jueves, 1 de junio de 2017

"El gallo de oro" de Rimsky en el Teatro Real



Una puesta en escena atinadísima

No voy mucho últimamente por el Teatro Real, la casa en la que trabajé los últimos años de mi vida laboral. Pero la representación de ayer de este interesantísimo título operístico ruso ha sido tal vez de lo más logrado que se ha hecho recientemente en el escenario de la Plaza de Oriente. Por lo pronto, era una novedad en el Real, programación que acaba de premiar la Academia de Bellas Artes. Seguramente con justicia, pues prácticamente desde su reinauguración ha tapado numerosos huecos que eran impresentables en un teatro cuya actividad antes de su cierre se había concentrado en las óperas italianas y francesas, y no siempre precisamente en las mejores. Bueno, El gallo de oro, última de las de Rimsky-Korsakov, estrenada un año después de su muerte, es una de sus obras escénicas más destacadas, junto a, probablemente, Sadko, La novia del zar y La leyenda de la ciudad invisible de Kitezh

Con un estupendo y vitriólico libreto -que extrañamente acabó superando la oposición de la censura: no solo en tiempos de Franco fue estúpida, ciega, obtusa- de Vladimir Belsky basado en Pushkin, también la música ridiculiza a unos y a otros personajes, tanto al zar y a sus dos hijos zarévich como a los cortesanos. La música es sobresaliente, con, como era de esperar, una orquestación de extraordinaria sutileza -menos aparatosa o exuberante y más concentrada que en otras ocasiones-, si bien tal vez el segundo acto se dilata en exceso en una escena de la zarina de Shemajá que llega a hacerse demasiado larga. Aunque a alguien le parezca un sacrilegio, me parece que la suite orquestal, espléndido resumen de lo mejor de la ópera, está mejor proporcionada y equilibrada: es una pura delicia escucharla. No sé por qué se oye con poca frecuencia, cuando, además de sus innegables valores, pone de manifiesto cuánto aprendió de ella su discípulo Igor Stravinsky al componer sus primeras obras, en particular El pájaro de fuego.  

La gran baza de la versión que está ofreciendo el Teatro Real reside, en mi opinión, en la puesta en escena de Laurent Pelly, un acierto pleno por su sencillez, plasticidad, su fuerte carga crítica y cómica, su admirable trabajo actoral. Es quizá menos bella, exótica en el mejor sentido de la palabra y fascinante, pero seguramente más aguda y penetrante que la del DVD/Blu-ray en circulación a cargo del gran Ennosuke Ichikawa (Arthaus 2003, con dirección musical de Nagano al frente de la Orquesta de París). La batuta de Ivor Bolton la encontré más atinada de lo habitual en él, si bien le faltó sentido atmósferico y depuración tímbrica. Los cantantes (ayer fueron los del primer reparto) tuvieron buen nivel, comenzando por el zar Dodón (el bajo Dmitry Ulianov) y siguiendo por la zarina de Shemajá a cargo de la soprano lírica, con tintes de ligera, Venera Gimadieva, o por el general Polkán del espléndido bajo Alexander Vinogradov. Más que correctos los dos zarévich, de breve papel: el tenor Sergei Skorokhodov como Guidón y el barítono Alexey Lavrov como Afrón. Alexander Kravets encarnó con astucia al astrólogo, ya que su voz se mostró insegura en un papel tan agudo que le obligó a trocarla en contratenoril en la zona más alta. Muy bien tanto la Amelfa de la mezzosoprano Olesya Petrova como el gallo de oro de la soprano ligera Sara Blanch, que cantaba desde el foso y era doblada en escena por Frantxa Arraiza, que imitó con enorme gracia los movimientos del gallo. 

Mientras cambian el escenario entre los actos II y III tienen la acertada idea de tocar un breve interludio para violín y piano (la concertino invitada Gergana Gergova e Ivor Bolton al piano), consistente en dos piezas inspiradas en la ópera: Fantasía de concierto de Efrem Zimbalist e Himno al sol de Fritz Kreisler.

1 comentario:

  1. Buenas noches,
    Laurent Pelly me sorprendió en una "Hija del regimiento"; con Dessay de protagonista, que está desternillante; con una escenografía fabulosa. Creo que es el gran director de escena actual. Al menos, así lo veo yo, que no soy capaz de digerir modernidades excesivas que me desconciertan. Espero que salga en DVD algún día, para ver esta producción.
    Gracias por la reseña, un saludo.

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