lunes, 27 de abril de 2015

“NOTAS PARA CONCIERTOS IMAGINARIOS”, libro de Carlos Gómez Amat

 

Se me había traspapelado este librito de la Colección Austral, un ejemplar que el autor me dedicó cariñosamente en su día (en 1988, poco después de su publicación). Al reencontrarlo lo he devorado con auténtico placer. Es una pena que ya probablemente no le pueda decir personalmente a Carlos cuánto me ha gustado y lo bien que me lo he pasado leyéndolo, pues hace meses que no le veo -tiene 89 años- en ningún concierto. Las últimas veces que me lo encontré, en sesiones de Ibermúsica, iba ya ayudado por un acompañante, un conocido compositor amigo suyo.

Gómez Amat, hijo también de compositor y crítico musical, es un hombre de vasta cultura y fino sentido del humor. Muchos de sus juicios me han llamado la atención por su perspicacia y lucidez, e incluso algunos que no comparto no han dejado por ello de interesarme.

Voy a señalar primero algunos de estos con los que NO estoy de acuerdo:

-"En su primera época, Beethoven es descendiente de Haydn y, sobre todo, de Mozart" (pág. 81). Parece claro que Beethoven admiraba más a Mozart que a Haydn, o al menos eso decía, pero hay en su música más huellas del autor de las Sinfonías "de Londres" que del de Las bodas de Fígaro.

-"Cuando se conoce de verdad a Bruckner, entra uno en la gran corriente de sus melodías, de su riqueza de ideas, de sus arrolladores ritmos con raíz popular, aunque no dejen de aburrir un poco esos bloques contrapuntísticos que parecen hechos con el oficio con el que las viejas hacen su calceta" (págs. 130-131). Tiene gracia lo de las viejas de la calceta, pero no estoy de acuerdo en absoluto: las secciones fugadas de Bruckner (y no solo en el grandioso finale de la Quinta, -escúchense sus fugas corales- son admirables y están integradas en el discurso con plena lógica). "Schubert se entrega a sus 'divinas longitudes' y de ahí parte Bruckner, en el que la duración es muchas veces una simple hipertrofia" (pág. 168). Se ha dicho, en efecto, muchas veces que "la Grande" de Schubert se adelanta a Bruckner; puede ser, pero lo de la hipertrofia me reafirma en que Gómez Amat no entendió del todo bien a Bruckner.

-"Adolfo Salazar, que escribió muy importantes artículos en El Sol con motivo de las visitas de Stravinsky a España, se equivocó alguna vez, como cuando decía que el compositor 'carece de esa víscera famosa -el corazón- y la sustituye por un reflector metálico'" (págs. 218-19). Pues bien, creo que Salazar en esa ocasión no se equivocó. También disiente Gómez Amat de Theodor Adorno cuando afirma que "las obras de Stravinsky no están desarrolladas en sí, sucediéndose unas a otras y con ellas las fases estilísticas, sin que haya una evolución propiamente dicha" (pág. 219). Pero yo vuelvo a darle la razón, ahora a Adorno: me parece que Stravinsky salta de un estilo a otro, como en un juego, más que propiamente evolucionar, que es -esto último- lo que han hecho la mayoría de los grandes compositores.

Sin embargo, estoy muy de acuerdo y me parecen muy oportunas estas otras opiniones o citas:

-Hablando con Hans von Bülow, famoso pianista y director, el compositor y pianista Anton Rubinstein se solía referir a Haydn como "Papá Haydn". Molesto y un poco harto de oír esa expresión, Bülow le dijo en una ocasión: "Papá Haydn seguirá siendo papá Haydn cuando usted sea el abuelito Rubinstein" (pág. 65)

-"Los críticos, muchas veces, han metido caudalosamente la pata [descalificando a las que andando el tiempo serían consideradas obras maestras], mucho más que el público, dígase lo que se diga. Por eso ahora tienden a aceptarlo todo, para que la posteridad no se ría de ellos" (pág. 113)

