lunes, 27 de mayo de 2024

Beethoven, el metrónomo, la rutina y los historicistas

 

Christoph König introduce la Novena Sinfonía 

El pasado sábado día 25 la 2 de TVE dio en su concierto de las 8 de la mañana la Novena Sinfonía de Beethoven dirigida al Coro y la Orquesta Sinfónica de RTVE por su actual titular, Christoph König. En la entrevista previa, König se refirió una vez más a que Beethoven anotó aquí y allá marcas metronómicas “extravagantemente rápidas”. Ya en el siglo XIX varios grandes músicos -intérpretes y musicólogos- se quejaban de eso mismo, en no pocas composiciones del autor de Fidelio. Situación que se intensificó en el XX.

El metrónomo mal leído

Es curioso: hace ya unos tres años que dos jóvenes musicólogos españoles, Almudena M. Castro e Iñaki Úcar, encontraron y explicaron el por qué de esas disparatadas velocidades. Es tan lógica su deducción que debería haber terminado la discusión sobre este asunto: Beethoven confundía la lectura en la masilla del péndulo que oscila: en vez de leer en el borde superior de la masilla, lo hacía en el inferior, unos 15 mm por debajo de donde debería haberlo hecho. Al conocerse ese posible error de Beethoven, todo empezaba a cuadrar. Pero es que, ¡además! se descubrió que, en un pasaje del primer movimiento de la Novena Sinfonía, Beethoven anotó en la partitura la marca metronómica "108". Pero luego dudó y añadió junto a esa anotación: “¿o 120?” ¡Más claro, el agua!

La sacralización del aparatejo

No os preocupéis, buena parte de los directores (y pianistas, o mejor, fortepianistas, etc.) siguen en sus trece, entregados a tempi absurdamente veloces. Pero es que, aunque no se hubiese probado nada de esto, la propia lógica musical de los grandes intérpretes ha hecho desde hace tiempo caso omiso a esas indicaciones metronómicas de Beethoven. Y su talento y sentido común les hizo acertar, claro.

El fanatismo ante las marcas

Como explica Jan Swafford (“Beethoven”, ed. Acantilado 2017), “algunos tempi de la Novena Sinfonía son disparatados”. Son prácticamente inejecutables, y, además, van abiertamente contra la música. “En el primer movimiento de la Sonata “Hammerklavier” el pulso marca 138”. Un tempo que no tiene sentido. Quienes se han intentado acercar a él -creo que sin llegar a los 138- han arruinado el sentido de la música, que solo logra su efecto de enorme fuerza, tensión y energía cuando el tempo adoptado es mucho más lento*. Trátese de un error de Beethoven o no, el compositor sordo sentía en su mente la música a un tempo que, al sonar, al ser ejecutado, resulta indefendible. No se olvide que Schumann o Liszt también lo modificaron al escuchar en los ensayos lo que habían escrito en la partitura, es decir, lo que habían imaginado en su cabeza antes de escuchar cómo sonaba en la realidad.

La incredulidad de Beethoven

El propio Beethoven sabía que las marcas metronómicas no podrían ser tomadas como verdades de fe reveladas: del metrónomo inventado por Maelzel que le regalaron exclamó: “Veremos si me puede ayudar a medir la eternidad”. Por su parte, Swafford remacha: “Como Beethoven reconoció, el tempo tiene que ver con la sensibilidad y la musicalidad del intérprete. No se puede aplicar una marca de metrónomo a los sentimientos; o a la acústica de los diferentes espacios [donde se ejecuta]”.

Hablar y llevar a la práctica

Por otro lado, ¡qué fácil es hablar de cómo debe interpretarse una obra maestra, y qué difícil llevarlo a la práctica! König vino a decir que el tempo inflexible, mecánico, es pura rutina, y que cada frase hay que enunciarla, paladearla para comunicarle todo su sentido. Pues bien, nada de eso consiguió hacerlo en su versión escuchada a continuación: rígida, inflexible, con pasajes absurdamente rápidos, etc. El sublime Adagio, por ejemplo, resultó no solo muy rápido, sino uno de los más rutinarios, insípidos e inexpresivos que recuerdo. Las partes corales se libraron mejor de estas incongruencias entre lo dicho y lo hecho; ¿será, acaso, porque König empezó como maestro de coros?...

Sabio consejo

Sin embargo, le agradezco a König darme a conocer en esa breve entrevista una impagable cita de Lorin Maazel cuando les dijo en un curso a un grupo de alumnos: “¡Nunca dirijáis una obra por primera vez!” (Entiendo que quería decir: antes de dirigirla en público, comprobad primero cómo resulta, cómo suena en verdad la versión que habíais imaginado).

