miércoles, 4 de diciembre de 2019

Dos óperas: "La flauta mágica" en Tokio y "Hoffmann" en Viena


La flauta mágica dirigida el año 1997 por Barenboim
 
Tina Kiberg (Pamina), Endrik Wottrich (Tamino), Roman Trekel (Papageno), ¿Laura Aikin? (Reina de la noche), John Tomlinson (Sarastro), René Pape (Orador), Pär Lindskog (Monostatos), ¿Anke Herrmann? (Papagena), Simone Nold (Primera dama). Director de escena: August Everding. Coro de la Staatsoper y Staatskapelle Berlin. Tokio, 13 de noviembre de 1997.

He podido ver y escuchar, con sonido monofónico regular y una imagen muy pobre, esta Zauberflöte por la que sentía curiosidad, sobre todo tras sugerirle a Barenboim que viniera al Teatro Real (donde yo entonces trabajaba), el año siguiente al de su última aparición, a dirigirla. Me contestó: "No volveré a dirigir La flauta mágica", lo que me dejó helado. No quise preguntarle por qué. Le sugerí hacer esa ópera porque ya se rumoreaba (y él lo confirmó) que, tras sus triunfales apariciones en Real con los conjuntos de la Ópera Estatal de Berlín interpretando títulos de Wagner, Beethoven y Strauss, el gobierno madrileño de Esperanza Aguirre, que subvencionaba estas representaciones, se negaba a que el año siguiente dirigiese Moisés y Aarón de Schoenberg (que nunca se había representado en Madrid), temiendo que no se llenara el Real. 

Bueno, esta retransmisión tiene todos los títulos en japonés, por lo que no me ha sido posible reconocer a todos los principales intérpretes. Pamina no me parece muy adecuada para la excelente soprano Tina Kiberg, una voz demasiado voluminosa para ella, lo que en algunos momentos de su musical interpretación le pasa factura. Lástima que no se contase ese día con Dorothea Röschmann, que se había alternado con ella en Berlín. Quien menos me convenció de los principales papeles fue el discreto (para Tamino) Endrik Wottrich; lástima, de nuevo, que no pudiera ser otro de los Taminos berlineses, Peter Schreier: ¡otro nivel! Roman Trekel, a pesar de no ser lo que se dice una gran voz, y además un poco lírico de más, hizo pese a ello un soberbio Papageno, muy inteligentemente cantado y actuado (¡y hablado!). John Tomlinson, al que a menudo se le etiqueta de barítono, es en realidad un bajo-bajo, espléndido como Sarastro (y con un imponente registro ultragrave). En Berlín se alternaba con él René Pape, que en Tokio cantó, maravillosamente, el breve pero fundamental papel de Orador. La Reina de la Noche, tal vez (no estoy seguro) Laura Aikin, posee una voz muy pequeña, pero una extraordinaria agilidad y, salvo el Fa de su primera aria, estuvo impecable. Pero, claro, lo ideal para este incisivo personaje, sería una soprano dramática de agilidad, algo casi imposible. Muy bien Pär Lindskog como Monostatos. La escena, bien conocida y totalmente tradicional, si bien poco estimulante, es la de August Everding. En cuanto a la dirección de Barenboim, se decantó curiosamente más hacia el lado lúdico que hacia el digamos trascendente, restándole solemnidad. La verdad, no es una de sus tantas magníficas aportaciones a Mozart. Excelente el coro, y soberana la orquesta. 

Los cuentos de Hoffmann con Dmitry Korchak, Olga Peretyatko y Luca Pisaroni

Director musical: Frédéric Chaslin. Director de escena: Andrei Serban. Hoffmann: Dmitry Korchak. La Musa, Nicklausse: Gaëlle Arquez. Lindorf, Coppélius, Miracle, Dappertutto: Luca Pisaroni. Olympia, Antonia, Giulietta, Stella: Olga Peretyatko. Andrès, Cochenille, Frantz, Pittichinaccio: Michael Laurenz. Voz de la madre: Zoryana Kushpler. Crespel: Dan Paul Dumitrescu. Ópera Estatal de Viena, septiembre de 2019. 

Confieso que la ópera de Offenbach me gusta menos que a la mayor parte de los operófilos con quienes lo he comentado; pese a momentos muy inspirados, buena parte de ella me suena a opereta, y otros momentos, poco inspirados o algo pretenciosos. En esta versión -que celebraba el segundo centenario del nacimiento del compositor- se me ha hecho especialmente larga y cuesta arriba. Un poco debido a la insulsa dirección de Frédéric Chaslin, que mejoró en el acto de Venecia, y un mucho, muchísimo, debido a la para mí horrible escena de Andrei Serban, en el fondo tradicional aunque a ratos intente disimularlo, y con los defectos típicos de quien no tiene nada que decir: acumulación de objetos y de hechos innecesarios, soluciones de antigua función de curso de colegio (el acto de Olympia se lleva la palma). La escenografía, horrorosa. 

Como actor -actriz- el único cantante que se salva es Olga Peretyatko; cuando esto ocurre, lo más normal es que el director de escena no se haya ocupado gran cosa de dirigir a los cantantes. También es ella quien me ha gustado como cantante: la soprano que empezó como casi una ligera ha ensanchado algo la voz, sin ¡milagro! perder en el registro más agudo y en la coloratura. Por ello, aunque Olympia es el rol que mejor se adapta a su voz, como Antonia logra un considerable patetismo, y sensualidad como Giulietta. ¡Qué gran cantante, qué gran artista! Dmitry Korchak, que empezó como tenor ligero rossiniano, ha ensanchado también algo su voz, pero creo que no lo suficiente para Hoffmann, que le sigue viniendo grande. Su timbre es agradable y canta bastante bien (creo que no hace bien en añadir sobreagudos no escritos, que además no suelen quedarle cómodos), pero es un intérprete más bien insípido, o un poco melifluo. En el papel de los "malos" me ha soprendido agradablemente la voz y la línea canora de Luca Pisaroni, pese a que es preferible una voz algo más grave y dramática. Para los papeles de tenor ligero, Michael Laurenz muestra una voz demasiado voluminosa, y además tiende a cantar demasiado fuerte. Sorpresa muy agradable, finalmente: soberbia la mezzo Gaëlle Arquez como Musa/Nicklausse. Una cantante a seguir. 

4 comentarios:

  1. Y después de escuchar esa Flauta Mágica de Tokio, ¿tienes ya idea de por qué no quería Barenboim volver a dirigirla?
    ROSA.

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  2. La verdad es que no. Sigo intrigado. Porque si la razón es que no quedó muy satisfecho de su propia labor (cosa que entendería), la solución sería intentar mejorarla...

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  3. Hablando de Flauta Magica, ¿ha tenido la oportunidad de escuchar la grabacion en la que canta Rolando Villazón ?

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    1. No he tenido oportunidad y, la verdad, no tengo gran interés en conocerla: Klaus Florian Vogt me suele gustar regular, y me temo que Villazón haga no poco el ganso como ¡Papageno! En todo caso, estoy a la espera de leer una crítica de alguien de quien me suela fiar.

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