jueves, 30 de diciembre de 2021

Beethoven improvisador... ¿y emborronador?

 

Una “reveladora” grabación del Cuarto Concierto

Hay multitud de testimonios de que Beethoven era un improvisador genial, como lo han sido algunos grandes compositores… del pasado. Muchos menos testimonios, en cambio, existen -si es que hay uno solo fiable, pues ya se sabe lo poco que lo son algunos de quienes rodearon al Gran Sordo- de que Beethoven improvisase al tocar en público en una composición suya ya publicada. Pero, agarrándose a la aparición de una partitura de 1808 (dos años después de su composición) del Cuarto Concierto, en Sol mayor, op. 58, en la que al parecer el propio Beethoven anotó ornamentaciones añadidas a lo ya escrito -circunstancia a la que no todos los expertos conceden autenticidad-, le ha faltado tiempo a un pianista -Gianluca Cascioli, al que casi habíamos olvidado tras un pasajero relumbrón en su juventud- para convencer a Harmonia Mundi de que había que grabar esa versión, ya que eso podría ser un buen negocio.

Pero la primera duda surge, inevitable: si Beethoven iba a improvisar ¿cómo es que lo anotó? Si lo anotó, esas notas dejaron de ser improvisación. Como la propia definición de improvisación explicita.

Esta aventura ha dado lugar a que Pablo L. Rodríguez dedique todo un artículo de una página entera de El País titulado “Beethoven, el gran improvisador”. En él elogia la práctica de añadir adornos a lo escrito en las partituras dadas a los editores. Pero los pianistas no tienen por qué improvisar: solo los que además sean compositores, grandes compositores, podrían aportar algo que mereciese la pena, y no dejaría de ser todo ello muy discutible. En concreto, una composición tan maravillosa, límpida y concisa como ese Op. 58 no hará sino recargarse y empañar su excelsa y transparente línea tal y como aparece en la partitura.

Pero este ejercicio -por parte de Cascioli y de Harmonia Mundi- de hacer algo ante todo comercial (en una época en la que cada vez se venden menos discos) puede acabar siendo la enésima tomadura de pelo a los consumidores (como la vuelta de LP, entre otros ejemplos).

Las conclusiones a las que llega el autor del artículo son temerarias: “Para Beethoven los pianistas actuales serían unos aficionados”, empieza afirmando. Esto demuestra un total desprecio por los grandes músicos que ocupan su vida entera en servir la música del gran genio y, también, la incapacidad de P.L. Rodríguez de apreciar en ellos el arte que sin duda poseen. ¿Y cómo se atreve a opinar que Beethoven tendría esa opinión de los grandes artistas del piano, que además de su enorme talento y musicalidad añaden la impresionante jurisprudencia de todos sus ilustres predecesores? Este señor es, digámoslo claramente, muy poco serio (la “escuela” de Norman Lebrecht fructifica en seguidores...). Y termina Rodríguez su artículo con una profecía no menos temeraria, afirmando: “El futuro de la interpretación pianística del compositor de Bonn pasa por reivindicar su destreza más admirada: la de gran improvisador”. ¡Es que esa destreza nadie la pone en duda, pero muy otra cosa es el intento de emularla! Hay que hacerles saber a los grandes intérpretes que se dedican a hacer de intermediarios necesarios entre Beethoven y nosotros los oyentes melómanos que, según Rodríguez, si no improvisan, no valen, no le hacen justicia al compositor. [Al reparar en la fecha de publicación del artículo, 28 de diciembre, día de los Inocentes, podría entenderse todo…]

POSDATA: He podido escuchar la susodicha versión, sobre un piano moderno y con una orquesta reducida (36 músicos) de instrumentos modernos (Ensemble Resonanz) tocando como si fueran antiguos (permanente ausencia de vibrato, atosigante profusión de reguladores no escritos), bajo la tremendamente arbitraria, rebuscada, pimpante hasta lo ridículo (¡qué movimiento lento!) horrible dirección de Riccardo Minasi, exconcertino entre otros conjuntos de la Orquesta Barroca de Sevilla, de tan extraviada trayectoria, y fundador de Il Pomo d’Oro, al que le he escuchado alguna barrabasada. La ejecución de Cascioli no es mala, aunque de escaso, bastante incapaz legato, y de una gama dinámica muy estrecha: demasiada delicadeza mal entendida. Pablo L. Rodríguez, en un delirante ejercicio de dogmatismo, afirma: “No toca un instrumento de época, pero su interpretación se acerca más que ninguna otra a las intenciones sonoras de Beethoven”. ¡Bravo, Rodríguez, es usted el médium que estábamos esperando de Beethoven para conocer sus verdaderas intenciones!

