jueves, 29 de noviembre de 2012

El Tokio se despide (¿?) con un disco antológico de música camerística de Brahms

Podría tratarse del último disco, el disco de despedida del Cuarteto de Tokio, que está en vísperas de disolverse por razones de edad de sus miembros más antiguos: el 2º violín Kikuei Ikeda y el viola Kazuhide Isomura (los dos únicos componentes japoneses que quedan en él, tras varias sustituciones: el primero se incorporó al grupo en 1974 y el segundo es miembro fundador, o sea que lleva 43 años en él).
No hace falta recordar que el Cuarteto de Tokio ha sido, desde poco después de su formación, un conjunto de una perfección técnica apabullante y de una musicalidad de todo punto excepcional, con una adaptabilidad a los diferentes estilos que ningún otro cuarteto de las últimas décadas ha podido igualar.
Es curioso el tiempo que les ha llevado ser reconocidos en España como lo que son y han sido: una vez más han funcionado los tópicos (¿“unos japos los mejores intérpretes de Beethoven”?, etc.), que también han funcionado a favor de otros espléndidos cuartetos (el Alban Berg en primer lugar: ¡qué bien cae ese nombre!...)
Pero yendo al disco que nos ocupa: es un SACD (compatible con CD) de magnífico sonido de Harmonia Mundi (HMU 807558), con los dos más bellos Quintetos de Brahms, el juvenil de piano (Op. 34) y el crepuscular de clarinete (Op. 115). Agrupar dos obras tan admirables y tan diversas, entre las que median treinta años, ha sido un acierto, y lo es sobre todo atinar a más no poder con el ambiente de cada uno: la impetuosa, pletórica partitura con la que se (re)afirma como el principal continuador de sus grandes antecesores y la otoñal belleza, inmensa, de la obra de última época totalmente teñida de melancolía. Si el primero es el más hermoso quinteto con piano de la historia de la música (con permiso de “La Trucha” schubertiana, de diferente distribución), el segundo supera incluso a la más hermosa partitura camerística mozartiana (con la misma combinación) para convertirse en la cima de la música de cámara del hamburgués. Y, como decía Federico Sopeña, la pieza camerística más genial después de los últimos Cuartetos de Beethoven junto al Quinteto con dos cellos de Schubert.
Los Tokio ya habían grabado el Quinteto con piano, con Barry Douglas (RCA 1987), una interpretación memorable, acaso la mejor hasta ahora. Sí, hasta ahora, porque ésta de 2012, con un pianista para mí desconocido, Jon Nakamatsu, me resulta aún más satisfactoria. De entrada, el pianista posee un sonido más propiamente brahmsiano, y uno y otros han logrado calar más hondo aún en los recovecos de la partitura.
También el clarinetista, Jon Manasse, posee un sonido más brahmsiano, más idóneo que el famoso e imponente Richard Stoltzmann (de sonoridad algo incisiva) con quienes lo habían grabado hace 17 años, también en RCA: si aquella versión era excepcional por su perfección y claridad, ésta de ahora es más emocionante y conmovedora, transida de una amargura que no sólo transmite fielmente el estado de ánimo de un compositor que sentía no lejana la muerte, sino tal vez también la muerte o disolución de un cuarteto maravilloso, inolvidable, como es el de Tokio.




lunes, 26 de noviembre de 2012

Recital (incompleto) de un anónimo genio del piano

 

Un amigo me ha enviado un CD con una grabación en público de un recital de piano (corto: claro, le faltaba algo) que me ha desconcertado, pues no acertaba a saber quién podría ser un artista tan extraordinario, ya que me parecía que no me cuadraba con ninguno de los que conozco.

Antes de darle la solución les diré qué me ha parecido: la Primera Partita de Bach me hizo pensar en un Gilels por su pleno equilibrio entre rigor y libertad, y también por su sonido nada clavecinístico, sino abiertamente pianístico sin abusar de la dinámica ni del pedal. Creativo, expresivo, particularmente intenso en la “Sarabande”, poco morosa y menos estática y pensativa que punzante. Admirable.

