Sinfonía
nº 11 en Sol menor, op. 103 “El año 1905”
Adagio:
La Plaza del Palacio
Allegro:
El 9 de enero
Adagio:
In memoriam
Allegro
non troppo: El toque de rebato
Dentro de
la extensa y extremadamente desigual serie sinfónica de Shostakovich, la Undécima
no puede inscribirse ni entre las más logradas (la 4, la 5, la 6,
la 8, la 9, la 10 y las tres últimas: 13, 14 y 15)
ni entre los mayores fiascos (las números 2, 3 y 12). La Op.
103 es una composición considerable, pero que quizá no alcance la
genialidad: muy bien hecha y muy efectiva (y efectista), ambiciosa y
trascendentalista, pero algo pretenciosa y que repite más de la cuenta fórmulas
shostakovichianas, sin que transmita la inequívoca y desarmante sinceridad de
las más grandes que salieron de su pluma.
Al igual
que las Sinfonías Segunda (“Octubre”), Tercera (“El
primero de mayo”), Séptima (“Leningrado”), Duodécima
(“El año 1917”) y Decimotercera (“Babi Yar”), la Undécima
tiene un subtítulo (“El año 1905”) relativo a la Revolución Rusa o a
severos trances de la historia de su país.
Por
fortuna la Undécima (compuesta en 1956-57 por encargo del régimen, para
conmemorar el 40º aniversario de la Revolución) no es obra tan simplista como
la Segunda y la Tercera: lo que en esas fue entusiasmo -con
rasgos vulgares- de culminación decididamente triunfalista en sus finales
corales, en la nº 11 es más sutil, menos explícito, puede que ambiguo
incluso y, en cualquier caso, de mayor entidad musical.
La obra
describe o evoca los terribles sucesos acaecidos el llamado “Domingo
sangriento” o “Domingo rojo” (el 9 de enero de 1905), cuando una gigantesca
manifestación (se ha hablado de 140.000 personas), nutrida mayormente de obreros,
se dirigió, encabezada por un sacerdote ortodoxo, a la enorme Plaza del Palacio
de Invierno, para pedir clemencia al Zar Nicolás II y entregarle un manifiesto
en el que podía leerse: “Se nos trata como a esclavos obligados a sufrir y
callar. Hemos soportado todo, pero se nos oprime más aún, sumiéndonos en la
miseria y en la injusticia. Estamos siendo ahogados por la tiranía y la
arbitrariedad. Las fuerzas nos abandonan y nuestra paciencia se acaba. Hemos
llegado a la terrible situación en que preferimos la muerte a seguir soportando
tales sufrimientos”. Este escrito, en el que se inspiró Shostakovich para
componer esta su Op. 103, pedía entre otras cosas la creación de un
parlamento, el establecimiento de un impuesto sobre la renta y de un sistema de
“seguridad social”, la abolición de la esclavitud, la separación de Iglesia y
Estado y el final de la guerra con Japón. El Zar no se encontraba en el palacio
y el ejército disparó contra la multitud, produciéndose en torno a un millar de
muertos e iniciándose un período de represión aún mayor.
Una célula
temática consistente en tres notas (que se oye por primera vez en los timbales)
actúa a modo de leitmotiv y servirá de nexo entre los cuatro
movimientos, que se encadenan sin interrupción. El comienzo -las cuerdas y
cuatro arpas- evoca el frío gélido que invade la gran plaza desierta. Un lejano
toque de trompas y trompetas, que reaparecerá, aumenta la sensación de lúgubre
expectación. La muchedumbre se acerca lenta e imparable. Shostakovich recurre a
significativas citas musicales: el himno eclesiástico que suplica Señor, ten
piedad de nosotros, la canción El prisionero (en los contrabajos) y
el canto revolucionario ¡Escucha! (en la flauta).
El segundo
movimiento, Allegro (“El 9 de enero”), describe la llegada de la
multitud y aporta otra nueva y reveladora cita: Oh zar, nuestro padre
(del sexto de los Diez poemas para coro a capella, op. 88 (1951), que
dice: “¡Cuídanos, nuestra vida se ha vuelto imposible!”. La muchedumbre rompe
el cordón de soldados y estos disparan indiscriminadamente contra sus
integrantes. Aquí alcanza Shostakovich uno de los más aterradores clímax
sonoros de toda su producción, antes de evocar la nieve regada de sangre tras
la diáspora.
Asimismo
sin pausa, se desemboca en el letárgico lamento titulado “In memoriam”,
desolado recuerdo de las víctimas de la matanza, que inician los pizzicati
de las cuerdas graves sobre el leitmotiv referido. Las violas entonan
entonces la canción popular Caísteis como víctimas de un mortal combate.
Este Adagio se va sobrecargando de tensión, de rabia e impotencia en una
especie de marcha fúnebre que crece hasta que metales, timbales y tam-tam se
superponen en una desesperada culminación; la vuelta al remanso en las cuerdas
solas no halla, sin embargo, la paz: este movimiento es seguramente el más
sentido y sincero, y por ello lo más conmovedor, de la Sinfonía.