*Escúchense las grabaciones de Schnabel, Kempff, Gulda o Pollini: sus rápidos tempi no convencen. 

12 comentarios:

  1. Karl Bohm decía que el tiempo correcto determina la mitad de la interpretación, por tanto desde su punto de vista se trataba de una cuestión muy importante y esencial en muchos casos. Los tempi de Beethoven son harina de otro costal. Lo de que muchas obras fueron corregidas durante la interpretacion de la música no es aplicable a un Beethoven sordo, por mucho que Stravinski y Boulez modificaron los tempi de sus obras en las revisiones con orquesta, o Liszt y Schumann en el piano. Otra especulación es que Beethoven pudo poner indicaciones exageradas para provocar a editores e intérpretes a los cuales detestaba. La hipótesis de que Beethoven pudo haber dictado a su sobrino Karl el número debajo de la marca y no el de arriba en el metrónomo es una cuestión manejada antes de la publicación del estudio referido. También se ha barajado que Karl pudo cometer errores en la anotación de la música, incluso que anotaba negras en vez de blancas... Así como que el novedoso metrónomo de Beethoven pudo estar defectuoso. En fin, cuestiones todas ellas controvertidas y no del todo resueltas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo más verosímil parece, con diferencia en mi opinión, que Beethoven confundiera la parte superior con la inferior de la masilla en el metrónomo.
      En todo caso, insisto: la lógica, el sentido común y el buen gusto hablan no de un tempo único, pero sí de que muchos son absurdos.

      Eliminar
  2. Un artículo excelente.
    La especulación sobre la que informa Javier de que Beethoven pudo poner indicaciones exageradas para provocar a editores e intérpretes a los cuales detestaba, me parece de una probabilidad nula. Beethoven se tomaba muy en serio su música y no estaba para estropearla con este tipo de bromas entre sus contemporáneos.
    Sin embargo, la cosa ya coge más verosimilitud si pensamos que estas desquiciadas indicaciones metronómicas las anotó así para cachondearse de las interpretaciones historicistas, informadas, auténticas y con sonido original que él ya previó que acabarían por imponerse al cabo de un siglo y medio de interpretarse su música. Digamos que fue una especie de trampa para pillar a musicólogos e intérpretes que se agarran a la letra y se olvidan del espíritu. Una trampa y al mismo tiempo una lección.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Desde luego, si Beethoven hubiese escuchado bodrios ridículos, grotescos como, por poner un solo ejemplo entre mil, la Novena Sinfonía por Brüggen para Glossa (el 4º mov. es lo peor de lo peor de lo peor de lo peor), podría haber recurrido a cualquier cosa. Ni me puedo imaginar lo que habría dicho o hecho con respecto a un "experimento", o sea un atropello, como ese.

      Eliminar
  3. Recuerdo cuando leí el estudio de Almudena e Iñaki y no me pareció muy coherente. Explico mi punto de vista: si realmente Beethoven marcaba el límite inferior de la masilla y no la superior entonces era la velocidad que quería, pese a estar erróneamente situada la masilla. Eso es algo que no tiene que ver con su sordera, porque no era de nacimiento, así que el genio de Bonn debía sentir los golpes del metrónomo con solo tocarlo. Yo tuve esos metrónomos de madera y eran muy ruidosos hasta el punto que cuando subía la masilla a presto el aparato empezaba a desfilar por la tapa superior del piano. Me inclino más por pensar que su metrónomo estaba estropeado. Eran unos artilugios muy sensibles. Si se llevaban un golpe o se te caían adiós al metrónomo porque el plomo interior se desplazaba. Pero, insisto, esta es mi lectura sobre el asunto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es otra posibilidad, pero, entonces, ¿por qué la súbita duda entre 108 y 120?
      En cualquier caso, insisto: hay tempi que NO TIENEN PASE. Porque echan la música a perder.

      Eliminar
  4. Sobre el comentario de Anónimo.
    El problema no es la velocidad de las pulsaciones del metrónomo que quería Beethoven, sino la anotación del número de pulsaciones por minuto. El metrónomo pulsaba como Beethoven quería, clic-clac, clic-clac, a la velocidad deseada, pero él anotaba la cifra indicada por el límite inferior, cifra en la que nosotros ponemos el límite superior, con lo cual la velocidad aumenta considerablemente. En todo caso tendríamos que colocar el triángulo del metrónomo de forma que el límite inferior, y no el superior, esté en la marca que indicó Beethoven.