Luego vino la última Sonata de Schubert, la D 960, obra genial, difícil de desentrañar donde las haya. Pues bien, esta página excelsa es la que me convenció por completo de que se trataba de un artista excepcional: sin que sea ajena a la contemplación más o menos melancólica o doliente en que suele sumergirse en la mayor parte de las más grandes interpretaciones, el pianista pone el acento en el dramatismo, con pasajes clave en los que se enseñan los dientes de la rebeldía: esto, tan lógico, tan plausible, resulta muy, muy difícil de lograr de modo convincente, y aquí lo está por completo. Y no sólo en los dos primeros movimientos, sino incluso en frases estratégicas del último. Sensacional, una de las interpretaciones más maravillosas que haya escuchado jamás.

La para mí desconocida pero bellísima Romanza (S 169) de Liszt está llena aquí de intención, de lirismo y de fuego interior. Otra joya.

Y terminaba el recital (se notaba, por los aplausos, que era, como la anterior, una propina) con La Campanella, la transcripción lisztiana del rondó final del Segundo Concierto de Paganini. Y el pianista anónimo daba una lección no sólo de virtuosismo, pasmoso, sino también de sentido musical.

¿Quién era el pianista, y qué faltaba del programa en el CD? Pues es Lang Lang (Carnegie Hall, 29 de mayo de este año 2012; con miles de toses, por cierto), y antes de Liszt iban los 25 Estudios op. 25 de Chopin, cuya grabación en estudio he elogiado recientemente hasta el delirio en este blog. Quienes le niegan el pan y la sal al instrumentista chino deberían escuchar este recital. Para mí ya es, sin duda, uno de los más grandes pianistas (¡y músicos al piano!) de nuestro tiempo.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Beethoven por Michael Barenboim y Lorin Maazel en Ibermúsica

 

Desde hace muchos años vengo sosteniendo que el Concierto para violín de Beethoven, sin duda el más bello que existe, es también el más comprometido de interpretar del repertorio. Por eso muchos de los más grandes virtuosos del violín, desde Heifetz hasta hoy, no me convencen en esta obra (aunque, por supuesto, la puedan tocar muy bien). Pues bien, anoche, un joven violinista –al que sólo conocía como concertino de la West-Eastern Divan Orchestra y por un sobresaliente Concierto de Schoenberg– me impresionó al interpretar el Concierto beethoveniano con un sentido musical y un arte realmente extraordinarios.

Francamente, no me lo esperaba. No hizo el menor alarde de virtuosismo (que puede pulverizar la belleza extraordinaria de esta obra), sino de un fraseo noble, sereno, poético, con una sección central del primer movimiento (donde casi todos se quedan en la superficie) de profunda espiritualidad. También la difícil prueba del movimiento lento la superó airosamente, alcanzando un lirismo de la mejor ley. Su sonido es dulce, no muy poderoso ni especialmente corpóreo en el registro grave, y su afinación, prácticamente perfecta. En suma, un violinista a seguir, decididamente. (¿Quiénes son, por cierto, los violinistas que me han gustado muchísimo en el Concierto de Beethoven?: Menuhin, Szeryng, Zukerman, Perlman y Znaider: éste en un concierto en los “Proms” con Colin Davis).

Lorin Maazel –en su primera visita a Ibermúsica desde el abucheado Bolero de Ravel, con la Filarmónica de Viena– se las sabe todas y asombra una vez más por su técnica ilimitada, capaz de cualquier cosa. Su obertura de Egmont sonó muy beethoveniana -¡qué cuerdas las de la Filarmónica de Múnich!-, pero puso en práctica ciertas ocurrencias que como mínimo sonaron extrañas e innecesarias. También las hubo en una Quinta Sinfonía briosa y vibrante, pero fueron más contenidas y en parte más aceptables. En conjunto, diría que la Obertura mereció un notable alto, la Sinfonía un sobresaliente raspado, y el Concierto, sin duda, un sobresaliente alto. Porque en esta obra Maazel no se tomó la más mínima libertad, sino que se ajustó por completo a los mejores cánones establecidos –sólo faltó un punto de personalidad, lo que no suele faltarle a él–, logrando, eso sí, una transparencia excepcional y atendiendo al solista con extremo cuidado (¡cómo mandaba a la orquesta, sobre la marcha, apianar o ralentar cuando lo hacía el violín solista, para arroparle y seguirle con mimo!).

