viernes, 13 de marzo de 2020

Pollini y Brautigam se enfrentan al último Beethoven: la mala vejez y la estéril "moda"


Las tres últimas Sonatas de Beethoven por Pollini

Yo me hice en su día con las cinco últimas Sonatas de Beethoven que grabó Maurizio Pollini para DG allá por 1975-77: versiones estimables (de entre un 8 y un 8,5 según mis particulares puntuaciones). Después, el pianista italiano fue, con enorme lentitud, grabando el resto de las Sonatas hasta lograr completar en 2014 el ciclo de las 32, el “Nuevo Testamento” de la música, en acertada expresión. Un buen amigo, Pedro González Mira, que fue comentándolas para “Ritmo” conforme se iban publicando, me prestó varios de esos discos, y fueron tan decepcionantes mis impresiones que no solo no me hice con ellas, sino que incluso fui desentendiéndome de la serie: me daba mucha pena que un pianista al que había admirado mucho estuviese tan desacertado en estas obras que adoro. PGM me aconsejó además varias veces que “mejor me olvidase de estas versiones”. Él las tuvo que sufrir hasta el final.

Pues bien, ahora, tras lograr terminar la serie, inexplicablemente, Pollini se descuelga con un disco que contiene las tres últimas Sonatas, grabadas hace muy poco y hace nada lanzadas por el mismo sello amarillo. Fernando López Vargas-Machuca me lo acaba de pasar junto a otro disco de Ronald Brautigam (Bis 2010), también con las Opp. 109-111, más la Sonata 28. El disco de Pollini me ha parecido penoso, pues rebaja mucho el nivel alcanzado en los setenta. A sus 77 años el milanés ha perdido gran parte del limpísimo mecanismo que le hizo famoso (a mí siempre me ha parecido que en sus buenos tiempos solía destacar más como ejecutante que como intérprete; insisto, con las consabidas excepciones). Pues ahora se las ve y se las desea para tocar lo escrito por Beethoven, y opta por correr desaforadamente (¿para tratar de demostrar que su técnica se mantiene?), pero lo cierto es que aquella limpieza ha dado paso a la falta de claridad y nitidez, hasta el punto de caer en no pocas marrullerías. Aun así, esto no es lo más lamentable de este disco, pues si Pollini rara vez ha sido un gran beethoveniano, aquí ha dejado de serlo por completo: la música carece de lógica, de continuidad, el discurso aparece a menudo hecho a trompicones y pierde en buena medida su sentido: es como si hubiese dejado de comprender a fondo estas composiciones. Hemos escuchado en ocasiones a grandes pianistas muy mayores con limitaciones de dedos, pero con la lucidez musical intacta, o hasta acrecentada. No es este el caso, en absoluto. Por cierto, la toma de sonido, que no está a la altura de lo que uno espera de un sello tan prestigioso, es turbia y algo alejada: a un mal pensado puede ocurrírsele que lo han grabado así adrede, para que se noten menos los emborronamientos de la ejecución.

Las tres últimas Sonatas y la 28 por Brautigam
 
El holandés Ronald Brautigam (n. 1954) toca en el referido disco un fortepiano, algo que a mí me gusta poquísimo para estas obras (¡incluso para Haydn o Mozart!) y que considero un error mayúsculo, pues es un instrumento con graves cambios de color (como esas voces de técnica dudosa o con limitaciones naturales) y al que, por ejemplo, en una frase que requiere uniformidad le es imposible mantener una regularidad dinámica. ¡Se comprende muy bien que Beethoven, tras componer su genial Op. 111, exclamara que dejaba de componer música para piano -el de su época-, porque “se le quedaba pequeño”! (Por suerte, no cumplió su amenaza, volviendo a él para las Variaciones Diabelli, acaso la obra cumbre de su producción pianística, y para las Bagatelas op. 126). Las interpretaciones de Brautigam, sin tener en cuenta el desdichado instrumento, son flojas, epidérmicas, sobre todo la de la Sonata 28, op. 101. Pero las obras están bastante mejor tocadas que las de Pollini y las versiones resultan a la postre más sensatas y consecuentes. Pero a mí no me interesan un pimiento: no creo que vuelva a escucharlas ni una sola vez más.

12 comentarios:

  1. Hasta el momento, de todo y poco que escuché de Pollini en Beethoven, solamente me gustó su portentosa Waldstein EN VIVO desde la bellísima Große Musikvereinssaal -2/1997-, registrada para el ex sello amarillo (DG 435472-2).

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  2. No he escuchado casi nada por Pollini, respecto de los instrumentos de época, pienso exactamente como tú, es más diría, con perdón, que son una gilipollez....

