martes, 28 de mayo de 2019

Las "Variaciones Enigma" de Elgar


Las Variaciones “Enigma” son probablemente la composición orquestal más importante y –al margen de algunas de las Marchas de Pompa y circunstancia– sin duda la más conocida de Elgar, así como la única que se ha instalado firmemente en el repertorio de las orquestas no británicas. Compuestas en 1899, fueron no sólo una de las piezas orquestales más considerables y significativas de los últimos años de su siglo (en un momento áureo), sino que además constituyeron una partitura cronológicamente no desfasada del lenguaje (o los lenguajes) de entonces: una de las pocas obras de Elgar de las que puede afirmarse esto. Sus otras tres más grandes composiciones para orquesta sola, las dos Sinfonías (1908, 1911) y el estudio sinfónico Falstaff (1913), siendo muy importantes, tal vez no avanzan en cuanto a la modernidad del lenguaje con respecto a las Variaciones y, tal vez, ni siquiera alcanzan tal grado de inspiración, por no hablar de su concisión –una virtud infrecuente en Elgar, y que la Op. 36 precisamente sí atesora en buena medida. Esa excesiva amplitud y ese estilo algo prolijo e hinchado que le distancia de ciertos públicos, no lastran a las “Enigma”, como tampoco al bellísimo Concierto para violonchelo (1919), aunque sí en parte al también muy hermoso de violín (1910).
En todo caso, el corpus orquestal elgariano, que añade a las citadas obras otras notables, merecería ser mucho mejor conocido entre nosotros de lo que es hasta el momento.

El origen de las Variaciones “Enigma” se remonta a una noche de octubre de 1898. El propio Elgar lo contó mucho más tarde: “Después de un largo día dando clases de violín en Malvern, llegué a casa muy cansado. Acabada la cena, mi querida esposa me dijo: ‘Edward, te vendría bien fumarte un buen cigarro’, y, tras encenderlo, me senté al piano. En un momento, sintiéndome tranquilo y descansado, empecé a tocar y, de repente, mi esposa me interrumpió diciendo: ‘Edward, esa es una buena melodía’. Desperté de mi ensoñación: ‘¿Melodía? ¿Qué melodía?’ Y me dijo: ‘Tócala de nuevo, me gusta esa melodía’. Toqué y divagué por el teclado, y seguí tocando, hasta que en un momento ella exclamó: ‘Ésa es la melodía’. Y aquella melodía es el tema de las Variaciones”.

A modo de entretenimiento, Elgar fue improvisando para su mujer, tratando de retratar a varios de sus amigos a partir de esa melodía, sin mayores pretensiones. Pero fue ella la que insistió para que las escribiese y fijase sobre el papel pautado como un ciclo de variaciones. “Acabo de terminar una serie de variaciones sinfónicas (sobre un tema propio) para orquesta. Son trece en total, pero para evitar ese número supersticioso, llamó decimocuarta al finale. En cada una de las variaciones he esbozado el retrato de un amigo. Creo que esto es una idea nueva. Es decir, que en cada variación he tratado el tema a través de la personalidad de cada uno de ellos”. La dedicatoria dice: “A mis amigos aquí descritos”.

El nombre “Enigma” se debe a que Elgar, muy aficionado a la criptografía, se negó a revelar la procedencia o el significado del tema del comienzo, a pesar de que dejó caer: “es tan conocido, que resulta extrañísimo que nadie lo haya descubierto”. Algunos han creído identificarlo como procedente de alguna canción popular o del himno Rule, Britannia. También se debe a que Elgar describió en la partitura cada una de las variaciones con sólo unas letras iniciales o con nombres familiares irreconocibles para los extraños. En la variación XIII sólo anotó tres asteriscos. Pero hay otro enigma diferente: Elgar declaró que “a través de la composición entera y bajo ella existe otro tema mayor que no se escucha”. Las cábalas sobre dicha declaración han ido en direcciones muy diversas.

El tema (“Andante”) es ya en sí un gran hallazgo (¡la esposa de Elgar tenía razón!): una sencilla y bella melodía, noble y expresiva. Sus cuatro primeras notas coinciden rítmicamente con la enunciación del nombre y el apellido Edward Elgar; por ello y por otras consideraciones se suele dar por sentado que el tema describe al propio compositor. Los nombres de los amigos retratados en cada una de las variaciones fueron revelados, bastante tiempo después de la muerte del compositor, por Sir Igor Atkins en el Music Times londinense. 
Variación I (C.A.E.): L’istesso tempo. C.A.E. significa Caroline Alice Elgar, la esposa del autor. A juzgar por la música, que casi literalmente prolonga la del tema base, su carácter era dulce, soñador, romántico y apasionado. Ella fue siempre su apoyo y su estímulo, hasta el punto de que, tras su muerte en abril de 1920, Elgar apenas compuso nada más. 

