lunes, 16 de agosto de 2010

“Barenboim no tiene nada que ver con Verdi”

Simon Boccanegra

“Se puede afirmar que Daniel Barenboim no tiene nada que ver con Verdi”. Esto ha escrito, ¡como único comentario a su dirección!, Jorge Binaghi sobre el Simon Boccanegra con Plácido Domingo en La Scala de diciembre de 2009 (“Ritmo”, nº 832). Y se ha quedado tan pancho.

Pues bien, voy a tratar de explicar lo falso e injusto de este juicio sumarísimo. Resulta que, además de transmitirse en directo a multitud de cines de todo el mundo, una de estas funciones (creo que la del estreno) la ha dado con notable calidad de imagen y sonido la cadena francesa Mezzo (antes la había dado, con sonido muy deficiente, Versus). Así que muchas personas la hemos podido ver y escuchar y comprobar así la veracidad o falsedad del juicio del citado crítico (aunque no asistiese a la misma función, es muy improbable que haya grandes diferencias). Voy a centrarme en la dirección y, sin entrar a analizarla en detalle, explicar cómo Barenboim ha seguido aquí de cerca clarísimamente al que ha sido universalmente reconocido como el mayor intérprete de esta obra: Claudio Abbado, y en concreto a su grabación para D.G. (que yo considero una de las mejores cosas que le haya escuchado jamás a este director: “quizá el mayor logro operístico de Abbado”, escribí en mi “Libro de la ópera grabada”). Las diferencias entre uno y otro son (aquí: en muchos otros casos son enormes) sólo de matiz, tanto desde el punto de vista dramático como sonoro o melódico: la atmósfera que ambos consiguen es además muy similar.

Yo había leído en una crítica que la labor de Barenboim “no había gustado en Milán” porque le había faltado fuerza y garra “italianas” o “verdianas”. Pues bien, escuchándola es absolutamente evidente que este reproche no tiene el menor fundamento. También había escrito ese crítico que las lentitudes de Barenboim no van bien a esta ópera y habían producido desagrado. Pues bien, he aquí las duraciones comparadas de Abbado y Barenboim: 26’00” y 26’40”; 33’06” y 32’50”; 20’03” y 20’53”; 29’01” y 28’33”; 28’06” y 27’05”. Totales: 136’16” y 136’01”. La acusación, pues, se cae por su propio peso: con unas diferencias mínimas, a Barenboim la ópera le dura unos 15 segundos menos que a Abbado.

¿Qué es eso de que “no gustó”? Será a unos pocos, pues la dirección de Barenboim SÍ fue muy aplaudida por la inmensa mayoría de los asistentes, entre los que se hicieron oir con fuerza un pequeño grupo que protestó ruidosamente. ¡Algo tan frecuente en La Scala...! (En las grabaciones puede escucharse cómo protestaron en su día, incluso mientras sonaba la música, en el hoy día intocable Otello de Carlos Kleiber con Domingo, Freni y Cappuccilli; parece que las protestas iban dirigidas a Kleiber en primer lugar, y también a Plácido). ¿Razones? Que no es italiano, que es judío; o pueden ser reventadores habituales que hubieran preferido en ese puesto de “Maestro scaligero” a Chailly o a Luisi... cualquiera sabe... ¿y qué más da? Es una costumbre muy arraigada no sólo en Milán, sino en todo el pintoresco país que vota una y otra vez a un delincuente llamado Silvio Berlusconi.

Otros verdis de Barenboim

Voy a recordarle, o a darle a conocer, a Binaghi y a otros que tal vez no lo saben, un poco de la relación de Barenboim con Verdi. Sin entrar a rastrear exhaustivamente en la biografía del argentino, he aquí algunas cosas: en fecha tan temprana como marzo de 1982 dirigió en la Ópera Alemana de Berlín una Aida con Varady, Pavarotti, Toczyska, Fischer-Dieskau y Salminen, de la que existe grabación (“Ponto”); en ella se aprecia la indudable inclinación que el argentino siente por esta obra. Su labor aquí me parece irregular, pero con muchos momentos verdaderamente impactantes, sobre todo por su pasión y dramatismo exacerbados. (Esta ópera la ha vuelto a dirigir al menos en la Ópera Estatal de Berlín y en La Scala, versiones que no he escuchado).