-Cuando Schumann aborda las grandes formas establecidas parece debatirse en el esfuerzo de encerrar su propia línea dentro de moldes que no son los suyos. Aunque algunas veces su victoria es clara, como en el hermoso Concierto para piano y orquesta, en otras ocasiones ese combate interior queda patente en una música angustiosa, por una desesperanzada búsqueda de la perfección. El resultado es inquietante y cautivador". (pág. 119)

-"Toda la música de Liszt, aun la más pura o abstracta, está traspasada de sugestiones visuales, pictóricas, poéticas o simplemente literarias" (pág. 114)

-"En estos últimos años padecemos en cierto modo la manía del respeto excesivo a las modalidades estilísticas a través de la historia. A veces se habla hasta de traición, o al menos de mixtificación. Hay quien quisiera no escuchar a Bach más que en el clavicémbalo [...] La pretensión resulta excesiva por varias causas, y no solo por la necesidad de adaptación a salas grandes y públicos amplios [...] En casi todo, dentro de los límites de este bajo mundo, es necesario librarse de la plaga de los puristas. Los esclavos del purismo no buscan precisamente la pureza, sino una supuesta perfección, que puede ir a parar en el más aborrecible artificio. La gran música occidental es eterna [...] precisamente porque se adapta, en cada época, a la sensibilidad del que la escucha [...] La música de todos los tiempos es nuestra por el renovado prodigio de la interpretación, que la hace renacer de la partitura, para vibrar en el aire. Es imposible que oigamos las viejas músicas [...] dentro del espíritu de su tiempo, porque no podemos sustraernos al peso acumulado de la experiencia, ni a la evolución cultural que produce el transcurso de los siglos. Si quisiéramos ahora leer El Quijote con la disposición receptiva de un español de 1605 podríamos considerar el gran libro como una obra para reír, sin meternos en honduras o en dibujos y contrapuntos, como diría Maese Pedro [...] La circunstancia de toda obra de arte se modifica y se enriquece al correr del tiempo, y el intento de prescindir de esa carga es tan inútil como el esfuerzo del hombre que quiere mirar las cosas con los ojos de un niño. Hemos de ir, pues, del purismo a la pureza [...] En el repertorio de un pianista actual debe tener cabida la mayor parte de lo que se ha escrito para teclado desde hace siglos [...] Lo mismo se puede decir de un director de orquesta, aunque no venga mal, como monumento museístico, la interpretación con instrumentos antiguos. Esto no quiere decir que perdamos el respeto al estilo de cada autor y al que corresponde a la época. Es otra cosa. Tocar un preludio de Chopin como uno de Bach, una sinfonía de Haydn como una de Mahler, entra dentro del absurdo. Y quien dice eso establece un principio que cada cual debe aplicar según su según su buen juicio estético" (págs. 121-122)

-"Peña y Goñi [wagnerista militante] llamaba reaccionarios a sus oponentes, añadiendo que solo les gustaban los gorgoritos. Félix Borrell [el más activo y entusiasta de los 'boticarios de Nuremberg'], enzarzado en polémica con Luis Carmena [apasionado por la melodía italiana], hizo una distinción entre 'aficionados a la música' y 'aficionados a la ópera', que todavía puede tener validez en ciertos sectores de nuestra filarmonía" (pág. 124)

-"Es posible que, sin Wagner, el final de Verdi hubiera sido otro, pero en todo caso, el proceso evolutivo había empezado en la juventud. Verdi no perteneció a los artistas de línea continua, sino a los de constante búsqueda" (pág. 128)

-"Berg y Webern se identificaron absolutamente con Schoenberg; no son sus discípulos en el sentido más académico de la palabra [...], son sus amigos, sus compañeros espirituales, sus colaboradores, sus firmes defensores. Son tres mentes compenetradas y activas, dispuestas a crear, pero también a combatir libremente por las ideas que suponen esa creación, e incluso a contradecir sus propias normas en la práctica. Se trataba de artistas y no de científicos" (pág. 232)

