sábado, 27 de febrero de 2016

Mi versión favorita de las principales obras de Béla Bartók




Accediendo a algunos conocidos (y también desconocidos) que me lo han pedido, voy a intentar seleccionar una sola grabación de cada una de las obras más importantes de los grandes compositores (algunas están no en CD, sino filmadas). En varios casos lo tengo bastante claro, pero en muchos otros me está resultando francamente difícil decantarme por una sola versión, pues me da no sé qué descartar otra u otras que me gustan, en principio, tanto. En estos casos me planteo que, para llevármelas a la supuesta isla desierta, solo se me deja llevar una grabación. Y así tal vez eso facilita un poco la elección. Aun así, estoy seguro de que, si hiciese por segunda vez esa criba y no recordase el resultado de la primera, no siempre coincidirían las opciones escogidas. Pido disculpas por ello.

Concierto para orquesta: Orquesta Sinfónica de San Francisco/Blomstedt (Decca)
Concierto para piano 1: Barenboim/Orquesta Filarmónica de Viena/Boulez (DVD y Blu-ray C Major)
Concierto para piano 2: Lang/Orquesta Filarmónica de Berlín/Rattle (CD, DVD y Blu-ray Sony)
Concierto para piano 3: Grimaud/Orquesta Sinfónica de Londresa/Boulez (DG)
Concierto para viola: Menuhin/Orquesta New Philharmonia/Dorati (EMI)
Concierto para violín 1: Chung/Orquesta Sinfónica de Chicago/Solti (Decca)
Concierto para violín 2: Zukerman/Orquesta Filarmónica de Los Angeles/Mehta (Sony)
Danzas folklóricas rumanas - Orquesta Filarmónica de Viena/Solti (DVD Decca)
Divertimento - Camerata Academica del Mozarteum, Salzburgo/Végh (Capriccio)
Esbozos húngaros - Orquesta Sinfónica de Chicago/Boulez (DG)
2 Imágenes op. 10 - Orquesta Sinfónica de Chicago/Maazel (Chicago Symphony)
El mandarín maravilloso (completo) - Coro y Orquesta Sinfónica de Chicago/Boulez (DG)
El mandarín maravilloso: suite - Orquesta Sinfónica de Chicago/Solti (Decca)
Música para instrumentos de cuerda, percusión y celesta - English Chamber Orchestra/Barenboim (EMI)
4 Piezas orquestales op. 12 - Orquesta Sinfónica de Chicago/Boulez (DG)
El príncipe de madera - Orquesta Sinfónica de Chicago/Boulez (DG)
Las 2 Rapsodias para violín y orquesta - Shaham. Orquesta Sinfónica de Chicago/Boulez (DG)
2 Retratos op. 5 - Mintz/Orquesta Sinfónica de Londres/Abbado (DG)
Suite de danzas - Orquesta Sinfónica de Chicago/Solti (Decca)
Contrastes - Pauk, Berkes, Jandó (Naxos)
Cuarteto 1 - Cuarteto Alban Berg (EMI)
Cuarteto 2 - Cuarteto de Tokio (RCA)
Cuarteto 3 - Cuarteto Alban Berg (EMI)
Cuarteto 4 - Cuarteto de Tokio (DG)
Cuarteto 5 - Cuarteto de Tokio (DG)
Cuarteto 6 - Cuarteto de Tokio (DG)
Los 44 Dúos para dos violines - Perlman, Zukerman (EMI)
Sonata para dos pianos y percusión - Perahia, Solti, Corkhill, Glennie (Sony)
Las 2 Sonatas para violín y piano - Zukerman, Neikrug (Sony)
Obra completa para piano - Kocsis (Philips)
Sonata para violín solo - Pauk (Naxos)
Cantata profana - Aler, Tomlinson. Coro y Orquesta Sinfónica de Chicago/Boulez (DG)
El castillo de Barbazul - Von Otter, Tomlinson. Orquesta Filarmónica de Berlín. Haitink (EMI)

lunes, 22 de febrero de 2016

Rigoletto con Carlos Álvarez, Olga Peretyatko y Juan Diego Flórez en Viena



A través de una retransmisión televisiva he visto y escuchado una reciente representación de Rigoletto en la Ópera Estatal de Viena la mar de interesante sobre el papel, por contar con tres extraordinarios cantantes en los tres roles principales, así como con la batuta de Evelino Pidò, director irregular (desde un nefasto Elisir d'amore en Decca a una magnífica Anna Bolena en blu-ray de DG). Aquí no estuvo ni tan mal como en aquella ni tan bien como en esta: en general me ha parecido correcto, bien encaminado (soberbio el Preludio I), con nervio y sentido dramático, pero los tempi han sido aquí y allá algo caprichosos y, en general, ha tendido a más bien ignorar a los cantantes, o bien tapándolos con excesos decibélicos o no adaptándose a sus posibilidades o (relativas) limitaciones, como ignorándolos olímpicamente o sintiéndose por encima de ellos. 

