domingo, 12 de diciembre de 2010

Otros tres discos escuchados a ciegas, sin conocer sus intérpretes: Frey, Harnoncourt y Giulini

Haydn: Sinfonías 41, 44 y 47. Versiones, sí, “historicistas”, que aquí significa que suenan tan mal y están tan miopemente interpretadas como pudieron o debieron de serlo en su tiempo. Nada original propone este director, pero sí recoge lo peor de lo peor que se ha podido escuchar en los últimos años: convulsiones, metalatos y timbalazos (no saben sonar más que fuerte o muy fuerte, y tratando de asustar al personal), tempi absurdos (el 2º mov. de la 44 resulta delirante, el “Un poco adagio, cantabile” de la 47 no respeta ni por aomo la indicación, el finale de ésta es tan veloz que no se entienden dibujos de los violines...) y caprichos de todo tipo, como fuertes e injustificados tirones, brutalidad generalizada... ¿Es la “rusticidad” de Haydn excusa para estas “burreces”? (3-4/8)

Este Requiem Alemán me ha parecido un poco monótono y mortecino. Algo plasta. Demasiado resignado todo el tiempo. Sin llegar a blando o llorón, lo es casi casi. Apenas hay drama, ni rastro de rebeldía (escúchense, en el otro extremo, las fugas, en los números 3 y 6, de la primera versión, que acabo de repasar). Las sonoridades orquestales me parecen poco brahmsianas, y demasiado pulidas; si bien muy atentas al detalle –la claridad de texturas es uno de los puntos fuertes de esta versión– pierden de vista el sentido general: más los árboles (algunos árboles) que el bosque. La gran fuga del nº 6 carece de impulso, de progresión, y, algo marcial a ratos, se desinfla al final.

La orquesta parece muy, muy buena, pero suena un tanto impersonal (si es una de las grandes, como es posible, no logro reconocerla por sus rasgos propios) y el coro es, sin duda, extraordinario, aunque tampoco me parece que suene mucho a Brahms, sino con bastantes resabios arcaizantes. El barítono, sin duda Thomas Hampson, está muy bien,

aunque creo que con algo menos de ímpetu y gallardía que con Barenboim II. La soprano no la he localizado, aunque canta muy bien. Muy lírica (puede que lírico-ligera), resulta (¿contagiada de la batuta?) algo monocroma y, ya que no ñoña, sí algo tristona, casi bobalicona. En resumen, versión bastante errada de un, quizá, gran director al frente, desde luego, de importantes medios. Me convence más bien poco (7/8,5)

El programa Ravel/Debussy se debe a un enorme director, sin la menor duda. No puede ser uno más el que dirige con esa poesía, esa ternura y esa sensibilidad tímbrica Mi madre la oca, sin duda lo mejor del concierto. Una versión de entre 9,5 y 10. El Concierto para la mano izquierda tiene de entrada la ventaja de que se entiende cómo comienza: no surge, como sucede tan a menudo, de un marasmo indiscernible. Luego se ve perjudicado por la compresión dinámica en los mayores ff. Pero me parece que está muy bien dirigido. El pianista carece de toda la potencia debida, y las notas más graves en ff le suenan un tanto huecas. Pero extrae momentos de un lirismo interesantes, que, me parece, no resultan fuera de lugar. Se parece poco a las versiones más tremendas, que me parecen lo más idóneo, pero aun así le pondría al conjunto un 7,5 o un 8.

Y en cuanto a El Mar, otra gran interpretación, que aunque está muy atenta a la tímbrica debussiana, me parece que mira aún en cierto modo al romanticismo (maravillosa cantabilidad de algunas melodías, lo que tampoco me parece fuera de lugar). El tercer número, se esté o no del todo de acuerdo con el enfoque, es sensacional. Gracias, en buena parte, a una orquesta extraordinaria. Le pondría un 9. Me cuadraría mucho que fuese Giulini. El sonido, en público, es bastante bueno (7)

Soluciones:

Haydn: Heidelberg Sinfoniker. Dir. Thomas Frey (Hänssler 2007)

Brahms: Gena Kühmeier, Thomas Hampson. Coro Arnold Schoenberg. Orquesta Filarmónica de Viena. Dir.: Nikolaus Harnoncourt (RCA 2010)

Ravel/Debussy: Michel Block, piano. Orquesta Filarmónica de Berlín. Dir.: Carlo Maria Giulini (Testament 2009. Grabación: 1978)

No hay comentarios:

Publicar un comentario