El hijo del gran director tocó no las habituales cadenzas de Kreisler, sino las de Joachim, con tanta soltura y seguridad como imaginación (tan bien como, por ejemplo, el gran Szeryng: las acabo de repasar).

Este irregular director (¡que ya tiene 82 años! Sólo se notan caminando, no en el podio), capaz de lo mejor y de lo mucho menos bueno, tuvo una noche bastante por encima de lo habitual que yo le haya escuchado en directo. (Por cierto, le lleva 55 años al solista de ayer).

Dos palabras sobre la orquesta, a juzgar por el concierto de ayer: magnífica la sonoridad, totalmente alemana, de la cuerda, con un timbalero estupendo, unas trompetas de primera (para empastar o destacar en Beethoven admirablemente), unas trompas no tan buenas (¡tímidas a veces en la Quinta!), y una madera en la que sobresalieron los clarinetes y, más aún, los fagotes. La flauta y los oboes, que tocan muy bien, me gustaron menos por su sonido algo neutro, y dulzón el de estos últimos. Me da la impresión de que la Filarmónica de Múnich (después de la edad de oro celibidachiana) se halla, en Alemania, y dejando al margen la Filarmónica de Berlín, algo por debajo de la Radio Bávara y de las Staatskapelle de Dresde y Berlín.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Óperas del último medio siglo en DVD y Blu-ray

   

Como todos sabemos, sigue habiendo bastantes óperas importantes –de Verdi, sobre todo– de las que no existen buenas versiones en DVD. Sin embargo, es curioso, de varias de las óperas más destacadas de los últimos cincuenta años existen interpretaciones de primera magnitud. No soy un experto en música “contemporánea”, pero me esfuerzo por conocerla e, incluso, hay no pocas partituras recientes que escucho con mucho placer, y que voy comprendiendo poco a poco mejor cada vez.
Así que me permito recomendar algunas grabaciones filmadas de títulos que, creo, andando el tiempo, se convertirán en clásicos.

-ZIMMERMANN: Die Soldaten (1965) – Nancy Shade, William Cochran, Mark Munkittrick, Michael Ebbecke, Milagro Vragas. Coro y Orquesta de la Ópera Estatal de Stuttgart. Dir.: Bernhard Kontarsky. Dir. escena: Harry Kupfer (Arthaus)
Esta ópera de Bernd Alois Zimmermann, terriblemente sarcástica, hasta la crueldad, de lenguaje áspero y descarnado, hasta lo brutal, sigue sonando -pese a tener ya casi medio siglo- de estricta vanguardia: es de esas obras que tiran para atrás a los operófilos de gustos más conservadores. Su fuerza subversiva es tremenda. Como lo es la historia que cuenta su espeluznante libreto. La presente versión, tomada en la Ópera de Stuttgart en 1989, está interpretada musicalmente en plena sintonía con su lenguaje, y la escena de Harry Kupfer, angustiosa, constituye un acierto total. La edición posee subtítulos en castellano.

-MESSIAEN: Saint François d’Assise (1983) – Rod Gilfry, Camilla Tilling, Hubert Delamboye, Henk Neven, Tom Randle, Donald Kaasch, Armand Arapian. Coro de la Nederlandse Opera. Orquesta Filarmónica de La Haya. Dir.: Ingo Metzmacher. Dir. escena: Pierre Audi (Opus Arte, 3 DVDs)
Serio candidato a ser la ópera más indiscutible de la segunda mitad del siglo XX, San Francisco de Asís, la partitura más ambiciosa y monumental de Olivier Messiaen, ha sido reconocida desde su mismo estreno como una obra capital. Música de misticismo trascendente que subyuga y conmueve, es una especie de Parsifal del siglo XX. Y no le anda a la zaga en duración; aun así, su poder hipnótico es tal que el oyente se sumerge en ella hasta olvidar el transcurrir del tiempo. Con un reparto espléndido que culmina en el protagonista, el barítono Rodney Gilfry, y en el Ángel, a cargo de la maravillosa Camilla Tilling, la versión cuenta con la clarividente dirección musical del experto Ingo Metzmacher y con la escena, sobria pero llena de sugerencias, de Pierre Audi. La edición, de estupenda calidad técnica, cuenta con subtítulos en español.

