viernes, 6 de octubre de 2017

Discografía de "El caballero de la rosa" de Richard Strauss



Me he repasado últimamente las trece grabaciones -cinco de ellas en vídeo- que tengo de mi ópera favorita de Richard Strauss y aprovecho para anotar, brevemente, mis impresiones sobre ellas. La mejor forma de establecer comparaciones entre diferentes versiones es escucharlas (y verlas) bastante seguidas, porque a distancia no se logra tanta seguridad en las apreciaciones. Pero, claro, han sido unas cuarenta horas de música. Digo mi favorita porque, a pesar de mi enorme admiración por Salome, Elektra y Die Frau ohne Schatten, y un poco menos por Ariadne auf Naxos, Arabella y Capriccio, creo que Der Rosenkavalier añade a todas esas un plus de sensibilidad y de emoción. Hay que reconocer, lo creo firmemente, que ningún otro compositor del siglo XX nos ha legado un conjunto operístico tan sobresaliente.

(Salvo indicación en contra, los intérpretes principales serán citados en cada versión en el siguiente orden: Mariscala, Octavio, Sofía, Barón Ochs, Faninal y el Cantante italiano). La grabación más antigua de que dispongo es la de Erich Kleiber (Decca, publ. 1954), con la orquesta que, de lejos, es la que domina en esta obra, la Filarmónica de Viena. Llama la atención lo bien -es decir, lo poco- que ha envejecido la dirección del director alemán (1890-1956), que ahonda en la partitura con enorme clarividencia y abre el camino a las más lúcidas batutas posteriores. Sensibilidad sin sentimentalismo y un notable equilibrio entre los diferentes aspectos presentes en la música y en el prodigioso libreto de Hofmannsthal. Buena parte de sus cantantes, en cambio, nos resultan hoy un tanto o incluso muy anticuados, algo de lo que no se libra casi nadie: Maria Reining (algo demasiado señora y de voz un poco tambaleante), Sena Jurinac -buena cantante, de voz sopranil que no contrasta debidamente con la anterior-, Hilde Gueden -de una cursilería intolerable hoy-, Ludwig Weber -de emisión pastosa, engolada y pasado de rosca-. Mejor Alfred Poell y Anton Dermota, poco adecuado este por lo demás: suena poco italiano. La grabación, monoaural, está al mejor nivel de la época; lástima, porque solo un par de años después los primeros registros estereofónicos mejorarían la técnica apreciablemente.

Esto ya se aprecia en la primera versión de Herbert von Karajan, con la Philharmonia (EMI 1957), que muchos siguen considerando la versión de referencia. En su época lo fue, pero hoy me parece que esta opinión resulta insostenible, ante todo por la propia versión de Karajan de 1984. Pero sí, suena bastante mejor que la de Kleiber padre: EMI la ha editado en mono y estéreo (¡pero no son exactamente iguales! Yo comento la primera). Cuenta con un activo importantísimo: Elisabeth Schwarzkopf, toda vía hoy la Mariscala más extraordinaria, por su distinción, elegancia y sensibilidad extremas. La joven Christa Ludwig (28 años) le da réplica casi a su altura: sigue siendo una de las Octavian más convincentes desde cualquier punto de vista. Muy bien también Teresa Stich-Randall, con algún sonido fijo. Para mí es insufrible Otto Edelmann (el también insufrible Leporello de Furtwängler), voz tronante y desagradable, cantante muy limitado e intérprete caricaturesco de Ochs. Excelentes Eberhard Waechter y Nicolai Gedda. Soberbio el trabajo del director salzburgués, nuevamente muy sensible y equilibrado y que obtiene una admirable respuesta de la Philharmonia -quizá ya entonces tan formidable orquesta como la de Viena, pero sin su pátina straussiana y en particular para esta ópera-.

En 1959 fue editada por DG la primera grabación de Karl Böhm, hecha en estudio con la Staatskapelle Dresden. Esta es la única que no he podido volver a escuchar, pero según las notas que conservo de hace tiempo (pido, por tanto, que no se me tome en este caso demasiado al pie de la letra) la batuta es acertada pero sin despertar especial entusiasmo -salvo en el tramo final de la ópera, con los maravillosos trío y dúo-. Los cantantes muestran importantes altibajos: frente a una soprano demasiado dramática y algo dura como Marianne Schech, otra soprano pero lírica, Irmgard Seefried, en uno de sus desempeños más logrados, y una tercera hiperligera, Rita Streich, tal vez algo pizpireta. Sin embargo, el Faninal de Dietrich Fischer-Dieskau sería fácilmente el más sobresaliente de la historia del disco. Nada anoté del Cantante italiano de un tenor para mí desconocido: Rudolf Francl.

