viernes, 21 de septiembre de 2012

Gran “Don Giovanni” de Nézet-Séguin



El otro día me trajo un amigo una copia en CD de una nueva grabación de Don Giovanni. En los discos sólo ponía “Yannick Nézet-Séguin”. Al escucharla he reconocido a tres cantantes (Ildebrando D’Arcangelo, Diana Damrau, Rolando Villazón) y tenía dudas sobre un cuarto (que, en efecto, era Joyce DiDonato). Grabada en público estupendamente por Deutsche Grammophon, diré ya que puede rivalizar con las mejores existentes hasta ahora, tanto en lo que se refiere al reparto como a la batuta. Nézet (nacido en Montreal en 1975) fue, claramente, desde que empezó a darse a conocer internacionalmente, un talento fuera de lo normal. Lo primero importante que yo le escuché fue su Romeo y Julieta de Gounod en Salzburgo (DVD/Blu-ray de D.G.), que, como escribí en su día, me dejó absolutamente asombrado. Y ello a pesar de que esa ópera, creo que la mejor de su autor (y no Fausto) contaba con un par de versiones muy bien dirigidas: Plasson y Mackerras.
Pues bien, este Don Giovanni, una ópera dificilísima y que, en mi opinión, no puede ser muy bien dirigida más que por una batuta de primera línea, goza aquí de un sentido teatral y dramático de gran calado, con equilibrada atención entre lo jocoso y lo trágico, logrando por su parte un interés y un impulso que nunca decae. Su manejo de la orquesta, una Mahler Chamber Orchestra en estado de gracia, es de una flexibilidad excepcional, de una chispa, vitalidad e ímpetu tremendos. Sólo tengo que señalar que la escena cumbre de la ópera –y tal vez de la historia del género–, la de la reaparición final del Comendador, hasta ser Don Juan arrojado a los infiernos, queda para mi gusto un poco light (si la comparamos con lo mejor de lo mejor: Klemperer, Böhm II, Barenboim II).
Y tengo que lamentar también algunos resabios –por suerte sólo ocasionales– o guiños a las prácticas de los instrumentos originales. Por ejemplo: tras los acordes iniciales de la obertura, la respuesta en las cuerdas graves se halla desprovista de vibración, resultando pobre de densidad, profundidad y gravedad: el impresionante efecto que persigue Mozart me temo que se pierde así en gran parte. Pero, insisto, son momentos aislados que apenas empañan un conjunto francamente irresistible. Un conjunto que, por cierto, está en contradicción con esos guiños, que puede que sean una concesión demagógica a los partidarios de los modos historicistas (ahora bien, nada que ver con los destrozos casi constantes que Abbado suele infligir últimamente a sus Mozart. Como señalé, para indignación de algunos lectores de este blog, a propósito de su para mí horrible versión de la Sinfonía “Haffner”).
El elenco vocal ha sido un gran acierto: D’Arcangelo, con la voz ahora más grave hasta recordar en su riqueza de armónicos a la del gran Cesare Siepi, encarna al libertino con fuerza seductora, arrogancia, pasión y también nobleza: nada, por tanto, de vulgaridades ni exageraciones. Que prácticamente todos los cantantes interpreten con tanto tino me hace pensar que Nézet ha tenido bastante que ver. Así también Luca Pisaroni como Leporello, caracterizando con pleno acierto al criado, sin que se pase un pelo en la peligrosa aria del catálogo. Curiosamente, en contra de la tradición, es una voz menos grave que la de su señor.
Las dos “doñas” son, en verdad, extraordinarias, de lo mejor que he escuchado jamás, lo mismo Diana Damrau como Anna que Joyce DiDonato como Elvira. La pasión y la intensidad dramática con que abordan sus personajes se prolonga de algún modo en Don Ottavio, tantas veces no sólo indiferente sino como asexuado (Simoneau, Dermota, Kraus, Alva, incluso Schreier y Riegel). Aquí un Rolando Villazón acertadísimo en unos muy expresivos recitativos siente y (com)padece. Pero ¡ojo!, ni asomo de verismo o de la histeria que algunos le suelen atribuir. Además, borda sus dos dificilísimas arias (¡¿quién dijo que su técnica era deficiente?!...)
Un poco pizpireta de más, para mi gusto (es algo que soporto bastante mal), la Zerlina de Mojca Erdmann, y de todo punto correcto el Masetto de Konstantin Wolff. Para el Comendador se ha escogido a un sólido bajo-barítono, Vitalij Kowaljow (el sustituto de René Pape como Wotan en La Walkiria de Barenboim en La Scala), de extensión suficiente en los extremos de la tesitura, pero quizá algo apagado, sin toda la autoridad y carácter imponente que puede pedirse. Encuentro preferible un bajo profundo que emita con seguridad los temibles agudos; pero sé de sobra que hallar otro Salminen es harto difícil. Bien: en conjunto, para mi gusto, quizá la versión de Don Giovanni más descollante de los veinte últimos años.




3 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con su apreciación, también en el papel del director en conseguir este equilibrio y prestaciones en los cantantes. Esta es la primera de las 7 grabaciones de Mozart que tiene programadas la Deutsche Grammophon con Nézet-Séguin y Villazón. La segunda (Cosí fan tutte) ya se ha grabado este verano, también en Baden Baden. y seguirán Idomeneo, Lucio Silla, Die Zauberflötte , Die Entführung aus dem Serail y Le Nozze di Figaro. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por su información: ¡menudo proyecto, que además pinta bien!

    ResponderEliminar
  3. Pues yo acabo de recibirla de Amazon. Este fin de semana la escucharé y disfrutaré. Saludos.

    ResponderEliminar