domingo, 19 de septiembre de 2021

Visto y escuchado recientemente (I)

 

Muti dirige por primera vez la Missa Solemnis

Por fin he podido ver y escuchar la Missa Solemnis de Beethoven que Riccardo Muti ha dirigido recientemente en el Festival de Salzburgo. Me parece que está entre las interpretaciones más logradas que le recuerdo en obras del genio de Bonn (que no es, a qué negarlo, uno de los autores en los Muti que más ha destacado).

Movida más por reverencia ante su música que dejándose prender por su fuego interior, ha sido una interpretación de gran belleza y perfección antes que encendida; la diferencia más llamativa entre esta y la memorable grabación de Otto Klemperer estaría en que la del italiano despierta nuestra admiración, mientras que la del alemán, además, nos conmueve y nos enciende hasta ponernos en pie. Y no se olvide que la mayoría de los comentaristas de la magna partitura -la más extensa de Beethoven a excepción de Fidelio y acaso la más excelsa de su legado- afirma que está escrita con exaltación y, siempre, con intensa emoción, algo que el propio compositor confirmó. Ese último sentimiento sí se desprende a menudo de la versión de Muti, pero mucho menos el anterior.

En todo caso, me da la impresión de que Muti comenzó un tanto distanciado y que conforme avanzó la obra fue implicándose más; así, creo que lo menos convincente fue su Kyrie, y lo que más su Agnus Dei (que, quizá no casualmente, es lo más “operístico” de la composición).

Una curiosidad: en el Sanctus, la introducción “Adagio” (“Mit Andacht”: “Con devoción”) está encomendado al cuarteto solista, pero al llegar la sección “Pleni sunt coeli et terra gloria tua”, se cree que Beethoven pudo olvidarse de anotar en la partitura de que esta breve fuga (“Allegro pesante”) es para todo el coro. Esto se debe a que el acompañamiento orquestal es tan potente que las cuatro voces solistas quedarían casi sepultadas por la masa instrumental. Casi todas las interpretaciones hacen el “Pleni sunt” con el coro al completo; solo Klemperer, que recuerde, sigue al pie de la letra la indicación (¿errónea?) de Beethoven. Pues bien, Muti no ha hecho ni lo uno ni lo otro: tanto la introducción “Sanctus, Sanctus” como el “Pleni sunt” los ha encomendado al coro; creo que es la primera vez que lo oigo de esta manera.

Muy bien el Coro de la Ópera Estatal de Viena (¡cuánto ha mejorado en las últimas décadas! Compárese con la grabación de Karl Böhm, DG 1975), tan admirable como podría esperarse la Filarmónica de Viena, y espléndido en conjunto el cuarteto vocal: la soprano Rosa Feola (una cantante a seguir), la mezzo Alisa Kolosova, el tenor Dmitry Korchak y el bajo Ildar Abdrazakov. Este último ha desmerecido algo frente a sus colegas, no solo por no ser un bajo-bajo, sino por no estar muy en estilo. (Duraciones: 9’47+18’40+21’20+17’35+16’23)

 

La Sinfonía “Romántica” de Bruckner en el templo de la Sagrada Familia de Barcelona

Esperaba con gran interés este concierto, que tuvo lugar ayer, día 18, a cargo de la Filarmónica de Viena y Christian Thielemann. Pero el resultado fue muy decepcionante, por razones varias: la acústica de la enorme iglesia es muy problemática por la reverberación y los ecos que producen todos los (muy abundantes) fortísimos. Los responsables de la toma de sonido, pese a estas dificultades, no se lucieron precisamente. Debía de hacer, además, mucho calor, pues algunas personas del público se abanicaban, y muchos de los músicos, empezando por el director, sudaban como pollos.

Pero es que la interpretación no estuvo a la altura esperada, ni siquiera por lo que se refiere a la Orquesta -una de las tres o cuatro mejores del mundo para este compositor-. Thielemann empezó muy nervioso, ya en la introducción del primer movimiento, que sonó algo atropellado y desconcentrado. Hubo, incluso, momentos que sonaron vulgares (¡en una música tan absolutamente maravillosa!). La planificación hacia las cimas de tensión y los valles de calma distó de estar bien preparada, lo mismo que muchas de las transiciones, bruscas y nada bien resueltas (¡parece mentira en una batuta cuyo compositor más transitado es Bruckner!). En la coda, justo antes de la conclusión del movimiento, hubo un extraño “coitus interruptus”. Las cosas, por suerte, mejoraron apreciablemente en el resto de la Sinfonía, pero el mal estaba perpetrado y tampoco se elevó a las alturas previsibles. A lo largo de toda la obra hubo inexplicables desequilibrios entre los grupos instrumentales, con predominios excesivos de los violines o de las trompetas, por ejemplo (lo que difícilmente podría atribuirse a la toma de sonido, salvo que los ingenieros toquetearan los mandos durante la ejecución).