De 1960 es la versión videográfica de Karajan también con la Schwarzkopf, editada en blu-ray por el sello Park Circus. Su imagen conserva una sorprendente nitidez, pero el sonido es decepcionante, con empalmes burdos y altibajos en el nivel. El play-back, que han intentado disimular (Karajan sale a saludar cada vez y como recibiendo aplausos), es un serio inconveniente. La escena, de Paul Czinner, es antigua y rancia, por los decorados y las exageraciones actorales, pero hasta esto puede tener un cierto encanto démodé. Schwarzkopf vuelve a tocar el cielo -también como actriz-, hasta el punto de cualquier otra Mariscala ha de medirse con ella. La notable Jurinac no hace olvidar a Ludwig; sin embargo, quizá Anneliese Rothenberger me guste aún más que Stich-Randall. Nada nuevo sobre Edelmann: además de escucharlo, hay que soportar verlo. Bien Erich Kunz -no tanto como Waechter- y, ¡sorpresa! muy bien y muy en su sitio Giuseppe Zampieri. Curiosamente, la Filarmónica de Viena no mejora aquí a la Philharmonia, pues Karajan lleva endemoniadamente rápidos los tres preludios hasta el punto de que la formación vienesa pasa verdaderos apuros para seguirlo. Subtítulos solo en inglés.

La función de 1969 en la Ópera Estatal de Viena dirigida por Böhm y publicada por DG suena bastante bien. La labor del maestro de Graz, uno de los mayores intérpretes straussianos del siglo XX, es magistral, con algunos momentos de una intensidad e incandescencia arrebatadores. Christa Ludwig dio aquí el salto a un papel tan goloso como el de la Mariscala; pese a su talento, no llega a hacerlo tan bien como el de Octavio, que aquí recae en una estupenda mezzo, Tatiana Troyanos, cuya voz por suerte suena más grave y oscura que la suya. Excelente Edith Mathis. Aunque no es un bajo, sino un barítono-bajo, el espléndido cantante que es Theo Adam me parece preferible a los Ochs anteriores. Correctos Otto Wiener y Anton de Ridder.

De ese mismo año 1969 es la grabación de estudio de Sir Georg Solti (Decca), con la Filarmónica de Viena. Al reescucharla me he llevado una gratísima satisfacción: la dirección del húngaro me ha entusiasmado, hasta el punto de que solo cede, en mi opinión, ante el Karajan de 1984. El tratamiento de la orquesta es de un virtuosismo y una minuciosidad extremas, pero además ahonda por igual, a fondo, en los aspectos más cómicos y en la melancolía y la dulzura de muchas otras situaciones; en el acto III se supera incluso. Y la toma de sonido es extraordinaria para la época. El reparto vocal, en cambio, no alcanza al de las tres o cuatro versiones más punteras. Aun así, Régine Crespin es tan musical como atinada en lo psicológico, Yvonne Minton canta admirablemente y posee un timbre bellísimo, y Helen Donath es una pura delicia. Es Manfred Jungwirth quien no sobrepasa la corrección. Bien Otto Wiener y brillantísimo, muy en su papel, Luciano Pavarotti.

De 1971 es una versión desconcertante, la de Leonard Bernstein (Sony), con, de nuevo, la Filarmónica de Viena. Concepción experimental, lentísima a lo Celibidache (la duración media está en unos 190 minutos y esta se extiende hasta los 214) y bastante agresiva y furibunda, como si fuese en ocasiones una prolongación de Elektra. Creo que es una excentricidad en toda regla, creo que no muy convincente. Luego resulta que las dos protagonistas -Christa Ludwig, bastante menos bien que con Böhm, y Gwyneth Jones- parecen haberse intercambiado sus papeles, no convenciéndome ninguna de ellas en los que aquí abordan. Lucia Popp sí es una Sophie a pedir de boca, mientras Walter Berry aporta su clase a Ochs, con considerable contención. Más bien gris Ernst Gutstein y muy atinado, aunque algo apurado Plácido Domingo. La grabación es algo menos buena de lo esperable.