Ya había comprobado en más de una ocasión que, tras su largo retiro por enfermedad, Carlos Álvarez ha reaparecido en gran forma vocal. Así se manifiesta en el largo, agotador y tremendamente comprometido rol titular de la primera ópera genial compuesta por Verdi. No solo está casi pletórico a lo largo de la representación (salvo algún momento, solo eso, de cierta fatiga), sino que su legato y su capacidad de regular el volumen son espléndidos, mejor que nunca hasta ahora, y su vivencia del personaje es de una desarmante veracidad. Vamos, que dudo mucho que en los últimos diez años se haya podido escuchar una interpretación de este rol tan redonda y convincente (aprovecho para señalar que nada hay en él de la sobreactuación casi ridícula de Leo Nucci, que nunca ha sido un gran Rigoletto y ahora es casi esperpéntico: absurdo el premio que ha recibido del Teatro Real: que a cierto público le engañe, vaya, pero que también lo haga al jurado, realmente no tiene pase).
Olga Peretyatko, además de poseer una bellísima voz de lírica con ya solo reminiscencias de ligera, es musicalmente admirable y posee una técnica de primer orden. Me ha encantado su incorporación de Gilda, que nada tiene de ñoña y que va ganando en patetismo conforme avanza en conocimiento de lo que se cuece. En "Caro nome" tiene algún apuro en los sobreagudos, pero le doy poca importancia a esto; en "Tutte le feste al tempio" canta con tanta belleza como emoción. Realmente, a no ser Diana Damrau, no recuerdo una Gilda que me haya gustado tanto.

Juan Diego Flórez incorporó al Duque de Mantua hace ocho años en Dresde (hay DVD: con Lucic y Damrau, dirigiendo Luisi y Lehnhoff. Virgin) y a continuación canceló los siguientes Duques que tenía previstos, reconociendo que le venía grande. Como su voz ha evolucionado poquísimo, le sigue viniendo grande. Su materia prima suena inadecuada, lo mismo que el estilo, que sigue resultando demasiado puramente belcantista. Se ve obligado a forzar el volumen en numerosas ocasiones, con la consiguiente pérdida de pureza. Además, la cabaletta "Parmi veder de lagrime" la salpica de sobreagudos no escritos que encuentro muy, muy inconvenientes. Creo que debe seguir sin cantar este papel. 

Bien, pese a sus cambios de color, Nadia Krasteva como Maddalena, e imponente la voz, no demasiado bien gobernada, del bajo-bajo Ain Anger como Sparafucile. Entre los papeles menores hay un poco de todo: desde la espléndida Giovanna de Margaret Plummer y el destacado Borsa de Carlos Osuna a los flojos Alexandru Moisiuc (Monterone) y Mihail Dogotari (Marullo).
El director de escena Pierre Audi, estimable en otras ocasiones, no me ha convencido con su empeño en ser original a toda costa, aunque fuerce hasta lo absurdo y traspase abiertamente los límites de la lógica. ¡Vaya plaga la de los directores escena creativos! ¿Por qué diantres no harán algo convencional pero bien hecho cuando no se les ocurre nada renovador y sensato a la vez?

sábado, 13 de febrero de 2016

Dos Puccini con Kaufmann en Blu-ray: Manon Lescaut y La fanciulla del West



 
Bueno, me consta que la primera de ellas no la ha distribuido Sony en España en Blu-ray, sino solo en DVD, por lo que he tenido conseguirla fuera. No entiendo por qué ambas óperas, lanzadas a la vez, no han recibido el mismo tratamiento. ¿Acaso la segunda es más comercial que la primera? No, desde luego, sino lo contrario, así que ni idea...

