miércoles, 11 de agosto de 2010

Unos cuantos discos comentados a ciegas

He aquí mis comentarios a algunos discos muy variados que un buen amigo me ha pasado sin decirme quiénes eran sus intérpretes. Tras escribir los comentarios y enviárselos a él, he añadido, al final de cada disco, las soluciones.

Beethoven: Sinfonías 2ª y 6ª con instrumentos originales

Son versiones, en general, tan deficientes, que parecen de la época de Beethoven: a lo mejor es eso lo que pretenden. Mejor tocadas, eso sí. Terriblemente cuadriculadas, sin el menor matiz agógico o dinámico. Dirige un metrónomo. Cada vez que aparecen trompetas y timbales, suenan fuerte, muy fuerte: no saben tocar de otro modo. Sus puntualizaciones son siempre golpes, golpetazos, que llegan a ser terriblemente irritantes; esto está reñido con el buen sentido musical. Lo siento, pero el director carece aquí de él. En la Segunda, el primer mov. es siempre convulso, lo que no impide ciertos amaneramientos y frivolidades; el segundo me parece odioso: rapidísimo, sin la menor calma, incapaz de cantar. El director (ya que no intérprete) parece querer convencernos de que ese maravilloso “Larghetto” (o sea, más lento que un adagio) ha de ser un allegretto, y de que no fue compuesto por un genio en ciernes llamado Beethoven, sino, como mucho, por Joseph Lanner (que es a quien suena en algún pasaje: puro Biedermeier, pimpante superficialidad). He aquí la “gran aportación” de este sujeto a nuestro conocimiento de las Sinfonías de Beethoven... Estábamos equivocados: es música que vale bien poco. ¡Aportación trascendental, sin duda!

En el episodio inicial de la “Pastoral” nada hay de contemplación de la naturaleza, sólo lectura aséptica de unas notas, apresurada y sin respiración. La “Escena junto al arroyo”, milagro, está dirigida con cierto cuidado y primor, aunque aquí y allá roza la cursilería. Sin el menor rastro de algo personal en los tres últimos movimientos. En el tercero, por cierto, no es posible que los campesinos bailen a ese tempo tan veloz; como recordaba Klemperer, bailaban con zuecos. ¿Acción de gracias en el finale? No se intuye por ninguna parte algo que haga pensar en ello. Versiones de color uniforme gris plomizo, todo el tiempo, para mí de 3 (entre cero y diez).

Solución: Herreweghe/Orq. Real Flamenca (Pentatone 2009)

Beethoven: Sinfonías 2ª y 5ª

La Segunda de Beethoven es en manos de este director la Sinfonía 106 de Haydn. Muy nervioso el primer mov., chispeante y vital, nada más; esta sensación se prolonga en el 2º, cuadriculado y carente de inflexiones. En el tercero y el cuarto, los violines son incapaces de tocar aquí y allá a la insensata velocidad que marca la batuta. (6)

La Quinta es más floja aún: absolutamente inflexible, muy rápida, toscaniniana. No hay pathos por parte alguna, ni garra, fuerza o dramatismo. (4)

Solución: René Leibowitz/Orq. Royal Philharmonic (RCA/Chesky 1961)

Mahler: Cuarta Sinfonía

La grabación, en público, es bastante metálica y chillona, lo que sin duda perjudica la propia interpretación. La orquesta parece que no es muy buena, pero está sin duda muy trabajada. El primer mov., con multitud de cambios de tempo y dinámica, me ha parecido muy imaginativo y casi siempre muy acertado: lo mejor de la versión, que baja bastante de nivel en el scherzo, algo anémico y hasta desdibujado. Bien cantado y planteado el tercero, de no ser por un forzado y muy exagerado accelerando que conduce al caos. El clímax queda un poco corto. Finale más bien soso, con una soprano aparentemente mayor que imita con todo descaro a la Schwarzkopf (con Klemperer, EMI 1961), de la que resulta una caricatura. (6)

Solución: Schwarzkopf/Orq. de Cleveland/Szell (Japón, 1968)

Wagner: Segundo Acto de Tristán con instrumentos originales

No creo que sea sugestión mía, es que los músicos de la espléndida orquesta (que sólo suenan claramente “originales” a ratos: cuando escuchamos fuerte a los metales, algo rudos y toscos) parecen no entender el sentido musical de lo que tocan, y el director tampoco mucho, pues podía haber suplido esta lejanía estilística. Así resulta que tenemos la sensación casi permanente de que no saben muy bien lo que se traen entre manos: apenas suena a Wagner, hay que hacer un esfuerzo permanente de recuerdo de lo que tenemos en nuestra memoria para comparar esto.

