lunes, 29 de abril de 2013

Thielemann y el nacionalismo alemán. Otro desigual Blu-ray suyo

La Obertura “Fausto” de Wagner y la “Sinfonía Fausto” de Liszt

   

   Endrik Wottrich


 

El sello C Major acaba de publicar en DVD y Blu-ray (yo comento éste) el programa de un concierto en el que se celebraba en la Staatsoper de Dresde el segundo centenario del nacimiento de Franz Liszt. Con una calidad técnica superlativa (¡cómo suenan y se ven los mejores Blu-rays!) y una Orquesta sensacional, gemana al 100%, la Staatskapelle de la capital sajona, Christian Thielemann dirigía la Obertura Fausto de Wagner (en la versión revisada de 1855), obra juvenil, aún no muy personal pero sí muy notable de la que últimamente se acuerdan más a menudo. Reciente la escucha y el visionado de la estupenda versión de Pierre Boulez con la Staatskapelle de Berlín (DVD/Blu-ray Accentus, con los dos Conciertos de Liszt), esta de Thielemann es aún superior y más netamente wagneriana. Sombría, misteriosa, apasionada, potente y rebelde, admirablemente planificada, es una de las mejores cosas que le haya escuchado hasta la fecha a Thielemann (la verdad es que tampoco son tantas las que me han entusiasmado). Pero aquí no tengo duda: ¡chapeau!
“Qué bien, qué gozada, qué acierto haberme hecho con este Blu-ray”, pensé. Hasta que seguí escuchando: tras una prometedora introducción de la Sinfonía Fausto de Liszt, el enorme primer movimiento, “Faust”, sin duda la cima de esta obra, una especie de impresionante poema sinfónico, deja entrever enseguida grietas y deficiencias: el director berlinés es apenas capaz de modificar cada vez las numerosas repeticiones de los temas (que nunca deben sonar igual), se precipita en más de una ocasión, perdiendo así fuelle, no logra enjaretar bien del todo la transición entre algunas secciones y abusa de reguladores que vuelven sinuoso y poco natural el discurso... Netamente inferior a cualquiera de las mejores versiones discográficas de este movimiento (Bernstein/Boston. DG 1977; Muti/Filadelfia. EMI 1983; Solti/Chicago. Decca,1986; y sobre todo Barenboim/Filarmónica de Berlín. Teldec 1998, para mí el director más convincente en este episodio, no así en los restantes). En fin, un chasco.
El segundo movimiento, “Gretchen” (Margarita), es impecable, si bien no tan inspirado como el de Solti. Pero al menos no tiene nada de relamido o empalagoso como otras cosas que le recordamos al director alemán. Nada de particular en “Mephistopheles”, aunque tampoco llega a ser tan escurridizamente diabólico como otros directores (Muti, sobre todo). En el “Andante mistico” que cierra la obra el Coro de la Ópera de Dresde, pese a no ser muy nutrido, logra una prestación admirable. También el órgano, bien presente, empasta bien con el resto. El tenor Endrik Wottrich, voz lírica con squillo muy adecuada, sale airoso, pese a alguna irregularidad, de su breve pero tirante intervención (que han asumido, por orden de las versiones citadas, Kenneth Riegel, Gösta Winbergh, Siegfried Jerusalem y Plácido Domingo). Pero el acorde final, una contundente aseveración, se le queda corto (en duración y en fuerza) a Thielemann, lo que deja al terminar un cierto mal sabor de boca. ¡Qué fallo tan bobo!
Pero no hay que preocuparse: aplausos prolongados y estruendosos parece tenerlos siempre asegurados Thielemann, sobre todo en su país. Yo creo que, ustedes me perdonen, es por puro nacionalismo alemán. ¡A algún director germánico tendrán que encumbrar, tras la prolongada y tremenda sequía de batutas! ¿Qué fue de la continuidad de aquellas dos generaciones con Furtwängler, Knappertsbusch, Klemperer, Keilberth, Krauss, Jochum, Kempe, Böhm, Karajan, Sanderling, Wand, Sawallisch, etc.?




2 comentarios:

  1. Hola, Ángel:

    Me interesan mucho tres compositores eclipsados por el aluvión wagneriano: Albert Lortzing, Otto Nicolai y Peter Cornelius. La principal ópera del segundo además tuvo la mala suerte de ser ensombrecida nada menos que por "Falstaff", pero me parece más que estimable.

    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece bien que te interesen esos notables "segundos espadas", no solo hay que dedicarse a los "primerísimos espadas". Hombre, Las alegres comadres de Windsor es una ópera deliciosa, pero Falstaff es una cumbre en la historia del género. Lo mismo le pasó a Paisiello con su estimable Barbero frente al genial de Rossini.

      Eliminar