    ResponderEliminar
  5. Pero es que la polémica con el asunto del metrónomo de Beethoven no termina aquí. Porque en YouTube circula una teoría bastante curiosa que puede escucharse en un canal llamado Authentic Sound.
    El creador de este canal es un fortepianista y clavecinista llamado Wim Winters. Parece que observó que Beethoven no era el único en esta época en plantear tempi aparentemente demasiado rápidos, sino que era una costumbre bastante extendida. Así que debió de llegar a la conclusión de que las indicaciones de metrónomo se leían de una forma diferente a la actual.
    Según él, el sentido histórico del metrónomo a finales del XVIII y comienzos del XIX es que el número de pulsaciones por minuto que se menciona en la partitura no se corresponde con la figura, sino con su subdivisión. Así que si estamos por ejemplo en 4/4 y la partitura indica negra a 138, la lectura en términos modernos sería de 69 negras por minuto. Según él, así habría que interpretar “históricamente” no sólo las indicaciones de metrónomo de Beethoven, sino también las de Schubert, Chopin, Liszt…, y conforme se acercó el cambio de siglo se comenzó a interpretar las indicaciones de metrónomo como lo hacemos ahora.
    En el propio canal este intérprete incluye ejemplos sonoros de lo que esto supondría. A mí, el resultado me convence para la práctica de hoy casi tan poco como la postura “oficial” de los intérpretes de hoy en bastantes casos, por razones similares a las que comenta Ángel. Pero la explicación histórica me convence más porque me parece bien argumentada…

    ResponderEliminar
  6. No entiendo la argumentación de Wim Winters que cita Xabier, dejando aparte que el metrónomo se patentó hacia 1816 y que por tanto las indicaciones metronómicas no pudieron usarse “a finales del XVIII”.
    Sea como sea, ¿de dónde infiere que la indicación negra = 138 debe leerse a la mitad. ¿Por qué no escribían negra = 69 directamente? ¿En virtud de qué principio o fórmula lo hacían así?

    ResponderEliminar
  7. Como es bien sabido, Brahms abominaba del metrónomo y puso muy pocas indicaciones en sus obras. Es significativo este fragmento de una carta que dirigió en febrero de 1880 al cantante y director de orquesta George Henschel:

    “La pregunta contenida en su carta recibida hoy es algo oscura, confusa; casi no sé qué responder: "¿Si se deben respetar estrictamente las indicaciones por figuras de los tempos de mi Réquiem?"
    Bueno, como ocurre con el resto de la música. Creo que aquí, como en el resto de la música, el metrónomo no tiene ningún valor. Al menos según mi experiencia, todo el mundo, tarde o temprano, ha retirado sus marcas de metrónomo. Las que se pueden encontrar en mis obras, buenos amigos me han convencido para que las ponga allí, porque yo nunca he creído que mi sangre y un instrumento mecánico vayan bien juntos. El tempo llamado "elástico" tampoco es una invención nueva. "Con discrezione" debería ser añadirse a esto, como a muchas otras cosas.
    ¿Es esta una respuesta? No conozco una mejor; pero lo que sí sé es que indico (sin cifras)
    mis tiempos, modestamente, por cierto, pero con el mayor cuidado y claridad.”

    ResponderEliminar
  8. En efecto, el metrónomo se patentó en 1816, pero Winters relaciona la manera en que se interpretaban las indicaciones del metrónomo en los inicios con la teoría musical anterior y la manera en la que se explicaban las diferentes maneras de medir, o lo que hoy llamamos “compases”. Según parece, tiene intención de sacar un libro en donde explicará toda esta teoría en detalle.
    Pero no es ésta la única argumentación que utiliza. Por ejemplo, Winters entiende que, si los hiperentrenados intérpretes de hoy son incapaces de tocar las sonatas de Beethoven o los estudios de Chopin a su tiempo, (y quienes lo hacen se lesionan rápido, como Lang Lang), difícilmente podrían haberlo hecho los pianistas de aquellas épocas…, salvo que se asuma su teoría. Al hablar de los estudios de Chopin, observa cómo ha ido evolucionando el tratamiento de las indicaciones de metrónomo de Chopin con el tiempo en sucesivas ediciones y cita testimonios del mismo Chopin y de Mauritz Rosenthal, que había sido alumno de Liszt. Y también analiza casos de conciertos históricos, como aquél en el que se estrenaron la Quinta y la Sexta Sinfonía de Beethoven, aunque tal vez alguna de las dos obras no sonara completa…
    En fin, de una manera o de otra, me parece un canal que hay que conocer. Winters es a veces demasiado integrista, pero sus argumentaciones son, creo yo, dignas de ser conocidas.

    ResponderEliminar