Carlos Kleiber ha filmado Der Rosenkavalier en dos ocasiones, ambas para DG, la primera el año 1979 en la Ópera Estatal de Baviera. Es una versión centelleante, velocísima -la única que no llega a los 175'- y electrizante, que incide mucho más en la comicidad y en la acción trepidante que en los aspectos más intimistas, sensibles y emotivos. Más que Gwyneth Jones (¡qué poco duró en plenitud la soprano galesa: entonces tenía solo 43 años!) sobresalen Brigitte Fassbaender y Lucia Popp, dos de las más destacadas intérpretes de sus papeles. De Manfred Jungwirth puede decirse lo que con Solti diez años, aunque como actor resulta más convincente. Algo bufonesco Benno Kusche y bastante bien Francisco Araiza. Kleiber hijo saca chispas de la orquesta muniquesa, si bien no el pulimento de quince años después con la vienesa.

En 1984 llega, de la mano de DG y con un sonido esplendoroso, una de las grabaciones operísticas más extraordinarias de la historia. Herbert von Karajan en su plenitud artística arrasa frente a sus demás colegas con una interpretación de enorme intensidad y brillo, de un refinamiento bien entendido y una sutileza extremas, dominada por una sensibilidad excepcional para la expresión de los sentimientos y para la tímbrica orquestal. Para mí es la cima absoluta de su trayectoria fonográfica y uno de los discos más fascinantes de la Filarmónica de Viena en toda su gloriosa historia. Por suerte acertó de pleno en el elenco vocal: la suntuosa en lo vocal y envolvente en lo interpretativo Anna Tomowa-Sintow, una juvenil, apasionada y extravertida Agnes Baltsa y una impoluta Janet Perry en el mejor registro de su carrera. Para la labor de Kurt Moll es difícil hallar elogios: es el Barón Ochs, del mismo modo que es Osmin. Tanto desde el punto de vista vocal como interpretativo, e incluso actoral, Moll hace olvidar de plano en este largo y dificilísimo papel a cualquiera de sus colegas; aunque sea una lástima, se comprende que tan pocos bajos quieran hincarle el diente a Ochs. Espléndido Gottfried Hornik y bastante bien, pese a su dudosa italianità, Vinson Cole. Los mismos intérpretes, casi uno por uno, aparecen en la filmación de Sony (publicada en 1992), pero esta, por desgracia, es un poco inferior al CD (los milagros no es fácil repetirlos) y posee un nivel técnico bastante deficiente. Karajan vuelve a convencernos de que como director de escena era bastante anticuado, insulso, bastante incapaz (y menos mal que varios de los cantantes son buenos actores...). No hay subtítulos en español.

Apenas un año posterior es la versión videográfica publicada por NVC (Warner) del Covent Garden, con Solti dirigiendo apreciablemente por debajo del nivel de su registro en audio -aun así más que bien- debido en parte a una orquesta abiertamente inferior. La escena de John Schlesinger, muy tradicional, es algo rancia. El mayor aliciente de la interpretación es la presencia de una artista tan grande, y tan idónea, como Kiri Te Kanawa, que encandila en los aspectos vocales y convence a más no poder por su vivencia de la Mariscala. En el emotivo final del primer acto no puede contener las lágrimas. Muy en su sitio, francamente bien, tanto Anne Howells como Barbara Bonney, y no poco rudo con su voz resonante hasta lo desagradable Aage Haugland. Correcto Jonathan Summers e irrelevante Dennis O'Neill. La calidad técnica es tirando a pobre, pero tiene subtítulos en español.

Bernard Haitink no deja un legado operístico en disco a la altura de sus interpretaciones sinfónicas; sin embargo, Der Rosenkavalier (EMI 1991) es una excepción, pues conecta muy bien con el universo straussiano (desde joven acertó de lleno en este compositor) y da realmente lo mejor de sí, en una visión muy atenta a las diferentes vertientes de la ópera. Cuenta, además, con una excelente Staatskapelle Dresden y con un reparto muy importante: Te Kanawa, Von Otter y Barbara Hendricks. Kurt Rydl no está entre los Ochs menos logrados, y tanto Franz Grundheber como Richard Leech son elecciones muy acertadas. La toma de sonido es, finalmente, espléndida.

