lunes, 22 de agosto de 2011

Un Abbado con el norte perdido

Mozart. ¿Mozart?...

El otro día unos amigos vinieron a casa y me hicieron escuchar el Andante de la Sinfonía 35 “Haffner” de Mozart en una versión discográfica cuya autoría me ocultaron. Me pareció tan lamentable que les dije, más o menos: “Este director es un capullo, un cursi que se cree muy listo. Tengo un adjetivo para esta versión: repulsiva. ¡Re-pul-si-va!” Y añadí: “Nunca, jamás, he escuchado otra que me haya disgustado tanto. La pongo, casi, al nivel de aquella grotesca introducción de la No. 39 por Norrington”.

Asintieron: ellos opinaban más o menos lo mismo. “¿Quién es este impresentable?”, les pregunté. “Claudio Abbado, con la Orquesta Mozart”, me contestaron. “Se ha vuelto loco, ha perdido el norte”, concluí.

He escuchado otras tres veces la versión completa. Y me reafirmo: ningún director importante creo yo que ha grabado una sinfonía de Mozart tan nefastamente interpretada. Insisto, lo siento: la corriente historicista ha producido, está produciendo unos desvaríos inimaginables antes. La mayoría de las grandes batutas ha mantenido la cabeza fría, pero algunos la han perdido. Y me temo que Claudio Abbado en primerísimo lugar.

Para quien desconozca mi trayectoria de crítico, dejaré sentado que en los años 70 Abbado fue uno de mis directores predilectos –tengo muchos discos suyos que admiro enormemente–, pero que desde el comienzo de los 80 empezó a hacer cosas raras, y otras abiertamente malas. Una de las primeras entre estas últimas fue su grabación (D.G. 1982) de las 21 Danzas húngaras de Brahms (con una Filarmónica de Viena hecha unos zorros, irreconocible).

Luego nos obsequió con copias del peor Karajan (lo hay grandísimo, claro), del que se convirtió a veces en caricatura: pulimento del sonido por encima de todo; banalidad, ampulosidad, retórica grandilocuente, efectista, vacía. Lo que le convirtió en un intérprete casi tan comercial como el salzburgués.

Tras su grave enfermedad, su impresionante Requiem de Verdi (DVD EMI) me hizo pensar que Abbado había vuelto a centrarse. Pero no ha sido así: junto a grandes cosas, se le oyen de vez en cuando graves decepciones. Y al final llegó su imitación de lo peor de los directores de segunda fila de instrumentos originales. ¡Qué moderno es él, sí señor...!

Y hasta la referida “Haffner” hemos llegado: encontramos en ella un fraseo y una articulación arbitrarios, pianísimos totalmente exagerados, superficilidad, rebuscamiento, frivolidad, cursilería, un mal gusto atroz. En el Andante y en el Minueto (en los movimientos extremos saca menos los pies del plato) Abbado hace un esfuerzo descomunal por convencernos de que Mozart es un compositor puramente rococó (en el peor sentido del término) de tercera o cuarta fila. Para quien no conozca la obra, puede que lo consiga...

7 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. ¿Conoce usted esa "Haffner"? ¿Le gusta? Mejor explíquelo, en vez de limitarse a descalificarme.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Creo haber explicado por qué no me gusta. Usted no explica por qué le gusta. Por supuesto, lo que no me gusta es malo para mí. Y yo transmito mis gustos y mis opiniones, y quien se fía de mí suele seguirlos, y quien no se fía no suele hacerlo. Así de simple. Gracias y saludos de nuevo.

    ResponderEliminar
  5. Sr. Carrascosa ¿pero quien es vd. para expresarse de ese modo sobre Abbado? Evidentemente Vd. puede tener "sus opiniones" que son sus opiniones derivadas de una cultura musical algo superficial, en mi opinión, y con frecuencia practica l´enfant terrible para hacerse notar. Pero francamente, está vd. hablando de Abbado, uno de los grandes directores del siglo XX y aún del XXI, avalado por una trayectoria en las mejores orquestas del mundo, Filarmonica de Berlin, Mozart, Lucerna, Viena... Podría tener un mal día pero una mala gravación es algo más difil. Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. De todos modos, independientemente de los respetables conceptos de cada uno de ustedes, considero esta versión de la Sinfonía 35 algo ligera y carente del carácter propio del compositor quien le imprimió a sus obras vigor,color,calidéz y aire de optimismo; se salva apenas el comienzo del 4° movimiento. Mi modesta cultura musical se la debo a la radio y recuerdo versiones como la de Bruno Walter con la orquesta Sinfónica de Columbia, realmente incomparable. Gabriel Carrizosa

    ResponderEliminar
  7. Felicitaciones por su blog, muy interesante... pienso que ud. tiene razón, me he estado escuchando la versión de Karl Böhm y me parece que es un verdadero bloque de piedra, pesado, solido... Abbado por el otro lado, dulzón como una uva, un poco mas y hace que parezca una polka... no se que piensa usted de Karl Böhm.

    Saludos desde Chile

    ResponderEliminar