Ya he denunciado varias veces aquí el mal,
incluso pésimo, estado en el que se encuentra últimamente Radio Clásica
Lo que más me llama la atención es que, sintonizándola
al azar, a las horas más diversas, es cada vez menos frecuente encontrarse con
que suene música de verdadera valía. Diré lo que me parece que abunda: una gran
desproporción a favor de música barroca y anterior (con muy abundantes arias
sobrecargadas de gorgoritos), muchísimas compositoras hasta hace poco
olvidadas, ahora -puro oportunismo- excesivamente encumbradas; interminables
parrafadas habladas, a menudo muy pedantes, sobreabundancia de rarezas, escasa
pedagogía sobre el valor de las músicas: oyentes que desconozcan la historia de
la música pueden llegar a creer que Literes es tan grande como Haendel o que
Mateo Flecha es comparable a Haydn… La cantidad de música de cine (rara vez de
gran calidad) y de “musicales” es agobiante.
Las rarezas sobreabundan, como si los conductores de
los programas creyeran que los oyentes ya se conocen de sobra las Sonatas y los
Cuartetos de Beethoven, por ejemplo.
Habitualmente no se tiene en cuenta que quienes
sintonicen la radio, después de escuchar 20 minutos de una obra, al final se pueden
quedar sin saber qué era aquello que sonaba; es evidente que antes y después de
que suene cualquier composición debe decirse qué es, ¡e incluso quiénes eran
los intérpretes! Por cierto que a la hora de escoger estos parece que se hace
echando los dados, porque suenan muy a menudo interpretaciones flojas o
abiertamente malas.
Problemas menores pero frecuentes: los finales de
frases a menudo no se entienden, porque el volumen de voz de quien presenta
baja ostensiblemente. En algunos presentadores la pronunciación resulta
totalmente errónea, hasta desfigurar los nombres y hacerlos irreconocibles.
Hace unas semanas un señor dejó grabado un mensaje de
voz en “Música a la carta” para vender descaradamente un concierto que iba dar
(con una orquesta que lleva su nombre). No hizo petición alguna de una pieza,
sino solo eso, publicidad… a cambio de regalar cuatro entradas para el citado
concierto si se hacía un sorteo. La conductora del programa no debería aceptar
ese tipo de intromisiones. Ni peticiones de músicas que no sean “clásicas” (ni
jazz ni flamenco): para escuchar coplas, rap o reggae ya están todas las demás
emisoras.
Dejo para el final el inadmisible comportamiento del
conductor de un programa -los sábados de 9 a 10 de la mañana- en el que se
dedica a colocar músicas de una calidad a menudo ínfima (¡seguro que ostenta el
récord en este aspecto de Radio Clásica!), que son o bien suyas o dirigidas por
él, o de algún familiar suyo, o de un maestro suyo o de un discípulo suyo,
etc., y prácticamente siempre es algo de la Comunidad Valenciana. Este señor,
de nombre Andrés Valero Castells, monopoliza el programa de una radio pública
para promocionarse a sí mismo y a sus allegados. Bochornoso.
Hoy, último programa de la temporada, ha hecho un
balance de sus actuaciones a lo largo de esta temporada: triunfalista, por
supuesto, y ha aportado un dato supongo que cierto: que un porcentaje muy
elevado de las músicas que ha seleccionado son de autores españoles. Se ha
olvidado de precisar que la enorme mayoría de ellos son valencianos. Y a continuación,
con el mayor descaro, ha puesto músicas tocadas o dirigidas por… ¡él mismo! Promocionando
un disco del que es protagonista, y con comentarios escritos por Martín Llade:
compra de voluntades. Por cierto, comentarios que ha leído parcialmente y que tienen
el inconfundible gracejo del conductor de "Sinfonía de la mañana".
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