martes, 6 de abril de 2021

Cinco jóvenes y ya excelentes cantantes en "Las bodas de Fígaro"

 

Orendt, Dreisig, Fassi, Sierra, D'Angelo

La Ópera Estatal de Berlín emitió en abierto (también lo han hecho Medici TV y Mezzo) el pasado 1 de abril una versión representada de Las bodas de Fígaro que, confieso, pensé que podría tener mucho interés debido a la batuta de Barenboim, mozartiano insigne; pero me resultaba poco de fiar el reparto, en el que los nombres de varios de los intérpretes principales no me sonaban de nada. ¡Menudo sorpresón! Los cinco personajes más destacados fueron, uno a uno, servidos con absoluta competencia por otros tantos jóvenes.

Veamos: el Conde lo encarnaba Gyula Orendt, que aparenta treinta años o incluso menos: es un barítono de voz espléndida que canta estupendamente y que domina el estilo mozartiano (¡qué atinados recitativos!). La Condesa fue la soprano lírica franco-danesa Elsa Dreisig (n. 1991), que ya me había gustado mucho en Medea (Glauce) y en las Escenas de Fausto de Schumann. Aquí volvió a colmar plenamente mis expectativas. 

Un inminente gran bajo

La campanada la dio, para mí, el muy joven bajo Riccardo Fassi: un bajo de voz perfectamente consolidada pese a su edad, que cantó e interpretó a Fígaro a plena satisfacción, hasta el punto de poderse codear con los mejores que recuerdo. No me sorprendió, en cambio, la absolutamente extraordinaria Nadine Sierra (EEUU, 1988) como Susana, una soprano ya lírica-lírica en un papel que con frecuencia se ha asignado a sopranos lírico-ligeras; también puede quedar bien esta tipología (Mathis, Donath, Grist, Blegen, Hendricks, Battle, Rodgers…), pero me parece que es preferible una voz propiamente lírica (de hecho, Sierra ya ha cantado la Condesa en la Ópera de San Francisco), pese a que no haya contraste entre las dos sopranos principales de la ópera.

Finalmente, otro hallazgo: la de la mezzo lírica (pero no tanto como Von Stade o Bartoli) Emily D’Angelo, primer premio en Operalia de 2018, como Cherubino. Todos ellos se movieron con una desenvoltura y acierto sorprendentes.

Muy buenos secundarios… menos uno

En el resto del elenco hubo otras contribuciones relevantes: Katherina Kammerloher como Marcelina, Maurizo Muraro como Bartolo, la jovencísima Liubov Medvedeva como Barbarina, e incluso Stephan Rügamer en el ingrato papel de Basilio. Y un grave error de elección: un bastante penoso Siegfried Jerusalem en el, por fortuna brevísimo, rol de Curzio.

Batuta antológica y escena… ¿?

Ya la obertura fue la repera: creo que la personalísima y atípica versión de Klemperer (en la ópera completa) y esta, de una vitalidad desbordante, son quizá las que mejores que recuerdo (y hay unas cuantas versiones de bandera: Böhm, Solti, Colin Davis...). Toda la dirección de Barenboim fue magistral, maravillosa (pese a que la primera aria de Cherubino, “Non più andrai”, la lleva, como suele, algo aprisa): vitalidad, humor, teatralidad, lirismo y humanismo a raudales. La Staatskapelle Berlin da la impresión de estar cada año mejor y mejor.

De la escena, a cargo de Vincent Huguet, no puedo decir lo mismo: que haya cambios de época y de lugar no tiene por qué ser un dislate, pero en esta ocasión no entiendo a qué vienen o qué aportan… salvo en el Acto IV (¡santo cielo, qué paciencia!...). La actuación e interactuación de los personajes fue, por lo demás, relativamente sensata. La realización, a cargo del reconocidísimo Andy Sommer, fue ejemplar, y -esta vez- nada extravagante (como sí lo fueron sus audaces primeros trabajos).