El tenor de moda (por cierto, el número uno actual) sigue ampliando horizontes: aparte de la ópera alemana, su territorio por así decirlo, natural, está haciendo grandes cosas en Bizet, Gounod y Massenet así como en Verdi y Puccini. Pero tiene, por supuesto, sus límites. Pues su voz ha evolucionado de lírico a spinto, mientras se ha ido abaritonando a ojos vista. Así que, pese a su tremendo arrojo, el caballero Des Grieux de Puccini le viene bastante incómodo, y en dos o tres notas muy agudas se las ve y se las desea. En todo caso, su musicalidad, su ardiente temperamento y su fuerza le salvan. Pero tal vez ha sido un error abordar este papel a estas alturas de su carrera.

La versión es en conjunto bastante notable, gracias a que Kristine Opolais (la esposa de Andris Nelsons) es una más que buena Manon, si bien lo contrario que el tenor: algo más lírica de la cuenta, lo que se aprecia en los extremos de la tesitura, en los que se halla algo incómoda. En el ingrato, poco lucido, papel de Lescaut me ha decepcionado el barítono Christopher Maltman, del que tenía buenas referencias. Algo mejor el Geronte del bajo Maurizio Muraro, que no proyecta debidamente la voz. Con una actuación espléndida del Coro y extraordinaria de la Orquesta del Covent Garden (un conjunto, me parece, especialmente variable), lo mejor de la versión es para mí, sin duda, la incandescente, líricamente envolvente y sensual dirección de Antonio Pappano: un trabajo de todo punto excepcional, que lo eleva a los niveles de Bartoletti, Sinopoli o Chailly en las grabaciones de audio de esta ópera. La escena, a cargo de Jonathan Kent, traslada la acción a época reciente, lo que parece algo inconveniente (y desde luego innecesario), pero quizá no llega a irritar, en parte tal vez porque hay situaciones que no las entiendo. O sea, que es una versión globalmente buena, bastante por debajo de las de las dos primeras de audio citadas, pero que gracias a su magnífico sonido y a la nitidez de sus imágenes supera técnicamente en mucho a las de Kanawa, Domingo, Allen/Covent Garden/Sinopoli, Götz Friedrich (NVC 1983) y a la de Scotto, Domingo, Elvira/Met/Levine, Menotti (DG 1987), ambas sin embargo superiores en lo musical y lo escénico. También tenían subtítulos en español, de los que carece la de Sony.

El papel de Dick Johnson de La fanciulla del West, bastante más dramático que el de Des Grieux, sí conviene plenamente a la vocalidad de Kaufmann, siendo muy de agradecer que lo haya abordado (nadie más, me temo, puede hacerle hoy plena justicia). Su encarnación del mismo es de veras imponente, desde cualquier punto de vista que se le juzgue, y habría que remontarse a Domingo con Mehta (CD D.G. 1978, con Carol Neblett y Milnes) para hallar a alguien de nivel aún superior. Pero aunque, un poco vergonzosamente, su nombre figura en la portada del Blu-ray delante del de ella, es Nina Stemme la gran triunfadora de esta versión: la soprano dramática sueca, para mí la más extraordinaria Brünnhilde que he conocido, está sensacional vocal, musical y escénicamente, hasta arrasar con cualquiera de sus rivales (Tebaldi, Neblett, Barbara Daniels y no digamos Mara Zampieri), en un papel no demasiado largo pero sí muy, muy  comprometido. Solo por ella no me arrepentiría de haberme comprado este Blu-ray.

Hasta aquí, una gloria. Pero... ¿de dónde han sacado al sheriff que canta -es un decir- Tomasz Konieczny? Es un barítono engolado, de voz tal vez grande pero nada hermosa, carente por completo de técnica, que como intérprete es plano, fatal como actor y que cuesta descifrar en qué lengua canta, tal es su pronunciación. ¡Qué enorme metedura de pata! Este señor, mientras no cambie radicalmente, pasa a engrosar mi lista negra particular. ¡Qué placer volver a reconciliarse con este malvado personaje escuchando a Cornell McNeil, a Milnes y a Juan Pons! De los restantes papeles, destacaría al Jake Wallace de Alessio Arduini y al Sonora de Boaz Daniel. Tenía serios temores ante lo que pudiese hacer el habitualmente gris Franz Welser-Möst, pero aquí, al frente de un estupendo Coro y una magnífica Orquesta de la Ópera de Viena, resulta suficiente su competencia. Solo en muy contados momentos me ha molestado, con un excesivo distanciamiento y hasta alguna ñoñería. Y, desde luego, me hace añorar el extraordinario trabajo de Mehta, que obtiene un rendimiento excepcional de la rica y sutil orquestación de Puccini. Pero bueno, insisto: no echa por tierra la versión.