Variación II (H.D.S.-P.): Allegro. Se trata de Hew David Steuart-Powell, notable pianista. La variación recuerda humorísticamente las escalas diatónicas que solía hacer como ejercicio para calentar los dedos antes de tocar.
Variación III (R.B.T.): Allegretto. Richard Baxter Townshend, anciano escritor y actor aficionado, es descrito con respeto y a la vez con ironía: se imita su dicción que, a veces, en medio de un discurso, se quebraba atiplándose.
Variación IV (W.M.B.): Allegro di molto. William Meath Baker, terrateniente autoritario y fanfarrón, del que sus invitados se ríen a hurtadillas. Acostumbraba a irse dando un portazo. Descripción psicológica y onomatopéyica se combinan aquí.
Variación V (R.P.A.): Moderato. Richard Penrose Arnold, gran aficionado a la música, que frecuentemente salpicaba sus trascendentes disertaciones con chistes, bromas y chascarrillos. A las solemnes cuerdas graves se superponen comentarios jocosos de maderas y violines.
Variación VI (Ysobel): Andantino. Ysobel Fitton, alumna de Elgar e intérprete aficionada de violín y viola, que encontraba muy ardua la ejecución de notas dobles. Descripción de su forma de ser y estilización de esa peculiar dificultad.
Variación VII (Troyte): Presto. Arthur Troyte Griffith, sobresaliente arquitecto que intentaba tocar el piano con gran torpeza, lo que vendría descrito con notable sentido del humor por la tosquedad y rudeza rítmica de la cuerda grave, trombones y timbales. Esta breve pieza es un considerable estudio de virtuosismo orquestal.
Variación VIII (W.N.): Allegretto. Winifred Norbury, vieja dama con mucho talento para el piano. La variación describe con aire dieciochesco (porque vivía en una mansión de esa época) la dulzura, el encanto, la finura y la simpatía de la anciana. Un largo Sol de las cuerdas enlaza con la variación siguiente.
Variación IX (Nimrod): Adagio. Nimrod es el nombre del “gran cazador” bíblico. La palabra alemana para cazador es Jaeger, y éste era el apellido de su querido amigo August, editor de la compañía Novello, sensato consejero suyo y fino crítico musical. Elgar evoca una larga disertación suya sobre la belleza de los movimientos lentos de Beethoven. Esta variación constituye por su parte el gran movimiento lento de la serie y, sin duda, su punto más alto de inspiración. Aunque suena al principio una cita de la “Sonata Patética” de Beethoven, el magnífico juego de crescendo y decrescendo tiene claras resonancias brucknerianas.
Variación X (Intermezzo: Dorabella): Allegretto. Dorabella era el nombre familiar, en recuerdo del personaje de Così fan tutte de Mozart, de Dora Penny (más tarde Mrs. Powell), una mujer delicada e indecisa que “escondía bajo sus maneras burlonas una cálida seriedad”.
Variación XI (G.R.S.): Allegro di molto. Esta variación transcribe una anécdota de George Robertson Sinclair, organista de la catedral de Hereford, o mejor dicho, de su perro bulldog Dan, que una vez cayó al río Wye y que, nadando contra la corriente, alcanzó la orilla. “El organista me dijo: ‘Ponle música’. Lo hice, y hela aquí”. El paleteo que se oye puede sugerir, a la vez que el chapoteo del perro, el pedaleo del organista en su instrumento.
Variación XII (B.G.N.): Andante. Basil G. Nevinson, violonchelista aficionado, formaba un trío con Elgar al violín y Steuart-Powell (retratado en la variación II) al piano. Nevinson era un “serio y devoto” amigo de Elgar. Meditativo solo de cello, que es recogido por el grupo.
Variación XIII (Romanza: * * *): Moderato. Con los asteriscos, Elgar pretendió no dar pista alguna sobre una dama a la que conoció en un viaje por mar a Australia. Se ha sabido que era Lady Mary Lygon, de la que el compositor debió de quedarse prendado (“una persona más que angelical”), tal vez incluso enamorarse, como la música podría sugerir. El clarinete cita un tema de la obertura de Mendelssohn Mar en calma y viaje feliz, sobre un sordo redoble que puede imitar el distante y continuo rugido de las máquinas del barco.
Variación XIV (Finale: E.D.U.): Allegro – Presto. “Edoo” era el diminutivo familiar usado por la esposa de Elgar para dirigirse a él. En una etapa de incierto futuro del compositor, esta música de carácter vigoroso y decidido, fuertemente afirmativo, debe de significar con su conclusión apoteósica –algo grandilocuente incluso, lo que subraya la añadidura del órgano– una gran confianza en sí mismo. 