-LIGETI: Le grand Macabre (1977, rev. 1996) – Chris Merritt, Werner van Mechelen, Barbara Hannigan, Inés Moraleda, Ana Puche, Frode Olsen, Brian Asawa. Coro y Orquesta del Gran Teatre del Liceu, Barcelona. Dir.: Michael Boder. Dir. escena: Alex Ollé y Valentina Carrasco (La Fura dels Baus) (Arthaus)
La ópera del húngaro György Ligeti goza de un reconocido prestigio pese a ser inseparable del escándalo. Creo que es una partitura, de apariencia iconoclasta pero de considerable rigor formal, que no quedará anticuada ni superada en mucho tiempo. La producción de La fura dels Baus –a distancia lo mejor que les he visto desde hace mucho tiempo– es tan imaginativa como impactante, y en esta ocasión han hecho un soberbio trabajo con los cantantes. En el idóneo reparto sobresalen Chris Merritt y Barbara Hannigan. La dirección de Boder, quizá no tan radical como la de Salonen en la grabación Sony de audio, es en todo caso apreciable. La calidad técnica en el Blu-ray es superlativa. También tiene subtítulos en castellano.

   
-HENZE: L’Upupa (2003) – Matthias Goerne, Laura Aikin, John Mark Ainsley, Alfred Muff, Hanna Schwarz, Günter Missenhardt, Axel Köhler, Anton Scharinger. Coro de la Ópera Estatal y Orquesta Filarmónica de Viena. Dir.: Markus Stenz. Dir. escena: Dieter Dorn (Arthaus)
De las varias óperas publicadas en DVD (Boulevard Solitude, Der junge Lord, Der Prinz von Homburg) del recién fallecido Hans Werner Henze (1926-2012) uno de los compositores más notables y prolíficos de su tiempo, ésta, L’Upupa und der Triumph der Sohnesliebe, basada en una leyenda árabe, es la que goza de una interpretación más sobresaliente. Grabada en agosto de 2003 en el Festival de Salzburgo, se trata de la plásticamente bellísima, modélica producción del estreno (que también fue vista en el Teatro Real), debida al reputado Dieter Dorn, interpretación que contó además con un reparto vocal de lujo y una dirección musical del reconocido especialista Markus Stenz al frente de una sensacional Orquesta Filarmónica de Viena. El único inconveniente de este DVD, de soberbia calidad visual y sonora, es que contiene subtítulos sólo en alemán, inglés y francés.
-BIRTWISTLE: Minotaur (2008) – Sir John Tomlinson, Johan Reuter, Christine Rice, Andrew Watts, Philip Langridge. Coro y Orquesta de la Royal Opera House, Covent Garden. Dir.: Antonio Pappano. Dir. escena: Stephen Langridge (Opus Arte)
Para filmar este DVD y Blu-ray se utilizaron las funciones del estreno (Covent Garden, 2008) de una de las óperas más admirables de las últimas décadas, inspirada en una balada de Dürrenmatt y en los dibujos de la Minotauromaquia de Picasso. Posee “una música que es capaz de convocar simultáneamente agresividad, violencia expresiva y lirismo: una obra maestra” (David Cortés). Magistral y pasional dirección de Antonio Pappano, y concepción escénica, a cargo de Stephen Langridge, de sobrecogedora potencia dramática. No es posible imaginar mejor cantante para interpretar a Asterios el Minotauro, mitad hombre mitad bestia, que John Tomlinson: “el canto se convierte en gruñido, la agresividad en alucinado monólogo. Su materia vocal, poderosa y ruda, y su capacidad dramática resultan impresionantes” (D. Cortés). Excepcional nitidez de la imagen y el sonido en esta publicación (con subtítulos en español), particularmente en Blu-ray.
-REIMANN: Medea (2010) – Marlis Petersen, Michaela Selinger, Elisabeth Kulman, Michael Roider, Adrian Eröd, Max Emanuel Cencic. Orquesta de la Ópera Estatal de Viena. Dir.: Michael Boder. Dir. escena: Marco Arturo Marelli (Arthaus)
El gran pianista nacido en 1936, colaborador de los más grandes cantantes de lied (entre ellos, Fischer-Dieskau), es un gran compositor que, pese a haber compuesto óperas como La casa de Bernarda Alba, es poco conocido en España. La espléndida música concuerda a la perfección con el mito clásico, si bien el libreto, del propio Reimann, se inspira en la tragedia de Franz Grillparzer. Excelente interpretación de la protagonista, notable dirección musical de Boder y esencial y poderosa propuesta escénica de Marelli. La calidad técnica, sobre todo en Blu-ray, es extraordinaria. Subtítulos en castellano. (Es una lástima que no se haya publicado la genial versión de su quizá ópera cimera, Lear, de 1978, filmada en Múnich con Fischer-Dieskau, Dernesch y Varady, dirección musical de Gerd Albrecht y escénica de Jean-Pierre Ponnelle).