Que escénicamente (Marco Arturo Marelli) es muy sensata y hasta bella en su planteamiento tradicional, si bien la traslada a los años 60 o algo así. Solo me ha parecido una concesión tontorrona que los amantes se alejen al final de la ópera en un globo coloreado con el arco iris, y poco creíble que el rastrero sheriff esté, cuando se baja el telón, a punto de pegarse un tiro en la sien. Preferibles son, desde luego, las propuestas escénicas estrictamente literales de Piero Faggioni (con Neblett, Domingo, Carroli/Santi, NVC 1983) y de G.C.del Monaco (con Daniels, Domingo, Milnes/L.Slatkin, DG 1992). Versiones, de nuevo, técnicamente deficientes -sobre todo la primera- pero con subtítulos en español. O sea, lo contrario que la que acaba de publicar Sony.

jueves, 11 de febrero de 2016

Pappano dirigiendo Conciertos: cal y arena



Parece que las compañías discográficas comienzan a valorar en buena medida a Antonio Pappano, director que hasta no hace mucho grababa solo para EMI. Hace poco han salido un CD suyo del sello Decca y otro de DG. Lo cierto es que el maestro que ha alcanzado con toda justicia una alta reputación en el campo de la ópera no siempre es tan fiable en el sinfónico (y en particular en el concertante), como, entre otros ejemplos, muestran estos discos. En lo que a él respecta, en estos conciertos y obras para solista y orquesta queda bastante claro su acierto en Bartók y en Schumann, y su llamativo desacierto en Brahms. Sin que haya lugar a dudar de su solvencia, el compositor hamburgués le suena en el Concierto para violín bastante liviano, tanto por la sonoridad (la orquesta romana tampoco es ni de lejos la más idónea) como por una indudable falta de tensión, lo que se aprecia sobre todo en el primer movimiento. Janine Jansen, que es una violinista excepcional, dotada de una musicalidad fuera de lo común que la convierten en una de las mejores cameristas de nuestro tiempo, no está tampoco a su altura habitual, convenciendo mucho más por su lirismo que por su intensidad dramática. Diríase que mendelssohniza este gran Concierto, sin duda uno de los más exigentes del repertorio. Mucho más centrada está en el juvenil Concierto de Bartók -con un intenso lirismo y un precioso sonido que me recuerdan a Menuhin- donde puede afirmarse otro tanto de una batuta mucho más en su elemento, en el podio de una espléndida Sinfónica de Londres. Lo que me ha sorprendido es que las tomas de sonido de Decca, sobre todo la de la capital italiana (ésta en público), no son nada del otro mundo, algo poco excusable hoy.

En cambio, parece que a Pappano se hallase muy cómodo con Schumann (CD de DG), pues tanto el Concierto como, más aún, la Introducción y allegro appassionato op. 92 están dirigidos con entusiasmo, fluidez y un afecto lírico muy adecuados, sin buscar una especial trascendencia o seriedad prebrahmsiana (características que, bien enfocadas, pueden resultar también muy apropiadas en estas obras). La Introducción y allegro de concierto op. 134, con razón mucho menos frecuentada, parece no despertar especial interés en sus intérpretes. Mención especial merece el pianista canadiense de padres polacos Jan Lisiecki (n. 1995), sin duda un joven de extraordinario talento, dotado de un mecanismo impecable, de un precioso sonido (no especialmente recortado o percutivo, algo tan frecuente en los jóvenes, sino más robusto y aterciopelado) y de una musicalidad sobresaliente. Su Schumann, nada pretencioso, persigue no tanto la hondura como la belleza, sensualidad y vitalidad, resultando muy natural en su estrecha sintonía con la batuta. Lo que me ha gustado menos es la propinilla: Ensueño, de las Escenas de niños, algo banal, apenas poética. La verdad, esta breve pieza sobraba en el disco.

Las recomendaciones más obvias para todas estas obras siguen siendo las mismas: para Brahms Oistrakh/Klemperer (EMI 1961), Szeryng/Haitink (Philips 1974), Perlman con Giulini (1977) y Barenboim (EMI 1992), Mutter/Karajan (DG 1982)... Para Bartók, sobre todo Chung/Solti (Decca 1984) y Midori/Mehta (Sony 1990), y para el Concierto de Schumann, Arrau con Dohnányi (1963) y Colin Davis (Philips 1981), Zimerman/Karajan (DG 1982) y Barenboim/Celibidache (1991, EMI y DVD EuroArts).

