viernes, 29 de septiembre de 2017

Kissin y la tentación del virtuosismo en Beethoven



DG edita 5 Sonatas y las 32 Variaciones grabadas aquí y allá

Después de muchos años sin grabar para el sello amarillo, Evgeny Kissin vuelve a DG con un doble CD dedicado a Beethoven y que contiene cinco Sonatas y las 32 Variaciones en Do menor. No se trata, como imaginaba, de grabaciones recientes hechas por DG, sino que son todas en público, con calidad de sonido variable y realizadas a lo largo de diez años, entre 2006 y 2016. 

No había demasiados precedentes beethovenianos de Kissin: en disco, los cinco Conciertos, estupendos, con Colin Davis (EMI 2008) y una Sonata "Claro de luna" asombrosa (RCA 1998). Pero en concierto yo le había escuchado, aparte de los 3 primeros Conciertos -igualmente espléndidos- con Lawrence Foster, una Sonata "Waldstein" que me indignó tremendamente por su entrega plena al virtuosismo exhibicionista, cargándose la música de la obra. También mi buen amigo Miguel Ángel de las Heras, de cuyo criterio me fío a ojos cerrados (¡ya le he hecho saber con insistencia que es una verdadera pena que no siga ejerciendo de crítico musical, desde que hace años abandonase "Ritmo"!) me comenta que le escuchó una Sonata 32 en la que no tocó fondo y distó de dar con la clave de la partitura. Es decir, que no sabía con qué me iba a topar en esta ocasión. Pues, adelanto: con un poco de todo, dando por sentado y comprobando que Kissin sigue tocando el piano como los ángeles, o sea con un dominio aplastante (tal vez nadie toque mejor; e igual de bien, muy pocos en cien años de grabaciones). 

Las obras vienen acopladas según el orden cronológico de composición; solo se salta este orden las Variaciones WoO 80, que son de 1806, es decir que deberían ir situadas detrás de la Sonata 14, y no antes. La Sonata No. 3 fue registrada en Seúl el año 2006, con sonido bastante bueno. Los dos primeros movimientos me han parecido ejemplares, pero en el trío del breve Scherzo y el Allegro assai final se entrega al virtuosismo y cae en momentos de innecesaria agresividad. Yo la calificaría con un 8/8. Las 32 Variaciones (Montpellier, 2007) son bastante variables: en general me han gustado mucho y suenan al Beethoven hondo y dramático a más no poder, pero de nuevo se deja arrastrar por la mera exhibición en las variaciones más veloces, resintiéndose el conjunto. 8/8.

No sé a qué viene repetir la "Claro de luna", netamente inferior a su referido disco tres lustros anterior. Grabada en el Carnegie Hall en 2012, con un sonido -extraño- algo deficiente, el Adagio sostenuto carece del debido reposo y de concentración para dibujar el difícil arco que requiere. Con grandes libertades agógicas, se apaña para encontrar en él un curioso clímax: discutible, pero interesante. Tras un estupendo Allegretto, encara el Presto agitato con agresividad y mecanicismo, ausente la flexibilidad salvo en una coda admirablemente rubateada. 8/7.

La No. 23 "Appassionata" (Amsterdam, 2016) es, sin duda, lo mejor del álbum. Con una ejecución antológica, es una visión bastante libre y personal, con no pocas aportaciones singulares siempre muy acertadas porque sintonizan a la perfección con el espíritu dramático y apasionado de la obra. Un solo reparo: en la turbulenta sección central del Andante con moto no resuelve adecuadamente su retorno al tema de la sección inicial: la transición es abrupta y no justifica su tensión. Algo más que un detalle, qué le vamos a hacer. Aun así: 9,5/9.
La Sonata No. 26, "Los adioses" (Viena, 2006) está impecablemente expuesta de principio a fin; solo me hubiera gustado algo más de compromiso personal. 8,5/8.

Y se termina con la última Sonata beethoveniana, la 32, op. 111, tomada en Verbier el año 2013. Tras la introducción Maestoso no muy misteriosa o amenazante, el Allegro con brio ed appassionato suena un poco igual, algo lineal y encorsetado, sin toda la fuerza exigible y sin una adecuada planificación de los tiras y aflojas. La Arietta, maravillosamente bien fraseada y sonada, creo que no termina de penetrar en el espíritu de la música y no logra fluir como un todo, sino que sus secciones quedan un tanto inconexas. O sea, que tal vez se parezca a la referida que escuchó en Madrid Miguel Ángel. 7,5/8.

Concluyendo: ¡qué difícil es Beethoven, en particular sus Sonatas! No está al alcance de todo gran pianista penetrar a fondo en su esencia. Y Kissin suele ser mucho más indiscutible en otros compositores: Haydn, Schubert, Chopin, Schumann, Liszt, Brahms, Franck y los grandes maestros rusos. 

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