lunes, 12 de noviembre de 2012

Daniel Barenboim cumple 70 años

Este hombre, que es para muchos (me incluyo) el intérprete musical más grande de nuestro tiempo, cumple el 15 de noviembre 70 años. No sólo es uno de los pianistas más eminentes (como ejecutante no es el más perfecto: ahí están Zimerman, Kissin y otros, pero como intérprete sí puede que sea, desde Arrau, el más clarividente), sino que como director no hay hoy quien pueda medírsele.

Hay hoy muy buenos directores (aunque no tantos como en generaciones anteriores, como cuando coincidieron Böhm, Karajan, Bernstein, Solti, Giulini, Celibidache y otros grandes), pero ninguno es tan lúcido y profundo en el repertorio más importante: en Mozart, en Beethoven, en Wagner, Bruckner y Tchaikovsky. Autores a los que se suman sus estupendas aportaciones en Schubert, Schumann, Brahms, Richard Strauss y muchos compositores del siglo XX, incluyendo nombres de vanguardia.

Intérprete personal, comprometido, y a veces incluso radical, es por ello mismo controvertido. Pero hay también críticos que le niegan el pan y la sal, como es el caso de Enrique Pérez Adrián, quien niega que sus Tristanes o sus beethoven merezcan la pena, hasta llegar a afirmar que, más o menos, no sabe dirigir. ¡Curioso en quien ha sido o es director de la Orquesta de París, de la Sinfónica de Chicago, de la Scala de Milán, que ha revitalizado la Staatskapelle de Berlín y moldeado de la nada la West-Eastern Divan! ¡Hay que ver lo que sabe ese crítico: debería comunicárselo sin tardanza a esas orquestas y a las Filarmónicas de Berlín y Viena, entre otras: que Barenboim es una nulidad! Y a los más grandes violinistas, cellistas, pianistas y cantantes: que no se pongan en su manos. ¡Cómo se dejan dirigir por semejante inepto! En fin, sin comentarios.

Como las compañías discográficas han sido las que más han hecho por la divulgación de sus artistas exclusivos, y Barenboim ha emigrado de unas otras, sin permanecer mucho tiempo con ninguna (EMI, D.G., RCA, Sony, Teldec y Erato, Decca..., y lo mismo con las de filmaciones musicales), ha sido mucho menos publicitado que otros, y tal vez ello haya contribuido a que haya sido menos conocido y apreciado en ciertos ámbitos.

Pero últimamente, los premios, medallas y reconocimientos parecen llegarle de todas partes. Incluso ha sido propuesto los dos o tres últimos años al Premio Nobel de la Paz por su labor en pro del entendimiento entre israelíes y palestinos.

Además ha llegado a ser el músico con mayor número de grabaciones hasta la fecha (aparte Fischer-Dieskau). Sólo este año de su 70º cumpleaños, han visto la luz las siguientes novedades y reediciones:

-su recital de 1955, antes de cumplir los 13 años, con autores tan extraños a su repertorio como Shostakovich o Kabalevsky (Guild Historical)

-la edición en DVD y Blu-ray de los Conciertos 20 al 27 de Mozart con la Filarmónica de Berlín (EuroArts)

-los 2 Conciertos de Brahms y el de Schumann y Tchaikovsky (Primero) dirigidos por Celibidache (DVDs EuroArts)

-las Sonatas para piano completas de Mozart (DVDs EuroArts)

-Liszt: Suiza, selección de Italia, Transcripciones de Wagner y Verdi, Sonata en Si menor (DVDs EuroArts)

-la Séptima Sinfonía de Bruckner con la Staatskapelle Berlin (D.G.)