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  3. Creo que digital Concert Hall emite gratis conciertos a puerta cerrada, el primero luego a las 20.00, con rattle..

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  4. Estoy escuchando las sinfonias de chaikovski por muti, les pongo un notable de momento a la primera y segunda, el sonido es lo peor...

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  5. A mí el fortepiano me suena poco serio, a Saloon de película del Oeste, vamos, que estás oyendo la Appassionata o los Impromptus de Schubert y de repente van a entrar por la puerta James Stewart o Henry Fonda.....(Sería divertido, bien pensado). Como decía con mucho criterio Claudio Arrau: el cémbalo fue un instrumento que llegó a la cima técnica y constructiva en un momento concreto (pensemos en los instrumentos de Dulcken en Holanda o del alsaciano Hemsch en París hacia 1750) y luego sencillamente pasó de moda, se dejó de usar; en cambio el piano era un instrumento en constante evolución, y los modelos iban quedando obsoletos o se estropeaban muy deprisa (véase por ejemplo el libro de Swaford sobre Beethoven, que explica muy bien la "lucha" de Beethoven con sus instrumentos....)

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    1. Tiene mucha gracia lo que dices del Saloon en una película del oeste: ¡es cierto, suena algo así!

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  6. Mi capitò una volta di fare un´intervista a Wilhelm Kempff, che stava eseguendo a Roma -nel 1967- il ciclo delle trentadue Sonate di Beethoven. Alla domanda "Lei ha pratica di pianoforti del tempo di Beethoven?", Kempff rispose: "Sì, nella collezione degli strumenti musicali di Berlino e di Vienna e nella Beethoven-haus di Bonn. Povero Beethoven! Ricordo ciò che disse nei riguardi di Schuppanzig: "Costui crede forse che io pensi al suo misero violino, quando lo spirito mi parla?"

    Piero Rattalino, Da Clementi a Pollini, duecento anni con i grandi pianisti, Ricordi/Giunti, 1983, página 197

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    1. Muy de acuerdo, y muy bien traído lo que Beethoven le dijo al violinista Schuppanzigh, líder del grupo que estrenó tantos Cuartetos de Beethoven.

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  7. La verdad es que no conozco demasiado la obra de Pollini. Su Chopin me gusta (dentro de que yo no soy muy chopiniano) y recuerdo haber disfrutado muchísimo su grabación de los conciertos para piano de Mozart con Karl Bóhm, aunque hace mucho que no oigo ese CD.
    De Beethoven conozco alguno de sus conciertos, también con Karl Böhm, pero nunca he escuchado sus sonatas para piano.
    ¿Qué opinión le merecen sus grabaciones de Schubert y Schumann?

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    1. Su Chopin me parece casi siempre excelente, y notables en líneas generales su Schubert y Schumann. De los Conciertos de Beethoven con Böhm me gusta muchísimo el 5º y poco poco el 3º. Sus dos Conciertos de Mozart con Böhm los encuentro excelsos.

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  8. Buenos días Ángel, ya que hablan de Pollini, ¿que opinión le merece su concierto número 1 de Brahms por él con Böhm? Fue mi primera versión, en una cassette de preciosa portada de la serie Gallería de Deutsche Gramophon (qué hermosas ediciones de registros se recogen en esa serie). Recuerdo su masivo arranque, la fuerza con la que empieza, esos timbales... Lo sobrecogen a uno como el primer día. Claro, siendo la primera escucha le tengo mucho cariño, aunque los que más escucho son las versiones de Zimermann con Bernstein y la Gilels-Jochum. No se cuál me gusta más (la del polaco las veo en video y son espectaculares). Últimamente, por consejo de ustedes, las de Grimaud-Nelsons ( la veo muy bien a ella, pensaba que no podría crear ese sonido robusto que exige Brahms) y una adquisición en DVD del concierto en vivo de Barenboim con Rattle desde Atenas, que aún no he oído de nuevo (lo recordaba de la tele y su recomendación me hizo buscarlo en Amazon Alemania).
    Gracias, saludos desde Almería.
    Carlos Alberto.

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    1. La de Pollini/Böhm no está entre mis versiones favoritas; a ambos los encuentro un poco precipitados en el movimiento inicial. Me gustan más las otras versiones que usted cita, a las que añadiría Arrau/Giulini, Barenboim/Barbirolli y Barenboim/Celibidache y Barenboim/Dudamel. No le falta fuerza, ni mucho menos, a la Grimaud. Si me apura mucho, quizámi versión predilecta es la de Barenboim/Rattle en Atenas.

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