No sé si algo antes o algo después, Barenboim dirigió con la Orquesta de París un Requiem de Verdi (con Pavarotti entre otros solistas) que tuvo enorme repercusión y que le procuró una importante condecoración entregada Jacques Chirac, entonces alcalde de la capital francesa. En cuanto a su grabación (Erato 1994), con A. Marc, W. Meier, Domingo, Furlanetto y los Coros y Orquesta de la Sinfónica de Chicago, hay que señalar, en lo que se refiere a la batuta, que posee un nivel medio altísimo, con un furibundo “Dies irae” y un “Lacrimosa” que se halla sin duda entre los más hermosos y sentidos que recoja la historia del disco.

De su DVD de Otello (Arthaus, 2001) sobresale, según ha enfatizado la crítica, precisamente la dirección musical, que pone el acento en el dramatismo y en la (benéfica) influencia que Verdi había recibido de Wagner: en su empleo del leitmotiv o en el protagonismo concedido a la orquesta. Además de Aida, Otello y Boccanegra, ha dirigido en varias ocasiones (pero no le he escuchado) La Traviata, y parece que tiene en proyecto Rigoletto; no está mal, por cierto, la selección de títulos...

El 27 de noviembre de 1993 dirigió Barenboim en Berlín, con la Staatskapelle, un programa de páginas orquestales y de arias de tenor (con Plácido) cuya segunda parte fue el Acto I de La Walkiria (con Polaski y Tomlinson, editado en CD por Teldec), que circula por ahí filmado. Pues bien, el de Buenos Aires no sólo dirige con perfecto estilo, cantabilidad y garra las arias, sino que se marca una Obertura de I Vespri Siciliani de infarto, comparable a las de Giulini o Muti.

En el DVD + CD de Warner/EuroArts con la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, grabado en público en Ginebra el 6 de agosto de 2004, con la West-Eastern Divan Orchestra (256462190-5), tocó de propina la más hermosa y arrebatadora obertura de La forza del destino que he escuchado en mi vida (hice un programa en Radio Clásica comparando numerosas versiones, y la conclusión fue clara).

Por último, recordar que en navidad de 2009 dirigió en La Scala la versión orquestal del Cuarteto de cuerda y las Cuatro Piezas Sacras, versiones que transmitió por televisión la RAI y que son absolutamente ejemplares.

Por último, no hay que olvidar la grabación que en 1980 hizo Barenboim al piano (D.G.) de la Paráfrasis del Cuarteto de Rigoletto realizada por Liszt: ya allí el estilo verdiano del de Buenos Aires quedó bien patente en una interpretación tan admirable como la modélica de Arrau; ocho años más tarde volvió a hacerla para Erato, de modo igualmente magistral y añadiendo las Paráfrasis del Miserere de Il Trovatore y de Aida; las tres las ha repetido de formidablemente en el DVD que recoge el programa “Liszt en Italia” (EuroArts), filmado en público el 28 de mayo de 2007.

A finales de agosto de este año 2010 Barenboim va a dirigir en el recién reabierto Teatro Colón de su ciudad natal, además de las 9 Sinfonías de Beethoven con la Orquesta del Diván, Aida y el Requiem de Verdi con los conjuntos de La Scala.

Pero, según algún malinformado, “Barenboim nada tiene que ver con Verdi”.

5 comentarios:

  1. Binaghi no profundiza en la dirección de Barenboim en su breve crítica en Ritmo, pero sí lo hace en dos dos largas crónicas en Mundoclasico.com, en la dirección siguiente.

    http://www.mundoclasico.com/2009/documentos/doc-ver.aspx?id=afb69923-78c9-426a-8bce-cff8d6e3e3ec

    Ahí ofrece una serie de argumentos que son muy respetables, pero que yo no comparto en absoluto, porque no encuentro lo que él dice encontrar: a mí la dirección del argentino sí me parece excepcional. Eso sí, comprendo perfectamente que a mucha gente le pueda gustar más, por ejemplo, la dirección que poco después ofreció Antonio Pappano en el Covent Garden, también con Domingo, porque es mucho más ortoxa y suena más a lo que habitualmente entendemos por Verdi.

