jueves, 24 de diciembre de 2015

"Tannhäuser" por Barenboim en DVD/Blu-ray



Disponía ya en mi videoteca musical de cuatro versiones de Tannhäuser, ninguna de las cuales me satisfacía de veras. Son éstas: 

-DG 1983: Cassily, Marton, Troyanos, Weikl, Macurdy/Met/Levine/Schenk
-Arthaus 1995: Kollo, Secunde, W.Meier, Weikl, Rootering/ÓperaBaviera/Mehta/Alden
-EMI 2003: Seiffert, Kringelborn, Kabatu, Trekel, Muff/ÓperaZúrich/Welser-Möst/J.D.Herzog
-Arthaus 2008: Gambill, Nylund, W.Meier, Trekel, Milling/OSinfAlemanaBerlín/P.Jordan/ Lehnhoff (Blu-ray)

Todas ellas adolecen de elementos bastante mejorables, por decirlo finamente. La de 1983, casi todo; la de 1995, el vetusto Kollo, la algo agria Secunde y la pseudomoderna y trasnochada escena; y la de 2008 un Gambill muy insuficiente. 

La que ahora publica BelAir (Blu-ray de extraordinaria calidad de imagen y sonido: ¡benditos Estudios Teldex de Berlín!) es, a distancia, la más satisfactoria. Ahora bien, advierto antes de nada: es posible que a muchos melómanos les tire para atrás la escena, con multitud de episodios danzados. La directora escénica es la reconocida coreógrafa Sasha Waltz (Karlsruhe 1963; estaba predestinada: su apellido significa "vals"), que ya había escenificado, por ejemplo, Dido y Eneas de Purcell (Berlín, 2005), Romeo y Julieta de Berlioz (París, 2007), Medea de Pascal Dusapin (Luxemburgo, 2007) y Jagden und Formen de Wolfgang Rihm, (Frankfurt, 2008). Disto de ser un experto en coreografías, pero sí puedo decir dos cosas: primera, que salvo en algunos pasajes en los que creo que sobra o estorba el baile, me ha parecido acertado que lo haya y cómo es (sobre todo en la Entrada de los invitados y toda la escena del Concurso de canto). Y segunda: que la problemática escena del Venusberg es la primera vez que no me parece bochornosa o ridícula. Además, Waltz demuestra ser mucho más que una coreógrafa: creo que es también una muy lúcida directora de escena; la escenografía y la iluminación, como la dirección de actores, me han gustado mucho. 

En el lado musical, esta versión -que sigue la de París-, filmada en el Teatro Schiller de Berlín en abril de 2014, da sopas con honda a las cuatro anteriores. Por lo pronto, la dirección de Barenboim está a años luz de las demás (pese al empuje y al talento de Mehta y Jordan hijo), lo que a nadie sorprenderá (bueno, sí, a los -cada vez menos- irreductibles). La clarividencia wagneriana es absoluta, y el fuego y el entusiasmo que surgen de la batuta galvanizan a todos los intérpretes. Espléndido el coro y sensacional la orquesta. 

A cargo del endemoniado papel de Tannhäuser está un Peter Seiffert algo mayor, lo que se le nota en las notas altas prolongadas, en las que asoma el casi inevitable trémolo de quien tiene 60 años cumplidos y ha cantado incluso Tristán. Pero las virtudes del tenor que ha sido esposo de dos sopranos (primero Lucia Popp y ahora Petra Maria Schnitzer) son muy potentes, pues es un gran cantante, extremadamente musical, y un gran intérprete, muy creíble en su personaje (físico aparte: ¿cómo Venus queda prendada de un señor tan corpulento?). No está, lógicamente, tan pletórico y restallante como en su grabación de audio, con el mismo director (Teldec 2001: han pasado trece años), o como en Zúrich dos años después, pero me resulta preferible a cualquiera de los otros tannhäuseres escuchados en las últimas dos décadas. 

No conocía a la soprano danesa Ann Petersen, pero ha sido para mí un agradable encuentro: es una lírica ancha muy centrada en Wagner y en particular en el papel de Elisabeth, que evidentemente conoce a fondo y domina sin problemas vocales. El timbre es más bello y cálido que espectacular, y su encarnación de la sufrida y valiente enamorada del protagonista es muy intensa, soñadora y ardiente, desterrando toda traza del sentimentalismo o la dulzonería en los que caen algunas de sus colegas. Me encantaría escucharla en otros papeles. 

Los tres siguientes personajes de este reparto son simplemente sensacionales: la mezzosoprano Marina Prudenskaya, de hermosísimo color lírico, pero de volumen nada desdeñable, es una Venus particularmente voluptuosa, maravillosamente cantada. Queda, para mi gusto, muy cerca de la sensacional Waltraud Meier. El barítono-bajo sueco Peter Mattei es, por este Wolfram o por su Don Giovanni, uno de los mejores cantantes de nuestros días. Dotado de una voz muy bella y de una técnica asombrosa -qué emisión, que legato- es para mí el mejor Wolfram que he escuchado desde Fischer-Dieskau (Weikl, Andreas Schmidt, Hampson y Trekel incluidos). Y René Pape vuelve a repetir, sin el menor desgaste vocal, su incomparable proeza de la grabación audio con Barenboim: es, de lejos, el Margrave más convincente que he escuchado, tanto por el canto como por la interpretación. A destacar dos breves papeles que me han llamado la atención: el más que impecable (¡milagro!) Pastorcillo de la portuguesa Sónia Grané y el Walther de un tenor lírico de libro: Peter Sonn. Me imagino que ella puede ser una extraordinaria Pamina y él un estupendo Tamino. 

Una deficiencia de esta publicación: ¿sabe usted alemán, inglés o francés?... Pues ya puede ir aprendiendo, porque con esto de tantas descargas ilegales cada vez menos óperas se publican con subtítulos en español.

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