Opino que es un disparate mayúsculo hacer Tristán con instrumentos originales; además, mucho me temo que se trata de una orquesta especializada en música del XVIII, es decir un siglo anterior a Tristán... cronológicamente, pero un milenio en cuanto al estilo musical. Lamento considerar que sólo por esnobismo se le ocurre a alguien hacer este sublime drama musical con instrumentos originales. Ni en época de Wagner sonaría así, y además maldita falta hace que ninguna gran música suene como cuando se estrenó. Además, si es de verdad grande es casi imposible que en su tiempo se entendiese a fondo.

El director es sin duda una batuta muy hábil, con excelente técnica y buen sentido. Pero, insisto, no consigue que aquello nos sumerja en Wagner, en Tristán. Y es una lástima, porque los cantantes son muy buenos. He sentido frustración por no localizarlos, porque “me suenan” los cuatro principales: Isolda, Brangania, Tristán y Marke. Ella podría ser Nina Stemme, pero no estoy seguro. Es una maravillosa cantante (un poco más lírica de lo debido) y una buena intérprete, que hace una Isolda muy humana y pronunciadamente dulce. Tristán posee una voz grande y robusta, con buenos agudos; el problema, serio, lo tiene en la media voz, que no controla y en la que sufre varios accidentes, algunos demasiado graves como para excusarlo (a no ser que se hallase mal de voz ese día). Marke es un bajo de espléndida voz (¿algo tasado arriba?) que canta con nobleza; aun así, queda bastante por debajo de Talvela, de Moll, de Salminen y de Pape. Espléndida Brangania, en todos los aspectos. Éxito inenarrable al final (¿Proms?, donde todo se aplaude a rabiar), del que discrepo profundamente. (cantantes: 8; director: 6)

Solución: Violeta Urmana, Ben Heppner, Franz-Joseph Selig, Sarah Connolly/Orq. del Siglo de las Luces/Simon Rattle (Proms, 1-8-2010)

La Isla de los Muertos de Rachmaninov y la Cuarta de Prokofiev

Ignoro si se trata del mismo concierto, pero me ha gustado más Prokofiev (8) que Rachmaninov (7). Advierto que no conozco bien la Cuarta de Prokofiev, pero aun así parece bastante claro que la versión es muy cabal; en cuanto al poema de Rachmaninov, está bastante bien, salvo cierto efectismo y también cierta languidez en algunos momentos. Lejos, pues, de Dutoit, de Previn o de Ashkenazy.

Solución: Vladimir Jurowski/Orq. Sinfónica de Chicago (25-3-2010)

Cuarto de Beethoven y Primero de Liszt

No podría ser otro el pianista: es Barenboim, y en un gran día. Un Cuarto hermosísimo, muy cantado y rebosante de creatividad (casi tanto como el de la apertura del Festival de Salzburgo de este verano, con la Filarmónica de Viena), con un segundo mov. rozando la genialidad. La dirección no debe de ser suya, o al menos no lo parece del todo. El Primero de Liszt, que nunca se lo había escuchado, es una interpretación que sigue los pasos de Arrau y de Biret (mis dos versiones favoritas), las menos descaradamente virtuosistas y las más elocuentes y matizadas; ésta es aún más dramática, más valiente, más potente y apasionada: im-pre-sio-nan-te. Lástima que los dedos no le respondan en todo momento. Aparte de algún roce al principio, casi al final se produce un importante estropicio. La batuta se entiende aquí muy bien, mejor que en Beethoven, con el pianista. Creo que un día que esté en buena forma de dedos va a hacer un sensacional Primero de Liszt. De las varias veces que le he escuchado a Barenboim el Nocturno de Chopin que suele tocar de propina (el Octavo), éste es sin duda el mejor: una recreación absolutamente genial. No tengo palabras. ¡Qué grandísimo es Chopin cuando se interpreta así! (Beethoven: 9. Liszt: 9. Chopin: 10)

Solución: Barenboim/Orq. Maggio Musicale Fiorentino/Mehta (18-5-2007)

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