-Parsifal en la Ópera Estatal de Berlín (DVDs EuroArts)

-sus nuevas 9 Sinfonías de Beethoven con la West-Eastern Divan Orchestra

-el paso a CD de sus 32 Sonatas de Beethoven (Decca) antes publicadas por EMI en DVDs

-el de sus 5 Conciertos (Decca) de Beethoven anteriormente filmados (DVD y Blu-ray EuroArts)

-la recuperación en DVD de sus Variaciones Goldberg de Bach (EuroArts)

-las Variaciones Diabelli de Beethoven (DVD EuroArts)

-los 2 Conciertos de Chopin con Nelsons (CD de D.G.; DVD y Blu-ray Arthaus)

-Recital Chopin en Varsovia (CD D.G. y DVD/Blu-ray Accentus)

-los 2 Conciertos de Liszt con Boulez (más la Consolación III y Vals olvidado I) en CD de D.G. y DVD/Blu-ray de Accentus

-Leonora III de Beethoven, Variaciones op. 31 de Schoenberg y Sinfonía “Patética” de Tchaikovsky (CD Decca y DVD/Blu-ray C Major)

-Cuarto Concierto de Beethoven, Notations de Boulez y Te Deum de Bruckner con la Filarmónica de Viena (DVD/Blu-ray C Major)

-la reedición en Blu-ray de “Mozart en Praga” (Sinfonías 35 y 36, Concierto 22, Concierto para trompa 1), con la Filarmónica de Berlín (EuroArts)

-la reedición en DVD de El anillo del nibelungo de Wagner (Bayreuth, con dirección escénica de Kupfer) (Warner)

-la edición en DVD/Blu-ray de El oro del Rin y La Walkiria (parece que sólo en Japón) de La Scala de Milán

-la inminente edición de los Conciertos para cello de Elgar y Elliott Carter con Alisa Weilerstein y la Staatskapelle Berlin (Decca)

-la anunciada publicación de las seis últimas Sinfonías de Bruckner con la Staatskapelle Berlin en DVD y, tal vez, Blu-ray.

martes, 6 de noviembre de 2012

¿Las 32 Sonatas “definitivas” de Beethoven por Barenboim?

 

