Telarc Leonard
Slatkin/OSinfStLouis 16’23 7/8,5
1982 Sony Maazel/ONacionalFrancia 13’51 7/7
1982 Philips Marriner/StaatskapelleDresden 14’23 6/8
1982 EMI Muti/OdeFiladelfia 17’10 7/8
1982 Decca Dutoit/OSinfMontreal 15’02 8/8
1982 DG Barenboim/OdeParís 17’38 9/9
198? EMI Rattle/OSinfCiudadBirmingham 16’07 8/8
1985 DG Abbado/OSinfLondres 14’25 7/8,5
1986 Erato Armin
Jordan/OSuisseRomande 13’10 7,5/7
*1986 Sony Karajan/OFilBerlín 15’48 9,5/8
1987 DG Karajan/OFilBerlín 15’46 9/8,5
1987 Decca Chailly/OConcertgebouw 14’39 8/8
1988 Telarc López Cobos/OSinfCincinnati 15’29 7/8,5
1989 Sony Tilsson Thomas/OSinfLondres 15’24 7/8,5
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