La primacía de la segunda versión videográfica (Ópera de Viena, 1994) de Carlos Kleiber sobre la primera es incontestable, y no solo por la superioridad de la orquesta y de las tomas de sonido e imagen -ganancia que tampoco es llamativa-, sino también por varios de sus cantantes. La batuta se ha moderado un poco con el paso de los tres lustros y no es tan febrilmente inquieta, atendiendo algo más a lo antes más pasado por alto: la expresividad posromántica, la ternura, el desconsuelo. Aun sin contar con una materia prima que encandile, Felicity Lott es una Mariscala absolutamente ejemplar. Sobre todo como actriz. Formidable Anne Sofie von Otter, una de las más perfectas Octavios, y de nuevo impecable Bonney, sin asomo de cursilería. Kurt Moll repite su creación, y muy bien nuevamente Hornik, pero flojísimo -lástima- Keith Ikaia-Purdy. Otto Schenk, con una puesta en escena que es básicamente la misma, vuelve a convencer en una escena tradicional pero sensata y muy cuidada en los detalles; las escenografías, creo que muy mejorables en ambos casos, pueden tener su gracia. En la primera parece estar algo más cuidada la dirección de actores. Las dos versiones de Kleiber hijo contienen subtítulos en castellano; sin embargo eran de esperar unas tomas de imagen y sonido más pulcras quince años después.

La propuesta videográfica en Baden-Baden (Decca 2009) a cargo de Christian Thielemann no carece de elementos sobresalientes, comenzando por la magnífica y muy personal escena del llorado Herbert Wernicke (1946-2002), que se erige, sin duda, en la más imaginativa e interesante que conozco. Cinco de los seis cantantes principales son estupendos: Renée Fleming -maravillosa en lo vocal, aunque quizá menos sincera y creíble que algunas de sus colegas-, Sophie Koch y Diana Damrau -una lírica sin el menor apuro, sino todo lo contrario, para un papel ligero-, más el Faninal del veterano Grundheber y el lujo de un brillante Jonas Kaufmann. Pero estas cinco dianas no pueden ocultar el tremendo fiasco de Franz Hawlata como el peor Ochs de todos los citados: canto primario -incluso con afinación muy problemática-, extremos de la tesitura imposibles y caracterización pasada de rosca. Lástima. La batuta está prácticamente todo el tiempo a la altura -su afinidad con Strauss es bien conocida-, para pinchar claramente justo en el momento más excelso de la obra: el trío que precede al dúo final. Allí la música, incomprensiblemente, se hincha y se estira de un modo forzado, lo que arroja un inesperado borrón. Muy bien la Filarmónica de Múnich, aunque, claro está, no es la de Viena. Espléndida calidad técnica y subtítulos en español. La conclusión la tengo clarísima: en CD, Karajan 1984, y en DVD, Carlos Kleiber 1994.

8 comentarios:

  1. Hola, Ángel:

    Otras dos versiones referenciales (por la complicidad de los directores con el autor) serían las tomas en vivo de Kempe (1950), con Lemnitz, y el gran Clemens Krauss, también con Reining. Ciertamente el audio es horrendo, pero las interpretaciones merecen el trago.

    Un saludo.

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    1. No conozco ninguna de las dos, pero es probable que, como usted dice, sean muy buenas, pues tanto Krauss como Kempe fueron grandes intérpretes straussianos.

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  2. ¿Cómo es eso de Karajan 57 mono/estereo? No lo sabía, ¿se grabaron en diferentes momentos?
    También digo, como curiosidad aunque desde la ignorancia, que he oído hablar muy bien de Knappertsbusch en esta ópera, a mí me gusta mucho este director pero no he escuchado su Rosenkavalier.
    Saludos.

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    1. Sí, José María: en aquellos años del comienzo del stereo, que estaba aún "en pruebas", grabaron algunos discos en dos versiones, mono y stereo. Y por lo que dicen, en el montaje final de las diversas tomas del Rosenkavalier no coincidieron al 100% ambas versiones. Pero las diferencias deben de ser mínimas, casi inapreciables.

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    2. Perdón: me olvidaba. Por supuesto que "Kna" es un director muy importante, y también he oído hablar de su Caballero de la rosa. Pero lamento no haberlo escuchado. Tal vez algún lector que lo conozca nos pueda dar su opinión.

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    3. Hace poco encontré en Madrid ese Caballero de la Rosa de Karajan del 84. Tras escucharlo no puedo sino pasarme por aquí y darle un millón de gracias por la recomendación. Una auténtica maravilla. He encargado en internet también la grabación de Bernstein, aunque me temo que va a ser casi imposible repetir el milagro de Karajan. Un saludo

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  3. Ángel, ¿conoce la versión de Josep Krips? La compré hace años en cd y a mi me gusta. La otra versión que poseo es la de Solti en vídeo con Te Kanawa, que me parece maravillosa...

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    1. Tampoco conozco la grabación de Josef Krips, un director al que aprecio mucho, sobre todo como intérprete de Mozart.

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