Lo mejor de la retransmisión -pues hubo bastantes imágenes exteriores bastante discutibles y extemporáneas- fue la magnífica publicidad que se ha debido de hacer para el impresionante y originalísimo templo. Pues creo que el concierto fue visto en varios países europeos.

7 comentarios:

  1. Ya podemos apreciar la diferencia entre un enorme director, Muti y otro mediocre, Thielemann que muchos se empeñan en encumbrar.

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  2. Al leer la valoración generalmente positiva que haces de la Misa Solemnis de Beethoven por Muti, me han venido a la memoria unas declaraciones de este director en las que él afirmaba que algunas obras requieren por parte de sus intérpretes un proceso de maduración y una cierta experiencia vital. En su caso, Muti decía que había evitado durante años dirigir Falstaff, (él creía que dirigir esa obra de manera adecuada estaba reservado a directores mayores), y que sólo ahora se sentía con madurez suficiente para afrontar la Solemnis de Beethoven. Me parece un ejemplo muy instructivo.

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    1. Nada menos que Furtwängler no se "atrevió" a dirigir la Missa Solemnis, y declaró que era una obra que de algún modo le desbordaba.

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  3. Muchas gracias, Ángel, por su artículo. Pese a mi bisoñez, he detectado con frecuencia en muchas críticas lo que usted y Fernando Vargas han apuntado recientemente: la abundancia de una mezcla en proporciones variables de tendenciosidad y falta de buen gusto. Es un placer, pues, leer artículos atinados como éste.
    Coincido con sus apreciaciones. También con la falsedad de lo que dice Hurwitz con respecto a las grandes orquestas: que tocan solas cietos repertorios... En la conjunción de una orquesta y un director el todo es distinto de la suma de las partes. Una gran orquesta puede rozar el cielo, pero sólo con un gran director. Este Hurwitz es un desastre: afirma que uno de los mejores ciclos de Brahms es el de Levine!
    En cuanto a Muti y Beethoven, debo decir que me han sorprendido muy favorablemente sus interpretaciones con Chicago (tomas de conciertos, con muy buena calidad de sonido). También dos novenas, en Salzburgo y en Chicago. Y el ciclo con la Orquesta de la Scala me parece mejor que su contemporáneo de estudio con Filadelfia, pese a las diferencias entre la orquesta. También me viene a la cabeza una toma de una gran séptima en Japón, en los noventa.
    Un saludo!

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  4. Toni, respecto a lo que dices de David Hurwitz, estoy de acuerdo contigo…, pero sólo en parte. Quiero decir, algunas de sus apreciaciones me parecen por supuesto muy cuestionables, (su alabanza del Brahms de Levine o su cierta desatención al Brahms de Bernstein, por ejemplo). Pero creo que otras apreciaciones son muy procedentes, como su reevaluación de directores como Jochum, Wand o Sandro Végh. Y por supuesto, también su desprecio por ciertos intérpretes excesivamente personalistas tipo Currentzis o Norrington o su desafección por una parte considerable del sector “históricamente informado”, sobre todo por sus tendencias más radicales… No podemos aspirar a compartir los criterios de un crítico en todas las ocasiones.

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    1. Sí, no sigo a ese crítico, pero es cierto que parte de las opiniones de todos los que conozco pueden ser compartidas. Y otras no, por supuesto. Incluso: hay algunos críticos con los que no comparto casi nada.

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    2. Estoy de acuerdo con lo que afirma, Xavier. En el caso de Hurwitz quizá sólo me referí a las de arena y obvié hablar de las de cal, que también las da, como ejemplificas perfectamente (estoy de acuerdo en todos los casos). También aprecia mucho a Böhm, Klemperer y Muti, lo cual le honra. Aunque creo que de música el hombre sabe mucho, en la comparativa de versiones alterna contínuamente entre grandes aciertos y verdaderos despropósitos, hasta el punto que uno termina cuestionando seriamente su criterio. Por no hablar de las pestes que dice de Furtwängler...

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