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por el post sobre el que me imagino que, además, ha empleado mucho tiempo para las transcripciones.
    Yo soy un aficionado del montón pero, para animar el blog, me permito unos comentarios:
    Creo que Beethoven estudió tanto a Haydn como a Mozart. La forma del primero y el espíritu de algunas obras del segundo. Me imagino que el 24 le tocaba muy directamente al alma. Siempre me he preguntado a dónde hubiera llegado el Mozart de los modos menores: C 9. 20. 24 y S 25. 38. 40 o 41. Algunas partes de sus óperas, etc., etc. En fin, cuando se aleja del estilo clásico. Por lo tanto se apoyó formalmente en Haydn, que no es cualquier cosa, y explotó con el espíritu íntimo de Mozart. Que tampoco es cualquier cosa. Por lo demás Beethoven es de los pocos compositores que realizan un salto radical. Tienen un antes y el después es ya completamente distinto.
    Evidentemente que Bruckner es un compositor compacto, mal que les pese a algunos. No divaga, se ajusta a su forma. No hay nada accesorio. Cuando uno se lo sabe, no se aburre. Mahler divaga mucho más. Era su estilo. No es un reproche. ¡Menudas divagaciones!
    Lo de las divinas longitudes de Schubert es un momio que le han pegado. No sobra nada en su 9ª. Menos en sus otras obras, excepto quizá en sus sonatas. Pero reto a alguien que las comprima.
    Yo creo que Strawinsky tenía sentimiento a su manera. Pero no era un sentimental ni un romántico al uso. Era un compositor lógico. Pero los Salmos, las suites, los 3 Movimientos, la S en Do, las variaciones corales, etc. Todo eso respira humanidad no mecanicismo. Realmente es curiosa su evolución. Tuvo “mala suerte” al hacer sus obras maestras tan joven. Se cerró el camino. Y fue tanteando estilos. Los podía asimilar todos. Pero su obra no forma un corpus homogéneo (con un común denominador: la escritura strawinskiana). Ganamos y perdemos.
    Es muy interesante eso de que los expertos ya no se atreven a enjuiciar una obra. No sé si ud. tuvo el disco de la Canción de la Tierra de Klemperer con Belter. Al crítico, Rosendo Llates, se le nota que le gusta la obra. Pero no se atreve a calificarla muy bien, ¡en un disco que le encarga la reseña!
    Es muy lamentable que la última obra pianística de Liszt, de la que apenas hay grabaciones, sea tan poco conocida. Es la mejor y estoy convencido que Debussy la conocía pero se guardó muy bien de decirlo.
    Los puristas suelen ser unos puritanos. Una transcripción de Bach por Stokowski es eso. Nadie pretende que sea otra cosa. Y las Golberg de Gould son las variaciones al piano. Nadie les obliga a oírlas. Tampoco nadie les impide hacer lo que quieran.
    Una interpretación ha de ser coherente en sí misma. Y es un placer el poder disfrutar de muy variados enfoques. Unos gustarán mas que otros, pero es como con las mujeres, hay muchísimas estupendas.
    Si, ese trío de Viena era muy solidario. Pero ¡eran tan distintos!
    Bueno, nadie está obligado a leer esto. Para mí ha sido un placer.

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    1. De acuerdo con la mayoría de sus apreciaciones, me permito disentir en que a las Sonatas de Schubert les sobre nada, ni siquiera a las más primerizas. Hay que tomarlas como son y, si están verdaderamente bien INTERPRETADAS, por un pianista que las comprenda a fondo y las haga suyas, el oyente atento admitirá que no sobra nada en ellas; es más, que han de ser así,

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    2. Pues pocas veces he leído una argumentación tan acertada sobre el asunto de las interpretaciones con instrumentos "auténticos". Estoy plenamente de acuerdo con Gomez Amat. Víctor.

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