Las 32 Sonatas para piano de Beethoven que acaba de publicar Decca en una caja de 10 CDs, a precio muy bajo, como tercera y última entrega de la serie “Beethoven para todos” reproduce, como ya he comentado en otra ocasión, el audio (con magnífico sonido, por cierto) de la caja de DVDs de EMI con esas obras (se omiten, por supuesto, las Clases magistrales).
Además de la caja con las Sonatas, se ha puesto también a la venta una Deluxe Edition (a poco más de 100 €) en un cajón de 32 x 32 x 5 cm, que alberga además de los 18 CDs de las Sinfonías, los Conciertos y las Sonatas, un CD con una entrevista a Barenboim, un DVD de 58’ con el documental “It all starts with a dream” (subtítulos en castellano), un libro tamaño caja de DVD con artículos en inglés, francés y alemán y un libro de 31 x 31 cm y 64 páginas con espléndidas fotos de Benjamín Ealovega tomadas en Pilas (Sevilla), donde cada verano se reúnen para ensayar y convivir los músicos de la Orquesta del West-Eastern Divan.
He vuelto a escuchar estas interpretaciones, que recogen ocho recitales en público ofrecidos Daniel Barenboim en la Staatsoper de Berlín entre el 17 de junio y el 6 de julio de 2005, y me gustaría intentar explicar brevemente qué diferencias (las similitudes son evidentes) encuentro entre este ciclo y sus dos anteriores grabaciones de la serie completa: la de EMI 1967-70 y la de Deutsche Grammophon 1984 (tomas realizadas en París entre 1981 y 1984).
Pues bien, como ya he escrito más de una vez, el ciclo EMI se situó en su momento a la cabeza de todos los escuchados hasta entonces, al ahondar como nadie en el mundo interior de Beethoven, extrayendo hasta el máximo (un poco en la línea de Arrau) la cantabilidad de su música, relegando por completo el virtuosismo como fin y todo el mecanicismo que afeaba y desvirtuaba tantas y tantas intepretaciones anteriores: a partir de este ciclo (en el que las últimas Sonatas estaban mucho mejor comprendidas por el intérprete que las correspondientes del gigantesco pianista chileno citado), las cosas no volverían a ser igual: ¡qué grandeza, qué profundidad, qué belleza, qué lucidez! Al escuchar los dos o tres primeros discos de este ciclo, Otto Klemperer se quedó tan impresionado que expresó a EMI su deseo de grabar con el joven argentino (¡57 años menor que él!) los 5 Conciertos de Beethoven, algo que deseaba hacer desde hacía tiempo, pero ¡no encontraba pianista que le gustase lo suficiente!
El álbum de 1984, ya digital, está por supuesto mejor grabado que el de EMI, pero quizá no recoge exactamente el peculiar sonido del piano de Barenboim, sino que resulta algo más duro y acerado que cuando se le escucha en directo. Este ciclo, muy marcado según el propio intérprete por su experiencia de dirigir Tristán e Isolda, ofrece quizá el Beethoven más trágico y también más hosco, arisco y misántropo, el que más reflexiona sobre la muerte. Aunque no en todas las Sonatas es esto evidente, sí que lo parece en una buena parte de ellas. Quizá este tratamiento o punto de vista beneficia a algunas de ellas: aun así, la 5 (de 1968), la 8 “Patética” del primer ciclo siguen siendo mis predilectas, lo mismo que las quasi sonatinas 19 y 20, la 21 “Waldstein”, la 26 “Los adioses” (todas de 1967) o el jamás alcanzado, ni antes ni después, sublime “Adagio sostenuto” de la 29 “Hammerklavier” (1970), que tengo (opinión que comparto con Álvaro Marías) por una de las cosas más excelsas escuchadas jamás a un intérprete musical.
En el ciclo de 1984 destacan, en mi opinión, la Tercera, la Sexta, la 17 “La tempestad”, la 18, la 23 “Appassionata”, la 30 y la 32.
El cuarto y último ciclo que nos ofrece Barenboim, sin duda el mejor grabado, parece en cierto modo aglutinar sus puntos de vista anteriores, pues es su Beethoven más plural y poliédrico, el más sutil en su enorme variedad de estados de ánimo (a menudo muy cambiante), explorando algunos que antes habían quedado menos explicitados. La paleta sonora es quizá la más rica, y lo que quizá más llama la atención es el muy abundante, diría que generalizado, uso del rubato, en pos de cantar con múltiples acentos las melodías (acentuadas aquí y allá de mil maneras) y en pos de hallar múltiples momentos en los que la tensión es presentada en múltiples grados: un recurso, el del rubato, mucho más asociado a otros compositores y del que el pianista de Buenos Aires obtiene aquí unas posibilidades inimaginables.
Pero la impresión que quizá más cala y perdura en el oyente es que se trata, en general, de su Beethoven más humanista, con una muy especial atención a la que yo llamo la ternura viril beethoveniana. Es decir, que pese a ciertas inexactitudes debidas a ser ejecuciones en público (particularmente en la endemoniada fuga final de la Sonata 29), creo que es el ciclo más admirable, maduro y magistral de Barenboim. Y de toda la discografía, sin duda.
De este ciclo de 2005 (DVDs EMI y CDs Decca) me parece que sobresalen especialmente, rozando de lleno la estratosfera, las números 3, 4, 5, 6, 7, 11, 13 “Quasi una fantasia”, 15 “Pastoral”, 16, 17 “Tempestad” y 32.
(El comentario sobre el ciclo de las 32 Sonatas por Barenboim, el filmado en Múnich por Jean-Pierre Ponnelle y más o menos contemporáneo del de Deutsche Grammophon –pues parece que se filmó en 1983–, lo dejo para más adelante, porque saldrá a la venta dentro de unas semanas en DVD y Blu-Ray; será buena ocasión para repasarlo).