sábado, 6 de febrero de 2016

Eschenbach y Müller-Schott en Ibermúsica



El viernes 5 de febrero tuvo lugar en el Auditorio Nacional un concierto de Ibermúsica a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington D.C. dirigida por su titular, Christoph Eschenbach. El día anterior habían ofrecido otro (con Phaeton de Rouse, la Sinfonía "Inacabada" de Schubert y la Primera de Brahms) al que no pude asistir, así que comentaré solo el segundo de ellos. Tengo en gran aprecio a Eschenbach, que fue en sus comienzos un pianista notable y que en su madurez se ha revelado como un director de calibre mucho mayor. Ayer, sin embargo, me decepcionó un tanto. Por lo pronto, la Orquesta de Washington no está entre las grandes (¡qué descenso desde sus anteriores destinos como titular en las Orquestas de Filadelfia y París!); la cuerda es francamente buena, pero el viento (está visto que este grupo es más peliagudo, pues escasean las orquestas en las que es excepcional) no tanto, con palpables irregularidades. Ayer me gustaron mucho la concertino, el timbalero, la solista de oboe o el solista de trompa (no tanto el grupo), y me defraudó el flauta principal. El conjunto es brillante, pero no todos los músicos son precisamente muy finos. Creo que, a juzgar por el referido concierto, hay al menos tres decenas de conjuntos sinfónicos superiores.

Y ayer Eschenbach no acertó con la Obertura de Tannhäuser, sometida a cambios de tempo algo forzados y sin la debida elocuencia, fuego y grandeza, sobre todo en la algo apagada coda. El Concierto para violonchelo de Dvorák contó con el cellista alemán Daniel Müller-Schott, de musicalidad indudable, buena técnica y sonido noble pero no muy rico en su paleta. Su prestación fue, en mi opinión, notable, ya que no excpecional. Lo que me descolocó fue comprobar cómo se elevaba hasta la estratosfera en la propina que ofreció, la preciosa y emocionante Oración (creo que de From Jewish Life, 1924) de Ernest Bloch, tocada al parecer en memoria de la madre del cellista, recientemente fallecida. Pero en el Concierto de Dvorák Eschenbach tampoco estuvo muy centrado: volvió a tirar y a aflojar bastante, y no siempre con sutileza, en los tempi y, extrañamente, en los diálogos con el solista apenas moduló la dinámica: todos los acompañamientos sonaban en forte, nunca en otras dinámicas más moderadas, hasta ocultar en muchos momentos al cello: ¿en búsqueda a toda costa de la claridad? No, no es esa la solución. Se produjeron, además, no pocos desencuentros en los diálogos entre el cello y solistas orquestales.

Lo mejor fue, sin duda, el Cuarteto op. 25 de Brahms (para piano y cuerda) en la orquestación de Schoenberg. Aunque volvieron a producirse varios desajustes -parece que Eschenbach es más músico que director- el enfoque me pareció admirable, y el tercer movimiento fue sensacional, con la sección central, Animato, muy encrespada. En el final, Rondo alla zingarese, hizo todo lo posible por mostrar su parentesco con varias de las Danzas húngaras del hamburgués, e incluso con algunas Eslavas de Dvorák. Fenomenal, con la orquesta dando lo mejor de sí, la Danza de los comediantes de La novia vendida de Smetana ofrecida como propina... ¡a la una de la madrugada! (En el intermedio del concierto recibí una trista noticia: la de la muerte, ayer mismo, de Carlos Gómez Amat).

miércoles, 3 de febrero de 2016

"Las bodas de Fígaro" de Barenboim en Blu-ray con el libro catálogo de Arthaus




 Aunque no fuese gran cosa la versión de esta ópera, tal vez merecería la pena hacerse con ella (su precio es como la tercera parte del habitual, tanto en DVD como en Blu-ray) para conseguir el catálogo de ambos soportes del sello Arthaus, un libro de 180 páginas a color en el que se reproducen las portadas y se especifican un montón de datos que pueden ser útiles y que rara vez aparecen en otros catálogos: contenido musical e intérpretes detallados, fecha y lugar de grabación, duración (con la del bonus, si lo hay, aparte), código de región, si es PAL o NTSC, los idiomas en los que vienen los subtítulos, y hasta el código de barras. Las últimas páginas del libro son un exhaustivo índice de intérpretes. 

