sábado, 19 de octubre de 2019

Andris Nelsons y Michael Gielen


Andris Nelsons dirige Mozart, Debussy y Stravinsky

Un reciente concierto de Nelsons con su Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, retransmitido por televisión, comenzó del Concierto No. 17 en Sol mayor, K 453 de Mozart con Martin Helmchen como solista. Cierta decepción, pues tanto la batuta como el pianista ofrecieron una versión excesivamente leve, alada, recatada y hasta tímida de este hermoso concierto. No es, en efecto, una obra dramática y mucho menos tempestuosa, sino más bien sonriente, pero me parece inadecuado convertir su optimismo en esa ingravidez casi insustancial. Nada que ver, por tanto, sino todo lo contrario, con el Mozart de la Sinfonía 40 recientemente editada en blu-ray por esta orquesta y este director. Helmchen toca muy bien y es muy musical, pero, de todo cuanto le he escuchado, esto, demasiado refinado, es quizá aquello con lo que menos sintonizo. 

El resto del programa constó de dos de las partituras orquestales más destacadas del siglo XX: El Mar de Debussy, impecable, sin nada especial que resaltar (salvo un empalagoso primer oboe), y la suite (1919) de El pájaro de fuego de Stravinsky. Versión absolutamente canónica e irreprochable a la que solo le achacaría, como a la anterior, una sonoridad demasiado alemana

Michael Gielen y su filmación de las Sinfonías de Beethoven

Comento sucintamente las 9 Sinfonías de Beethoven grabadas en público en Freiburg entre 1997 y 2000 y editadas en DVD por EuroArts. Michael Gielen (Dresde, 1927-Mondsee, 2019) ha sido uno de los mayores intérpretes de la música del siglo XX, teniendo en su haber estrenos de obras de Henze, Ligeti, Stockhausen o Zimmermann (Die Soldaten, Requiem por un joven poeta). También realizó, creo, la primera grabación de la ópera Moisés y Aarón de Schoenberg. Pero, como (casi) todo director que se precie, también ha querido transmitirnos su opinión sobre las Sinfonías de Beethoven. El problema, para mí, es que ¡carece de opiniónsobre ellas! Sus interpretaciones no son, en general, propiamente tales, sino meras lecturas de las notas de las partituras. Alguien querrá elogiarlas alegando que son extremadamente objetivas. Y yo le contestaría diciendo que "¡objetivo lo es solo quien carece de ideas!", en maliciosa pero bastante acertada frase de Johann Gustav Droysen, historiador y pensador alemán (1808-1884). 

Con unos tempi casi siempre muy vivos, Gielen parece hacer todo lo posible por no expresar o transmitir nada, pero parece claro que no es eso lo que pretendía el Gran Sordo. Hace muy bien los scherzi: casi solo esos movimientos. Me han irritado mucho la tremenda banalidad “biedermeier” del Larghetto de la Segunda, los movimientos 1º, 2º y 4º de la “Heroica”, el primer movimiento de la “Pastoral” o toda la Octava, en la que parece no haber estado presente, sino haber dejado funcionando en el podio el metrónomo. Están, en cambio, bastante bien los finales de la Segunda y la Cuarta, el 2º de la “Pastoral” y el 1º de la Séptima. En la Novena el 1º, el 3º y toda la introducción orquestal del 4º movimiento son rápidos e insípidos (solo la abominable versión de Chailly, entre las 49 cotejadas, es un poco más veloz aún). Excelente el Coro de Radio Berlín y aceptable el cuarteto vocal (Renate Behle, Yvonne Naef, Glenn Winsdale y Hanno Müller-Brachmann), resultando potente pero estridente la soprano, y sobresaliendo claramente el barítono-bajo. A lo largo del ciclo, la Orquesta Sinfónica SWR de Baden-Baden y Freiburg resulta notable, de adecuada sonoridad, pero no especialmente depurada.

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