El
episodio final, “El toque de rebato”, irrumpe violentamente, y su
significado está desvelado por el título del primer canto que se cita, ¡Venganza,
tiranos!, y por el texto del segundo, La Varsoviana, el que unía a
los polacos que luchaban por su libertad tras la anexión de Polonia por Rusia
en 1863. Este Allegro ma non troppo es interrumpido por una sección Adagio,
un punzante lamento del corno inglés. Con el retorno del tempo principal
vuelve a escucharse el leitmotiv en el clarinete bajo, en el corno inglés
y en las trompas a pleno pulmón. La culminación de la Sinfonía, con toques de
campanas, posee un significado incierto -triunfalista o soterradamente
pesimista-; puede concluir con uno u otro sentido, según la intención del
director de orquesta en cuestión, como ocurre en varias otras Sinfonías de
Shostakovich. Y hay más de un indicio de que el compositor se inclinaba
personalmente, disfrazándolo de triunfo, por los finales derrotistas. En el
caso de la Undécima parece particularmente claro, dado que se cree que
Shostakovich quería denunciar (sin que lo adivinaran sus jerarcas) la tiranía
del régimen soviético al aplastar con tanques el intento de Hungría por
liberarse del yugo ruso.
Estrenada
en Moscú el 30 de octubre de 1957 por Natan Rakhlin, al año siguiente obtuvo el
Premio Lenin; obviamente, a los miembros del jurado no se les pasó por la mente
que la conclusión pudiese ser amenazadora.
Ángel
Carrascosa Almazán. Julio de 2025
DISCOGRAFÍA
Sinfonía 11 "El
Año 1905", op. 103 (1957)
1958 Archipel Sir
Malcolm Sargent/OSinfBBC 13’29+15’16+14’27+13’10 6/5
1959 Testament André
Cluytens/ONacionalRTF 15’32+17’53+13’59+12’24 7/6
1959 EMI Leopold
Stokowski/OSinfHouston 15’04+19’51+11’33+15’50 7/7
1967 Russian Mravinsky/OFilLeningrado 15’31+18’26+11’31+14’45 7/4
1979 EMI Berglund/OSinfBournemouth 18’05+20’02+13’19+15’08 8/7,5
1985 Decca Haitink/OConcertgebouw 15’53+19’54+11’23+14’16 9/8,5
1988 Philips Semyon Bychkov/OFilBerlín 15’22+18’21+12’19+13’52 8/8,5
1990 DG Neeme Järvi/OSinfGotemburgo 13’48+17’09+10’21+13’29 7/8,5
1993 Teldec Rostropovich/OSinfNacWashington
16’34+21’46+14’32+16’05 9,5/9
1995 Decca Ashkenazy/OFilSanPetersburgo 14’33+17’44+09’40+13’24 8/8,5
1997 ICA Rozhdestvensky/OBBCPhilharm 17’03+22’10+09’00+15’18 9/8
1997 SWR Jakov
Kreizberg/OSinfRadioSWR 14’32+17’38+10’50+13’52 7/7,5
1997 Warner Mariss
Jansons/OdeFiladelfia 16’08+19’39+11’38+16’11 9/7
2002? SWR Rudolf
Barshai/OSinfWDR 15’27+18’49+11’24+14’12 9/8
2009 Naxos V.Petrenko/ORoyalPhilhLiverpool 13’43+18’17+11’10+14’23 7,5/8,5
2010 Bis Wigglesworth/OFilRadioHolanda 16’27+19’49+12’18+15’06 8/9,5
2011 OPMC Jakov
Kreizberg/OFilMontecarlo 14’18+18’14+12’27+15’23 7,5/7,5
2018 DG Andris Nelsons/OSinfBoston 17’14+18’46+12’27+14’10 9/9
*2019 DCHall Andris
Nelsons/OFilBerlín 9,5/8,5
2020 Chandos John
Storgards/BBCPhilharmonic 17’40+21’03+12’16+15’44 8/10
2025 LSO Gianandrea
Noseda/OSinfLondres 16’01+20’00+12’37+14’27 8/8
Me sorprende muy agradablemente que le dedique un espacio a esta sinfonía que, personalmente, aprecio mucho. Con ello no quiero decir que esté en desacuerdo en la clasificación de las desigualdades del ciclo. (Un recuerdo a Pérez de Arteaga que hizo un largo artículo en Ritmo sobre el ciclo señalando ya estos aspectos. De cuando aún no se habían publicado bien todas en España y se empezaba por el ciclo de Kondrachin. Prácticamente nadie sabía nadie del asunto. A Sorozábal, creo recordar, le prohibieron ejecutar la 5º que se iba a estrenar).
ResponderEliminarDesde mi punto de vista opino que en esta sinfonía el autor quería emplear un lenguaje que entendiera cualquier ruso. Mas aún que en cualquier otra de sus sinfonías. Y a esto hay que añadir las citas a canciones que estaban en la mente de todos. Si uno juzga la obra de arte por lograr los fines que busca el autor yo creo que eso se logró con creces y debe de elevar un poco la estimación sobre la misma. La obra está muy bien hecha. El final puede ser ambiguo. Eso no es nuevo. Ya en la quinta el autor se pitorreó de los censores. Mi grabación favorita es la de Rozhdéstvenski con la orquesta que tenía al final de su etapa rusa. (No me acuerdo de su nombre). Ya con el sonido de la caja y su volumen en el 2 tiempo ya se puede adivinar por donde van los tiros. Pero el final de la obra no es ni trágico ni victorioso. Es absolutamente amenazador. Lo que me parece muy lógico con el espíritu de la obra. El levantamiento de la humanidad contra la tiranía. En Polonia, Unión Soviética, Hungría o donde se encuentre. El autor sabía mucho del asunto.
Veo que esa versión está en youtube. Orchestra of the USSR Ministry of Culture. https://www.youtube.com/watch?v=RJwKX_50bcg
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