Pero además la versión de estas Bodas de Fígaro es estupenda. Procede de la Ópera Unter den Linden berlinesa en una representación habida en 1999, hasta ahora solo publicada en DVD. No es la primera vez que una ópera o un concierto ya existentes en DVD se lanza también Blu-ray sin que se produzca la menor ganancia técnica, lo que resulta bastante frustrante (así ha ocurrido al comparar el Ballo in maschera de Solti: idéntica imagen, sonido ligeramente mejorado); pero no es este el caso de Las bodas de Fígaro, pues la imagen es ahora bastante más nítida y más rica en su gama de colores, antes algo apagada. También el sonido es ahora más limpio y transparente. En estos casos, uno lamenta que en tantas ocasiones algunos conciertos u óperas no hayan sido publicados en Blu-ray cuando la calidad técnica de la toma original es superior a la que permite el soporte DVD; incluso retransmisiones televisivas de cadenas centroeuropeas se ven a menudo mucho mejor que los DVDs que uno adquiere: esto es una vergüenza, y ocurre con numerosas publicaciones de los sellos más prestigiosos. Algún ejemplo, entre muchos: los Conciertos de Año Nuevo dirigidos por Georges Prêtre (2008 y 2010) se ven con mucha -mucha, insisto- mayor nitidez en retransmisiones televisivas de Arte o ZDF que en los DVDs comercializados por Deutsche Grammophon, que nunca los lanzó en Blu-ray. No es de recibo.

¿Y la interpretación de estas Bodas? Como le suele ocurrir a Barenboim, las óperas de Mozart que tiene grabadas en audio, tanto en EMI como en Erato, suelen atender más a los valores expresamente musicales y menos a los teatrales que las versiones filmadas, y esto se aprecia en su Così fan tutte de EuroArts, en su Don Giovanni recientemente editado (¡también, albricias, en Blu-ray!) por DG y en estas Bodas de Fígaro. Las versiones filmadas, sin descuidar por supuesto lo musical, subrayan la teatralidad e incluso el sentido dramático (o bufo) de las óperas de Da Ponte. Aquí la acción de Fígaro resulta más incandescente, trepidante y viva que en las versiones de audio de EMI (1977) y Erato (1991), y eso se notaría aunque apagásemos el televisor y nos limitásemos a escuchar. Ello no quita para que las arias más líricas estén cantadas también por la orquesta con extraordinaria delectación melódica.
El espectáculo es globalmente soberbio, pues el responsable escénico, Thomas Langhoff, con la escenografía reducida al mínimo, hace un trabajo sólido y difícilmente objetable: las reacciones de los personajes (y la acción en esta ópera es, como se sabe, incesante) son siempre lógicas y creíbles, actuando los cantantes muy por encima de lo acostumbrado. Como características especiales, el Conde es más ladino y retorcido que de ordinario, y Susanna, más lista y astuta, sin (¡oh, fortuna!) el menor atisbo de ñoñería o cursilería. 

Cuando se realizó esta filmación varios de los cantantes principales no eran aún muy conocidos; años después han pasado a formar parte de la élite del canto contemporáneo. René Pape es un Figaro excepcional, sin el menor problema vocal por ser ya entonces un bajo-bajo; Dorothea Röschmann nunca, ni entonces, ha sido una soprano ligera, sino tal vez más cerca de una lírica: es una pura maravilla escucharla como Susanna (hoy podría ser una Condesa excelente, si no lo ha sido ya). Roman Trekel, barítono lírico, es un Conde especialmente sutil en su expresión, y la entonces lírica Emily Magee (antes de centrarse en algunos Wagner), una doliente Condesa de voz aterciopelada admirablemente cantada. No alcanza el mismo grado de excelencia que estos cuatro la correctísima Patricia Risley como Cherubino; es más bien una soprano que una mezzo y tal vez ha sido escogida en buena medida por su aspecto físico: sin la menor parodia o exageración, hace muy bien de jovenzuelo. Los papeles secundarios suelen tener alto nivel, en particular el Bartolo de Kwangchul Youn, la Marcellina de Rosemarie Lang y el Basilio de Peter Schreier (quien, dicho sea de paso, nunca llegó a pronunciar bien el italiano). La Staatskapelle Berlin, aunque siguió mejorando con los años, estaba ya a un nivel que pocos teatros de ópera podían ofrecer. A destacar también el clave continuo de Mark Hastings. 

De cuantos Fígaros hay filmados, en mi opinión solo el de Karl Böhm (película, no en escenario, de Jean-Pierre Ponnelle, DVD, no Blu-ray, de DG 1976), con un elenco espectacular (Prey, Freni, Fischer-Dieskau, Te Kanawa, Ewing) es aún más extraordinario. Ambos cuentan con subtítulos en español.