domingo, 19 de octubre de 2025

La "mozartitis" que nos invade. ¿Dónde queda Haydn?...


Una omnipresencia excesiva frente a un incomprensible orillamiento


Cada vez son más voces ilustres del mundo de la música que afirman que Joseph Haydn es tan grande como Wolfgang Amadeus Mozart. Pues bien, la proporción de la presencia de uno y otro en la vida musical es tal vez de uno a cinco, y, en Radio Clásica, como de uno a diez.

De entre los compositores que podríamos considerar gigantescos, sin duda es Haydn el más olvidado. Y es incomprensible la cantidad de melómanos que ignora una enormidad de sus tesoros.

Vamos a hacer un balance sucinto del legado de ambos: Mozart es muy superior a Haydn en el campo del concierto para piano y en el de la ópera. Haydn es superior en el género sinfonía y en el del cuarteto de cuerda, aunque no porque tenga obras maestras superiores, sino por la enorme cantidad de ellas: por ejemplo, Mozart compuso media docena de sinfonías geniales, pero Haydn no menos de cincuenta. También en el ámbito del cuarteto ocurre algo similar. Otras composiciones de cámara: Mozart desbanca a Haydn con sus Quintetos de cuerda K 515 y 516 y con el de clarinete.

Haydn no tiene una misa tan genial como la de Requiem de Mozart, pero a cambio tiene unas siete u ocho misas superiores a las de Mozart, exceptuado ese citado Requiem y la Misa en Do menor. Y en el campo del oratorio, dos a cero a favor de Haydn: La Creación y Las estaciones: los más admirables desde Haendel hasta hoy.

En el ámbito de la sonata para piano la superioridad de Mozart no es tan grande como se suele pensar. Y algo similar ocurre con los tríos de piano.

Fuera de los conciertos para piano, en los que la primacía del salzburgués es abrumadora, en Mozart solo es excepcional el de clarinete, así como la Sinfonía concertante para violín y viola (los conciertos de violín, el de oboe, fagot, los de trompa o el de flauta y arpa no son del otro jueves).

De las óperas no hay discutir: Mozart atesora cinco o seis títulos capitales, mientras que unos cuantos de Haydn realmente preciosos son ignorados sistemáticamente. Sin embargo, hay más grabaciones y representaciones de las óperas primerizas de Mozart que de las maduras de Haydn, bastante más interesantes.

El de Salzburgo compuso un número enorme de obras, pero el de Rohrau no menos, o sea que no es esa la razón de la superpresencia del primero.

En Radio Clásica, uno de los presentadores estelares, venga o no a cuento, salpica cada dos por tres sus intervenciones con un “¡Viva Mozart!”. Nunca se le ha oído decir “¡Viva Bach!” o “¡Viva Beethoven!”. Si en una ocasión se le oye proclamar “¡Viva Haydn!”, y no digamos “¡Viva Bruckner!” es que el mundo se acaba ese mismo día.

Lo cierto es que nuestra radio clásica pública programa más música de Mozart que de ningún otro compositor, y que ¡busque usted cuándo fue la última vez que sonó en ella una misa, una sonata para piano o un trío de Haydn!

¡Por descontado, Mozart tenía en mucha más consideración a Haydn que Radio Clásica o los programadores de los conciertos!

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