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  2. Hay demasiados aficionados y críticos que se mnueven a golpe de prejuicios y tópicos. Lo del "Verdi de Barenboim" es otro de uno de los más sobados y molestos. Para muchos dirigir fantásticamente a Wagner parece que entra en coilisión con ser un gran intérprete de Verdi. Pero no es así: también Solti era genial en ambos terrenos; Karajan también era compatible con Wagner y Verdi. Y podríamos seguir... JSR

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  3. Barenboim sólo es un producto del marketing. Era medianamente bueno como pianista, pero desde que se ha dedicado a la dirección de orquesta, ni toca bien el piano, ni dirige bien (bueno, lo que se dice dirigir, nunca lo ha hecho correctamente)... Dicho esto, como persona me parece admirable por su compromiso infatigable para intentar mejorar las relaciones entre Israel y Palestina. Lo cortés no quita lo valiente.

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  4. "Voy a centrarme en la dirección y, sin entrar a analizarla en detalle, explicar cómo Barenboim ha seguido aquí de cerca clarísimamente al que ha sido universalmente reconocido como el mayor intérprete de esta obra: Claudio Abbado, y en concreto a su grabación para D.G. "

    ¿y así nos "explica" usted por qué la dirección de Barenboim fue excepcional? ¿Dándonos las duraciones? Caray.

    Pues mire, yo también escuché esas retransmisión en el cine y le comento lo siguiente:

    La orquesta mostró el sonido oscuro y un poco confuso que caracteriza al director argentino. Los tempi elegidos fueron lentos, o percibidos como tales, y sin "presión horizontal", es decir, continuidad en las frases. Fue demoledora la indiferencia con que sonó la maravillosa melodía de "Figlia, a tal nome", además casi irreconocible por caída y plomiza. Los pasajes dramáticos los solventó con sus habituales formas expeditivas cuando hace ópera italiana, más basadas en volumen de metales y percusión que en slancio y convicción. (Algo que ya se escuchó en el estruendo de esa Aída citada por usted). En definitiva se volvió a confirmar la falta de interés de Daniel Barenboim hacia este repertorio.

    No pasa nada y nadie es perfecto.

    Ahora es usted libre de volver a suprimir mi comentario.

    Saludos

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  5. Francisco Meseguer24 de agosto de 2010, 15:32

    Me parece que afirmaciones tan categóricas como que "Barenboim no tiene nada que ver con Verdi" o "Barenboim sólo es un producto del marketing", si bien son respetables, sencillamente no son verdaderas. Más que expresar un gusto musical, expresan un prejuicio. Porque cuando uno tiene los años, la experiencia y la sabiduría musical de Barenboim (o de cualquiera de sus colegas), se podrá discrepar de algún detalle o de algún momento determinado, pero no de la totalidad de sus prestaciones, ni menos de su propia valía como músico.

    Te puede gustar más Abbado, Thielemann, Pappano o quien sea: sobre gustos no hay nada escrito y todos ellos son además grandes músicos. ¡¡Pero decir que Barenboim es un producto de marketing, que "no sabe dirigir" y cosas de éstas!! La gente que lleva aclamándolo durante tantas décadas en todo el mundo... ¿son pues tontos de baba? Creo que hasta un señor llamado Wilhelm Furtwängler lo definió como un prodigio musical, o algo parecido. Claro que Furtwängler era humano y podía también equivocarse, pero... seamos serios, que Don Daniel respira música por los cuatro costados y eso se le nota, y se le ha notado siempre.

    En cuanto a su "verdianismo" mayor o menor, creo que le perjudica (para la mayoría de la gente) su larga y exitosa relación con la música de Wagner. Parece que si diriges Tristán bien, no puedes dirigir bien Simón Boccanegra. Pero si se hubiera estrellado en Tristán, en vez de haberlo dirigido casi como Furtwängler, no veo en qué habría enriquecido este naufragio su condición "verdiana". Yo disfruto de todo lo que don Daniel hace, y me lo paso bomba. Es un concertador excelentísimo, y su orquesta suena siempre al máximo nivel. Creo que esto es una baza para oír a Verdi en condiciones ideales, y algo que Barenboim aporta como muy pocos en la actualidad.

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