Para mí, todos y cada uno de los añadidos -que tampoco son tantos: me esperaba más- SOBRAN. ¿Es Beethoven más grande, más auténtico, después de escuchar esta versión? ¡TODO LO CONTRARIO! Dudo mucho, muchísimo, que algunos de estos añadidos puedan ser de la mano de Beethoven. Porque me quedo con la afirmación del gran Leonard Bernstein: “En la música de Beethoven cada nota es siempre la correcta. Ningún compositor -ni siquiera Mozart- tuvo esa capacidad para que todo resulte impredecible y al mismo tiempo acertado. Eso hace que sus composiciones sean inmejorables. ¿Cómo lo lograba? Nadie lo sabe, pero se destrozó la vida tratando de alcanzar esa inevitabilidad”.

GUINDA FINAL: El hasta hace poco sensato pianista sevillano Juan Pérez Floristán ha manifestado estar de acuerdo con esta versión y declarado a Pablo L. Rodríguez: “No podemos olvidar que la partitura [toda partitura, se entiende] es tremendamente imperfecta y que cualquiera que intente transcribir con precisión una melodía cantada por Jonny Cash, Nino Bravo o Rosalía [¡atinada comparación con la de una obra como la que nos ocupa!] comprobará cómo la notación musical se queda cortísima. La partitura hay que leerla en profundidad, pero en sí no vale absolutamente nada”. Sin más comentarios.

martes, 28 de diciembre de 2021

El Segundo Concierto de Liszt

 

FRANZ LISZT: Concierto para piano y orquesta No. 2 en La mayor, S 125

(Adagio sostenuto assai – Allegro agitato assai – Allegro moderato – Allegro deciso – Marziale un poco meno allegro – Allegro animato – Stretto: Molto accelerando)

Llama la atención la complicada y tortuosa composición de los dos Conciertos de Franz Liszt, dos de las pocas obras para piano y orquesta que brotaran de la pluma del genial y famosísimo virtuoso-compositor. El Primero, en Mi bemol mayor, estaba siendo esbozado cuando cumplía 19 años, en 1830, pero su primera redacción completa no vio la luz hasta 1849, y experimentó dos revisiones, en 1853 y 1856 (¡veintiséis años en total!). El Segundo, en La mayor, surgió más rápidamente, en Roma el año 1839, pero sufrió nada menos que cuatro arreglos: en 1849 (el mismo año de la primera versión del Concierto No. 1), 1853, 1857 y 1861: una trayectoria de veintidós años en total. Es decir, que incluso después de su estreno, que tuvo lugar en Weimar el 7 de enero de 1857, con el compositor dirigiendo a su discípulo Hans von Bronsart (al que está dedicada la obra), prosiguieron las modificaciones. La partitura fue finalmente publicada en 1863.

Todos estos retoques, que afectaron mayormente a la parte orquestal, debieron de estar motivados por su creciente conocimiento de la música sinfónica y su experiencia en la técnica de la orquestación, adquiridos en varios de sus poemas sinfónicos y en sus dos Sinfonías: Dante y Fausto, así como en su labor como director de orquesta.

En ambos Conciertos Liszt establece no sólo nuevas formas de diálogo entre el solista y la orquesta, sino que además el desarrollo de los temas se aparta de los modos de sus predecesores, siguiendo unos derroteros originales e inesperados. Si el Concierto en Mi bemol mayor sigue un esquema de cuatro movimientos bastante preciso, en el Concierto en La mayor apenas puede hablarse de movimientos, sino todo lo más de secciones todas unidas sin solución de continuidad, y aun así, es difícil determinar cuántas, pues según los cambios de tempo habría seis; o incluso siete, si consideramos también el “Molto accelerando” de la coda. Podría rastrearse en él un cruce entre cuatro movimientos enlazados por cadenzas del solista quasi improvisatorias y una forma más libre y cíclica de fantasía. La unidad está asegurada por un conjunto de cuatro motivos que se alterna con un tema principal recurrente. Llaman la atención los ostentosos glissandi del piano en el “Allegro animato” final, que se hallan quizá entre los primeros en una partitura con orquesta, junto a los de la llamada Fantasía húngara, presumiblemente de 1852. “Intimismo, meditación lírica, tempestades [recordando por momentos ciertas turbulencias de Los Preludios] que se apaciguan tan pronto como se encrespan: nos encontramos con una sucesión de ‘estados del alma’ que tienen el valor de ser un claro ejemplo del Romanticismo musical europeo” (François-René Tranchefort). Aunque se ha hallado en este Segundo Concierto la huella del hermoso Konzertstück (1821) de Carl Maria von Weber, no deja de ser por ello una obra sumamente original.

También en el género concertante demuestra Liszt poseer un espíritu innovador (que fue apenas comprendido en su época), desautorizando una vez más el extendido tópico de que el compositor húngaro es un mero autor de piezas pianísticas de exhibición virtuosista.

Algo menos frecuentemente interpretado que el Primero –no en vano éste es una pieza de mayor lucimiento–, el Segundo Concierto, con pasajes de diálogo camerístico (del piano con el violonchelo o con el oboe, entre otros), es tal vez una composición de valores propiamente musicales más destacados –aún– que los de su hermano. 

