Beethoven por aquí y por allá: Rattle, Schiff y Barenboim

 

Rattle graba Cristo en el Monte de los Olivos

Este único oratorio de Beethoven, compuesto en 1803-04, no suele gozar de gran aprecio dentro de la producción de su autor, si bien no le faltan algunos ardorosos defensores, entre ellos el penetrante musicólogo italiano Carli Ballola. A mí me parece que es una composición con notables altibajos; junto a importantes hallazgos y pasajes de gran intensidad muestra otros algo italianizantes un tanto convencionales. Rattle no me parece un gran intérprete beethoveniano; su ciclo sinfónico lo encuentro bastante endeble, y a veces menos que eso. Aquí está mejor, en mi opinión, si bien tampoco alcanza a Barenboim (CSO 1996) y ni siquiera a Ormandy (Sony 1966), Wagenheim (EMI 1970), Klee (DG 1970) o Nagano (HMundi 2003). Pues junto a pasajes muy conseguidos tiene otros un tanto trivializados y un coro final absurdamente rápido. En conjunto, es la versión más veloz (45’) de estas seis, siendo la de Ormandy (56’) la más extendida. Lo que me ha gustado mucho ha sido la actuación de una espléndida Sinfónica de Londres, y magnífica la del correspondiente Coro. Aunque las cinco versiones que le preceden contaron con buenos tríos vocales (el bajo tiene un papel muy corto), esta de Rattle no se queda atrás en esto: la soprano Elsa Dreisig es una estupenda lírico-ligera (prefiero este tipo de voz frente a las habituales ligeras), correcto el bajo David Soar, y excelente el tenor Pavol Breslik. Con una voz no tan lírica como cuando comenzó, conserva su privilegiado timbre y canta ahora con una técnica mucho más sólida que hace unos años. La toma de sonido es buena, mejor de lo habitual en ese sello.

Concierto del cumpleaños: Schiff y Barenboim

El pasado domingo, día 15, Barenboim cumplió 78 años. Ese día dirigió sin público, en la Staatsoper Unter den Linden de Berlín, un concierto benéfico (para ayudar a los músicos freelance en paro a causa de la pandemia) que ha divulgado la cadena de televisión RBB Berlin. El programa consistió en dos obras de Beethoven que ha interpretado mil veces: el Cuarto Concierto, con András Schiff como solista, y la Sinfonía “Heroica”. Se vio a la Staatskapelle Berlin un poco reducida en su plantilla (diez primeros violines) para que sus integrantes pudieran tocar más separados de lo normal; sin embargo, la sonoridad orquestal apenas pareció adelgazada. Schiff ha alcanzado en los últimos años un grado de madurez envidiable y en esta ocasión, tocando en un piano Bösendorfer de bella sonoridad, me recordó bastante a Arrau y al Barenboim de su filmación en Salzburgo con la Filarmónica de Viena: serenidad y lirismo predominaron en la hermosa interpretación. La dirección fue admirable, con un Andante fuertemente contrastado y texturas orquestales más transparentes que nunca en el Rondó.

En la “Heroica”, sinfonía que en todas su grabaciones ha alcanzado un nivel de total excelencia, vuelve Barenboim a dar lo mejor de sí. Todo transcurre con una lógica aplastante, una sabiduría excepcional y una hondura sobrecogedora. No hay el menor exceso, el menor efectismo, sino que todo está justificado a más no poder; de tal manera que escuchándola no se la puede pensar de otro modo. Raro privilegio de los intérpretes más lúcidos.

Ese mismo día, Medici TV retransmitió lo que denominó “Maratón Beethoven/Barenboim”: las 32 Sonatas seguidas, que -algo que no se había revelado- fueron filmadas a la vez que grabadas por Deutsche Grammophon entre el 13 y el 31 de mayo de 2020 en la Sala Pierre Boulez de Berlín (sin público, claro).