viernes, 18 de septiembre de 2015

Otro asombroso Brahms de Dudamel

 

Tenía traspapelado un disco que me había copiado un amigo y que acabo de escuchar por fin. De haberlo escuchado antes me habría extrañado mucho menos la maravilla que es la dirección de Dudamel en los Conciertos para piano de Brahms con Barenboim, que DG ha publicado hace poco y de los que he hablado en este blog con la mayor admiración (que nos ha dejado descolocados a no pocos: se los he hecho escuchar a ciegas a varios amigos muy avezados que no imaginaban quién demonios hacía hoy un Brahms tan maravilloso. Tampoco se les ocurría qué pianista tan maduro y tan artista podía mostrarse tan rematadamente bien de dedos).

Se trata de una Segunda Sinfonía de ese compositor grabada en público en enero de 2012 con la Orquesta Sinfónica de Chicago. Afirmo que, desde la grabación de Giulini con la Filarmónica de Viena (DG 1992) es, junto a la de Andris Nelsons con la Orquesta de Lucerna en DVD/Blu-ray (también comentada aquí) mi favorita en estos 23 años; ni siquiera estoy seguro de que me haya gustado una pizca menos que la del joven director letón.

La referencia a Giulini, para mí el intérprete supremo de esta obra, no es casual: tanto Nelsons como Dudamel me parece que siguen la estela del genial italiano más que de cualquier otro maestro. Es decir, interpretaciones que, sin dejar de lado el dramatismo, el carácter sombrío y el encrespamiento de muchos momentos de esta Sinfonía, concretamente en sus dos primeros movimientos, son profunda y predominantemente líricas, soñadoras, cantabilísimas. Con tempi amplios (15'45" y 11'00"), Dudamel mima los dos movimientos iniciales con un cuidado extremo hasta en los menores detalles, por ejemplo las transiciones entre secciones, que tantas veces son algo descuidadas o atropelladas. Pero no pierde de vista en ningún momento las grandes líneas, con un control magistral de las tensiones. Las dinámicas poseen una infinidad de grados y obtiene unos colores, en su mayoría ocres y dorados, plateados en algunos instantes, extraordinariamente sugerentes. El Adagio es uno de los más amargos que recuerdo, aun sin cargar en apariencia gran cosa las tintas. Nada especial que decir del Allegretto, mientras que el finale es de los más efervescentes que he escuchado, hasta quizá rozar lo excesivo (le dura solo 8'33"), pero suena sincero y espontáneo, nada efectista o exterior. Dudamel daba ya aquí, hace tres años bien largos, prueba de una madurez extraordinaria, muy inesperada para mí, pues será inútil buscar en toda la discografía otro director joven (con la excepción del referido Nelsons) que la haya logrado hasta tal punto en esta obra.

Maravillosa, asombrosa, la belleza de sonido de la Orquesta, por no hablar de su prefección. Realmente, ni siquiera la Filarmónica de Viena -en teoría la orquesta ideal para esta partitura- la aventaja. Ya podían publicar en disco interpretaciones como esta, mientras aparecen otras que no valen un pimiento (Thielemann y, bastante peor aún, Chailly, cacareadas sin embargo por ciertos críticos: ¡¡ni color!!)

4 comentarios:

  1. hola! cual es la referencia de la grabacion de Dudamel/Chicago Brahms2? saludos desde australia...

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    1. Es un álbum de 2 CDs (en caja estrechita) de Deutsche Grammophon, nº de catálogo 4794899.

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  2. He mirado en su web y no aparece esta grabación que comentas. ¿Es comercial?

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    1. Javier:
      Me alegro de saber de ti. No, no es una grabación comercial, sino probablemente de la radio. Pero suena estupendamente.
      Un cordial saludo.
      Ángel.

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