 

Concierto piano No. 2: Discografía

1938 EMI             E.von Sauer/OConservParís/Weingartner     7’10+4’37+7’05+1’55=20’47          7/4

1952 Naxos          Casadesus/OdeCleveland/Szell                                                                      19’26     6/6

1953 Music&Arts Arrau/OFilNuevaYork/Cantelli                       7’36+5’18+6’25+1’45=21’04          9/5

1953 DG               Andor Foldes/OFilBerlín/L.Ludwig                 6’35+4’27+6’23+1’48=19’13          7/6

1953 EMI             Malcuzynski/OPhilharmonia/Süsskind         7’02+5’00+6’48+1’49=20’39          8/6

1955 Decca          Kempff/OSinfLondres/Fistoulari                    7’38+5’08+6’48+1’55=21’29          7,5/6

195? EMI             Julian von Karolyi/PhilhHungarica/Kertész                                                 20’40     7,5/6

1957 Decca          Katchen/OFilLondres/Argenta                        6’59+5’01+6’01+1’46=19’47          6/6

1958 EMI             Cziffra/OPhilharmonia/Vandernoot              7’06+6’13+7’07+1’36=22’02          8/7

1959 Sony            Entremont/OFiladelfia/Ormandy                   6’49+5’05+6’40+1’46=20’20          7,5/6

1960 EMI             S.François/OPhilharmonia/Silvestri                                                               23’08     7/7

1961 Philips          Richter/OSinfLondres/Kondrashin                 7’17+4’57+6’41+1’43=20’38          7,5/7

1963 Mercury      Janis/OSinfRadioMoscú/Rozhdestvensky    6’44+4’56+6’18+1’35=19’33          7/7

1970 EMI             Cziffra/OdeParís/Cziffra Jr.                             6’59+6’09+7’04+1’46=21’58          7/8

1972 Philips          Brendel/OFilLondres/Haitink                          7’22+4’57+6’52+1’47=20’58          8,5/8

1976 DG               Berman/OSinfViena/Giulini                             7’56+5’23+7’17+1’53=22’29          9/8

1979 Hungaroton Jandö/ONacionalHúngara/Ferencsik             6’38+5’28+7’01+1’54=21’01          8,5/8

1980 EMI             Béroff/OGewandhaus/Masur                          6’58+5’00+6’56+1’39=20’31          7,5/8

1980 Philips          Arrau/OSinfLondres/C.Davis                       7’52+5’32+7’08+1’52=22’24          10/8,5

19?? Warner        Berezovsky/OPhilharmonia/H.Wolff            6’21+7’45+3’36+1’37=19’19          6/7,5

*1986 Classical Video Rarities  Zimerman/OFestivalBayreuth/Barenboim**                  21’35         10/7             

1988 DG               Zimerman/OSinfBoston/Ozawa                     7’27+8’19+4’23+1’44=21’53          9/8

1990 RCA            B.Douglas/OSinfLondres/Junichi Hirokami 7’22+5’12+6’51+1’40=21’05          8,5/8,5

1991 Erato           Andsnes/OFilBergen/Kitaienko                                                                 21’20     7,5/8

1991 Decca          Thibaudet/OSinfMontreal/Dutoit                   7’04+5’04+6’57+1’46=20’41          7,5/9

1995 BerlinClass Freire/OFilDresde/Plasson                               7’00+4’54+6’37+1’49=20’20          7,5/8

2004 Naxos          Biret/OSinfBilkent/Emil Tabakov                 6’12+7’43+7’02+1’59=22’56          8,5/9

2005 RCA            Ax/OPhilharmonia/Salonen                             6’57+4’58+6’53+1’45=20’33          9/9

2006 Chandos     Lortie/OResidenciaLaHaya/Pehlivanian      6’58+8’02+4’02+1’54=20’56          8/8

2008 Naxos          Nebolsin/ORoyPhilhLiverpool/V.Petrenko  7’03+5’09+6’48+1’49=20’49        7,5/8,5  

2009 Berlin Cl     Nelson Freire/OFilDresde/Plasson               7’00+4’54+6’37+1’49=20’20        7,5/7,5

2011 DG/*Accentus Barenboim/StaatskapelleBerlin/Boulez   7’24+5’00+7’09+1’50=21’23          10/9,5

2020 DG               Zee Zee/OPhilharmonia/Paavo Järvi           7’26+4’59+6’39+1’54=20’58          8,5/9

**Me había olvidado de incluir esa magnífica interpretación, que tuvo lugar en el Festival de Bayreuth el 31 de julio de 1886, exactamente el día del 100º aniversario de la muerte de Liszt, en la "wagneriana"ciudad bávara. 

El Concierto en La mayor fue seguido de una interpretación de la Sinfonía Fausto, a cargo asimismo de Barenboim, que la tarde anterior había dirigido Sigfrido, y dirigiría El ocaso de los dioses al día siguiente.

Está editada, de modo "sempirata" por ese sello, que imagino será muy difícil de encontrar. Pero Fernando López Vargas Machuca me ha comentado que está visible en YouTube: https://youtu.be/nHy6UDdHFQQ