 

11 comentarios:

  1. Lo de Jerusalem como Curzio era más bien un guiño-homenaje que la casa quería rendir a uno de sus más destacados cantantes wagnerianos de las últimas décadas. El papel de Marcellina lo iba a cantar inicialmente nada más y nada menos que Waltraud Meier

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    1. Sí, claro, lo que dices de Jerusalem, esa fue la razón de incluirlo en el reparto. Pero lo cierto es que estropeó algo un concertante. ¡Vaya, hubiera tenido morbo escuchar a Meier como Marcelina!

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  2. Habrá que hacer por escuchar (no tanto ver, por lo que dice, lástima) esa interpretación. Al hilo de su comentario, le llamo la atención sobre la soberbia interpretación de Orendt en una reciente ópera de un compositor inglés, George Benjamin, junto a otros cantantes muy buenos, como Barbara Hannigan o Stephane Degout, llamada Lecciones de amor y violencia, que creo que se va a interpretar en el Teatro Real. No soy muy experto pero me parece que tiene mucha fuerza dramática. Está en DVD. Gracias por su blog.

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    1. Bueno es saberlo. Sí, Benjamin es al parecer uno de los principales compositores operísticos de la actualidad. Gracias.

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  3. Pues le animo a conocerla. Pienso que está muy bien. Saludos

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  4. Estimado Ángel:

    Colgándome de la comparación que hizo de las oberturas, ¿qué opinión le deja el Mozart operístico de Klemperer con la Philharmonia (y New Philharmonia)? A mi parecer, no es menor que el maestro alemán haya decidido grabar 4 títulos del genio salzburgués al final de sus días, en comparación, por ejemplo, a un solitario Holandés Errante por el lado de Wagner.

    Saludos!

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    1. La flauta mágica y Don Giovanni de Klemperer están, para mí, entre las grabaciones operísticas más grandes de la historia del disco, quiero decir de cualquier título. Las bodas de Fígaro me maravillan, pero admito que no son para todos los gustos, y lo mismo digo de Così fan tutte, pero en grado aún mayor.
      No, no casual que Klemperer dedicase tanta atención a estos títulos inmortales. Pero no deja de ser una pena, para mí, que no llegase a grabar más títulos completos de Wagner, del que sí grabó, aparte del Acto I de La Walkiria, los Wesendonck-Lieder y el Idilio de Sigfrido, tres LPs de páginas orquestales.

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  5. Vaya, la ópera de Benjamin en el Teatro Real se cancela por el covid...

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  6. Ayer escuché por Radio clásica la peor versión de la Suite del Pájaro de fuego de la que tengo memoria. Resultó ser en homenaje a Stravinsky, que ayer hacía 50 años de su muerte. La versión la dirigía el autor, con la Sinfónica columbia. ¿Quién decía que los compositores son los mejores intérpretes de sí mismos, por definición?......
    RODRIGO.

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    1. Ya he escrito en este blog, en varias ocasiones, que los compositores no tienen por qué ser, y hasta no suelen, ser los mejores intérpretes de su propia música: ahí están Rachmaninov y Stravinsky, entre muchos otros casos.

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  7. He podido ver en vivo a Nadine Sierra en su debut de La Sonámbula del pasado diciembre, y me impresionó lo bonita que es su voz en vivo y lo pobremente grabada que queda en las grabaciones del vivo. Creo que no hizo el alarde de sobreagudos estratosféricos que hacen otras al final de la ópera, pero todas las notas centrales y graves del papel, que no son pocas, sonaron y transmitieron muy bien lo melancólico del personaje de Amina, y se mereció cada minuto de aplausos. Una pena que se indispusiese antes de acabar las funciones y tuviera que doblar la otra soprano.
    Ojalá pudiera verla en algo de Mozart, Bodas de Fígaro, o que debute Don Giovanni (¿Donna Elvira quizá?) o la Fiordiligi del Cosí fan tutte para poder sacar toda la pirotecnia. Y espero poder ver un día en vivo a Elsa Dreisig también, quizá en esos mismos papeles mozartianos, que creo que son un buen medio para apreciar timbres bellos y un buen legato y agilidades.

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