La obra fue ensayada por el entonces joven Henry Wood (1869-1944), pero el director en el estreno, que tuvo lugar en Londres el 19 de junio de 1899, fue Hans Richter, gran intérprete de Wagner y de Brahms. Volvió a dirigirlas en varias ocasiones y con ello dio a conocer en Centroeuropa el nombre de Elgar, hasta el punto de que en poco tiempo directores como Arthur Nikisch, Richard Strauss o Ferruccio Busoni se ocuparon de su música. En opinión del conocido musicógrafo Michael Kennedy, las Variaciones “Enigma” constituyen “la obra maestra orquestal de Elgar y la más grande pieza orquestal escrita por un compositor británico”.

20 comentarios:

  1. Hola, Ángel:

    Quizás las mayores variaciones para orquesta, junto a las "Haydn" de Brahms y las "Mozart" de Reger... ¿Alguna recomendación fonográfica de estas últimas? ¿Conoces la grabación de Joseph Keilberth?

    Saludos cordiales.

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    1. Hombre, te has olvidado de las Variaciones op. 31 de Schoenberg. De las de Reger conozco las versiones de Böhm y Colin Davis, que yo recuerde ahora (tengo que comprobarlo en casa; estoy fuera). Creo que la de Keilberth la escuché hace años en LP.

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    2. Sí, bueno, y Franck... Me gusta Schoenberg, pero me rebelo a que me tenga que gustar obligatoriamente. De hecho, muchos intérpretes aún rechazan estas obras, ¿verdad? Por cierto, exquisita la música para chelo solo de Giacinto Scelsi.

      Saludos cordiales.

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    3. Sí, las Variaciones sinfónicas para piano y orquesta de Franck me entusiasman. Pero creo que a estas alturas no hay duda de que las Variaciones op.31 de Schoenberg son una obra de importancia trascendental. Yo, tras escucharlas cincuenta veces, puedo asegurar que me gustan muchísimo.

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    4. Sí, precisamente estoy con la Suite Op. 29 por David Atherton... Sólo quiero decir que se puede ser un buen melómano sin que a uno le guste necesariamente Stockhausen.

      Saludos cordiales.

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    5. Claro, pero Stockhausen no es Schoenbeg, que hace tiempo se convirtió en todo un "clásico".

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    6. Un clásico controvertido. Aquí la grabación de "Agon" de Stravinski por Leinsdorf y la BSO. No hay muchas más:

      https://open.spotify.com/track/1RbkpgHxpLMpPMUkjba3De?si=dnUDTPJtQ3mdb-GfUIkdrA

      Saludos cordiales.

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  2. Angel..¿me podrías decir de qué biografía sacas todos esos datos?..un saludo.....me encanta Elgar.

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    1. Pues mira, ese texto que me ha dado por publicar ahora lo escribí hace como cinco años, y no recuerdo exactamente. No tengo ninguna biografía de Elgar, así que lo debí de sacar de diferentes artículos y comentarios de discos (aparte de opiniones de mi cosecha, claro).

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  3. Angel, ¿qué dos o tres integrales de las sinfonías de Chaikovski te parecen las más completas?..gracias….

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    1. Markevitch/Sinfónica de Londres (Philips), Rostropovich/Filarmónica de Londres (EMI) o Karajan/Filarmónica de Berlín (DG). Los tres salen muy baratos. Pero lo ideal es combinar grabaciones sueltas.

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    2. Estimado Ángel:

      Si se trata de versiones sueltas, creo que el ciclo sinfónico ideal de Tchaikovsky sería algo así:

      No.1: Rostropovich/Filarmónica de Londres.
      No.2: Maazel/Filarmónica de Viena o Markevitch/Sinfónica de Londres.
      No.3: Rostropovich/Ídem.
      No.4: Abbado/Filarmónica de Viena o Böhm/Sinfónica de Londres.
      No.5: Klemperer/Philharmonia.
      No.6: Bernstein/Filarmónica de Nueva York.
      Manfredo: Muti/Philharmonia.

      Saludos!

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    3. mis favoritas:
      1)Dorati/ Londres
      2)Dorati/ Londres
      3)Maazel/Viena
      4)Rozhdestvensky/Londres
      5)Markevicht/Londres
      6)Muti/Philharmonia
      7)Manfred/Muti/Philharmonia

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  4. ¿y Muti 1977?...la ponen por las nubes en los foros...un placer siempre charlar contigo, pasa buen finde...el sábado en rc el Billy bud del covent garden, es tb Bolton, ignoro si el reparto es tb el de el real, la vi en la dos, me entusiasmó....

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    1. También me gusta bastante su ciclo, pero creo que algo menos que los tres que he propuesto. (Lo de los foros no tiene que ser fiable; en algunos muchas personas sostienen opiniones que no puedo compartir).

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  5. Muy bien: estos comentarios son mucho mejores que los del reciente concierto de Ibermúsica dirigido por Ashkenazi. RICO

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  6. Yo mando un recuerdo a las Variaciones del Pavo Real.

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  7. Ángel,

    De la dos sinfonías compuestas por Elgar, ¿cuál te parece la mejor lograda y cuál sería tu favorita? Muchas gracias.

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    1. No trato de escaquearme; es que me gustan tanto la una como la otra.

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